Desengáñate, Margarita, vienen a por nosotros

La ministra de Defensa, Margarita Robles, debió sumirse el miércoles en un estado de perplejidad al hacerse el vacío a su alrededor en la bancada azul, con el presidente Sánchez saliendo escopeteado para que no le salpicara la sangre y con la Alianza Frankenstein asaeteándola como si fuera un San Sebastián con las flechas envenenadas de las supuestas escuchas ilegales a implicados en el golpe de Estado de 2017 en Cataluña. "¿Qué tiene que hacer -inquirió- un Estado, un Gobierno, cuando alguien vulnera la Constitución, declara ilegalmente la independencia de una parte de su territorio, corta las vías públicas, convierte las calles en un campo de batalla o tiene relaciones con dirigentes políticos de un país que está invadiendo Ucrania?". Clamaba en el desierto usando el mismo discurso que Sánchez antes de auparse a la grupa separatista para su moción de censura contra Rajoy con quienes había repudiado con tales golpes de pecho que se lo colocó en la espalda y le produjo la joroba que disimula.

Desengáñate, Margarita, vienen a por nosotrosPese a la turbación de Robles por el silencio ominoso de los suyos tras acompañar desde primera hora la aventura de Sánchez y redactar la "moción de censura Frankenstein", la titular de Defensa no hará cuestión de honor. Está atrapada en un dilema demoniaco. No puede usar lo que sabe y, si pudiera revelarlo, comprometería de tal forma a los mutualistas de Sánchez que esté habría de tomar las de Villadiego. En ese brete, espera que amaine una tormenta con abundante aparato eléctrico proveniente del nacionalismo en todas sus variantes y de Podemos. Salvo el verso suelto de Yolanda Díaz, quien persigue hacer rima perfecta con Sánchez.

Empero, no le va a resultar fácil escurrir el bulto a quien tanto Pablo Iglesias -poder en la sombra de Podemos- como los segregacionistas tienen entre ceja y ceja, además de querer usarla como cabeza de turco. Aun dando una de cal y otra de arena, es la única ministra socialista beligerante ante las deslealtades de quienes, como la ministra de Derechos Sociales y líder de Podemos, Ione Belarra, reclaman el cese del envío de armas a Ucrania sin pedirle a Putin que detenga la masacre.

Superviviente de tantas guerras como heridas cosecha, la juez en excedencia no hará lo que aquel destituido ministro de Comercio de Franco, el vasco Manuel Arburúa. Apremiado por su mujer, se armó de valor en una recepción del 18 de julio en el Palacio de La Granja y le imploró al Caudillo que le explicara en qué había podido fallar para excluirle del Consejo de Ministros unos meses atrás. El Generalísimo, cogiéndole del brazo, le susurró como si fuera a participarle de una confidencia de Estado: "Desengáñese, Arburúa, vienen a por nosotros".

Robles deberá tragarse su orgullo herido. Al igual que otros ministros como el actual jefe de la diplomacia de la UE, José Borrell, al que escupieron en su escaño, sin olvidar la claudicación de Sánchez en Pedralbes ante Torra, o el mismo vicepresidente de facto Bolaños, de hinojos ante la consejera Vilagrà. Deprisa y corriendo, éste marchó el domingo a Barcelona a rendir pleitesía a la Generalitat y apaciguar al soberanismo. Para ello, se dejó leer la cartilla como un párvulo y blanqueó el montaje contra el CNI situando a su compañera al pie de los caballos. Como sentencia el escritor mexicano Aguilar Camín en La guerra de Galio, "en política, casi todos los amigos son falsos, pero todos los enemigos son verdaderos".

Si menester fuera, Pedro I el Cruel, como le apodó González en analogía con el desalmado rey de Castilla, entregaría la cabeza de Robles como obró con la ministra Laya cumplimentando el dictum marroquí para normalizar las relaciones y antes con su hombre fuerte Ábalos o su todopoderoso jefe de gabinete Redondo, perejiles ambos de todas las salsas. No obstante, la defenestración de Robles, en plena invasión rusa de Ucrania y con los servicios de inteligencia occidentales puestos en solfa por Putin, cernería sombras tales sobre Sánchez como para entenebrecerlo en vísperas de la cumbre de la OTAN en Madrid. Más cuando se trabaja una salida internacional por si implosionan la economía y la política.

Si se atiende al augurio de Cicerón, ese escenario no debe andar lejano. "Cuanto más se acerca el colapso de un imperio -estimaba el gran jurista-, más locas y arbitrarias son sus leyes". De hecho, a base de decretos leyes a troche y moche, se sacan en ristra normas en función de lo que les viene a la cabeza o les conviene sin tener en cuenta siquiera lo que disponen con el menoscabo de unas Cortes que han trocado en arrabal del Parlamento catalán.

Pese a la reprobación del Tribunal Constitucional por cerrar la Cámara durante el covid para que Sánchez procediera sin cortapisas en el estado de alarma, la presidenta Batet ha acelerado esa deriva a medida que acucia la fragilidad del Ejecutivo. Lo ha hecho al punto alevoso de menguar la mayoría cualificada para que ingresen en la Comisión de Secretos Oficiales que fiscaliza el CNI y sepan los entresijos más delicados del Estado quienes procuran derribarlo, si es que no sirven a otros países como prueba la conexión rusa con el soberanismo catalán.

Sin sentido de Estado, pero enarbolando esa bandera que izaron sus antecesores, Batet pone al Poder Legislativo al servicio del Ejecutivo para aplacar la impostura de los socios de Sánchez tras aventar estos el caso Pegasus. Un montaje que, descorridas las cortinas e identificados quienes están tras la "¡Noticia bomba!" con trapisondas como las de la humorística novela de ese título de Evelyn Waugh, tiene las trazas de ser un falso escándalo. Todo ello orquestado por quienes buscan desprestigiar a España al dirimirse el futuro penal del prófugo Puigdemont en instancias europeas.

Con tal de preservar el aval separatista, Sánchez pone al retortero las instituciones. Así, tras legitimar el golpe de Estado en Cataluña, legalizarlo indultando a los sediciosos y liberar a los reos hasta de las multas impuestas por el Tribunal de Cuentas antes de que Casado coadyuvara a desarbolarlo en su enjuague para renovar los órganos constitucionales, ahora hace suya la imputación secesionista sobre el supuesto espionaje por el Centro Nacional de Inteligencia.

Cuando en todo caso, bajo tutela judicial, el CNI habría desempeñado su cometido de "prevenir y evitar cualquier riesgo o amenaza que afecte a la independencia e integridad de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones", como fija la ley 11/2002. Ahora se desactiva esa misión crucial y se llama al zorro para que guarde el gallinero de forma que el caso Pegasus, llamado así por el sofisticado sistema de escuchas israelí usado, entrañe, en la práctica, un caballo de Troya secesionista en el corazón del Estado con la anuencia de quien debe custodiar el interés general de la nación.

En cambio, lo ha lesionado letalmente en una semana trágica en la que, como otras veces, mareando la perdiz con PP y Cs, a los que usa de señuelo en sus porfías de pareja con la Alianza Frankenstein, Sánchez ha vuelto a confiarse a los proetarras para salvar in extremis el decreto ley sobre las secuelas económicas de la guerra en Ucrania. No es que Sánchez se abrace por necesidad a Bildu, sino por voluntad resuelta tras dejar en la estacada a un Feijóo abierto a una negociación como antes Arrimadas en la tramitación de los Presupuestos del Estado vigentes, sufriendo ambos burla y escarnio. Como estrambote, el curandero Sánchez presumió de que avenirse a los carniceros de Bildu era un ejemplo de "política sana" descuartizando al Estado y vejando a sus víctimas.

Tras usar la mano que le tendió Feijóo para abofetearle y seguir su danza con los lobos etarras, ya no cabe engañarse. Como en El hombre que fue jueves, de Chesterton, en la que el Supremo Consejo Anarquista no era tal sino policías, Frankenstein es el propio Sánchez(tein) escoltado por quienes, para impedir la alternancia de Gobierno, no dejaran que la sangre llegue al río, aunque se conduzcan por el río de sangre de ETA. Como testimonió la madre de los Pagaza tras el asesinato de su hijo Joseba en su afligida misiva al lehendakari López, secretario general de su partido, frente a la ceguera voluntaria de quienes aún creen que existe el PSOE del Viejo Testamento felipista. Observado con perspectiva histórica, fue un periodo excepcional en una formación que, luego de servir a la dictadura primorriverista con Largo Caballero al mando de la UGT, saboteó la II República con el radicalismo del llamado Lenin español en un desvío que retomó Zapatero e intensifica Sánchez.

De esta guisa, quien sermoneaba en 2015 que, "con Bildu, no vamos a pactar; si quiere se lo digo 20 veces", en una televisión de la misma Navarra que el PSOE luego presidiría abrazada a los legatarios de ETA, ha obtenido su plan anticrisis gracias a los herederos de la banda. Tras sentarse el matarife Ternera en la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco, sólo faltaba incluirlos en la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso para su labor de zapa contra el Estado que quieren derruir.

A modo de punto y seguido, continúa la vía destapada al trascender el video en el que el coordinador general de Bildu, Arnaldo Otegi, se jactaba, en una cita a puerta cerrada, de aprobar los Presupuestos del Estado para excarcelar a los 200 asesinos de ETA. Para ganar, en suma, "la madre de todas las batallas", había que "obligar a un Gobierno como éste (...) con todo lo que eso quiere decir".

Al trascender tales tejemanejes, el ministro Marlaska, fautor de los traslados de esos presos al País Vasco para que el gobierno autonómico les agracie con las atribuciones penitenciarias que le traspasó, lo negó mintiendo como acostumbra: "Nadie puede pensar que en un Estado de derecho como el nuestro no se aplica la ley en todo momento". Luego, en un informe de la Guardia Civil remitido a la Audiencia Nacional sobre los homenajes a los terroristas excarcelados se documentaba como, desde 2019, el Gobierno facilitaba información privilegiada a los etarras a través del director de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, con el que se carteaban con un afectuoso "Estimado Ángel Luis".

Al ver como se derriba España y su democracia socavándola desde dentro, se puede concluir que, cuando parecía haberse tocado fondo con la asonada en Cataluña, todavía se puede ahondar en el agujero. Como subraya la escritora turca Ece Temelkuran, "a diferencia del espacio físico, en el universo político, no existe una superficie resistente que uno pueda llamar fondo". Es lo que colige su obra Cómo perder un país.

Analizando lo sucedido en Turquía desde 2002 al irrumpir el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan, contiene enseñanzas también para España. Así, refiere como la ignorancia politizada, tras ocupar orgullosa su silla entre los miembros del espectro político, acaba por erigirse en dominadora de la mesa de las decisiones. De hecho, los sosias de Sánchez se adueñan de la sala de mandos del Estado que éste presume timonear y que amenaza naufragio como el Titanic, mientras la orquesta toca alegres aires.

En este trance, mejor que Robles no le vaya a Sánchez con el cuento de Arburúa y éste le remache cínicamente: "Desengáñate, Margarita, vienen a por nosotros". Dicho lo cual, se arrellanará en el despacho custodiado por los lobos a los que baila no el agua, sino la sangre de sus crímenes. "¡Qué solos estamos los que no hemos cerrado los ojos!»", exhaló como un suspiro Pilar Ruiz Albizu, matriarca de los Pagaza, anticipando lo que hoy es ya una profecía autocumplida.

Francisco Rosell, director de El Mundo.

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