Crónica de un éxito no anunciado

La iniciativa del presidente de España de solicitar y conseguir la exención del visado Schengen para los colombianos y los peruanos es uno de los mayores logros de la política exterior de España en beneficio de los latinoamericanos. Se trata de un asunto de derechos y no de simples formalidades; de dignidad para echar abajo barreras de entrada para los ciudadanos que limitaban la movilidad, el comercio, el turismo y la vida familiar; de derribar estigmas y estereotipos que están mandados a recoger. Es el punto de partida para materializar políticas comunes de cooperación que apuntan a la movilidad de personas y talentos, lejos de las amenazas enquistadas en la xenofobia, tan prolijas en época reciente.

Esa historia debe contarse. Pues a pesar de tener inicialmente en contra a casi toda la UE, España logró lo que parecía imposible. El presidente Rajoy convirtió la crónica de un fracaso anunciado en un rotundo éxito diplomático. Una gran noticia que beneficia directamente a 600.000 familias de inmigrantes colombianos y peruanos que viven en España. Por primera vez en casi dos décadas, podrán reunirse con sus familias aquí y en todo el Espacio Schengen, que es el mayor espacio de libre circulación de personas del mundo.

También es una gran noticia para los españoles, que han demostrado que en medio de una de las mayores crisis de la historia reciente con señalamientos ligeros hacia la inmigración como factor adicional de agudización del problema, son capaces de defender los intereses de los latinoamericanos en la UE. El Gobierno de España ha dado la cara por los inmigrantes latinoamericanos y ha reconocido así su aporte al desarrollo de España. Una justa batalla por quienes han convertido España en su segunda patria pues la mitad de estos inmigrantes son dobles nacionales. Dicho de otra manera: hay 300.000 españoles de origen colombiano y peruano. España es para ellos su nueva vida y la única que conocen sus hijos.

Todo ello se consiguió contra todos los pronósticos y contra viento y marea. Cuando el 10 de agosto de 2013 el presidente Rajoy llamó al presidente Santos, para anunciarle que iba a lanzar esta cruzada diplomática, nadie creía que se pudiera lograr. En Colombia muchos hablaron del «cuento de las visas». Era lógico que fuera inverosímil dados los antecedentes. Dentro de la UE las críticas también arreciaron porque el Presidente Rajoy había lanzado la iniciativa sin consultar primero a sus socios.

Como la ha recordado bien Héctor Abad Faciolince, el presidente español tenía una espina clavada, la de la UE cuando impuso a España el visado a los colombianos en 2001. Rajoy era el ministro de Interior cuando nuestro García Márquez manifestó que no volvería a pisar España porque «uno no necesita permiso para visitar la casa de su madre». Y lanzó su iniciativa notificando a los presidentes de Colombia y Perú para explicarles que iba a enmendar un error y una injusticia.

España puso de nuevo a América Latina en la agenda de las instituciones europeas, tanto en la Comisión Europea como en el Consejo y el Parlamento, y lo hizo con lo más loable: la integridad de ciudadanos honestos, titulares de unos derechos que no van más a implorar clemencia en las puertas de los consulados europeos. Durante tres meses, movilizó a su Gobierno y a todos sus Embajadores en las 28 capitales de la UE para explicar con convicción la nueva realidad de Colombia y Perú y defender la retirada del infame visado para sus nacionales. A pesar de obtener un solo voto a favor –Portugal– en la primera reunión del Grupo de Visados de la UE no cejó en su empeño hasta que terminó de forjar el consenso de todos los Estados Miembros, el 13 de diciembre de 2013.

La estrategia y el relato estaban bien diseñados: si Colombia y Perú han abierto sus mercados a la UE con un tratado de libre comercio, no tenía presentación que las mercancías europeas puedan entrar más fácilmente que los colombianos y peruanos en la UE. Convirtiéndose así en los únicos ciudadanos de América Latina que seguían necesitando visado a pesar de tener un tratado de libre comercio en vigor con la UE. Los ciudadanos tenían que percibir las ventajas directas que tiene para ellos que sus Gobiernos hayan apostado por principios que nos unen a Europa. Es la antesala también para batallas que ya estamos dando como la homologación de títulos de nuestros profesionales en el espacio iberoamericano.

Esta ha sido la historia de un caso de política exterior eficaz, basada en los principios correctos, a contracorriente de muchos, sin complejos ni miedo al fracaso, decidida y con un claro objetivo: el beneficio de los ciudadanos. Parafraseando al gran poeta Eduardo Carranza: con América Latina a su lado, España será siempre más España.

Fernando Carrillo Flórez, embajador de Colombia en España.

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