Crimea no es de Rusia, y no la hemos olvidado

Esta semana se cumplen dos años del “referéndum” ilegal e ilegítimo organizado por Rusia en Crimea. Esa farsa de votación fue una burla a la democracia, montada en solo dos semanas, con tropas rusas sobre el terreno y sin observadores internacionales independientes. Se utilizó como un pretexto planificado para anexionar Crimea, la primera modificación por la fuerza de las fronteras en Europa desde hace décadas.

Fue la apropiación de un territorio, simple y llanamente. Al anexionarse una parte de Ucrania, violando su integridad territorial y continuando la desestabilización en el este del país, Rusia echó por tierra la legalidad internacional. La comunidad internacional, en su inmensa mayoría, ha condenado esas acciones. El Reino Unido no reconoce ni reconocerá la apropiación por la fuerza de Crimea por parte de Rusia.

Tampoco olvidaremos la grave situación de afectados por la agresión rusa como las minorías étnicas, en especial la importante comunidad de los tártaros, que han sufrido lo peor de las violaciones de las que Rusia es responsable. Ante al hostigamiento y la represión crecientes de las autoridades rusas, 10.000 tártaros de Crimea han huido de su tierra natal desde marzo de 2014.

La anexión de Crimea incumple numerosas obligaciones internacionales, como la Carta de las Naciones Unidas. Además, socava la propia seguridad común de Europa: una seguridad cuidadosamente construida sobre la comprensión y la confianza mutuas y unas normas aceptadas.

El Reino Unido y España trabajan junto con sus socios de la UE. Esta misma semana, el consejo de ministros de Asuntos Exteriores acordó por unanimidad de los 28 Estados miembros una serie de principios políticos, entre los que destaca que los acuerdos de Minsk deben aplicarse primero para que haya algún cambio en la actitud de la UE hacia Rusia.

Debemos mantenernos firmes frente al peligroso comportamiento de Moscú y responder del modo serio y estratégico que requiere este desafío.

Eso significa reforzar la disuasión mediante unos compromisos para aumentar la presencia de la OTAN en Europa del Este en la próxima cumbre de Varsovia.

Significa mantener las sanciones contra Rusia para someterla a la presión necesaria para que cambie su postura.

Y significa dar apoyo práctico y político a aquellos países que sufren desestabilización e intromisiones por parte de Rusia.

Debemos enviar un mensaje simple, claro y único: ningún país, por grande que sea, puede ignorar la legalidad internacional sin sufrir las consecuencias.

La anexión ilegal de Crimea fue un acto de agresión. Y frente a ella, debemos permanecer unidos en la defensa de nuestros valores.

David Lidington es secretario de Estado para Europa del Reino Unido.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *