Dar un nuevo impulso a la UE

Las autoridades europeas designadas tras las elecciones de mayo del 2014 tienen una responsabilidad histórica, si no abrumadora: frente a la presión conjunta de los euroescépticos y los antieuropeos, es responsabilidad suya dar urgentemente un nuevo impulso a la integración europea, criticada como pocas veces, pero siempre tan necesaria en una globalización en la que Europa está envejeciendo y perdiendo peso.

Este nuevo impulso lo encontrarán primero los europeos mirando al mundo, mucho más de lo que lo han hecho durante la interminable y devastadora crisis de la eurozona. Vistos desde Pekín, Brasilia y Bamako, ya estamos unidos por el deseo de reconciliar la eficacia económica, la cohesión social y la protección del medio ambiente en un contexto pluralista. Unámonos más para promover esta voluntad común, nuestros intereses y nuestros valores en un mundo menos eurocéntrico, a través de políticas comerciales y de asistencia externa más coherente, de la creación de una verdadera Unión de la energía y el fortalecimiento paciente de nuestra política exterior y de defensa, ¡porque la unión hace la fuerza! Esta unión, naturalmente, necesita del Reino Unido, si la mayoría de sus ciudadanos quieren seguir siendo parte de ella, ¡porque la unión no es una cárcel! La UE se ampliará a partir del 2020 con algunos otros países vecinos, principalmente en los Balcanes, y una prioridad a corto plazo es aumentar de forma simultánea a 28 dentro de la zona euro, para encontrar niveles de crecimiento y puestos de trabajo que restauren tanto su dinamismo interno como su credibilidad en la escena exterior.

Dar un nuevo impulso a la UE también significa hacer un mejor uso de las oportunidades que ofrece como espacio de intercambios económicos y humanos y como poder público: aunque los estados siguen manteniendo el control de las principales decisiones económicas, educativas y sociales, ¡la salida de la crisis también pasa por Europa! Profundicemos el mercado único en el marco de los servicios, la economía digital, el mercado de capitales y las grandes infraestructuras con el fin de crear un crecimiento más cualitativo y más puestos de trabajo, y salgamos finalmente de la competencia a muerte en asuntos sociales y fiscales. Preservemos y promovamos la libre circulación de trabajadores y personas, de la que dependen millones de puestos de trabajo, respetando el principio de no discriminación, completándolo con una política de inmigración común y solidaria. Gastemos e invirtamos juntos, incluso apoyando enérgicamente el plan propuesto por la Comisión Juncker, a pesar de sus limitaciones, y pidamos a los estados y los actores privados que participen en mayor medida. Trabajemos juntos para luchar contra el desempleo juvenil e impedir que se cree una generación perdida. Completemos la unión económica y monetaria de conformidad con los principios y normas en que se basa, sobre todo para el control del exceso de deuda (y no de la deuda), y proporcioné mos le los mecanismos políticos de legitimación y los instrumentos financieros de estabilización y apoyo a las reformas que eviten volver a la Europa-FMI de estos últimos años.

Para muchos europeos, esta Europa-FMI ha sido vista como una amenaza, porque ha sido el vector de la ayuda condicionada a las reformas y los recortes fiscales dolorosos e injustos; a menudo olvidamos que ha tenido el mérito de organizar una solidaridad entre los estados, por otra parte a veces cuestionados. Dar un nuevo impulso a la construcción europea es también permitirle aparecer no como una amenaza sino como una respuesta a las amenazas y desafíos que alimentan los temores, reforzando en realidad el interés por unirse. El enfrentamiento con Vladímir Putin y la inestabilidad en muchos países vecinos a quienes hay que apoyar en su lucha (tanto en Ucrania como en Túnez); la existencia de brotes de terrorismo en el Sahel y Oriente Medio; los estragos de las finanzas locas y la optimización fiscal incontrolada; el espectro de la deflación y la desindustrialización; los riesgos relacionados con el cambio climático y la dependencia energética exterior... Los nuevos responsables políticos europeos pueden ceder fácilmente a la tentación de limitarse a la producción de normas sanitarias o medioambientales incomprendidas, cuya virtud técnica es a menudo menor que el daño político que plantean. Pero en última instancia serán juzgados al final de su mandato por su capacidad para responder eficazmente a las amenazas y desafíos que afrontan los europeos.

La aventura comunitaria fue lanzada hace más de 60 años para estimular nuestra reconstrucción y crear un espacio de paz y respeto mutuo frente a la división de Europa: más que nunca tiene que demostrar su doble capacidad de estimular y proteger a los ciudadanos y que tiene la vocación de servicio para los años decisivos que se avecinan. Señoras y señores responsables de la Unión, ¡falta un cuarto de hora para la medianoche!

Jacques Delors y Antonio Vitorino, participantes del Comité Director Europeo de Nuestra Europa en 2014 - Instituto Jacques Delors.

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