Desafíos para el 2007

Cansado de guiarme por un sentido realista, esta mañana he decidido ser optimista. Mi hija me ha dicho que se trata de una buena resolución. Ahora bien, ¿optimista con relación a quién y optimista por qué? Mi hija ha añadido: "Más vale ser modesto y no pedir que el año que viene solucione todos los problemas del mundo; no le pidas la luna, no te la dará. Desde que los norteamericanos pusieron los pies en ella la luna no es la luna: ¡se enfadó, por esa visita el clima se calentó y Bush ganó las elecciones!".

No se me había ocurrido, francamente, pero a mi hija, que de todo hace burla y escarnio, le gusta hacer chanza de mi lado serio. Incluso me ha dicho: "Tú eres un escritor; la gente espera de ti que les narres historias, que les hagas soñar y ayudes a distraerse; no quieren que les leas el horóscopo, eso queda para la vidente de la tele. En fin, ¿quieres tranquilizar a tus lectores? Diles que no hay más opción, que vayan a ver la película de Al Gore sobre el futuro del planeta. La ves y cambias de manera de vivir. ¡Qué miedo, qué angustia!

Y, sobre todo, sabemos que tiene razón, que es terrible lo que muestra. El hombre está destruyendo la naturaleza y destruye al propio tiempo el futuro de sus hijos".

Le digo a mi hija que preferiría hablar del choque cultural entre cristianos y musulmanes. Afirmar, por ejemplo, que el 2007 será el año de la reconciliación y del diálogo sereno y enriquecedor. La prueba es que la visita del Papa a Turquía - una visita que se preveía difícil- ha tenido un resultado satisfactorio.

Mi hija me interrumpe y me dice: "¿Crees que de la noche a la mañana la cristiandad va a prestar oídos al islam de forma que ya no habrá más malentendidos, más caricaturas del profeta, más discursos o declaraciones papales críticas insinuando que la violencia es intrínseca al islam, más fanatismo político basado en la religión, de modo que la paz reinará entre los pueblos de Europa y los de Oriente Medio? (...)

Seamos llanos y directos: cristianos y musulmanes conviven desde hace siglos; es en fecha reciente - con ocasión de la revolución iraní y el persistente conflicto iraquí- cuando se ha presentado el islam bajo la enseña del fanatismo. Todo el mundo sabe que el islam se ha desviado de su verdadera senda, pero la gente tiene miedo y no se detiene a distinguir ni diferenciar el discurso de un kamikaze del de un creyente que eleva su plegaria sin desear la muerte de nadie. Dicho esto, comprendo perfectamente el miedo de los europeos, sobre todo cuando se enteran de que un padre musulmán (sea pakistaní o turco) ha matado a su hija porque iba a casarse con un no musulmán; me hago cargo de su reacción cuando observan que los terroristas blanden la bandera verde del islam y amenazan la vida de los ciudadanos que no les han hecho absolutamente nada. Entiendo a los médicos que protestan cuando un musulmán se niega a que un médico ausculte a su mujer. Comprendo el enfado de los profesores cuyas alumnas portadoras del velo se niegan a asistir a clases de educación física o de biología... ¡Sí, ya puedes esforzarte por llevar la paz entre esa gente y el resto del mundo!".

Respondo a mi hija que precisamente por esa razón soy optimista. El optimismo no consiste en un estado de ánimo, una especie de sentimiento vago que nos gobierna y dirige. En absoluto. El optimismo es una decisión. En efecto, no se nace optimista, se llega a serlo para luchar en mejores condiciones contra la necedad y la ignorancia aun siendo perfectamente consciente de que el hombre no cuida la naturaleza ni sus relaciones con el prójimo y que el año 2007 no bastará para reformar la condición humana. Sin embargo, es menester empezar una y otra vez.

- ¿Y qué vas a a hacer?

- Pretendo decir que el pesimismo equivale a dimitir. Es una especie de pasividad que no incita precisamente a la persona a reaccionar. El pesimismo dejará, indiferente, que las cosas sigan su curso por su convencimiento de que actuar para intentar cambiar las cosas no servirá de nada. En consecuencia, considero que debemos renunciar al pesimismo, cómplice de la cobardía, la desidia y la negligencia en Oriente Medio para consolidar el diálogo islamo-cristiano. ¿Verdad que el desafío vale la pena? que debemos renunciar al pesimismo, cómplice de la cobardía, la desidia y la negligencia.

- ¡De acuerdo! Desechemos el pesimismo. ¿Puedes explicarme cómo puede restablecerse el diálogo malogrado entre cristianos y musulmanes?

- Después de visitar Turquía, el Papa debería dirigirse a Jerusalén para recordar que esta ciudad es tres veces santa, pues lo es para las tres religiones monoteístas y debe permanecer abierta a todos sin verse presa de las disputas políticas. Es función y responsabilidad del Papa restablecer la verdad histórica y religiosa.

- ¿Y quién hablará en nombre de los musulmanes?

- Sabes perfectamente que en el islam, propiamente hablando, no hay papado ni sacerdocio. En el islam el creyente es el único responsable ante Dios, y Dios no se hace representar por hombres desde el último profeta, Mahoma.

- ¿Qué podemos hacer entonces? Porque para dialogar es menester ser dos como mínimo.

- En efecto; en principio, el jefe de Estado de un país musulmán puede representar a los musulmanes, de modo que el Papa podría entrevistarse con el rey Abdulah de Arabia Saudí por ser oficialmente el guardián de los lugares santos del islam (La Meca y Medina). Si realmente existe una voluntad de diálogo, siempre se encontrará una persona responsable y seria para abordar la convivencia entre ambas religiones. Pero para posibilitar tal diálogo, hay que hacer todo lo posible para encontrar la senda de la negociación hacia la paz entre israelíes y palestinos. Sin el término de este conflicto, no habrá paz en el mundo árabe y musulmán.

- ¿Crees que tal senda se hallará en el 2007?

- No lo olvides: soy optimista. No soy el único en reivindicar esta negociación. ¿Has leído el magnífico discurso que ha pronunciado el escritor David Grossman en el día del aniversario de Yitzhak Rabin?

- No. ¿Qué dice?

- Emplaza al Estado de Israel a dejar de creer que resolverá el conflicto con la fuerza de las armas; le pide que crea en el diálogo y tienda la mano a los palestinos que sufren y viven bajo la presión de las represalias y de Hamas. Al igual que muchos judíos lúcidos, poseedores de una visión realista de la historia, teme que Israel acabe perdiendo definitivamente su alma.

- A tu juicio, todo depende de la solución a este conflicto. - Absolutamente.

- ¿Y quién podrá imponer la negociación y la paz?

- El Papa posee tal dimensión y estatura moral que su intervención a favor de una paz justa y duradera puede resultar en un cambio radical tanto en el caso del Gobierno israelí como en el de los representantes electos de los palestinos.

- ¿Bastará?

- No, esta iniciativa excepcional del Vaticano implicará las correspondientes iniciativas de los estadounidenses y los europeos. El objetivo es doble: alcanzar la paz en Oriente Medio para consolidar el diálogo islamocristiano. ¿Verdad que el desafío vale la pena?

- ¿Un desafío o una utopía?

- Sin desafío - sin una pizca de locura, diría- nunca se progresará. Es menester soñar y hacer lo posible por transformar el sueño en realidad.

- ¿Cómo? ¿Sabes de alguna fábrica que transforme el sueño en realidad?

- Sí, existe. Está en cada uno de nosotros. No hay que creer que los poderosos (armados) lo hacen o lo harán todo. También nosotros, como ciudadanos, podemos hacer oír la fuerza de nuestros sueños, la magnitud de nuestros desafíos, la belleza de nuestra utopía.

- ¡Palabras, palabras! Millones de ciudadanos en Europa y en Estados Unidos se manifestaron para que Bush no interviniera en Iraq, inútilmente. Bush invadió Iraq y comprobamos ahora las dimensiones del desastre.

- Pero Bush ha perdido: su partido está descontento y Estados Unidos no quiere un segundo Vietnam. El informe Baker le recomienda salir de Iraq y hablar con Irán y con Siria. Pero ya se sabe que no cambiará, a menos que sufra un acceso de optimismo.

- En conclusión, ¿optimistas ante el 2007?

- Hay que serlo, no tenemos elección. El 2007 será el año en que cesarán los padecimientos de los iraquíes, en que Palestina tendrá una tierra y un Estado, en que los europeos no temerán al islam porque el terrorismo en nombre de esta religión desaparecerá entre la arena para aflorar en todo caso - allí confinado- en las cavernas de la ignorancia. Para referirme a cuestiones menos serias e importantes, diré que será también el año en que el aeropuerto de Madrid - tan bello, tan nuevo- será de fácil y práctico uso y dejará de constituir una pesadilla para los viajeros en tránsito.

- ¡Amén!

Tahar Ben Jelloun, escritor. Premio Goncourt 1987 Traducción: José María Puig de la Bellacasa.