Cultura y Edad Media tecnológica

La cultura, su utilidad y su disfrute, o por mejor decir, la carencia casi, el bajísimo nivel cultural de nuestro país (de año en año peor), la reducción de la alta cultura a un gueto muy minoritario y la pauperización de la cultura media -también muy alicaída- son problemas gravísimos de la España actual, de los que casi nadie -y la clase política no es excepción- parece percatarse y por tanto nadie pone ni parece interesado en poner remedio. Y el problema se agrava aún más, si cabe, porque España (uno de los países históricamente cultos de Occidente) es una notable productora de cultura -hablando en términos de mercado- pero una pésima y pobre consumidora. En lectores y en nivel cultural estamos a la cola de Europa. Hablamos de Cervantes, de Velázquez o de Delibes, pero nadie responde a nuestra terrible penuria cultural de ahora mismo…

Por supuesto, la cultura empieza por la educación y es una pena tener que decir que (desde la Transición) los planes de estudio, hechos por gobiernos de nuestro bicolor arco iris político, han ido de mal en peor. Derecha e izquierda son culpables de populismo barato. Y si algo está reñido con la verdadera cultura es precisamente el populismo. Cuando yo terminé el Bachillerato (en el franquismo aún) ya hice un curso monográfico sobre Homero y otro sobre Virgilio. Esto no lo hacen hoy ni los que estudian Filología Clásica en la universidad. Y conste que me produce mucha vergüenza y tristeza tener que decir que un sistema político como el franquismo (que produjo una España tan vieja y tan atrasada moralmente) tenía planes de estudio infinitamente mejores que los actuales. A lo mejor -me he dicho alguna vez, bajito- es que no todo hijo de vecino tiene porqué ser universitario. Lo que es más que cierto es que, en líneas generales, un alumno que termina hoy la universidad sabe bastante menos de lo que sabía un alumno que concluía su bachillerato, digamos, en 1968. A mí me parece vergonzoso, pero así es.

Como consecuencia de esto, por ejemplo, son contados los escritores españoles que pueden vivir de la literatura, porque el número de lectores (de siempre pequeño) no aumenta sino que disminuye, y eso que las mujeres están haciendo lo que pueden para subir el listón. Hay muchos actos culturales en las grandes ciudades, pero la mayoría esmirriados, y se sostienen gracias a las mujeres -lo acabo de decir- y a la gente mayor, casi de la tercera edad. Benditos sean. Presentando una vez una novela mía en Alemania, el editor (muy atento) me dijo si quería conocer a algún autor alemán que me interesara. Yo no hablo esa lengua, pero podríamos entendernos en otra. Mencioné a Hubert Fichte, que siempre me había interesado, y el editor se alegró. Me dijo: yo también lo admiro, pero es un escritor tristemente minoritario. Contesté: sus novelas qué tiran, ¿1.000 ejemplares?. Me miró con asombro el veterano editor: no (replicó), tiran 10.000 o 15.000. ¡Caramba!, no pude por menos de terciar: eso en España le haría prácticamente un best seller. Y no mentía. Nuestro bajísimo índice de lectores (salvo para autores muy publicitados, todo depende hoy de los mass media) y el mal intercambio con Hispanoamérica, unido a la mala situación económica de muchos de los países de nuestra área lingüística, hacen que el panorama libresco español sea desolador. Larra vuelve a tener razón: «Escribir en España, es llorar». Y eso en el país de Cervantes, de Lope, de Góngora, de Lorca, de Cernuda… ¿No es extraño?

Hace años (pero ahora es mucho más evidente que entonces, porque vamos a peor) alguien acuñó la expresión la Edad Media tecnológica. Suponía que íbamos hacia un mundo cada vez más inculto y salvaje, donde la alta cultura viviría en guetos mínimos, semejantes a los monasterios medievales, y que la gran mayoría de la gente no sabría nada de nada, inmersa en la lucha por la vida, y consolada por los ínfimos programas de la televisión basura. Un inciso: la telebasura lo es más cada vez, los políticos no hacen jamás ni una tópica cita culta, y Octavio Paz, premio Nobel y que murió hace ya más de 10 años, pero mente lucidísima, afirmaba ya entonces que «la poesía vivía en las catacumbas». Todo es verdad. Y por ello es más evidente hoy que entonces que no vamos, sino que estamos instalados ya en la Edad Media tecnológica, sólo que cada vez habrá más bárbaros y siervos de la gleba,. Aunque, eso sí, entre ordenadores, videojuegos, teléfonos móviles de última generación y videoconsolas cada vez más perfeccionadas. Bárbaros tecnológicos, pues usan esa tecnología aunque nada sepan de su verdadero imtríngulis. ¿Se ve en el panorama que pinto -bastante somero- algún rayo de esperanza? Diría que no. La cultura de la letra (con el soporte que sea) convivió todo el siglo XX con la cultura de la imagen. Para el hombre culto, no se anulan, se complementan. Pero, ¿cómo elevar el listón de esa televisión ultracutre que entretiene a los nuevos habitantes de esta Edad Media? Sólo en la educación sin populismo hay esperanza. Y la educación, ay, está en manos de una clase política poco culta (en general) y populista al extremo. ¡Qué pena!

Luis Antonio de Villena, escritor y poeta. Su último libro publicado es Malditos, Ed. Bruguera.