¿De la U a la V en Latinoamérica? Acelerando la economía digital para ganar décadas

La última revisión de las proyecciones del FMI para Latinoamérica lo deja claro: la región sufrirá una contracción económica histórica en 2020, del 9,4%, la senda de recuperación se parecerá más a una U/L que a una V; y el nivel de actividad económica del año pasado no se recuperaría hasta 2024. Más aún, el PIB de Latinoamérica en 2021 será 985 billones de dólares inferior al que habría alcanzado en su tendencia precovid, equivalente casi a las economías de Chile, Perú y Uruguay juntas. Estamos ante el riesgo de una nueva década perdida, cuyos efectos no son, además, uniformes: a la década macroeconómica perdida se uniría la década y media de retroceso en equidad (CEPAL), y dos décadas perdidas en empleo formal y reducción de pobreza (BID, Banco Mundial).

Pero no hay que caer en la fracasomanía y en las profecías autocumplidas. De lo acertado y de la rapidez de las acciones de política económica que se tomen depende de que se cumpla este sombrío escenario. O, alternativamente, que se logre que la próxima revisión de escenarios macroeconómicos sea al alza.

Un elemento clave para darle la vuelta es lograr acelerar la economía digital. Empresas, ciudadanos y Estados conectados eran esenciales antes del impacto de la covid-19, lo está siendo en estos meses, y lo serán, aún más, cuando se supere la crisis sanitaria. En 2019 el McKinsey Global Institute hizo un llamado a una “primavera digital” para nutrir el tejido empresarial de empresas medianas (que puedan crecer), y consolidar a la nueva clase media. Estos tiempos de encierro habrían sido aún más difíciles sin las posibilidades que las infraestructuras digitales han abierto a aquellos que hemos podido estar conectados. Y, sin duda, la economía digital es un componente esencial hacia una Latinoamérica más competitiva y más inclusiva.

¿Qué se puede hacer? Aprovechar lo mucho que se ha innovado en estos cuatro meses desde que comenzaron los cierres en Latinoamérica, y retomar cuanto antes la agenda hacia una mayor y mejor competencia digital.

Muchos de los Gobiernos han adaptado su funcionamiento y sus regulaciones de manera innovadora, dado que “lo digital lo está cambiando todo”, según el Nobel de Economía Jean Tirole. Destacaría tres ejemplos. Institucionalmente, Brasil, México y Colombia (en este caso con la creación de un Consejo Asesor Digital) han establecido mecanismos de coordinación entre el Gobierno nacional, los Gobiernos locales, reguladores e industria. En el ámbito regulatorio, Colombia, Ecuador y Perú establecieron mecanismos digitales ligeros para la contratación y supervisión de los servicios audiovisuales y de telecomunicaciones. Y, más allá del sector digital, se están debatiendo innovaciones en el marco legal para impulsar el trabajo remoto. Por ello, desde el sector privado estamos proponiendo a los reguladores nacionales y a instituciones internacionales como la OEA y la OCDE, identificar, evaluar y consolidar estos avances.

Además, se ha de dar por concluido el periodo excepcional en el que las economías latinoamericanas se han desempeñado. Ello no implica que los shocks de oferta y demanda derivados de la pandemia hayan pasado, y que todas las precauciones sanitarias se deban desmantelar. Al contrario, covid-19 es un shock permanente o, si es temporal, será duradero. Por ello, no se debe esperar a que pase, sino actuar retomando la agenda hacia una regulación digital inteligente.

La economía digital precisa de reglas e instituciones modernas dado que la competencia y las posibles barreras están cambiando; neutrales en términos tecnológicos (regulando prioritariamente servicios, y no tanto, sectores); innovadoras (experimentando, por ejemplo con sandboxes, antes de simplemente copiar y pegar regulaciones tradicionales a los nuevos servicios); y globales (dado que en la economía digitalizada las fronteras nacionales están, como mínimo, diluidas).

Latinoamérica es una región con un gran potencial digital: es joven, urbana y amante de la tecnología. La digitalización por necesidad experimentada estos meses puede implicar “un salto de dos décadas en creatividad, innovación e ideas”, según el economista Luigi Zingales.

Contribuyamos todos y con urgencia, también desde el sector privado, a que la regulación se ponga a la altura de los latinoamericanos, como ciudadanos, como trabajadores y como consumidores. Y aspiremos, por qué no, a que en octubre, la nueva revisión de pronósticos del FMI para Latinoamérica sea al alza, y empecemos a ganar décadas.

Karim Lesina es vicepresidente senior de Asuntos Externos y Regulatorios de AT&T International. Ángel Melguizo es vicepresidente de Asuntos Externos y Regulatorios, AT&T Directv Latin America.

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