¿Cuál es el concepto español del triunfo?

La civilización occidental gravita en torno al triunfo. Sin embargo, el concepto del triunfo no es planetario. Cada país tiene su propia noción de ese éxito. Y sin duda habrá cientos de miles de personas que consideren haber triunfado en la vida, cada cual según su propia dimensión de la idea.

Pero la medida particular de ese triunfo es sustancial, porque la suma de los triunfos individuales que forman la población de un país determina en gran medida el triunfo panorámico de ese país. No en vano se considera que Estados Unidos inició su decadencia cuando la ciudadanía perdió la fe en la idea del Sueño Americano.

La epopeya del Sueño Americano está incrustada en el subconsciente colectivo estadounidense al modo de un dato histórico o geográfico aceptado sin discusión. Sin embargo, no se trata de una leyenda popular ni una extravagancia local.

El término en sí, omnipresente en la producción ensayística, literaria y mediática, lo definió James Truslow Adams en su Épica de América (1931): "El sueño americano es esa creencia en un lugar donde la vida debería de ser mejor, más próspera y cabal para cada persona, ofreciendo posibilidades acordes a cada aptitud y cada mérito".

Para singularizar esta filosofía de la vida como distintiva de su país, Truslow añadía que a las élites europeas les cuesta entenderla, porque no es la mera avidez de ganar dinero y de acaparar objetos caros, sino "un anhelo social que instiga a cada hombre y a cada mujer a conquistar la máxima cima de su talento innato, ganándose así el respeto de la sociedad por lo que son, de manera ajena a las circunstancias fortuitas de su nacimiento o posición".

Es cierto que a los europeos el asunto del Sueño Americano se nos queda en una entelequia algo peliculera, como de unos chalados con pistola al cinto, pegando tiros mientras cabalgan por el polvoriento Salvaje Oeste. Pero el Sueño Americano está directamente relacionado con el triunfo de Estados Unidos como país durante un siglo y con su advenimiento como primera potencia garante de la democracia global, hegemonía puesta a prueba ahora con la invasión rusa de Ucrania.

La incomprensión europea del Sueño Americano la pude paladear en vivo a mediados del verano de 2019, durante una discusión cibernética que provoqué yo misma. El detonante fue un tuit sobre la taberna de Ángel Sierra, en el madrileño barrio de Chueca, donde un azulejo proclama desafiante que "la Siesta Española se ríe del Sueño Americano".

El mensaje provocó un burbujeo en mi entorno de red. Varios seguidores defendieron el hedonista Sueño Español de la buena vida, contrapuesto al materialismo capitalista de una Guirilandia sin sanidad pública y armada hasta los dientes, donde la gente fenece por las calles y los niños mueren acribillados a tiros en los colegios.

En algún momento pregunté, enteramente consciente de que iba a liarla parda, si el concepto español del triunfo no es vivir en un piso propio en el mismo barrio que el resto de la familia, para poder acarrear túpers rezumantes de guisotes entre las distintas casas de la tribu.

Aquel tórrido día agostino comprobé que la noción española del triunfo (entendido como un "montárselo bien en la vida") es transversal. La defendían con virulencia tanto mis compatriotas de derechas como los de izquierdas.

En una red social como Twitter, que parcela los contenidos en modo binario, para usarlos como entre equipos opuestos, no recordaba haber presenciado un acuerdo parecido respecto a ningún tema nacional. Tengamos en cuenta que España marca políticamente todos los aspectos de la vida pública y privada, desde la cultura y el deporte hasta la vestimenta, por lo que impresionaba la defensa unánime y furibunda del Sueño Español.

Esa idea del triunfo como una existencia pequeña, manejable y familiar en la ciudad donde se ha nacido es lo opuesto al Sueño Americano.

España es un país miembro de la Unión Europea (UE) y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Tiene desde hace décadas una tasa de desempleo juvenil dramáticamente alta, que alcanzó el 55,5% entre 2013 y 2014, hace apenas ocho años. Pese a haber descendido a un 30% en la actualidad, sigue apareciendo en la cima de los gráficos económicos europeos. Otras fuentes dudan de la veracidad de estas cifras, que podrían estar en torno al 35%.

Elon Musk quería construir cuando era pequeño "naves espaciales para agrandar el potencial de la especie humana". Ese era su concepto del triunfo. Hoy tiene una empresa aeroespacial que transporta a ciudadanos privados por el cosmos.

Cuando yo pregunté en Twitter quién consideraba haber logrado lo que quería de pequeño, Josan me explicó su noción del triunfo: "Vivo a dos kilómetros de mi padre y mi hermano. Tengo casa en propiedad. Trabajo a doce kilómetros de casa. Llevo quince años en la misma empresa. Mi mujer trabaja a 300 metros de donde vivimos y nació a siete kilómetros de aquí. Vamos a comer o cenar a casa de mi familia siempre que se nos antoja. No lo cambio por nada".

Los dos son felices, porque han alcanzado su idea del triunfo. España es la suma de millones de sueños españoles y Estados Unidos es la suma de millones de sueños americanos.

Gabriela Bustelo es escritora y periodista.

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