Cuidemos nuestra fortaleza turística

SE abre hoy la trigésima sexta edición de la Feria Internacional de Turismo, Fitur, uno de los certámenes del ramo más importantes de Europa. Es un escaparate de primer orden para que los países participantes puedan mostrar lo mejor de su oferta turística, y esa oportunidad es singularmente notable en el caso de España debido no solo a ser el país anfitrión, sino por la considerable presencia de la propia Marca España, a través de Turespaña, y de las comunidades autónomas, municipios, provincias, islas, así como de cientos de empresas y operadores del sector turístico español.

Nos encontramos por tanto en la «semana grande» del turismo, cuya actividad se inició ayer martes con la celebración de dos eventos de importancia. El primero de ellos fue el VII Foro de Liderazgo Turístico de Exceltur que, bajo el título de Políticas innovadoras para conectar con el turista digital, contó con la participación en su apertura del presidente Rajoy. El segundo evento fue la entrega de las condecoraciones al mérito turístico correspondientes al año 2015, acto también presidido por el presidente Rajoy, y que distinguió a un grupo de personas, instituciones, empresas y destinos que han contribuido al desarrollo, fomento y promoción del turismo en España.

Cuidemos nuestra fortaleza turísticaIndividualmente considerado, el turismo es la actividad económica más importante de España, con un claro efecto arrastre sobre muchos otros sectores, contribuyendo al incremento de renta, a la creación de empleo, a generar divisas, al fomento de la inversión empresarial y a incrementar los ingresos públicos. Once de cada cien euros que se producen en España se generan en este sector y doce de cada cien empleos corresponden al sector turístico. Desde el punto de vista sectorial, el turismo ha sido uno de los motores del claro proceso de recuperación de la economía española desde el año 2013.

Por razones diversas, la historia del turismo en España es, a lo largo de las últimas décadas, una historia de éxito. Una de ellas es nuestra situación geográfica y favorable dotación de recursos naturales, que nos ha convertido en el segundo destino vacacional del mundo; pero no todo es sol, paisajes y playa. Es creciente el interés que España genera por nuestra cultura, nuestra historia o nuestra arquitectura; nuestra gastronomía y nuestras ciudades. El turismo urbano y el rural; el de compras, el cultural, el turismo de salud, el turismo de cruceros o el turismo gastronómico. En definitiva, una oferta diversificada que contribuye también a nuestro liderazgo mundial en competitividad.

En esa competitividad influye asimismo la trayectoria, experiencia y saber hacer de las empresas, empresarios y profesionales del sector turístico español. Los españoles tenemos con nosotros mismos unos niveles de exigencia que, en ocasiones, no pedimos a otros, también en el sector turístico. Sin embargo, basta visitar cualquier destino turístico que ofrezca productos similares a los nuestros, en cualquier parte del mundo, para poder comprobar los elevados estándares de calidad de la oferta turística en España.

Ahora bien, en este mundo en permanente transformación, nuestra historia de éxito pasado no es garantía de que lo tengamos asegurado en un futuro. O nos adaptamos cambiando, o nos quedamos por el camino. Por eso el Gobierno, bajo el liderazgo del presidente Rajoy, desde el principio de la anterior legislatura, tuvo claro que la política turística debía ser una auténtica política de Estado. Nos propusimos aprovechar nuestra experiencia de años para consolidarnos como destino líder en número de visitantes y en gasto turístico. La materia prima para ello la teníamos en abundancia: experiencia, trayectoria, empresas, profesionales, infraestructuras de primer orden, seguridad, know how, presencia internacional de nuestra empresas. Solo faltaba coordinar medidas y acciones para alcanzar y consolidar un sector más competitivo, rentable y diversificado, volcado en la innovación y modernización con un modelo de negocio basado en la calidad y en la economía digital, a través de la oferta de unos servicios de alto valor añadido.

Así nació, como programa específico, el Plan Nacional Integral de Turismo, que, aprobado por el Consejo de Ministros en junio de 2012, contó con la participación de los diferentes niveles de la administración y con el sector privado. Han pasado más de tres años y podemos ver algunos resultados. España ha pasado de ser en 2011 el cuarto destino turístico del mundo en cuanto a visitantes a estar en el podio mundial en el tercer puesto, tras los Estados Unidos de América y Francia. Somos el tercer destino en visitantes, pero el segundo en gasto turístico, y por primera vez ocupamos el puesto número uno en el ranking mundial de competitividad turística internacional, de acuerdo con el estudio bienal que elabora el Foro Económico Mundial.

El modelo turístico español también se ha convertido en referencia de innovación digital gracias al empuje de emprendedores y start ups que generan aplicaciones y contenidos que facilitan el conocimiento, comercialización y adquisición de servicios turísticos. Esa innovación también se impulsa desde el ámbito público con herramientas como el Plan de Destinos Turísticos Inteligentes, pionero en el mundo para la conversión de destinos, especialmente maduros, en entornos accesibles, innovadores, sostenibles y adaptados para aprovechar las ventajas de la hiperconectividad digital.

En definitiva, el sector turístico es demasiado importante en España como para no atenderlo como merece. El esfuerzo de muchos durante años ha permitido alcanzar posiciones de liderazgo mundial, pero nos equivocaríamos si pensáramos que todo está hecho; hemos de seguir mejorando en rentabilidad y calidad del servicio si queremos consolidar y mejorar las posiciones alcanzadas. La naturaleza cambiante y el dinamismo de esta actividad implican un esfuerzo y atención constante, a través de una clara política de Estado.

Me parece que la mejor manera de hacerlo es de la mano del sector privado, de sus profesionales y sus empresas, de manera que las administraciones públicas sean las que fijen los marcos de actuación claros, estables y que generen certidumbre y, en cambio, sean los profesionales y empresas quienes determinen qué invertir, dónde, cuándo, cuánto y cómo. Lo peor que podría ocurrirle al sector turístico en España es que algunos gobernantes cayeran en la tentación de hacer política turística ideológica y adoptaran, en base a ello, medidas tributarias, urbanísticas, territoriales o de otra naturaleza que espantaran la inversión y con ello la generación de actividad económica y empleo. El turismo es una de nuestras grandes fortalezas, cuidémoslo como merece.

José Manuel Soria, ministro de Industria, Energía y Turismo en funciones.

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