Decisiones en clave catalana

Las elecciones al Parlament de Catalunya dejaron el miércoles por la noche un mapa político más plural, menos bipartidista, más abierto, pero también con mayores incertidumbres, que deberían comenzar a ser despejadas desde hoy mismo con contundencia y rapidez. Esta es la primera condición para construir un Gobierno sólido, estable y eficaz en línea con las necesidades del país.

Los ciudadanos de Catalunya han decidido libremente este escenario complejo en el que nadie pueda actuar en solitario y han forzado con ello la imprescindible negociación entre partidos para alcanzar acuerdos de gobierno. Son pues los partidos catalanes y los diputados catalanes los que han recibido el encargo de desenredar la madeja que los ciudadanos han liado voluntariamente. Ni el Gobierno central ni los partidos llamados nacionales ni las grandes corporaciones económicas deberían interferir en esta decisión. Es más, los electores recibirían cualquier intromisión como un ataque y un menoscabo de su soberanía y pasarían cuentas a los responsables en próximas contiendas electorales.

El Periódico de Catalunya recogió ayer en su primera página y en su editorial que el tripartito es la opción preferente de los líderes de PSC, de ERC y de Iniciativa. Nos limitamos con ello a describir la realidad de la noche electoral: los resultados, la aritmética posible, pero también las intenciones profundas y los estados de ánimo reconocidos en público por los partidos o confesados en privado por sus dirigentes.

Esta línea se confirmó ayer en las ejecutivas de los partidos, respaldando el acierto inicial de nuestro análisis. Sin embargo, es evidente que otras fórmulas de gobierno son posibles. Un ejecutivo en minoría sería una posibilidad legítima, aunque atentaría contra la necesaria solidez y estabilidad que el futuro de Catalunya reclaman. También sería viable que CiU y ERC sumaran sus diputados, pero por ahora no parece que la situación política haga de esta coalición la preferida de sus propios protagonistas.

Ahí entra en juego la famosa sociovergencia. A la vista de los resultados, CiU parece decantarse por esta opción que implica buscar el apoyo del PSC. Si se abren negociaciones las analizaremos y las describiremos para que los lectores juzguen sus ventajas e inconvenientes. También esta es una fórmula posible. Y solo perdería toda su legitimidad si Artur Mas acude una vez más a la Moncloa para pactar directamente con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero la abstención o la coalición con los socialistas catalanes. Ahí estaríamos radicalmente en contra. Los ciudadanos de Catalunya merecen, merecemos, que las alianzas se establezcan en clave catalana.

Si Mas quiere pactar con el PSC debe sentarse cara a cara con sus líderes y convencerles de que esta es la coalición más sólida para un Gobierno eficaz. Juntos, CiU y PSC, pueden intentar después convencer a los ciudadanos que pese a que no hay ninguna situación de emergencia, la alianza de los dos grandes daría al Govern estabilidad y liderazgo.

Los estrategas contrarios al gran pacto alegarán que dejar todo el espació opositor a PP por un lado y a ERC e IC por el otro es un planteamiento suicida para los partidos mayoritarios. Pueden tener razón, pero no la suficiente para negar a Mas el derecho a hablar de ello.

En las negociaciones cruzadas que se iniciaron ayer todo es posible. Menos el menosprecio a unos ciudadanos que han sufrido en estos tres años el acoso injusto de sectores de la sociedad española y que no parecen dispuestos a ver secuestrada de nuevo la libertad y la autonomía de decisión por la que siempre han luchado. La foto del pacto del Estatut entre Mas y Zapatero reaparece ahora con fuerza en la retina de muchos ciudadanos para avivar fantasmas y desconfianzas que tardarán tiempo en superarse. Mas desde Barcelona y Zapatero desde Madrid deberían tomar buena nota. Los primeros pasos dados ayer por ambos animan a pensar que así lo han entendido.

Pero afrontar las decisiones en clave catalana es imprescindible, pero no suficiente. Mas, Montilla, Carod y Saura deben tomar conciencia de que cualquier negociación debe resolverse a la luz de todos y con la máxima rapidez. Porque aunque es cierto que los ciudadanos han querido dar una segunda oportunidad al tripartito --o abrir la puerta a la sociovergencia--, no lo es menos que Catalunya necesita eliminar incertidumbres y encarar con energías renovadas un futuro que sólo puede ser positivo si está bien liderado. También aquí cualquier vacilación será cobrada en forma de factura muy elevada en las próximas convocatorias electorales.

Rafael Nadal, director de El Periódico de Catalunya.