De cómo ‘El callejón de las almas perdidas’ consiguió una nominación a Mejor Película

Cate Blanchett y Bradley Cooper en una escena de 'El callejón de las almas perdidas' ('Nightmare Alley'); la película de Guillermo del Toro tiene cuatro nominaciones al Oscar. (Searchlight Pictures vía AP)
Cate Blanchett y Bradley Cooper en una escena de 'El callejón de las almas perdidas' ('Nightmare Alley'); la película de Guillermo del Toro tiene cuatro nominaciones al Oscar. (Searchlight Pictures vía AP)

De todas las nominaciones al Oscar de este año, el hecho de que El callejón de las almas perdidas (Nightmare Alley) obtuviera una nominación a Mejor Película fue la sorpresa más agradable. Aunque la película pasó algo desapercibida en su estreno inicial —salir exactamente el mismo día que Spider-Man: Sin camino a casa, la sexta película más taquillera de todos los tiempos, tiene ese efecto— la película de Guillermo del Toro ganó un renovado impulso de atención gracias a un reestreno de una nueva versión en blanco y negro a finales del mes pasado, que enfatizó las credenciales de cine negro de la cinta y la convirtió en una cita obligada a las salas para verdaderos cinéfilos.

Basada en la novela de 1946 del mismo nombre escrita por William Lindsay Gresham, la película de Del Toro es un recorrido por el oscuro corazón del mundo del espectáculo y la psique humana. Protagonizada por Bradley Cooper en el rol de Stanton Carlisle, un viajero convertido en estafador cuyo show de mentalismo es en sí mismo extraído de un hombre al que mata, El callejón de las almas perdidas gira en torno a las mentiras que les decimos a otros —y a nosotros mismos— mientras nos sumergimos en el fango ético para obtener algo de lucro. Carlisle se encuentra con la horma de su zapato en la psicóloga Lilith Ritter (Cate Blanchett), quien ejecuta algunas estafas por su cuenta y termina colocando a Carlisle en el camino del millonario Ezra Grindle (Richard Jenkins), un hombre con vínculos con la mafia.

En esencia, El callejón de las almas perdidas trata sobre la necesidad humana de ser engañado, el deseo que todos tenemos de creer una mentira feliz. Y gira en torno a las personas que promulgan tales mentiras, los corruptos que se aprovechan de ese deseo y que, en el proceso, se deforman a sí mismos; porque un mentiroso, en última instancia, tiene que creer sus propias mentiras para no develar la estafa. Y una vez que comienzas a creer tus propias hipérboles, debes estar alerta. Del Toro y la coguionista Kim Morgan merecen enormes méritos por ser mucho más fieles al final original de la novela que la adaptación cinematográfica de 1947; es exquisita y angustiosamente oscura.

Todo esto significa que El callejón de las almas perdidas no es una película en particular inspiradora y está dirigida expresamente a adultos, lo que la hace difícil de vender para las audiencias en estos tiempos. No es una película familiar como Sing 2, que puede permanecer en las salas por meses y acumular ingresos, ni tampoco una película de cómics como Spider-Man: Sin camino a casa, que atrae a niñas y niños de todas las edades. No es de extrañar, entonces, que la película pareciera estar rumbo a la extinción a pocos días de su estreno.

Ese era el panorama hasta que Searchlight Pictures decidió tomar una medida audaz. Entendiendo el sombrío poder de las imágenes que había capturado, Del Toro estrenó una versión en blanco y negro de la película en algunos de los mejores cines en un puñado de ciudades de Estados Unidos. Tras comprender la atención que estas proyecciones le estaban generando a la película —y reconociendo la escasez de nuevos estrenos debido a la propagación de la variante ómicron y el nerviosismo de los distribuidores— Searchlight estrenó el corte en blanco y negro en todo el país: añadió más de 700 salas en la séptima semana de exhibición de la película.

Ahora bien, esto no condujo a una enorme afluencia de dinero en la taquilla. Perosí aumentóde manera drástica la visibilidad de la película; de repente, todas las personas correctas estaban hablando de esta nueva y cruda “visión en la oscuridad y la luz”, como fue bautizado el corte. Sí, le dio a la gente otra razón para ver El callejón de las almas perdidas en los cines, pero más importante que eso, le dio a las personas otra razón para seguir hablando de la cinta. Y el revuelo es más importante que el dinero cuando se trata de los Oscar.

Y vaya que deberían hablar sobre esta versión. Ver la película en una pantalla gigante en blanco y negro es una experiencia completamente diferente. Hay algo escalofriante en los ojos de Cooper drenados de color; su Carlisle tiene una nueva aura reptiliana. La atmósfera humeante de la oficina art déco en la que la doctora Ritter hace su trabajo sucio tiene la sensación del Hollywood clásico, lo que traza una línea directa entre esta película y sus ancestros del cine negro.

El callejón de las almas perdidas es única dentro del cine negro”, escribió Eddie Muller sobre la adaptación de 1947 en el libro Dark City: The Lost World of Film Noir. “No hay tiroteos, ni gángsteres, y el único ‘crimen’ —la muerte de Pete— se maneja con ambigüedad. (…) El callejón de las almas perdidas presagió un mundo de televangelistas, de propagandas agresivas de teletiendas, y de charlatanes de la Nueva Era”.

Si la película de 1947 fue una visión del mundo venidero, entonces la versión del 2021 de Del Toro y Morgan es un espejo de nuestra propia época, una en la que una parte no precisamente insignificante de la población está en busca de un charlatán que les diga mentiras bonitas y les alivie sus angustias internas. Una que, comprensiblemente, nos hace estremecer. Sin embargo, todos merecen ver el rostro arruinado y angustiado de Stanton Carlisle, proyectado en un frío blanco y negro, a 12 metros de altura, balbucear sin control mientras acepta el destino que él mismo se ha forjado.

Es una advertencia para ser mejor persona. Una que no olvidarás en poco tiempo.

Sonny Bunch, a Washington Post contributing columnist, is the culture editor for The Bulwark, where he writes the Screen Time newsletter and hosts a podcast about the business of Hollywood.

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