De la cantidad a la calidad

El año 2006 se ha cerrado con un buen balance de empleo. La encuesta de población activa correspondiente al cuarto trimestre arrojó unos datos que marcan algunos hitos, como es por ejemplo que se haya rebasado por primera vez la cifra de 20 millones de personas con empleo o que el paro haya caído hasta un 8,3%, la tasa más baja desde 1979, con la diferencia de que entonces la tendencia era a empeorar, destruyéndose empleo a gran velocidad de forma que pronto, en tan sólo tres años, llegaríamos a superar el 20% de parados, y ahora ocurre justo lo contrario: la creación de empleo es cada vez más intensa.

Esta generación de empleo ha sido el año pasado del 3,56%, lo que ha supuesto la creación de casi setecientos mil puestos de trabajo; y el paro se redujo en treinta mil seiscientas personas.

Se verá que el desempleo desciende más lentamente de lo que sería deseable, pero hay que tener en cuenta que al mismo tiempo ha aumentado la población activa y, así, el porcentaje de las personas que trabajan y las que buscan trabajo sobre la población total ha subido un 3,5% en relación con el 2005. Por tanto, la economía está creando empleo para quienes no lo tienen y para los que se integran en el mercado laboral por vez primera, mientras que hace diez años, en los primeros años del ciclo expansivo, casi todo el empleo que se generaba servía para ocupar a desempleados, ya que la población activa apenas crecía.

Por similares razones se explica también que, creciendo el empleo en España bastante por encima de la media de la Unión Europea, aquí se reduzca el paro en menor medida, puesto que la población activa europea se eleva a un ritmo inferior a la nuestra. Sin embargo, podemos felicitarnos por haber aumentado la tasa de empleo hasta el 66,2%, muy cerca ya del objetivo marcado por la estrategia de Lisboa para el 2010, que se cifró en el 70% de ocupados sobre la población en edad de trabajar (entre 16 y 64 años).

La incorporación de inmigrantes y de mujeres al mercado laboral es el determinante principal del notable crecimiento de nuestra población activa. Pero también nos pone en la pista de los retos que debemos afrontar para mejorar nuestro mercado laboral.

La media anual de temporalidad ha crecido siete décimas durante el 2006 (de un 33,3% a un 34%). Muy probablemente influye en este mal dato la contratación de inmigrantes, temporeros en buena parte; no obstante, sigue siendo excesiva la rotación laboral por un mismo puesto de trabajo y, aunque en el segundo semestre ha sido indefinido el 92% de todo el empleo creado, aún queda mucho por hacer en este terreno. La reforma laboral pactada a principios del verano pasado está siendo un buen instrumento para combatir la temporalidad injustificada y transformar empleos eventuales en fijos, pero tal vez debería haberse enriquecido aquel acuerdo con nuevas indicaciones en esa dirección de reforzar la calidad de los empleos desde el acuerdo interconfederal para la negociación colectiva de este año recientemente renovado entre la patronal y los sindicatos, ya que empieza a extenderse el temor sobre el agotamiento de los efectos de la reforma laboral según se vayan consumiendo las cuantiosas subvenciones con las que se dotó para fomentar la contratación estable.

Lo mismo podría sugerirse para el otro gran déficit laboral español, la todavía insuficiente tasa de empleo femenino. Es cierto que todos los indicadores sobre la incorporación de mujeres al mercado laboral van mejorando paulatinamente: un 59% del empleo creado en el 2006 fue ocupado por ellas, la tasa de actividad femenina ha subido casi cinco puntos en los últimos tres años (de un 43,9% en enero del 2004 a un 48,6% en enero de este año) y su índice de paro ha bajado otro tanto en el mismo periodo (16%-11%); pero siguen siendo la tasa más baja de actividad y el porcentaje de paradas más elevado de los países de la eurozona, y no habría estado de más que los agentes sociales hubiesen acordado trasladar a los próximos convenios colectivos los aspectos de la ley de Igualdad que van a potenciar el empleo femenino y la mejora de sus condiciones laborales luchando contra los vestigios de discriminación por razón de sexo que aún permanecen en bastantes ámbitos laborales.

Bien está que nuestra economía siga superando cada año la cantidad de empleos creados, pero la productividad no puede seguir estancada en tan bajos niveles o incluso descendiendo ligeramente cuando el crecimiento del trabajo asalariado es mayor que el del PIB como puede que haya ocurrido el año pasado. Es inexcusable concitar el máximo esfuerzo de todos, empresarios, sindicatos y poderes públicos para elevar la productividad, ya que no queda otra vía para que España sea más competitiva y eso requiere mejores empleos. Parece una paradoja, pero si no se apuesta decididamente por distinguirnos en la calidad, perderemos el rasgo distintivo actual ser el país europeo que mayor cantidad de empleos crea.

Antonio  Gutiérrez Vegara, presidente de la comisión de Economía y Hacienda del Congreso.