Descolonizar la zona del franco

Francia tiene que lidiar con una carga de deudas y déficits públicos que llevaron recientemente a Standard ampamp; Poor's a bajarle la calificación crediticia. A pesar de que el riesgo de una recesión aparece como una amenaza, el país se vio obligado a implementar un programa drástico de austeridad. Pero las tribulaciones de Francia también se sienten mucho más allá de sus fronteras, y esto genera rumores de una posible devaluación del franco CFA, la moneda común de la zona del franco, que comprende a 14 países africanos y las Islas Comoras en el Océano Indico.

La zona del franco es, en verdad, un apéndice de la economía francesa. El franco CFA se puede convertir a euros y transferir libremente a Francia, cuyas compañías controlan la mayor parte del sector privado de la zona del franco y reciben la mayoría de sus contratos públicos. En efecto, ésta es la fórmula para una fuga masiva de capitales a perpetuidad.

El tipo de cambio fijo del franco CFA tiene paridad con el euro y está sobrevaluado para proteger a las compañías francesas de una depreciación del euro. Pero la sobrevaluación de la moneda también subraya la falta de competitividad que obstaculiza la capacidad de los países de la zona del franco de diversificar sus economías, crear valor agregado y desarrollarse. Es un escándalo que todavía tengan que resignar el 50% de sus reservas en moneda extranjera y entregárselas al Tesoro francés como garantía de la convertibilidad limitada del franco CFA y libre transferencia a Francia.

Para frenar los déficits públicos que conllevan estas políticas, los países de la zona del franco implementaron programas drásticos de ajuste estructural en los años 1980 y 1990, bajo el auspicio del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. El franco CFA experimentó una marcada devaluación en 1994, y se redujeron las deudas pendientes. Desde entonces, el FMI y el Banco Mundial mantuvieron los déficits presupuestarios de la zona del franco bajo una estricta vigilancia, lo que limitó el impacto directo de las tribulaciones en materia de deuda soberana en estos países.

En consecuencia, no existe ninguna necesidad de devaluar nuevamente la moneda, a menos que Francia unilateralmente decida hacerlo, ya que hubo varias devaluaciones en las últimas décadas. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la adopción del euro, Francia devaluó su propio franco 14 veces para impulsar la competitividad y las exportaciones, y en cada una de esas oportunidades el franco CFA se devaluó a la par.

La economía francesa, con su fuerte base industrial y sus compañías dinámicas en el sector público y privado, se benefició con estas devaluaciones, gracias a un incremento de las exportaciones (inclusive a sus ex colonias africanas). Pero a los países de la zona del franco ni por asomo les fue tan bien. Al carecer de una producción industrial bien desarrollada y de un comercio intercomunitario, la devaluación sólo les reportó mayores precios de las importaciones, inflación y un creciente desempleo.

Francia siempre recurrió a sus reservas africanas, especialmente durante una crisis económica. Lo hizo en los años 1930, cuando la zona del franco ayudó a Francia a sobrevivir a la Gran Depresión, y nuevamente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la zona financió la resistencia del general Charles de Gaulle a la ocupación alemana. Otra devaluación del franco CFA hoy podría desinflar las deudas de Francia con la zona del franco e impulsar sus industrias exportadoras radicadas en Africa, pero agravaría las penurias de los países de la zona del franco.

No sorprende que los países de la zona del franco no hayan podido estar a la par del desempeño de las economías vecinas, que en su mayoría están pasando por el período más próspero de su historia. Desde 2000, el crecimiento del PBI anual de los países africanos subsaharianos promedió el 5%-7%, comparado con el 2,5%-3% en el caso de la zona del franco. Esta brecha debería incentivar a los países que integran la zona del franco a rechazar su relación con Francia.

Existen dos maneras en que podrían hacerlo. Primero, los países de la zona del franco podrían emitir sus propias monedas -una estrategia radical que enfrentaría serios obstáculos-. Francia ejerce una influencia política abrumadora en sus ex colonias africanas, que incluye un poder de veto sobre los dos bancos centrales de la zona del franco. Francia, por lo tanto, puede bloquear cualquier medida que considere una amenaza a sus intereses. Es más, los países de la zona del franco que son pequeños y no producen petróleo prefieren agrupar sus reservas para reducir su vulnerabilidad a los sacudones externos.

La segunda manera implica una revisión minuciosa del sistema. Esto implicaría una paridad del franco CFA no sólo con el euro, sino también con una canasta de otras monedas, aboliendo el tipo de cambio fijo y la convertibilidad del franco CFA, y acelerando la integración económica. Pero, como demuestran los problemas actuales del euro, una moneda común requiere políticas monetarias y fiscales unificadas y establecidas centralmente, lo que presupone una integración política -un proceso que probablemente no sea menos difícil en Africa de lo que resultó ser en Europa.

No existe una respuesta fácil. Pero es hora de que los dos agrupamientos regionales más importantes de la zona del franco -la Unión Económica y Monetaria del Africa Occidental y la Comunidad Económica y Financiera de Africa Central- empiecen a desempeñar un papel decisivo en la revisión de la arquitectura de la zona del franco. A Francia tal vez no le guste, pero debería priorizarse lo que más beneficie a los ciudadanos de la zona del franco.

Sanou Mbaye, a former member of the senior management team of the African Development Bank, is a Senegalese investment banker and the author of L’Afrique au secours de l’Afrique.

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