Cuatro años buscando culpables

"Se echan la culpa unos a otros. Todo el tiempo". Es una de las frases que más he escuchado de los diversos ciudadanos que en esta legislatura se han reunido con políticos de todos los colores para proponer cambios legislativos. Daba igual el tema: eutanasia, abusos sexuales a menores, corrupción, educación... Nunca antes habíamos visto a tantos diputados y cargos ministeriales escuchando las peticiones ciudadanas y nunca antes habíamos visto tal incapacidad para sacar adelante iniciativas con un respaldo popular masivo.

Han sido cuatro años perdidos. Los datos de la actividad legislativa son elocuentes: la aprobación de leyes ha caído de forma drástica, 37 frente a las 169 aprobadas en la primera legislatura de Rajoy o las 141 de la última de Zapatero. Es la consecuencia de las repeticiones electorales y de un Congreso más fragmentado. Pero, ¿no son cuatro años suficientes para haberse puesto de acuerdo en algunos temas fundamentales? Imagino que el nivel de frustración de muchas señorías será alto por haber fracasado de manera tan evidente, pero ¿se pueden imaginar el de los ciudadanos anónimos que han dedicado años a luchar por causas justas, dejando trabajos, aparcando otros deberes?

La mayoría de partidos invoca con frecuencia la «sociedad civil» como fuente de inspiración, como escudo de protección o de ataque frente a los adversarios. Pero, ¿quién es esa sociedad civil? ¿Quién representa mejor a la sociedad civil española? La sociedad española es muy diversa y heterogénea, y lo vemos cada día en los temas que firman y comparten los 14 millones de españoles que usan Change.org. Temas que van desde la regulación de la eutanasia a la no derogación de la prisión permanente revisable, la petición más firmada de la historia de la plataforma en España con más de 3 millones de apoyos.

Pues bien, la sociedad civil o, al menos, los ciudadanos más activos llevan años demostrando que cuando tienes una motivación profunda, todo es posible. Y no es una frase fabricada para encabezar un libro de autoayuda. La movilización de Juan Carlos Quer provocó que se aparcara el debate de la derogación de la prisión permanente revisable y la última gran modificación legislativa en España, el endurecimiento de penas a conductores borrachos, la ha liderado una ciudadana anónima, Anna González.

Precisamente Juan Carlos Quer y Anna González nos han enseñado algunas claves para triunfar en la arena política, claves que seguro pueden inspirar a otros líderes. Por ejemplo: es necesario ser insistente, dominar muy bien tu mensaje y comunicarlo de forma directa y con argumentos. Por supuesto, primero hay que captar la atención y para ello la historia personal es fundamental, nos hace empatizar, comunicar con emoción. Pero lo que más hemos aprendido de ellos y de otros muchos creadores de petición es la importancia de la reunión en persona. Hacer política en Twitter o en Whatsapp puede ayudar a mantener un tema en la agenda, pero no hay nada más poderoso que mirar a los ojos a otra persona y traspasar su corazón, pedirle que se comprometa, pero que lo haga de verdad.

Los casos de Juan Carlos, Anna o de Miguel Hurtado, que lleva años luchando por la no prescripción de los delitos de abusos sexuales a menores, son excepcionales, pero no únicos. Nadie en el mundo se moviliza como los españoles. Es algo que está en nuestra esencia. España es el origen del derecho de petición ciudadana. La Unesco ratificó en 2013 a León como cuna del parlamentarismo europeo en lugar de Westminster (Inglaterra). Hoy Los Decreta de León, del año 1188, figuran como el testimonio documental más antiguo del sistema parlamentario, un modelo de participación ciudadana en el que los procuradores recogían las peticiones de los vecinos de los burgos para hacerlas llegar a la Curia regia (Corte del rey). Más de 800 años después, la ciudadanía ha tenido, en ocasiones, que pasar por encima de los modernos procuradores para cambiar las cosas.

Somos el país del mundo con mayor proporción de usuarios de Change.org con respecto al número total de usuarios de internet, un 40% de los internautas españoles se movilizan en la plataforma. Los ciudadanos se han armado de las ideas, el coraje y la determinación que muchas veces echamos en falta en la clase política. No olvidemos que ellos, los partidos y sus representantes, son el segundo problema para los españoles, según el CIS de julio de 2019. El segundo, muy por delante de los asuntos económicos, la vivienda, los nacionalismos... Pero es más fácil echar la culpa a los demás.

En comunicación se suele decir que cuando la conversación se centra en encontrar al culpable se olvida el problema de fondo, se deja de prestar atención a lo relevante. También los expertos en marketing dicen que cuando recurres a grandes números los ciudadanos tienden a desconectar: la enormidad nos paraliza. ¿Es lo que ha querido hacer el PSOE con sus 370 medidas? No es por restar importancia a todas y cada una de las 370 medidas, pero seguro que, para empezar a negociar, Podemos y el resto de partidos agradecería algo más condensado, quizás un decálogo, eso siempre funciona. No me imagino que pueda ser productiva una reunión en la que debatir 370 puntos. Creo que cierta priorización también ayudaría a la negociación y a que la sociedad civil entienda su papel dentro del rompecabezas, ¿cuáles serán las diez primeras medidas si hubiera gobierno?

Por cierto, entre esa batería aplastante de propuestas echo en falta el compromiso del PSOE con la ratificación del convenio 189 de la OIT, una antigua reivindicación de uno de los colectivos más olvidados por todos los gobiernos, las trabajadoras del hogar. Ellas también son sociedad civil. Además, escasean propuestas relacionadas con el desperdicio alimentario, aspecto clave en la prevención del cambio climático, según manifestaba un informe reciente de la ONU. Manuel Bruscas y Cristina Romero llevan años movilizándose para que se ponga freno al desperdicio de alimentos en supermercados y centros educativos, se han reunido con parlamentarios en España y Europa y han planteado ideas que funcionan en otros países, como Francia.

En apenas dos semanas sabremos si habrá nuevas elecciones. Ocurra lo que ocurra, si nuestros políticos quieren conectar, de verdad, con la sociedad civil necesitan dejar de buscar culpables. La democracia en España es adulta, esperamos que nuestros representantes también lo sean.

José Antonio Ritoré es Director de Change.org en España.

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