Democracia, proyecto y libertad

El pasado 21 de diciembre, un día después de las elecciones generales, Floridablanca publicó un editorial titulado Un Congreso Abierto para recuperar la mayoría. En él reclamábamos lo que para muchos es hoy una realidad fuera de toda duda: el Partido Popular, bajo la actual dirección, ha perdido la vocación de mayoría y el primer paso para recuperar esa vocación consiste en la convocatoria de un congreso abierto en el que los militantes puedan elegir al presidente de su formación a través de la fórmula un militante, un voto.

Las causas que han llevado al PP a perder más de tres millones y medio de electores son diversas y bien conocidas: el abandono de un ideario claro y reconocible; la ausencia de una línea política integradora y coherente con la historia del partido; la mala gestión de los casos de corrupción; el alejamiento progresivo de la sociedad -que reclama desde hace tiempo partidos participativos y abiertos-; el inmovilismo ante la necesidad de renovación interna... En definitiva, la ausencia de un proyecto político atractivo, reformista y modernizador, acorde a los retos que afronta la sociedad española.

Democracia, proyecto y libertadSin embargo, a pesar de esta realidad y de la creciente demanda de autocrítica por parte de las bases, la dirección del partido ha impuesto el más descarnado silencio. No ha querido hacerse ningún tipo de reflexión profunda sobre lo ocurrido, ni se han tomado medidas sustanciales para recuperar el pulso perdido. Es muy difícil de explicar que cuando las cosas van mal la respuesta sea más de lo mismo, porque así nunca se solucionarán los problemas existentes. ¿Qué está fallando? ¿Cómo es posible que entre los casi 600 miembros que forman la Junta Directiva nacional ninguno haya pedido explicaciones o al menos una reflexión sobre la situación del partido? ¿Cómo es posible que ninguno de ellos haya exigido el cumplimiento de la ley del Partido Popular -sus estatutos- ante el constante incumplimiento por la directiva?

En nuestra opinión, esta inexplicable situación de parálisis es producto de la falta de democracia interna en el Partido Popular. Un partido en el que la dirección ha secuestrado al conjunto de la organización imponiendo una disciplina de hierro que no permite la más mínima disensión o el cuestionamiento de la deriva existente. ¿Por qué la crítica o discrepancia se interpretan como una deslealtad y no como una voluntad de mejora? ¿Cómo puede ser que al crítico/discrepante se le acuse de resentimiento personal o se descalifique su presencia en la organización? ¿Es que los militantes están sólo para aplaudir a los líderes y para cubrir las mesas electorales? ¿Qué concepto tiene la dirección de sus propios afiliados?

La democracia liberal, como régimen político, es el mejor de los sistemas en tanto que nos protege de los excesos de los gobernantes. ¿Cómo se protegen los militantes del PP de los excesos de la dirección del partido?

Si el PP gozara de democracia interna se habrían evitado muchos de los males que se han anquilosado bajo el mandato de la actual directiva. El inmovilismo y la falta de asunción de responsabilidades serían impensables en un modelo de partido abierto. Con mecanismos de rendición de cuentas y de fiscalización, con limitación de mandatos, las directivas no podrían apropiarse del partido ni eternizarse en los cargos. Recordemos que las organizaciones que sobreviven en el tiempo son aquéllas capaces de renovarse a sí mismas, las que son permeables a los cambios sociales consiguen mantener su espacio sin quedar relegadas a la irrelevancia

Por otro lado, con un modelo de partido democrático la directiva actual tampoco habría podido rehuir, como ha venido haciendo los últimos años, el tan necesario debate de ideas interno. Tendría que dar voz a las distintas familias ideológicas para discutir sobre los posicionamientos políticos, fomentando el debate y llegando a síntesis que fueran producto del análisis de ideas y principios. En el PP actual hay una ausencia absoluta de debate de ideas, lo cual ha permitido a los partidos de izquierda ganar mucho terreno, como demuestran los resultados electorales desde 2011.

Hace pocos días conmemorábamos el 20 aniversario de la llegada del Partido Popular al Gobierno en 1996. Este histórico triunfo fue posible tras lograr algo que para muchos era imposible: integrar a las distintas familias del centroderecha en una sola formación política. Éste siempre ha sido el principal rasgo diferenciador, y uno de los principales motivos del éxito del PP frente a una izquierda que nunca ha sido capaz de integrarse en una sola formación. Ése ser la casa común del centroderecha (los liberales, los conservadores, los demócratacristianos y los centristas) como decimos en Floridablanca, está hoy en entredicho. La base electoral del Partido Popular se ha estrechado notablemente porque se ha renunciado a representar a todo el espacio que va del centro a la derecha.

Por último, la democracia interna exige el escrupuloso cumplimiento de la Ley. La ley del Partido Popular son sus estatutos. En éstos están estipulados claramente desde los derechos y deberes de los afiliados hasta los órganos de Gobierno, la convocatoria de los Congresos Nacionales, donde se elige, entre otras cosas, a la directiva nacional del partido. Los estatutos contemplan que los Congresos deben ser cada tres años, el último fue en febrero de 2012. Ha pasado más de un año y no se ha convocado todavía el Congreso, incumpliéndose grave e injustificadamente los estatutos. Una organización que se pretenda seria no puede saltarse sus propias reglas. ¿Puede de verdad afirmarse que no toca o no es el momento de cumplir la ley, como se ha hecho por parte del presidente del PP y de sus secretarios?

Pese a ello, creemos que el PP tiene capacidad de regenerarse y puede volver a representar un proyecto mayoritario. La renovación y la modernización del partido es posible, hay ideas y talento de sobra para lograrlo. El problema, una vez más, es un problema de voluntad política. En concreto, de la actual directiva. Una directiva cuyo mandato caducó hace más de un año y que parece haber olvidado que no es la formación política, sino que representa a la formación política. El poder en democracia es siempre una concesión temporal y limitada de quien te lo ha otorgado legítimamente.

Con ese objetivo fundamental de renovación interna hemos lanzado en la web de Red Floridablanca una petición abierta a firmas para la convocatoria de un congreso extraordinario abierto bajo la fórmula un militante, un voto. Estamos convencidos de que ese es el primer paso para una regeneración que no puede postergarse más. En ella invitamos a todos los militantes, simpatizantes y dirigentes a que se sumen a la iniciativa. Queremos contar con todos, con los que están y los que no debieron irse nunca, porque sólo de esa forma seremos capaces de reconstruir el gran proyecto político del centroderecha español: un Partido Popular con un discurso integrador y renovado, democrático y abierto a la sociedad. Un Partido Popular, en definitiva, que ilusione de nuevo a una gran mayoría de españoles.

Isabel Benjumea es directora de Red Floridablanca.

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