De Apolo al Apóstol Santiago

Apolo liberó el territorio de Delfos de la tiranía de la serpiente Pitón, también llamada Tifón, arrojándola al mar. "Los barcos que llevaban las víctimas eran convoyes de muertos no muertos todavía". Teseo, hijo del rey de Atenas, se ofreció como voluntario para ir a Creta a luchar contra el Minotauro y liberar a los atenienses de tener que pagar siete muchachos y siete doncellas, cada nueve años, al rey Minos de Creta, que los tenía sometidos por haberle matado un hijo para alimento del Minotauro. El héroe ateniense entró al laberinto y llegó hasta el final, en donde estaba el monstruo y lo mató; después desanduvo el camino rebobinando el hilo que, con la complicidad de Ariadna, hija del rey Minos, había dejado tendido.

Estos mitos griegos tienen su paralelo bíblico en el Apocalípsis. "Apareció en el cielo una magnífica señal: una mujer envuelta en el sol, con la luna bajo sus pies y en la cabeza una corona de 12 estrellas. Estaba encinta, gritaba por los dolores de parto y el tormento de dar a luz. Apareció en el cielo otra señal: un gran dragón rojo con siete cabezas y 10 cuernos, y en las cabezas siete diademas. Su cola barrió la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. El dragón se quedó delante de la mujer que iba a dar a luz para devorar a su hijo cuando naciera. Ella dio a luz un hijo varón, destinado a regir a todas las naciones con cetro de hierro; pero arrebataron a su hijo y lo llevaron hasta el trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios para que allí la sustente 1260 días. En el cielo se trabó una batalla".

De Apolo al Apóstol Santiago"Cuando vio el dragón que lo habían arrojado a la tierra, se puso a perseguir a la mujer que había dado a luz el hijo varón. Le pusieron a la mujer dos alas de águila real para que volase a su lugar del desierto donde se mantendrá mucho tiempo lejos de la serpiente. La serpiente echó por la boca un río de agua para que arrastrase a la mujer pero la mujer se puso a salvo. El dragón, despechado, se puso a perseguir a la descendencia de la mujer: los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús".

Estos pasajes del Apocalípsis fueron interpretados como la profecía del anticristo. Pero, en realidad, no son más que la descripción apocalíptica de la lucha del cristianismo contra el paganismo. Miguel y sus ángeles lucharon y vencieron al dragón -la serpiente primordial que se llama Diablo y Satanás y extravía a la tierra entera- y a sus ángeles, y los arrojaron del cielo para siempre y los precipitaron a la tierra.

Ya en tiempos del cristianismo, San Miguel, custodio y protector de la Iglesia, se apareció en Italia, en el monte Gárgamo, y en Bretaña, en el monte San Miguel, y en ambos lugares venció al monstruo y a grupos de paganos que atacaban y hacían pagar tributos a los cristianos. San Jorge venció al monstruo del lago, y el rey y los habitantes de Silca se convirtieron a Cristo, y venció a los sarracenos y conquistó Jerusalén al frente de los cruzados. San Patricio limpió Irlanda de serpientes y otros monstruos que se oponían a su entrada en el país. Desde entonces, Irlanda es un país sin serpientes ni bestias nocivas.

En otro tiempo, serpientes de una raza que venían del mar entraron en Galicia, expulsaron a sus habitantes y, desde entonces, ellas eran sus pobladoras. Muchos monumentos cristianos están construidos sobre piedras en donde estaba esculpida una serpiente. Estos reptiles, según una versión, se opusieron a la entrada de Santiago cuando, en vida, vino a Galicia; según otra, sus discípulos cogieron su cadáver después de que hubiera sufrido el martirio en Jerusalén para traerlo a Galicia y cuando llegaron a sus costas y se disponían a desembarcarlo, las serpientes se opusieron, pero ellos las vencieron con el signo de la cruz. Ya en tierra, la Reina Loba se oponía a que lo llevaran a Iría Flavia pero, asustada ante un prodigio milagroso, cesó de su intento y les cedió sus juntas de bueyes para transportarlo.

Carlomagno vio en sueños a Santiago, quien le dijo: "Me maravilla que tú, habiendo libertado tantas y tantas ciudades del poder de los moros, no hayas liberado la mía. Te hago saber que así como Dios te hizo más poderoso que todos los reyes de la tierra así también te designa para liberar mi ciudad y el camino que lleva hasta ella del poder de los moros lo que te ceñirá una corona de gloria perdurable. El camino de estrellas que viste en el cielo es señal de que debes ir con gran poder y liberar mi Camino y mi tierra y visitar y entrar en aquel lugar que está en Galicia en donde yace mi cuerpo".

Santiago Matamoros, el que más aparece a lo largo de todo el Camino, lucha como Roldán y el Cid contra los moros, enemigos de la fe. Santiago, montado en su caballo blanco, al frente de los cristianos, venció en mil batallas a los moros. Santiago, quien debuta en Coimbra el año ¿1050? con Alfonso VI, es un símbolo eficaz de protección de los cristianos contra los moros y se ganó con justicia el apelativo de Matamoros poniéndose, en mil batallas, de la parte de aquéllos para derrotar a éstos. Santiago es la cristianización de mitos egipcios y griegos.

En algún territorio celta había un monstruo demoníaco que tenía aterrorizados a los habitantes porque ponía en peligro sus vidas y también les exigía terneros, corderos y productos de la tierra para comer. Cuando llegaron a los oídos del rey Arturo las calamidades que sus súbditos estaban sufriendo, apiadado de las multitudes, se puso en camino, llegó al lugar, se batió en armas contra la bestia, la venció y el pueblo quedó liberado de su tiranía. Este mito se ha perpetuado hasta nuestros días en muchos lugares, no sólo de Galicia, en la figura de la Reina Loba, quien obligaba a los habitantes a rendirle tributo y a entregarle las primicias de sus cosechas y los primogénitos de sus ganados.

Aún más tarde, los caballeros cristianos suplantaron a los santos en la lucha contra los enemigos del pueblo y, en muchos casos, es el mismo pueblo que se rebela, lucha contra el enemigo y se libera de la esclavitud al que lo tenían sometido. En este caso ya no se trata de liberarse de un mal espiritual sino de un enemigo material que lo explota. En Suiza se cuenta que había un monstruo que tenía aterrorizados a los habitantes porque les exigía terneros, corderos y productos de la tierra y ponía en peligro sus vidas. Un herrero condenado a muerte por unas fechorías dijo al juez: "Señoría, el pueblo se verá liberado de la tiranía del monstruo porque yo le daré muerte si usted me condona la vida". Después de muchos intentos fallidos, y cuando el juez lo había amenazado de nuevo con ejecutar la sentencia, el herrero llevó a cabo su propósito. El "tributo de sangre", descrito por Ivo Andric en Un puente sobre el Drina, y del que el pueblo sublevado se libera, es el mito de la Reina Loba transformado y trasplantado a los países balcánicos.

En la historia de la humanidad hay una serie de héroes que se batieron contra monstruos, símbolos del mal y del enemigo que esclavizaba al pueblo. Cuando llegó el cristianismo, Cristo, el Águila símbolo de aquel, y la Virgen madre de Jesús sustituyeron a los héroes en la lucha contra las serpientes y los monstruos. Con el paso del tiempo, los santos suplieron a los héroes a la cabeza de los ejércitos que se batieron contra los enemigos de Cristo y más tarde, los caballeros ocuparon la plaza de los santos y aún más tarde fue el mismo pueblo que con artimañas más que por la fuerza se liberó de los señores que lo tenían esclavizado. Evidentemente, se trata de la trasformación que a lo largo del tiempo fue sufriendo un mito de liberación.

Mito es una leyenda que trasmite la doctrina de los dioses sobre el origen de todo, sobre las fuerzas centrales de la vida; es la apertura del secreto y del misterio, lo que queda dicho sólo con contarlo. La leyenda de los dioses es mito y el mito es la palabra de los dioses. Los mitos ocultan y desocultan, dicen y callan. En tanto que afirmación supuestamente verdadera, aunque no demostrable, el mito sirve para orientar y dar sentido a la vida.

Manuel Mandianes es antropólogo del CSIC, teólogo y escritor. Autor del blog Diario nihilista de un antropólogo.

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