Darfur

Darfur: el estado de la situación humanitaria y de seguridad en 2009.

Introducción:

Según datos de principios de 2009, el conflicto en Sudán ha provocado hasta este momento el asesinato de unas 300.000 personas, que 4,7 millones dependan de la ayuda humanitaria y que 2,7 millones de ellas hayan tenido que abandonar sus hogares, convertidos en desplazados y refugiados, hacinándose en alguno de los 200 insalubres, superpoblados y peligrosos campamentos de refugiados instalados tanto en el propio Darfur como en Chad, país al que esta situación plantea graves problemas. Por si fuera poco, Darfur es una de las regiones más pobres del mundo, sufre una inexorable desertización que obliga a luchar por cada gota de agua y sus líderes padecen una crónica y patética ansia de poder personal que les hace indiferentes a los sufrimientos de los seres humanos que de ellos dependen. En definitiva, un triste escenario en el que se enfrentan norteños nómadas árabes y sedentarios agricultores africanos del sur, donde una imaginaria y delicada línea separa el islam (suní) del sincretismo cristianismo-animista, y en el que intentan sobrevivir cientos de lenguas y grupos étnicos, casi todos enfrentados entre sí.

Si hubiera que resumir el conflicto de Darfur en pocas líneas, se podría decir que está provocado por el enfrentamiento entre los pueblos africanos habitantes de la zona y la milicia denominada janjaweed, apoyada por el centralista gobierno árabe de Sudán, el cual ha habituado a delegar en ella el trabajo sucio, con acciones claramente contrarias a las más elementales leyes del derecho internacional humanitario. De buscarse sus orígenes, no sería inexacto añadir que las causas proceden del tradicional choque entre las tribus árabes de pastores ganaderos y las tribus negras de agricultores sedentarios por el control de unos recursos naturales materializados tanto por la tierra como por los recursos hídricos –sin desdeñar el petróleo–, enfrentamientos que se han visto agravados por la implacable desertización de la zona. La situación en Darfur es un reflejo extremo de la delicada situación en Sudán –con una extensión que quintuplica la de España– en la que Darfur ocupa la zona occidental y se ha visto marginada tradicionalmente de las prioridades y atención del gobierno en Jartum. También se ve afectada por el conflicto regional entre Chad, Sudán y la República Centroafricana y, en menor medida, por los conflictos internos de Sudán, al este y sur de su territorio, lo que explica la dificultad para solucionar el conflicto de Darfur al margen de la resolución de los otros.

El detonante de los enfrentamientos armados actuales fue, a principios de 2003, el ataque del Ejército de Liberación de Sudán de Minni Minawi (ELS-MM) al aeropuerto de Al Fashir, capital de Darfur Norte. El ataque provocó la indignación del gobierno y, en respuesta, un contraataque aéreo del gobierno junto con el empleo de las milicias janjaweed. Por el lado de la distensión, el Acuerdo de Paz de Darfur (Darfur Peace Agreement, DPA), firmado el 5 de mayo de 2006 entre el gobierno de Sudán y el ELS-MM, debía poner fin a tres años de luchas fratricidas; pero a pesar de la reducción de los enfrentamientos “oficiales” entre los rebeldes y el ejército sudanés, lo cierto es que han aumentado los enfrentamientos tribales –incluso entre grupos que hasta no hace mucho tiempo eran aliados–, las acciones contra las fuerzas internacionales y la presión sobre las organizaciones de ayuda humanitaria. Desde entonces, los enfrentamientos armados entre el gobierno y los rebeldes no han cesado, y en el pasado inmediato se han producido ataques aéreos y terrestres sobre Darfur Este en febrero de 2008, y el ataque de las milicias del Movimiento Justicia y Libertad (MJL) a Jartum en mayo del mismo año, que dejó varios centenares de muertos en la capital. Tampoco el último Acuerdo de Doha de febrero de 2009 entre el gobierno sudanés y el Movimiento Justicia e Igualdad (MJL), bajo mediación de Naciones Unidas y la Unión Africana (UA), ha interrumpido los enfrentamientos entre los signatarios ni, mucho menos, entre los no firmantes. Por último, y aunque este Documento de Trabajo sólo estudia las operaciones principales, gran parte de la violencia ejercida procede de la violencia intertribal y de la delincuencia existente en la zona.

La situación humanitaria no ha dejado de deteriorarse incluso con la presencia de fuerzas internacionales en la zona, pertenecientes a las misiones de Naciones Unidas, de la UA o de la UE, que protegen los campos de desplazados y el territorio por donde se desplazan. A los campos de desplazados no cesan de llegar nuevas oleadas generadas por los enfrentamientos tribales (en 2008 se registraron 317.000 nuevos desplazados frente a los 300.000 de 2007). La saturación de los campos genera problemas internos de convivencia y, en ocasiones, el gobierno sudanés irrumpe en los campos creando situaciones de riesgo (el 25 de agosto de 2008 fuerzas sudanesas intentaron registrar el campamento de Kalma, Darfur Sur, donde viven 90.000 desplazados, y se produjeron 32 muertos y 85 heridos). Los problemas se han agravado tras la orden de expulsión de 13 organizaciones humanitarias internacionales y tres nacionales en marzo de 2009. La degradación afecta más a los desplazados y refugiados de Darfur que a la población que vive en asentamientos, porque estos cuentan con recursos propios (su seguridad alimentaria ha mejorado del 30% en 2006 al 55% actual).

La responsabilidad moral y material del gobierno sudanés en esta catástrofe humanitaria se ha traducido en la petición de una orden de arresto por el fiscal de la Corte Penal Internacional contra el presidente sudanés, Omar al-Bashir, por crímenes contra la humanidad –incluido el genocidio– y crímenes de guerra (por el asesinato de 35.000 civiles en cinco años y los sufrimientos –“muerte lenta”– de decenas de miles de desplazados y refugiados). Desde que el fiscal puso en marcha el procedimiento, se puso de evidencia la interacción entre la iniciativa penal y el desarrollo de los conflictos internos por la radicalización de los sectores más reacios a la presencia internacional. La tensión se ha reflejado en los obstáculos que el gobierno sudanés ha puesto al despliegue de UNAMID a partir de que el 14 de julio de 2008 se solicitara el arresto. La falta de progresos en los distintos conflictos de Sudan y, especialmente, en el de Darfur acabaron con la posibilidad de que el Consejo de Seguridad suspendiera el procedimiento a cambio de avances en materia de negociación, reconciliación y asistencia humanitaria. La orden es de difícil ejecución mientras el presidente sudanés se mantenga en el poder, lo que incentiva la continuidad en los enfrentamientos y la animosidad contra la presencia extranjera, lo que lleva a dificultar las operaciones de las organizaciones gubernamentales internacionales y a expulsar a las organizaciones no gubernamentales que prestan asistencia humanitaria, para que no se conviertan en testigos de cargo.

Frente a este desolador panorama, se encuentra una comunidad internacional incapaz de aliviar eficazmente el sufrimiento de tantos miles de seres humanos, ni de llevar la ley y el orden mínimos que garanticen unas condiciones de estabilidad y un futuro esperanzador. Y todo ello motivado por multitud de intereses encontrados y de percepciones y aproximaciones radicalmente opuestas. Este Documento de Trabajo analiza las limitaciones de esa comunidad para solucionar el problema de Darfur desde el punto de vista de las dificultades planteadas por los actores implicados en los enfrentamientos, de las dificultades que presenta la situación humanitaria y bélica para cualquier intervención internacional, particularmente para aquellas que pretenden aliviar el sufrimiento humanitario. El estudio se centra en las repercusiones sobre la situación humanitaria y la seguridad de la región de Darfur a principios de 2009, y la dificultad de encontrar una salida debido a conflictos regionales, locales y tribales que complican cualquier respuesta de la comunidad internacional.

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Pedro Baños Bajo, Teniente coronel, profesor de Estrategia y Relaciones Internacionales de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas.