De la esclavitud infantil a la libertad

Es una marca en el rostro de la humanidad que aún exista la esclavitud... ¡y nada menos que de niños! No solo persiste la esclavitud infantil, sino que la cantidad de niños esclavos (5,5 millones) se ha mantenido constante durante las últimas dos décadas. Son comprados y vendidos como animales, a veces por menos de un atado de cigarrillos. Agreguemos a ese número los 168 millones de niños que trabajan, los 59 millones de niños que no asisten a la escuela y los 15 millones de niñas de menos de 15 años que son obligadas a casarse cada año y tenemos una situación inaceptable.

Hace 18 años, la Marcha Mundial Contra el Trabajo Infantil encabezó un movimiento global para llamar la atención de los líderes del mundo sobre el trabajo y la esclavitud infantiles. Gracias a la invalorable contribución de colegas activistas, trabajadores, educadores y empresas, la campaña logró un éxito rotundo y condujo a la adopción del Convenio sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil de la Organización Internacional del Trabajo.

Sin embargo, claramente aún queda mucho por hacer. Por eso la Marcha Mundial Contra el Trabajo Infantil trabajó tan duramente —reunió 550 000 firmas en una solicitud— para exigir a los líderes del mundo que incluyeran un lenguaje categórico contra la esclavitud infantil en las Metas de Desarrollo Sostenible, que guiarán los esfuerzos para el desarrollo mundial durante los próximos 15 años. Entre las MDS hay una que busca «eliminar el trabajo forzado, poner fin a la esclavitud moderna y el tráfico de personas, y garantizar la prohibición y eliminación de las peores formas del trabajo infantil».

Pero ahora es momento de respaldar esa promesa —una de las 169 metas— con acciones coordinadas. Después de todo, si continúan el trabajo infantil, la esclavitud, el tráfico de personas y la violencia contra los niños, habremos fracasado en la meta general de la agenda para lograr la prosperidad inclusiva y sostenible. Y la responsabilidad no solo es de los gobiernos; las empresas, la sociedad civil y los ciudadanos deben contribuir particularmente presionando a sus líderes para lograr un cambio.

Consideremos la situación en la India, donde las inminentes revisiones a dos importantes políticas para el desarrollo —la Política Educativa Nacional y la Ley de (Prohibición y Regulación) del Trabajo Infantil— se dirigen en direcciones opuestas. Por un lado, una nueva política educativa tiene la posibilidad de ocuparse del trabajo infantil como barrera a la educación y, en términos más amplios, mejorar las perspectivas de vida de millones de niños marginados y carenciados. Por otra parte, las enmiendas propuestas a la Ley de Trabajo Infantil generarían nuevas trabas a mayores avances educativos.

Específicamente, los cambios a la Ley de Trabajo Infantil permitirán que los niños de menos de 14 años ayuden a sus familias en empresas familiares «no peligrosas» o en la industria del entretenimiento. Esto puede parecer inofensivo, pero no reconoce una dura e irrefutable realidad: el trabajo en las «empresas familiares» puede ser tan brutal como cualquier otro tipo de ocupación. Y la lista de ocupaciones «peligrosas» dista de ser completa.

Antes de ser rescatada por la organización Bachpan Bachao Andolan, Arpita, de 8 años de edad, era obligada a trabajar entre 16 y 18 horas diarias en la casa de su tío como «ayuda» doméstica. Cuando la rescatamos, tuvimos que tirar la puerta abajo. Era lo más crudo del invierno y ella estaba apenas vestida y gravemente desnutrida, cubierta de heridas y aterrada bajo unos harapos en la terraza de su tío.

De igual manera, cuando en 2007 rescatamos a Mohsin —de 10 años de edad— y a Aslam —de 8— de una fábrica que explotaba a sus trabajadores —propiedad de su tío— donde producían ropa para niños para una de las más importantes marcas de venta minorista del mundo, estaban famélicos. Los trabajos que realizaban Arpita, Mohsin y Aslam no se considerarían «peligrosos» según la ley enmendada.

En un análisis reciente encontramos que un quinto de los niños de menos de 14 años rescatados por Bachpan Bachao Andolan trabajaban en empresas familiares. Más del 40 % de los niños rescatados realizaban tareas peligrosas —por ejemplo, trabajaban en restaurantes a la vera del camino (dhabas) o fabricaban vestimenta, productos de cuero, cosméticos o electrónica— que serían permitidas según la ley enmendada.

Hay millones de Arpitas, Mohsins y Aslams esclavizados, pero si se adoptan las enmiendas propuestas, no podremos rescatar ni a un solo niño de menos de 14 años de edad empleado por su «familia», sin importar cuán viles sean las condiciones de su servidumbre. El impacto —no solo para los niños sino para el futuro de nuestra sociedad— será devastador. En nombre de los niños de la India, solicitamos a nuestro parlamento que haga lo correcto y rechace las enmiendas propuestas a la Ley de Trabajo Infantil.

Fuera de la India, el imperativo de proteger a los niños es igualmente importante. Si debemos hacer realidad el futuro prometido en las MDS, sin duda debemos hacer todo lo posible para proteger los derechos humanos fundamentales de cada persona, especialmente de las más vulnerables. Por eso los gobiernos en todo el mundo deben profundizar su compromiso para implementar políticas favorables a los niños e invertir en la protección y educación de sus jóvenes.

Junto con mis colegas hemos hecho humildemente nuestra parte a lo largo de los años, rescatando más de 84 000 niños de condiciones infames. No sido suficiente para poner fin al grave problema de la esclavitud infantil, pero para esos niños y sus familias lo ha significado todo.

De todas formas, aún son demasiados los niños que continúan esclavizados y no solo se pierden su infancia, sino también la posibilidad de un futuro alegre, saludable y próspero. Es hora de que el mundo se ponga de pie y dé voz a quienes no pueden hablar. Debemos exigir a nuestros líderes que cumplan su promesa de garantizar que la vida de todos los niños esté libre de explotación, se vea enriquecida por la educación y esté plena de promesas. Nuestra generación puede y debe ser la que ponga fin a la esclavitud infantil para siempre.

Kailash Satyarthi, a Nobel Peace Prize laureate, is Honorary President of the Global March Against Child Labour and the founder of Bachpan Bachao Andolan. Traducción al español por Leopoldo Gurman.

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