Crisis (47): sin rumbo

Cuando ya muchos pensaban que la crisis económica llegaba a su fin, el caos en Chipre nos hace retroceder un año y nos devuelve a los terribles días del 2012. ¿Los recuerdan? Las bolsas se desplomaban, las primas de riesgo se disparaban y todos los ciudadanos de Europa sabíamos de memoria ¡los partidos políticos que se presentaban a las elecciones de Grecia!

A pesar de que Chipre es una economía insignificante en el conjunto de la Unión Europea (su PIB es inferior al de Girona), su rescate hizo que las bolsas de todo el mundo volvieran a caer, que las primas de riesgo volvieran a subir y que los ciudadanos nos engancháramos de nuevo al televisor, pendientes de si los cajeros automáticos de Nicosia permitían sacar 300 o 500 euros.

Nuestra preocupación por lo que pasaba en Chipre no se debía tanto a la solidaridad altruista hacia nuestros socios y amigos (la probabilidad de que alguno de nosotros conozca a alguien de la isla es realmente baja) como al temor egoísta de que, a través del contagio, lo que pasaba allí nos podía afectar a nosotros. Y mucho me temo que nuestro temor estaba más que justificado: la gestión de la crisis por parte de nuestras autoridades ha sido tan atroz y deplorable que ha dejado transparentemente claro que estamos siendo gobernados por una pandilla de incompetentes que no tienen ni idea de cómo sacarnos de esta crisis.

La cosa ya empezó mal con la propuesta inicial de rescate, que incluía un impuesto, o más bien una confiscación, del 6,75% de los depósitos bancarios garantizados. Es decir, según el plan inicial, los pensionistas y trabajadores chipriotas con menos de 100.000 euros en el banco perdían, por sorpresa, el 6,75% de sus ahorros. Eso traspasaba una línea roja que hasta aquel momento había sido sagrada en la UE: los depósitos de menos de 100.000 euros estaban garantizados, pasara lo que pasara. Punto final. Al anunciar que se confiscaban en un país de la UE, el plan chipriota hacía saltar por los aires esa regla de oro.

Es cierto que ese plan inicial no se implementará, pero eso no es porque las autoridades europeas lo hayan impedido, sino porque el Parlamento chipriota lo tumbó. La democracia tiene estas cosas. El problema es que, al estar bendecido por la UE, ahora todos sabemos que nuestras autoridades estaban dispuestas a permitir que los pequeños ahorradores perdieran una parte de su dinero para rescatar a los grandes bancos. Y eso puede tener consecuencias catastróficas. Por ejemplo, a la que vuelvan los rumores de rescate en España, ¿quién va a evitar que los ciudadanos corran a sacar su dinero del banco y provoquen su colapso financiero? ¡Sí! Ya me sé de memoria todo el mantra recitado por los ministros: que si “Chipre es distinto”, que si su sistema bancario es “un caso único” y que si en España los depósitos están garantizados. Pero, dejando de lado los discursos de propaganda política, exactamente ¿quién garantiza los depósitos? ¿El mismo Gobierno al que le basta decir aquello de “la cosa está peor de lo que creíamos” para hacer lo que nos había garantizado que no haría nunca como es subir el IVA o el IRPF? ¿Y cómo lo garantizarán? ¿Con qué dinero? ¡Si España no tiene ni un euro! ¿O con qué leyes? ¡Si son capaces de cambiar la Constitución en un fin de semana cuando lo exige Angela Merkel! La puerta de las confiscaciones, pues, ha quedado irremediablemente abierta en la UE. Y eso lo pagaremos.

La segunda pista de que estamos gobernados por ineptos vino el día del rescate final. A diferencia de Irlanda o España, donde no se dejó quebrar a ningún banco y donde el rescate bancario correrá a cargo de los contribuyentes, en Chipre se permite que quiebre el segundo banco más grande del país, el Laiki, y se obliga a los demás bancos a “autorrescatarse” (lo que en inglés se llama bail in en contraposición al rescate normal que se llama bail out): es decir, el dinero del rescate no lo ponen los contribuyentes, sino los accionistas, los acreedores secundarios o júniors, los acreedores principales o séniors y, si hace falta, los depositantes no asegurados de más de 100.000 euros. Todos los depósitos de menos de 100.000 euros, tanto si son del banco quebrado como de los demás, serán devueltos íntegramente... aunque no se sabe cuándo.

Los lectores que sigan esta columna sabrán que esta es la estrategia que he defendido desde hace años: cerrar los bancos quebrados, utilizar el dinero de los inversores y bonistas y proteger a los depositantes asegurados. ¿Por qué digo, pues, que la adopción de esta estrategia demuestra que estamos gobernados por ineptos? Pues porque el día en que se aprobó este segundo rescate de Chipre, el presidente del Eurogrupo y ministro de Finanzas holandés, Jeroen Dijsselbloem, anunció que “esta será la nueva política de rescates en Europa”... pero 24 horas más tarde fue desmentido por el resto de las autoridades europeas, incluyendo a su gran protector, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. Todas estas declaraciones y contradeclaraciones contradictorias no hacen sino demostrar que, justo cuando la UE se encuentra inmersa en la peor crisis bancaria y financiera de su historia, sus autoridades económicas simplemente no tienen una política bancaria y financiera clara.

Y aquí es donde radica la verdadera catástrofe europea: en un momento en que nuestros líderes deberían hacer gala de claridad de ideas, firmeza en sus convicciones y sin espacio para la improvisación, van y se muestran erráticos, contradictorios y sin rumbo.

Xavier Sala i Martín, Columbia University, UPF y Fundació Umbele.

1 comentario


  1. Yo todavía no puedo asimilar como un ahorrador de 101000 euros puede perder 30000 y quedar con 71000 y otro ahorrador con 99000 euros en el mismo banco quede con dichos 99000. Esto no se ha explicado pero es tremendamente injusto. Quizás lo que habría que investigar es el origen de estos depósitos ya que si son fruto de operaciones ilícitas habría que confiscarlos, pero no los de ahorradores honrados que han declarado sus ingresos a las haciendas respectivas. Esto último es un robo descarado.

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