De Blair a Blair

Por José M. de Areilza Carvajal, profesor del Instituto de Empresa (ABC, 03/05/05):

SI el electorado británico no nos sorprende, el Partido Laborista volverá a ganar las elecciones pasado mañana. Es probable que su mayoría en el Parlamento sea inferior a la actual, pero todo indica que Tony Blair igualará el récord reciente de Margaret Thatcher y será primer ministro tres legislaturas seguidas, a pesar de su desgaste. El líder laborista sigue ocupando el centro político con maestría táctica, gran capacidad de persuasión y con un estilo cada vez más presidencialista. Durante la campaña ha conseguido hacer valer la buena situación económica de su país y salir bastante entero de las críticas por la participación británica en la guerra de Irak, aunque su capital político haya disminuido y ya no inspire la misma confianza a los ciudadanos. En los últimos días, se han hecho públicas las reservas que le plantearon sus asesores jurídicos sobre la guerra, unas revelaciones que pueden llevar a algunos de sus votantes a sumarse a la alta abstención prevista (cerca del 50 por ciento) o pasarse a los demócrata-liberales, muy críticos en este asunto. No obstante, este conflicto ya no es algo que preocupe de forma prioritaria a los británicos, que por lo general apoyan a sus 9.000 soldados en suelo iraquí y creen que forman parte de una gran nación.

Los dos partidos en la oposición han hecho buenas campañas, aprovechando que tras ocho años el laborismo centrista ha perdido parte de su componente utópico. No obstante, una vez más Tony Blair ha arrinconado a conservadores y demócrata-liberales en los dos lados del espectro y al final ninguno parece que haya ofrecido razones sustantivas para el cambio. Los demócrata-liberales, con el escocés Charles Kennedy al frente, se han erigido más que nunca en el partido de las libertades, ante el endurecimiento por el Gobierno laborista de las leyes de asilo e inmigración y la adopción de algunas medidas contra el terrorismo que restringen derechos fundamentales. El venerable Partido Conservador se ha convertido poco a poco en un partido sin representación en el País de Gales y mínima presencia en Escocia. Michael Howard, su sombrío cuarto jefe de filas desde la retirada de Margaret Thatcher en 1990, ha elegido como tema principal de campaña las medidas contra la delincuencia y la regulación de la inmigración y ha debatido con menos convicción sobre economía, política exterior o lucha contra el terrorismo, asuntos en los que Blair ocupa el centro-derecha. Nadie duda de que los conservadores hubieran actuado en Irak igual que Tony Blair, aunque ahora lo acusen de mentir, y su programa económico es en ocasiones más intervencionista que el laborista. Para aclarar las cosas, el ministro de Finanzas, Gordon Brown, ha declarado durante la campaña que ellos son los verdaderos herederos de Margaret Thatcher y que el Reino Unido no debe integrarse en el euro en la próxima legislatura. Por si quedaba alguna duda, Blair ha calificado hace unos días al laborismo como el partido de la creación de riqueza, la estabilidad, la prosperidad y las empresas.

El laborismo en el poder se beneficia además de una ley electoral muy favorable a la repetición de su mayoría, en virtud de la cual obtendría 60 escaños más si hubiera un empate en votos con los conservadores. También confía en el apoyo de parte de la prensa popular, un factor decisivo en la política británica. De hecho, los principales oponentes de Tony Blair en esta legislatura han estado en su misma formación, como suele ser tradicional en la política británica, en la que los primeros ministros son ante todo jefes de partido. Su principal socio y rival, Gordon Brown, ha sido apaciguado una vez más con la promesa de la sucesión -Blair ha anunciado que es la última vez que se presenta- y los ministros críticos, como Cook, al final han colaborado en la campaña laborista.

Es difícil saber si Tony Blair es un socialdemócrata light, un Clinton europeo o, como ha dicho Charles Powell, el primer demócrata-cristiano que llega al número 10 de Downing Street. En todo caso, su previsible reelección será una buena noticia para la UE, no sólo a la vista del proyecto de los conservadores británicos de no participar en las siguientes etapas de la integración, incluida la Constitución europea e incluso retirarse de la política social. Tony Blair defiende la total compatibilidad entre la integración política europea y el estrechamiento del vínculo Unión Europea-Estados Unidos, apoyado en la existencia de una civilización occidental común a ambas orillas del Atlántico y en la relación privilegiada con sus primos de Washington. Desde su elección en 1997 ha decidido liderar las iniciativas de defensa europea, que sólo tienen credibilidad con la participación del Reino Unido, y durante la crisis de Irak fue capaz de aglutinar a dieciséis de los actuales veinticinco Estados miembros para formular otra visión europea que no sea hacer lo contrario de lo que propone Washington. Tiene además un proyecto de reformas económicas para la Unión, en buena sintonía con el presidente de la Comisión, Durao Barroso, que contrasta con el conservadurismo del eje franco-alemán, hoy reducido a un pacto de socorros mutuos ante los efectos negativos de la ampliación.

Si los franceses se dejan llevar por sus miedos a la nueva Unión ampliada y en ampliación, y finalmente votan no a la Constitución europea, la presidencia británica de la UE que empieza en julio de 2005 puede ser una ocasión magnífica para que Blair fortalezca su liderazgo europeo y además no someta esta Constitución a un referéndum en el Reino Unido que seguramente perdería. Sus flancos débiles en Europa seguirán siendo la no participación por ahora en el euro y la resistencia británica a una financiación adecuada de las políticas de cohesión, dos anhelos de sus aliados del Este. En el fondo son también dos obstáculos para que Blair pueda en su día encontrar su siguiente trabajo en Bruselas, a pesar de su probada capacidad de reinventar su propio personaje.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *