De victoria en victoria

Por Javier Zarazalejos (EL CORREO DIGITAL, 09/07/06):

Cuando el fiscal general del Estado aconsejaba a Batasuna contratar un buen abogado para pedir su legalización, seguramente no pensaba en Patxi López. Sin embargo, el secretario general de los socialistas vascos ha hecho suya la tarea de asesor jurídico, poniendo al día del estado de la cuestión a Otegi y a los compañeros de sensibilidad de éste.

Si lo que se necesita para que Batasuna vuelva a la legalidad es simplemente inventiva retórica, el éxito del empeño está asegurado. Si algo no falta en este proceso es contorsionismo semántico, gramática creativa, equivocidad a la carta. Si en su día el presidente del Gobierno se jactaba de tener no sé cuántas formas de decir sin decir eso de que Cataluña es una nación, cuántas maneras no habrá de regalar a Batasuna la impunidad sin que esta «sensibilidad» -qué sarcasmo hablar de sensibilidad refiriéndose precisamente al brazo político de ETA- se deje pelo alguno en esa gatera que el 'todo por la paz' ensancha para que por ella pueda entrar sin fricciones el despreciable bagaje que ETA y Batasuna arrastran.

Se trata, dicen, de que Batasuna se desmarque del terrorismo. En esta temporada de fútbol mundial, habría que recordar que el desmarque no exige rectificación sino habilidad, ni significa que se cambia de equipo. El desmarque es un recurso del jugador despierto para recibir el balón en mejor posición con el objetivo de marcar goles pero no en propia puerta. Decir que Batasuna tiene que desmarcarse del terrorismo induce a pensar que Batasuna y ETA juegan en equipos distintos y eso sí que es una línea roja, no ya política sino intelectual, que no debería ser traspasada ni siquiera en tiempos alentados por el optimismo de la voluntad.

Y es que, además, no es cierto. No es verdad que sólo una palabra de desmarque o distanciamiento del terrorismo baste para sanar la naturaleza de Batasuna. Este partido fue declarado ilegal, su inscripción en el registro de partidos políticos fue cancelada y quedó extinguido a todos los efectos, por ser parte de una organización terrorista. La razón de su ilegalización no son sus declaraciones sino su actividad, sus funciones, su sometimiento a la estrategia de ETA, su integración orgánica en el complejo terrorista que ETA dirige. De acuerdo con la Ley de Partidos y con la sentencia del Tribunal Supremo que la aplicó, reducir el problema de la legalidad de Batasuna a expresiones verbales o gestuales de desmarque del terrorismo vendría a ser lo mismo que dar curso legal a un partido nazi siempre que sus militantes dejaran de saludar con el brazo en alto y se abstuvieran de gritar eso de ¿Heil, Hitler¿

La razón de que Batasuna y sus organizaciones antecesoras fueran ilegalizadas se encuentra en la acumulación suficiente de pruebas que permitieron pasar de la convicción moral a la demostración jurídica de la integración de aquélla en complejo terrorista dirigido por ETA. Batasuna, como señala la sentencia de ilegalización, es el resultado de la táctica de desdoblamiento acordada por la banda terrorista y ha venido desempeñando, bajo denominaciones diferentes, esa «actividad de complemento político constante» de ETA que tan bien conocemos.

Esa complementariedad política de Batasuna respecto a ETA recupera para la banda y su brazo político todo su preocupante sentido porque a ese reparto de papeles responde el esquema de 'proceso' negociador planteado para la ocasión por ETA y Batasuna que ésta hizo público en noviembre de 2004 en el acto de Anoeta. Esos dos 'espacios diferenciados' de negociación, técnica y política, están ya delimitados y en marcha después de la reunión entre el Partido Socialista y Batasuna y el inicio -lo de inicio, según cuentan las crónicas, es un decir- de las conversaciones con ETA anunciado el pasado 29 de junio por el presidente del Gobierno. En los dos ámbitos ETA está presente, a no ser que volvamos a creer en la ficción que tanto costó desmontar con la fuerza de la ley. Y Batasuna no ha condenado la violencia terrorista, ni se ha distanciado de ETA ¿Cómo iba a hacerlo si debe a ETA su existencia?

Las dos mesas aceptadas como esquema negociador no ayudarán a romper esa complementariedad entre ETA y su brazo político. Todo lo contrario, la reforzarán para asegurarse el juego coordinado en las dos pistas. Se garantiza que ningún acuerdo político se elevará a definitivo hasta que ETA no se disuelva. Pero ni la menguante credibilidad de las fuentes oficiales en lo que hace referencia a los términos y el verdadero contenido de los tratos habidos hasta ahora, ni el modelo irlandés -el IRA no se ha disuelto-, ni la propia dinámica de las dos negociaciones avala esas seguridades que el Gobierno ofrece. Hay un amplio terreno en el que el tándem ETA-Batasuna puede funcionar y, si tiene la oportunidad que le brinda el esquema de Anoeta, lo hará a pleno rendimiento.

Por mucho énfasis que pongan en exigir a Batasuna que se desmarque de la violencia, según la expresión ya consagrada, hay pasos irreversibles y el jueves en San Sebastián se dio un especialmente grave. Porque Batasuna, como antes Euskal Herritarrok o Herri Batasuna, es una organización meramente instrumental, cuyos dirigentes son encargados por ETA del pastoreo de sus apoyos políticos. De ahí la eficacia de la ilegalización. Pensar que Batasuna se desmarcará de ETA, es decir, que Batasuna dejará de formar parte del sórdido universo etarra, es una contradicción en sus términos. De ahí que condicionar el retorno a la legalidad de lo que sustituya a Batasuna a que ETA se disuelva no es una exigencia exorbitante sino una condición lógica. La cuestión no es que Batasuna se desmarque de ETA, sino que ETA acabe con Batasuna, lo que sólo ocurrirá cuando abandone mediante su objetivo de imponer a la sociedad vasca su delirio étnico y totalitario. ¿Cambio en Batasuna? De momento, Batasuna vuelve a ser lo que fue: el gestor político del terror, el administrador de la coacción, el encargado de blanquear el chantaje terrorista mediante su presencia en las instituciones y en la vida pública. Batasuna es, en definitiva, lo que ETA quiere que sea en tanto la banda terrorista no sólo no renuncia sino que vuelve a hacer explícitas sus pretensiones políticas.

Con tono paternal se nos dice que ETA está derrotada, lo que hace menos comprensible lo que está pasando. Porque si se hace recuento de lo ocurrido en estas últimas semanas, es fácil llegar a la conclusión de que pocas veces una derrota ha sido tan bien aprovechada, pocas veces una derrota va camino de ser tan dulce y tan amarga la victoria que se nos proclama.