'Delendus est Marianus'

¿Por qué? ¿Cuál es la razón por la que súbitamente, repentinamente, se ha desatado dentro del Partido Popular un escalonado y sistemático movimiento de ataque inmisericorde contra quien es su líder desde hace casi cinco años? ¿Acaso se ha olvidado tan pronto cómo tras las últimas elecciones generales, todos sus dirigentes nacionales y regionales pidieron insistentemente a Mariano Rajoy que permaneciera al frente del partido y se presentara al próximo Congreso.

¿Qué ha ocurrido para que la unanimidad de posiciones de apoyo que se pudo comprobar en el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Popular celebrado el pasado 11 de marzo se haya resquebrajado?

¿Qué ha ocurrido en este brevísimo lapso de tiempo para que una persona tan «previsible» y conocida, un líder tan fiable en términos políticos, sea cuestionado tan duramente? ¿Por qué se ha dejado de lado la imagen del parlamentario de primer nivel que ha desempeñado durante los últimos cuatro años difíciles una brillante labor de oposición con el apoyo unánime de todo su partido? ¿Por qué se pasa por alto el hecho de haber sido capaz de mantener cohesionado y firme en sus principios a nuestro partido durante la pasada legislatura cuando sufríamos los efectos del Pacto del Tinell y se nos cuestionaba hasta nuestra legitimidad democrática a la hora de ejercer la oposición al Gobierno de Zapatero? ¿Por qué tiene ahora que abandonar el timón de la nave, como algunos sugieren, o limitarse a presidir una transición hacia un futuro ignoto e imprevisible?

¿Por qué personas tan queridas y admiradas como José Antonio Ortega Lara y María San Gil han decidido abandonar el partido o sus funciones directivas en el mismo?

¿Por qué algunos que se dicen «militantes» se manifiestan ante la sede nacional de su partido insultando y gritando como energúmenos contra su presidente?

¿Qué está ocurriendo en el PP? Esta es la pregunta que se hace, estupefacta, la mayoría de los más de 700.000 militantes del Partido Popular y los más de 10.000.000 de votantes -nada menos que el 40% de los españoles- que el Partido Popular consiguió hace tan sólo dos meses en las que, por cierto, obtuvo, pese a la derrota innegable, los segundos mejores resultados de su historia.

Y es que lo que más caracteriza y desconcierta en esta insólita crisis del principal partido de la oposición, contemplada con indisimulado regocijo y sarcasmo por Zapatero y Pepiño Blanco, es su absoluta ininteligibilidad. No hay quien entienda lo que está pasando en el PP, ni las causas, objetivos y motivaciones del batiburrillo que se ha organizado, ni tan siquiera los alineamientos personales que se están produciendo en su seno cara a no se sabe bien qué finalidades o proyectos políticos.

Porque, ¿hay alguien que pueda entender o creer en serio que Mariano Rajoy ha cambiado en este último mes su política antiterrorista, que haya dejado de defender la unidad nacional de España o que está deseando hacer concesiones a los partidos nacionalistas a cambio de no se sabe qué apoyos, imposibles además en la actual situación de oposición parlamentaria?

¿Quién ha podido inventar el bulo de que el PP ha iniciado un giro pronacionalista o de que hay confrontaciones ideológicas entre supuestos socialdemócratas, democristianos o liberales dentro del partido como excusa o pretexto para «explicar» el inexplicable espectáculo de desnudos ataques personales que estamos dando a nuestros atónitos votantes?

Nadie. Nadie lo puede explicar porque nadie puede entender una crisis tan absurda e inmotivada como la que está atravesando actualmente el PP. Sería lógico y a lo mejor incluso deseable, que ante la derrota electoral hubiera surgido dentro del partido una alternativa personal, estratégica e incluso ideológica, que se opusiera a la que representa actualmente Mariano Rajoy, algo que todavía podría ocurrir y que no supondría ningún impacto negativo en un partido democrático como es el Partido Popular.Pero lo que no tiene ni pies ni cabeza es que se pretenda crear una situación de caos basada en meros rumores, suposiciones o hipótesis inverosímiles con el único objetivo de desgastar, sin razón ni fundamento alguno, al líder nacional y, por ahora, único candidato a la presidencia del PP. Si alguien quiere cuestionar su liderazgo que lo haga presentando su candidatura. Que mida sus fuerzas y que ponga sus cartas en la mesa con sinceridad y sin medias tintas. Los militantes exigen un debate de proyectos cara a cara y no acudiendo al espectáculo de discutir por lo bajini, o por la espalda, la fiabilidad que ofrece el proyecto de Mariano Rajoy y su persona.

Como miembro veterano del Partido Popular desde hace más de 25 años, creo que no podemos ofrecer a nuestros militantes el penoso espectáculo de desunión cainita que algunos están protagonizando.

Tenemos la responsabilidad de ejercer una ardua labor de control y oposición frente a un Gobierno inepto y sectario que ha venido poniendo en gravísimo peligro los valores fundamentales de nuestra convivencia y destruyendo, sistemáticamente, los consensos fundamentales de la Transición.

Por eso, ante la ingente tarea que nos espera, me parecen todavía más despreciables e injustificables los intentos sistemáticos de destrucción del liderazgo de Mariano Rajoy, la persona que, estoy seguro, goza en estos momentos de la confianza de la inmensa mayoría de los militantes y votantes del Partido Popular.

Mi confianza la ha tenido y la sigue teniendo. ¿Por qué? Porque garantiza nuestra unidad en torno a los principios que han hecho posible que nos respalden más de 10 millones de españoles y porque sé que con él al frente del partido seremos tan sólo sus militantes los que decidamos el futuro de nuestra formación política.

En fin, apoyaré a Mariano Rajoy en el próximo Congreso de Valencia porque conozco su trayectoria y la solidez de sus convicciones pero, sobre todo, porque sé que es el líder del PP que mejor representa la moderación y estabilidad que debe ejercer nuestro partido para que siga siendo un partido integrador y abierto.Un partido con sentido de Estado y al servicio de lo que significa la España constitucional que nos dimos a nosotros mismos los ciudadanos españoles en 1978.

Miguel Arias Cañete, secretario ejecutivo de Economía y Empleo del Partido Popular.