Joan Carles Burriel, profesor del INEFC de Barcelona (EL PERIÓDICO, 16/03/06):
El mundo del deporte está conmocionado por la trágica muerte de Jesús Rollán. Es difícil de asumir que un hombre joven, alegre, lleno de éxitos deportivos se encontrara en un estado de sufrimiento y angustia tan grande que lo llevara a decidir poner fin a su vida. Este doloroso hecho ha abierto la puerta a la reflexión pública sobre el final de la vida profesional de los deportistas de élite, su inserción profesional en el mundo laboral y en la sociedad en general y el papel que deben jugar las instituciones públicas en este proceso.
El presidente del COE ha hecho un análisis muy acertado: "Después de 18 años luchando para ser el mejor del mundo, instalados en el éxito total, de la noche a la mañana, a los 34 años, cuando otros están en la plenitud profesional, ellos están obligados a empezar de cero, en un mundo desconocido en el que no tendrán, de entrada, todo lo que tenían en su anterior actividad". Es cierto. Es un volver a empezar tras haberse acostumbrado a ser popular, a disponer de reconocimiento y dinero, a tener objetivos claros por los que luchar, a tener unos compañeros o unos adversarios que dan sentido a lo que haces... Y, de pronto, todo desaparece y hay que buscar un nuevo sentido a la vida.
Un antiguo compañero de equipo de Rollán, en una carta a la prensa, hacía públicas sus reflexiones sobre el enorme sacrificio personal que representa el deporte de alto rendimiento y la problemática que significa el no poder disponer del tiempo necesario para tener una formación suficiente que te prepare adecuadamente para ejercer una profesión al final de la vida deportiva. El exjugador reclamaba una actuación institucional como retribución para estos años de juventud destinados a hacer un "servicio al país". Y se preguntaba por qué no hay mecanismos de formación académica universitaria o no se dan puestos de funcionario a los que han entregado la juventud por el deporte español.
AL MARGEN de la decisión personal de destinar la juventud a esta labor, es cierto que las instituciones ven un valor social, y muchas veces incluso un valor político, en el sacrificio y el éxito de estas personas que han querido dedicarse en cuerpo y alma al deporte. Es por ello que desde la percepción del propio sacrificio, los deportistas de alto rendimiento piden actuaciones más concretas de la Administración, que se acentúan cuando sucede una situación trágica como la vivida.
En mi opinión, las demandas concretas de este deportista no son la solución idónea. En las universidades hay, cada vez más, programas de tutorización de deportistas de élite, que intentan hacer posible la coordinación entre sus obligaciones competitivas y el seguimiento de la carrera. El problema es que muchos de ellos han abandonado los estudios antes de acceder a la universidad.
La solución tampoco consiste en regalarles un trabajo ni hacerlos funcionarios. La solución la plantea muy bien Emilio Pérez de Rozas en EL PERIÓDICO: "No se trata de asegurarles el futuro; se trata de prepararlos para el futuro". Y es en esta preparación hacia el futuro en donde podrían hacerse actuaciones institucionales que ayudaran a la formación del deportista de élite.
El proyecto de la nueva ley de educación que está en trámite en el Parlamento español establece tres modalidades de bachillerato: Artes; Ciencias y Tecnología, y Humanidades y Ciencias Sociales. ¿Y por qué no un bachillerato deportivo? ¿Por qué no puede establecerse otra modalidad, ligada con centros específicos de secundaria y centros de alto rendimiento que posibiliten que el joven que está dedicándose casi profesionalmente al deporte tenga no sólo unos horarios adaptados, como ahora sucede en los centros de alto rendimiento, sino materias específicas mucho más relacionadas con lo que ya es su motivación principal?
Alguien podría pensar que el deporte no tiene bastantes contenidos teóricos, científicos, académicos para establecer materias teóricas de modalidad y materias optativas en el bachillerato. Grave error. Quien así piense aún sigue llamando "gimnasia" a la educación física en la escuela. Desde hace años hay una licenciatura universitaria en ciencias de la actividad física y el deporte impartida por toda España, una diplomatura para los maestros de educación física, doctorados especializados, ciclos formativos de grado medio y superior...
HOY EN DÍA las salidas profesionales ligadas con el deporte están relacionadas con la educación física, el deporte de alto rendimiento, la gestión deportiva, la actividad física y la salud... La expansión de las instalaciones y centros deportivos es un fenómeno creciente que parece no tener fin y la demanda social de actividad física organizada crece al tiempo que han evolucionado los hábitos deportivos de la población española, como el sociólogo García Ferrando nos demuestra cada cinco años.
¿De verdad no hay contenido teórico suficiente (anatomía, fisiología, psicología, pedagogía, técnicas de entrenamiento deportivo, etcétera) como para establecer una modalidad de bachillerato? ¿Tan difícil sería para la Administración poder plantear que, en lugar de hacer programas de reinserción social del deportista de élite, no se desarraigue del sistema educativo y acompañarlo formativamente hasta que acabe su vida deportiva?
Ésta es la pregunta que años atrás nos planteábamos cuando analizábamos la situación del deportista profesional y que confiábamos que una futura ley de educación pudiera solucionar: ¿por qué no un bachillerato deportivo? Parece ser que ahora tampoco será. Otra oportunidad perdida. Las instituciones deberán seguir preocupándose por planes de reinserción social del deportista de élite para no sufrir desgracias como las que acabamos de vivir.