Cuba, la cosecha del dolor

Se ha cumplido recientemente el séptimo aniversario de la primavera negra del 2003. En aquella fecha, la dictadura cubana afrentaba, una vez más, la libertad deteniendo y condenando injustamente a opositores al régimen castrista. Pero señalar solo estos siete años no sería hacer justicia a la dictadura. Cabría más bien decir que en Cuba, desde el triunfo de la revolución, solo ha habido primaveras negras. Estamos, por tanto, en el insoportable 51° aniversario.

Desde su llegada al poder, Fidel Castro convirtió el bello país caribeño en un campo de concentración. Todo aquel que ha manifestado disidencia con el régimen, ha pagado con condenas de cárcel, cuando no con su vida. Por supuesto que Batista debía ser derrocado, pero con las ideas democráticas que tenía, por ejemplo, Huber Matos, comandante de la revolución que, tras denunciar la deriva autoritaria, fue condenado a 20 años de cárcel.

Hoy en día, salen a luz los casos de Orlando Zapata y Guillermo Fariñas, así como otros que esperan transformar su muerte en un grito por la libertad en la isla-prisión del comandante Fidel Castro.
Pero no podemos olvidar los casos de Pedro Luis Boitel, Gutiérrez Menoyo o Armando Valladares, por citar algunos de los más conocidos entre los miles de represaliados por el régimen de los hermanos Castro. A todos aquellos que todavía ríen las gracias a esta siniestra pareja, cabría recomendarles el libro de Valladares Contra toda esperanza, donde narra con todo detalle las condiciones de las cárceles castristas. O bien la película de Néstor Almendros Nadie escuchaba.
Frente a estas denuncias, ¿qué dice el régimen? Pues recurre a la consabida retahíla del bloqueo, y los logros en materia educativa y sanitaria conseguidos por el Gobierno cubano en estos últimos 50 años. Vamos por partes. El bloqueo de EEUU no ha supuesto, en general, graves problemas para Cuba, que recibió una ingente ayuda económica de la URSS durante la guerra fría. Pasó momentos difíciles tras la caída del muro de Berlín, cuando Rusia decidió terminar con el millonario subsidio. Pero enseguida la UE y diversos países del mundo insuflaron fondos económicos de forma directa e indirecta a través de ayuda humanitaria, créditos e inversiones en la isla. Cabe destacar en los últimos tiempos las enormes ayudas recibidas desde Venezuela y Brasil, especialmente del primero. Y así, estamos hablando de miles de millones de dólares desperdiciados.
Repasando brevemente las conquistas revolucionarias, vemos que Cuba ha pasado de ser el tercer país más rico de América a ser hoy en día el tercero más pobre. Es cierto, disponen de un excelente sistema sanitario, de lujo, que solo pueden disfrutar millonarios venidos de otras partes del mundo o, claro, el convaleciente y amado líder. Pero la sanidad para el pueblo es muy deficiente. Hay hospitales, pero sin medios ni recursos. La educación, hay que decirlo, es universal en Cuba y el índice de analfabetismo es realmente bajo, pero cabe preguntarse si hablamos de educación o de adoctrinamiento. Y me pregunto, ¿por qué un médico para serlo en Cuba debe aprobar la asignatura de Marxismo?, o bien, ¿qué educación es esa que elabora listas negras de libros?
El régimen cubano agoniza al mismo tiempo que su máximo dirigente. Y como cabía esperar recrudece la represión contra los disidentes a los que mantiene en condiciones deplorables de vida y de acoso sistemático. Como, por ejemplo, el que padecen las admirables e indefensas Damas de Blanco. Frente a estas señoras con mayúscula, el régimen envía sus turbas amaestradas para coaccionarlas y agredirlas.

Los hermanos Castro y sus esbirros castigan a cualquier persona que no obedezca ciegamente sus consignas. Han creado un Estado donde el poder judicial está absolutamente permeabilizado por el poder político, que es quien realmente dicta todas las sentencias. Así, no es de extrañar que un albañil como Orlando Zapata se convierta en agente de la CIA, delincuente común o lo que quieran ellos que sea. Ahora toca esperar las siguientes fabulaciones respecto a Fariñas y, nunca mejor dicho, sus compañeros de fatigas.
Ante lo inadmisible y cruel de este régimen no basta practicar un diálogo exigente. A ver si algunos se quitan de una vez la venda de los ojos. Cuba es una dictadura que, como todas, se aprovecha de los foros de diálogo para obtener solo prebendas, pero sin contrapartidas. Respecto a Cuba solo cabe una decidida presión internacional y una política restrictiva de las ayudas que las condicione al respeto de los derechos humanos, empezando con la inmediata liberación de los presos políticos, así como el establecimiento de un proceso de apertura democrática que concluya con la disolución del actual régimen y la convocatoria de elecciones libres.
Ciertamente, las autoridades cubanas lo pondrán muy difícil y es previsible que continúen con su represión. A estas alturas, como cada año, solo pueden ofrecer el único producto cosechado por la revolución comunista: dolor.

Rubén Herrero de Castro, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid.