Cuando se termine lo insostenible

Xi Jinping, Emmanuel Macron y Olaf Scholz, durante una cumbre virtual el pasado 8 de marzo.BENOIT TESSIER (AFP)
Xi Jinping, Emmanuel Macron y Olaf Scholz, durante una cumbre virtual el pasado 8 de marzo. BENOIT TESSIER (AFP)

Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que cada país ocupaba su lugar en la economía mundial. China y Alemania tenían grandes superávits externos de producción manufacturera. Estados Unidos utilizaba su exorbitante privilegio para absorber esos excedentes. Rusia era el proveedor fiable, o eso creíamos, de gas y petróleo. Yo no lo llamaría un acuerdo estable, pero experimentó un período de pseudoestabilidad desde La década de 1990 hasta la pandemia.

Lo que ha cambiado con el Brexit, la pandemia y la guerra en Ucrania es que el modelo se ha quebrado, y curiosamente, para todos. En el caso de Reino Unido, esto es más que evidente. El desorden en la política británica es la consecuencia de lo que ocurre cuando se vota a favor del Brexit pero en contra de un modelo económico para que funcione. El modelo alemán consistía en la represión salarial en el país, la energía barata de Rusia, la especialización técnica y la integración en las cadenas de suministro mundiales. Independientemente de cómo termine la guerra en Ucrania, Rusia necesitará un nuevo modelo porque nunca volverá a vender los mismos volúmenes de energía a Europa occidental. China está descubriendo que sus grandes volúmenes de reservas en dólares y en euros han hecho que sea políticamente dependiente de Estados Unidos y la UE. Como descubrió Vladímir Putin después de entrar en Ucrania, las reservas de divisas también pueden ser objeto de sanciones.

También Estados Unidos necesita un nuevo modelo económico. El exorbitante privilegio desaparecerá con el tiempo precisamente porque Estados Unidos está tratando las tenencias de reservas extranjeras como una mercancía sancionable. En el futuro habrá que pagar un precio. La economía estadounidense tendrá que depender menos de las importaciones del resto del mundo, producir más en el país, y tal vez, ampliar geográficamente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) y convertirlo en un mercado muy integrado, como hicieron los europeos. Pero la época en que Estados Unidos ejercía de amortiguador de la economía mundial está tocando a su fin.

De modo que todo el mundo necesita un nuevo modelo económico. No se trata de la política macroeconómica. Se trata de en qué se especializa uno como país. Los alemanes compraban gas y productos básicos, y vendían maquinaria. Reino Unido era el mayor puerto de entrada en lengua inglesa al mercado único. Los chinos impusieron la represión financiera para financiar un auge de la inversión.

¿En qué consistirán estos nuevos modelos de negocio? Lo que ya está claro es que todos ellos estarán sujetos a la seguridad de la cadena de suministro. Ya no queremos depender unos de otros. El presidente Xi Jinping ha dispuesto que todas las cadenas de suministro críticas tienen que ser nacionales. En Europa, la región de referencia es la UE más sus socios comerciales más cercanos. Para Estados Unidos, seguramente debería ser toda América, norte y sur. No nos estamos adentrando en una era de desglobalización, sino en una era de bloques comerciales globales.

Alemania es un caso especialmente interesante. Resulta evidente que el modelo alemán ya no funciona. Olaf Scholz está actualmente enfrascado en el inútil intento de sustituir la amistad rota con Rusia por una nueva alianza estratégica con China. Básicamente, estoy tranquilo porque no hay ninguna posibilidad de que esto funcione, aunque el neomercantilismo de Scholz podría acarrear muchos daños colaterales.

Supongo que el Gobierno estadounidense, que acaba de imponer una prohibición de semiconductores de alta tecnología a China, opondrá una gran resistencia. Alemania depende de Estados Unidos para su seguridad y de la UE como principal destino de sus exportaciones. Alemania no puede actuar simultáneamente contra los intereses de seguridad de la UE y de Estados Unidos a la hora de perseguir sus objetivos nacionales neomercantilistas.

La otra razón por la que estoy básicamente tranquilo es que la era de la represión salarial y de los costes baratos de los insumos energéticos está tocando a su fin. El modelo ya no tiene sentido económico. Scholz está perdiendo un tiempo precioso impulsando el viejo modelo, cuando tendría que estar pensando en uno nuevo. Alemania tiene puntos fuertes innatos que podría explotar en el nuevo mundo. Cuenta con algunos de los mejores ingenieros del mundo. También es una fuerza líder en la investigación farmacéutica. Es muy probable que la proporción del sector de la producción en el PIB disminuya, ya que muchas empresas medianas apenas son rentables. La crisis de los precios de la energía llevará a esas empresas al límite. La demanda de motores de gasolina y diésel caerá casi con toda seguridad, al igual que la demanda de componentes de estos motores. Alemania producirá menos. Pero hay mucha maquinaria de alto margen y alta precisión que se seguirá produciendo en Alemania. Hay una razón por la que los ucranios están tan interesados en los tanques alemanes.

Cambiar de modelo económico será extraordinariamente difícil para todos. Requiere trabajo técnico y preparación, y un grado de claridad en los debates políticos nacionales que en la mayoría de los casos no existe.

Para cambiar un modelo económico en su conjunto, hay que saber lo que se hace. Un buen ejemplo de cómo no hacerlo fue el nacimiento de la Rusia moderna, que trató de transformar el comunismo en un modelo ultracapitalista y derivó en una cleptocracia y una quiebra generalizada de la democracia. Ejemplos exitosos de cambios radicales de modelo son Japón y Alemania después de la II Guerra Mundial. Pero fue necesario un acontecimiento catastrófico para desencadenar el cambio. Por muy mala que sea nuestra opinión sobre el Brexit, probablemente estemos de acuerdo en que no es de la misma magnitud.

Por tanto, todo esto llevará un tiempo. Supongo que no todos los países lo conseguirán. Tengo la impresión de que Estados Unidos lo hará mejor que nadie, que Reino Unido volverá al mercado único de la UE y que Rusia se convertirá en un satélite de China. Eso deja a China y a Alemania. El futuro del continente euroasiático dependerá en gran medida de cómo se adapten esos dos países.

Wolfgang Münchau es director de Eurointelligence. Traducción de News Clips.

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