Debemos mantener el acuerdo con Irán

Hace exactamente un año, el 16 de enero de 2015, la Unión Europea, China, Francia, Alemania, Rusia, Reino Unido, Estados Unidos e Irán empezaron a aplicar el Plan Integral Conjunto de Acción sobre el programa nuclear iraní. Aquel momento fue posible gracias a una serie de decisiones valientes, liderazgo político, empeño colectivo y grandes esfuerzos. Un año después, podemos decir sin reparos que el Acuerdo con Irán funciona, y debemos mantenerlo.

A los críticos que han expresado sus preocupaciones, sobre los términos del acuerdo o sobre la mera idea de firmar un pacto con Irán, les digo que se detengan a examinar con detalle los hechos.

En primer lugar, sólo por el hecho de abordar una disputa histórica y muy controvertida de una manera pacífica, el acuerdo ya ha merecido la pena. Sin él, hoy quizá estaríamos ante un nuevo conflicto militar, en una región que ya sufre demasiada inestabilidad.

Un año después de que entrara en vigor, el acuerdo está cumpliendo su principal objetivo: garantizar que el programa nuclear iraní tiene un carácter puramente pacífico y civil. El Organismo Internacional de la Energía Atómica —el organismo de Naciones Unidas encargado de supervisar todas las cuestiones nucleares— ha hecho públicos cuatro informes sobre la cuestión y ha hecho verificaciones frecuentes para confirmar que Irán cumple sus obligaciones en materia nuclear. Eso equivale a decir que el programa nuclear se ha modificado sustancialmente, se ha reducido y está sujeto a una intensa vigilancia por parte del OIEA. La Comisión Mixta —que yo coordino— vigila constantemente la aplicación del acuerdo y se reúne periódicamente, lo cual nos permite detectar hasta las más mínimas desviaciones y tomar las medidas correctivas necesarias, llegado el caso.

El acuerdo también está beneficiando a Irán. Las grandes empresas han empezado a invertir en el país: ya se han firmado contratos importantes en sectores como el petrolífero, la automoción y la construcción de aparatos destinados a la aviación comercial, entre otros ejemplos. El Fondo Monetario Internacional prevé que en 2016/2017, el crecimiento del PIB real del país se recuperará hasta colocarse en el 6,6%.

Quedan cosas por hacer, desde luego: por ejemplo, reformas económicas internas, para que esos resultados positivos repercutan cada vez más en la población iraní, en particular sus jóvenes. Pero la tendencia está muy clara y la mejora es innegable. Las transacciones comerciales entre la UE e Irán aumentaron nada menos que un 63% en los tres primeros trimestres del año pasado. Asimismo, después de más de 30 años de edad de hielo diplomática, la UE e Irán están hablando hoy de cooperación en otros ámbitos tan variados como la economía, la protección del medio ambiente, las migraciones, la cultura... y la lista podría seguir.

Por lo tanto, y a pesar de algunas críticas que, a veces, destacan de forma engañosa los supuestos fallos y pasan por alto con demasiada facilidad las ventajas, es importante afirmar con rotundidad: el acuerdo nuclear con Irán está funcionando.

Y no debe caber duda alguna de que la UE apoya firmemente el acuerdo, que es fruto de una labor multilateral. Su origen estuvo en las negociaciones del grupo E3/EU+3 con Irán, pero hoy pertenece a toda la comunidad internacional gracias al respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU.

Sin este acuerdo, la situación regional sería todavía más inquietante. Y , si no hubiéramos aprovechado la posibilidad de construir un contexto regional más basado en la cooperación, habríamos perdido una oportunidad histórica.

En medio de la dramática situación de la región, el acuerdo nuclear es un atisbo de lo que pueden ser nuestras relaciones y de cómo es posible colaborar para tratar de resolver los conflictos que aquejan a esa parte del mundo.

Hoy podemos celebrar el primer aniversario de la entrada en vigor del acuerdo nuclear con la afirmación inequívoca de que está funcionando, gracias al compromiso y la determinación de todos. Y podemos comenzar 2017 reafirmando nuestro firme interés colectivo en cumplir los compromisos que hemos hecho y consolidar la seguridad, no sólo para la región, sino para el mundo entero.

Federica Mogherini es Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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