Croacia ingresa en la UE

EL 1 de julio de 2013 Croacia ingresa como socio número 28 de la Unión Europea. Es el segundo de la antigua federación yugoslava que accede a la UE tras Eslovenia, que lo hizo en 2004, y el séptimo que lo hace de los nuevos países nacidos tras los cambios que se producen al finalizar la Guerra Fría con la división de la URSS, de Checoslovaquia y de Yugoslavia. De la URSS reaparecieron quince países que se habían unido al bloque soviético tras la segunda guerra mundial. Estonia, Letonia y Lituania, apoyados especialmente por los restantes estados bálticos, entraron en la Unión junto con la República Checa, Eslovaquia y Eslovenia en 2004.

A su vez, los siete países de la antigua Yugoslavia se orientaron hacia la UE, aunque hasta ahora solo los dos mencionados han logrado su integración. Serbia, Bosnia, Montenegro y la antigua República Yugoslava de Macedonia se encuentran en diferentes estadios de aproximación, dificultada ya sea por la búsqueda de una definitiva denominación (caso de ARYM), por falta de cohesión interna (Bosnia) o por la indefinición respecto a Kosovo. Desde el fin de la guerra balcánica (1991-95), la comunidad internacional apoyó a Croacia y a otros países de la región a remontar los destrozos causados por la cruenta guerra que conllevó la independencia de seis repúblicas y una provincia autónoma aunque ello se hiciera a costa de un elevado número de víctimas, de sufrimientos humanos y daños materiales. En las largas décadas que siguieron a la guerra, fue necesario reconstruir cada uno de los tres principales países contendientes en ella. Croacia y Bosnia fueron los que más sufrieron ya que el conflicto se desarrolló principalmente en sus territorios. Bosnia Herzegovina sufrió 130.000 víctimas y 14.000 desaparecidos. En Croacia se produjeron 13.000 muertos y 2.000 desaparecidos. Serbia conoció 14.000 víctimas.

La OSCE, la UE y la ONU apoyaron a cada uno de los nuevos países en su proceso de reconstrucción. Serbia tuvo un complicado camino de normalización debido a que el conflicto acabado en 1995 se vio prolongado por el choque contra Kosovo que autoproclamó su independencia contra la voluntad serbia y de la mitad de la comunidad internacional. Bosnia, fraccionada entre sus tres minorías –la ortodoxa, la musulmana y la católica– vio reproducir en su territorio las fragilidades de la región balcánica en su conjunto.

Croacia no tuvo un proceso de transición mucho más fácil. Al fin de la guerra tuvo que rehacer el país desde los más diversos ángulos: el político, el judicial, saneando sus tribunales para juzgar a los criminales de guerra y entregando a La Haya a algunos de sus combatientes considerados como héroes por la mayoría del país, algunos de los cuales fueron liberados sin cargos tras seis años de prisión. Fue preciso restituir sus viviendas a los serbios exiliados, reconstruir miles de casas que habían sido destruidas por sus antiguos moradores en una política de tierra quemada. Hubo que configurar un ejército nacional, una policía democrática, una prensa libre, una educación equilibrada no solo válida para la mayoría croata sino también para las 22 minorías incluida la serbia y la romaní.

Croacia es el que ha logrado –nueve años después que Eslovenia– llegar a la meta en primer lugar. No lo ha hecho indemne. El coste de su triple transición –de la federación a la independencia, del comunismo al libre mercado y de la guerra a la paz– está siendo durísimo. Su índice de paro es del 20% (tercero en Europa tras España y Grecia), su PIB está en el 50% de la media comunitaria, su capacidad exportadora es escasa. Al país le aguarda un largo proceso de convergencia que se verá aliviado por la recepción de fondos por parte de la UE.

Sin embargo Croacia tiene un potencial extraordinario asentado en dos pilares fundamentales: el humano y el geográfico. Se trata de un país culto, feliz combinación eslava, italiana y austro-húngara, con una grande y profunda tradición católica, con una larga historia como reino independiente desde el siglo IX y englobada, tras la primera guerra mundial, en el reino de los Croatas, Serbios y Eslovenos, antes de formar parte, tras la segunda contienda, de la República Federativa y Autogestionaria de Yugoslavia. La aportación de las creativas minorías nacionales conducirá a este hermoso país a convertirse en un importante activo en la Unión y una indudable potencia turística; su ratio actual es la más elevada de Europa: tres turistas por habitante.

La última ampliación de la UE tuvo lugar en los años 2004-07 cuando doce países, en su mayor parte exmiembros del bloque comunista, se integraron antes de que estallara la crisis económica en la que aun estamos sumidos. Croacia entra ahora en una Unión aún en apuros. Pese a todo, lo hace con ilusión y esperanza a sabiendas de que la UE es una construcción con problemas pero que posee un proyecto de futuro que los 28 países desarrollaremos juntos para seguir constituyendo el bloque más próspero y cohesionado de la comunidad internacional.

Por Jorge Fuentes Monzonís-Villalonga, embajador de España. Entre 2005 y 2009, fue jefe de la misión de la OSCE para la reconstrucción de Croacia.

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