De la bolsa de Bielsa a la de Dunkerque

Desde hace unos días se está proyectando en las salas de cine la película bélica Dunkerque, del director inglés Christopher Nolan. La cinta está basada en la llamada «Operación Dinamo», acción que tuvo lugar durante la II Guerra Mundial, y que fue ordenada a finales de mayo de 1940 por el primer ministro británico Winston Churchill, con el objetivo de evacuar a 340.000 soldados franceses e ingleses desde las playas francesas de Dunkerque hasta el puerto británico de Dover.

Todo había comenzado cuando el 10 de mayo de 1940, Hitler lanzó una guerra relámpago (blitzkrieg) contra Francia, Bélgica y los Países Bajos. Tras la rápida rendición de Bélgica, parte del ejército francés y la totalidad de la Fuerza Expedicionaria Británica –integrada por 220.000 soldados– quedó encerrada por la Wehrmacht en una pequeña franja de terreno, de apenas unas decenas de kilómetros, junto al Canal de la Mancha. Comenzaba así la histórica evacuación de tropas de la Bolsa de Dunkerque.

En el espacio de tiempo de poco más de una semana (desde el 26 de mayo al 4 de junio de 1940), la Armada británica, con la colaboración espontánea de los patrones de innumerables embarcaciones (se estima que participaron 220 barcos de la Armada, junto con 650 embarcaciones civiles: pesqueras, recreativas y mercantes), lograron la evacuación –prácticamente total–, del contingente militar anglo-británico. Y todo bajo un bombardeo incesante de la Luftwaffe y la artillería alemana. Bien es cierto que el denominado «Milagro de Dunkerque», también fue posible gracias a la implacable pantalla de protección que impusieron en el aire los Hurricane, Spitfire y los Defiant de la RAF británica. Un hecho, por cierto, que retrata con maestría Christopher Nolan en la película.

Sin embargo, no todos los soldados tuvieron la suerte de poder ser evacuados, y además de los que murieron a causa de los bombardeos –se estima que más de 6.000–otros muchos fueron hechos prisioneros por el ejército alemán, una vez hubieron llegado sus panzers a las playas de Dunkerque. Fue el caso del aragonés (natural de Candasnos) José Sampériz Janín (1910-1941). Maestro, y periodista –según recuerda Francisco Agramunt Lacruz en su libro: Arte en las alambradas (2016)–, José había sido el fundador y director del periódico Surcos, órgano de comunicación del Frente Popular.

Paradojas de la vida, como integrante de la 43ª División del ejército republicano durante la Guerra Civil española, José Sampériz había participado en 1938, en la evacuación de la bolsa de Bielsa, a través de los Pirineos, a Francia. Ocurrió a partir de marzo de 1938, cuando la victoria de Franco sobre la República parecía inevitable, y el gobierno presidido por Negrín lanzó la consigna de resistir en todos los frentes. De este modo, la 43ª División –bajo el mando del oscense Antonio Beltrán Casaña «El Esquinazau» (1897-1960)–, recibió las órdenes de obstaculizar el avance de las tropas rebeldes hacia Lérida.

Fue así como se diseñó –según relató el aragonés Mariano Constante (1920-2010) en su libro: Semblanzas de un combatiente de la 53ª División–, la creación de un arco de defensa en los Pirineos, abarcando dese El Posets –al este–, hasta el Monte Perdido –al oeste–. Había comenzado la defensa de la bolsa de Bielsa.

Pronto, los fuertes bombardeos de la aviación italiana y alemana provocaron el repliegue de las fuerzas leales, hasta quedar atrapadas entre el ejército rebelde y las montañas. No obstante, no sin grandes esfuerzos y determinación, se logró abrir una vía de evacuación a través de las montañas, hasta la localidad francesa de Fabien. Por ella, los heridos eran transportados, a más de 2.500 metros de altitud, en camillas a lomos de mulos. Los que podían, lo hacían a pie, acompañados de voluntarios sanitarios, que llegaban desde el lado francés. También marchaban hacia la frontera familias enteras, ancianos, mujeres y niños, malamente pertrechados, y sin apenas comida para afrontar la difícil y dura travesía, a través de peligrosos pasos de nieve y el hielo. Aun así, y a pesar de las enormes dificultades, en la primera semana de junio ya se había conseguido evacuar a más de 6.000 civiles.

Finalmente, el 16 de junio de 1938 las tropas de Franco llegaban hasta los últimos focos de resistencia republicana, junto a Bielsa. A los defensores solo les quedaba la huida, en busca del pueblo francés de Arreau. De los más de 7.000 soldados republicanos que llegaron a Francia, la mayoría volvió a España para luchar en la defensa de Barcelona. Por su parte, José Sampériz Janín quedaría recluido en el campo de concentración de Barcarès. Desde allí, apenas unos meses después, se incorporó a la Compagnie de Travailleurs Étrangers para trabajar en las fortificaciones de defensa de la «Línea Maginot», toda vez que Francia consideraba inminente la invasión alemana.

El 5 de junio de 1940, cuando los alemanes llegaron a las playas de Dunkerque, Sampériz todavía estaba allí, aguardando la evacuación que nunca llegaría. Fue hecho prisionero y trasladado al tristemente célebre campo de concentración austriaco de Mauthausen. A los pocos meses de su internamiento, el 29 de septiembre de 1941 y en el subcampo de Gusen, era asesinado por los nazis.

Luis Negro, escritor.

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