De la mariposa murciana a la ciclogénesis madrileña

"El aleteo de una mariposa en un momento dado puede dar lugar a acontecimientos de inmensa magnitud" (Edward Norton Lorenz).

En dos meses, los equilibrios políticos en España han cambiado. Lo van a seguir haciendo durante las próximas semanas. Una mariposa y una ciclogénesis explosiva tienen la culpa. El PP de Pablo Casado está más cerca del poder. En Cataluña, los independentistas tienen más libertad frente a Madrid. Podemos se ha quedado sin líder y Ciudadanos tiene muy pocas posibilidades de supervivencia.

El diez de marzo de 2021 Ana Martínez Vidal, en representación de Ciudadanos, y José Antonio Serrano, en representación del PSOE, echaron a volar en Murcia una mariposa naranja y roja cuyo aleteo debía terminar con tres de los gobiernos autonómicos que el Partido Popular tenía en España desde las elecciones de 2019.

En el complejo presidencial de Moncloa no tenían dudas: la teoría del caos del estadounidense Edward Norton Lorenz aplicada al inestable sistema político español sólo admitía un resultado. Fernando López Miras dejaría de ser presidente de la Comunidad murciana. Alfonso Fernández Mañueco dejaría de serlo en Castilla y León. Y el mejor de los trofeos, Isabel Díaz Ayuso, tendría que abandonar el sillón de mando de la Puerta del Sol.

El blanco y obeso gusano de seda del que saldría la mariposa se había engordado a lo largo de semanas durante las reuniones que los dirigentes nacionales del PSOE y de Ciudadanos habían mantenido tras el doble sí de Pedro Sánchez e Inés Arrimadas.

El encargado de traer el mágico huevo desde la China de los proverbios milenarios era Iván Redondo. Por algo había estudiado en Deusto y estaba muy al tanto de las teorías que ya a finales del siglo XIX elaboró el matemático francés Henry Poincaré.

Pero una cosa era hablar del efecto mariposa en cualquier tertulia televisiva o leer a Ruth Ozeki y otra muy distinta sostenerlo con nombres, fechas y hasta comprobaciones infinitesimales. Las mismas que han permitido el desarrollo de los últimos computadores cuánticos.

El aleteo de la mariposa murciana debía llegar de forma rápida y letal para los intereses de la derecha española a Valladolid y Madrid transformado en una ciclogénesis explosiva que dejaría a Pablo Casado y al PP sin posibilidades de reaccionar y muy alejado del poder durante los próximos seis años.

Acertó el núcleo duro del presidente Sánchez en los efectos que cualquier partícula, por pequeña que sea, produce en un sistema cuando este se encuentra en una situación de gran inestabilidad. España era y es ese sistema.

Su gran equivocación estuvo ligada a un pecado tan viejo y estudiado como es la soberbia. Creyeron que eran los dueños de la mariposa. No pensaron que el aleteo, una vez producido, sería incontrolable. Así pasó.

El murciano y número dos del PP, junto al presidente López Miras, colocó un gran abanico detrás de la mariposa naranja y roja y los vientos cambiaron de dirección. Ciudadanos se partió en dos y la moción de censura se dirigió hacia uno de los más sonoros y previsibles fracasos. Los conjurados lograron la alcaldía de la capital y poco más. No hay mejor cuña que la de la misma madera. Ciudadanos contra Ciudadanos y los socialistas a protestar por una derrota que creían imposible.

La mariposa siguió batiendo sus alas y animó a otras mariposas a hacer lo mismo. Ese diez de marzo en Valladolid ya dijeron los que tenían que romper el gobierno de Fernández Mañueco (y pasarse a gobernar con el PSOE) que no estaban dispuestos a ello, que las conjuras realizadas desde la Villa y Corte madrileña no les afectaban. El aleteo de la mariposa murciana apenas movía unos titulares periodísticos y unas breves referencias en los informativos de las televisiones.

En Madrid, nada más ver a la mariposa salir de su capullo, fueron más lejos. Díaz Ayuso ganó por unos minutos la presentación de la también pactada moción de censura y convocó elecciones anticipadas. Expulsó del Gobierno a todos los representantes de Ciudadanos que le habían acompañado desde 2019, con el vicepresidente Ignacio Aguado a la cabeza, y comenzó una de las campañas electorales más fáciles, medidas y con menos y más entendibles mensajes para los ciudadanos.

En el complejo presidencial de la Moncloa siguieron tan ciegos como desde el principio. Habían leído la aventura de la pequeña Nao perdida en el océano en la novela de Ozeki, pero no habían estudiado a fondo la teoría del caos. Lorenz era demasiado denso, ¿para qué actuar con seis o siete decimales si con tres era más que suficiente?

Pedro Sánchez, Iván Redondo, José Luis Ábalos, Adriana Lastra y Carmen Calvo se quedaron mirando la mariposa que Díaz Ayuso había clavado con su apuesta por las elecciones.

La cajita (las cajitas con los millones de votos de los ciudadanos madrileños, de toda condición y fortuna) se abrieron en la noche del 4 de mayo y el aleteo ya desaparecido y muerto dejó paso a una auténtica y devastadora ciclogénesis electoral. Ciclogénesis que dejó al socialismo madrileño sin dirección, a Podemos sin liderazgo y a la derecha española de Pablo Casado mucho más cerca del poder estatal de lo que estaba hasta el diez de marzo.

El siguiente territorio en el que se van a sentir los efectos del vendaval es Andalucía. El presidente del Gobierno no quiere plantear unas elecciones generales por más que se las pidan desde la oposición. La intención es alejar lo más posible de la Moncloa lo sucedido en Madrid. Nada mejor que resucitar la guerra interna del socialismo, con Susana Díaz en la diana. Su apuesta, ahora, es el alcalde de Sevilla como futuro rival de Juan Manuel Moreno Bonilla, el actual presidente de la Junta.

Gane quien gane, el que ha perdido es el PSOE y su secretario general. Tenía a una derecha dividida en tres y con un liderazgo incierto. La ha unificado destrozando al centro sociológico que representa Ciudadanos y ha reactivado por su izquierda a los herederos del 15-M, a los que Podemos y Pablo Iglesias llevaban a su extinción.

Habrá que ver hasta dónde llega el ruido del trueno del que hablaba Ray Bradbury, el escritor que sí miró con paciencia el vuelo de las mariposas.

Raúl Heras es periodista.

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