Crisis: los efectos colaterales

Habrá que empezar a llamar de otro modo a esto que el mundo vive desde hace algunos meses y que se ha designado con la palabra crisis.Una crisis es algo breve, precipita los acontecimientos pero no se instala de manera duradera. La crisis es un ataque que corta por lo sano. Por eso se habla de "crisis cardiaca", porque el resultado es fatal. Pero lo que estamos viviendo es algo que va camino de instalarse en la vida de la gente, en su mentalidad y que tiene efectos sobre su comportamiento. La crisis es nuestro nuevo modo de vida, marcado por las dificultades de todo tipo. Al principio se creyó que los traders y los banqueros habían jugado y habían perdido; luego nos dimos cuenta de que las consecuencias de sus juegos con dinero virtual son graves porque afectan a millones de ciudadanos que tenían confianza en la bolsa, que habían pedido créditos y que se han encontrado sin nada. Las fábricas cierran, el paro aumenta. Un país como Grecia ha llegado al estado de convertirse en una sociedad en quiebra. Ha sido salvada por Alemania y Francia, pero este salvamento no ha sido una curación. Es sólo una gran aspirina. España sufre problemas similares pero al menos el Gobierno ha reaccionado e intenta evitar una catástrofe.

La inquietud se extiende y el miedo se instala en la gente y no sólo en los pobres o en las clases medias. También los ricos empiezan a tener miedo. No saben qué deparará el futuro. No pueden prever nada. Ven que la moneda europea está amenazada, que algunos países reclaman abandonar el euro y la vuelta a la moneda nacional. Durante ese tiempo, Bélgica puede partirse en dos y la derecha política vuelve al poder en todas partes con un discurso racista. Algunos islamistas se frotan las manos y provocan a la sociedad occidental cubriendo completamente a sus mujeres con velos negros. Incluso algunos dicen que ¡la crisis y las catástrofes ecológicas son un castigo divino!

Aunque al comienzo la crisis fue sobre todo financiera, ahora es especialmente una crisis moral y cultural. La democracia ha sido atacada por todas partes. Los países europeos son estados democráticos pero algunos juegan con este principio, le dan la vuelta, lo giran y llegan a vaciarlo de su sentido y de su valor. Es lo que ha pasado principalmente en Italia, donde el sistema democrático ha sido manipulado para permitir dirigir el país a hombres sin escrúpulos y sobre todo sin moral. Ni siquiera se avergüenzan de lo que hacen. Algunos tienen propósitos xenófobos e incluso racistas y son aplaudidos por una parte de la sociedad.

La democracia francesa también sufre algunos desvíos. Sarkozy, imitando a Berlusconi, busca no sólo tener los medios de comunicación de su lado, sino comprometidos en la batalla que prepara con vistas a su reelección en el 2012. Así, es él quien nombra a los directores de las televisiones y radios públicas; es él quien coloca a sus amigos en la dirección de algunos diarios y revistas; está muy vinculado con el industrial de armamento Arnaud Lagardère, propietario de varios medios de comunicación. Últimamente ha convocado al actual director del diario independiente Le Monde y le ha amenazado con suspender la ayuda que el Estado da para su impresión si no elige el equipo que quiere Sarkozy para recapitalizar el rotativo. Le Canard Enchaînédel 16 de junio escribía: "Sarkozy cree tener permiso para hacer todo lo que quiera. Ya tiene bajo su bota las direcciones de TF1 (televisión privada), Le Figaro,Europe 1 (radio privada), el Journal du Dimanche,etcétera".

Es así como la democracia cae en la trampa de manera indirecta. Quien controla los medios tiene la oportunidad de ganar las elecciones, especialmente en esta época de crisis y de pánico. Berlusconi ha creado este sistema y en la actualidad puede estar contento: ¡su sistema se exporta!

Los miedos se acumulan y causan estragos en la sociedad. La gente ya no sabe en quién confiar, qué hacer con su dinero, ¿hay que comprar o hay que vender?, ¿cómo pagar las pensiones de los jubilados? Y aún hay más preguntas: ¿Adónde va el mundo?

La tragedia causada por BP en Estados Unidos está a punto de alcanzar a otros países. Se diría que tras el miedo al virus de la gripe (H1N1), tras la nube del volcán islandés, tras la casi quiebra de algunos países europeos, el hombre se pregunta sobre su destino: demasiadas coincidencias, demasiadas casualidades. Algo ya no funciona en el mundo. Y mi hijo me pide que vea con él la película La carretera,según la novela de MacCarthy. Es el fin del mundo. El planeta ya no nos soporta más. Pero durante este tiempo China sigue extendiendo su poder económico por todas partes, alterando las economías locales y llevando al paro a trabajadores en el Magreb, enÁfrica,en Europa. Puede permitirse esta arrogancia porque paga una miseria a sus propios trabajadores.

Quizá esta crisis acabe en un alumbramiento, en una liberación, en un mundo nuevo donde el hombre ya no será tacaño con el hombre, donde la moral y la cultura (el respeto al hombre y a sus valores) triunfarán sobre el egoísmo y la barbarie del capitalismo salvaje que aplasta al individuo y que no tiene piedad del débil.

Tras la gran tormenta, ¿llegará un cielo limpio, un mundo humano? Después del efecto anestesiante de la crisis, es el momento de la acción. Hay que reaccionar y convertir estas dificultades en un desafío que superar para que el hombre encuentre la medida de las cosas y no viva más en la confusión del todo virtual.

Tahar ben Jelloun, escritor, miembro de la Academia Goncourt.