Desmontando el agua, más que moléculas con valor

Un niño se salpica con agua en el río Atbarah cerca de la aldea de Dukouli, en la región agrícola de Fashaqa al-Sughra, en el este de Sudán, el 16 de marzo de 2021.ASHRAF SHAZLY / AFP
Un niño se salpica con agua en el río Atbarah cerca de la aldea de Dukouli, en la región agrícola de Fashaqa al-Sughra, en el este de Sudán, el 16 de marzo de 2021.ASHRAF SHAZLY / AFP

El Día Mundial del Agua, promovido por Naciones Unidas, tiene como lema de este año Valoremos el agua. Su objetivo es que todos reflexionemos y compartamos nuestro sentir sobre lo que significa este recurso vital.

De modo intuitivo, todos sabemos la importancia que tiene tanto para el planeta como para el mismo ser humano: sin agua, sencillamente, no hay vida. Pero, más allá de lo obvio, tiene otras muchas facetas que es necesario conocer para valorarla en su justa medida, pues lo que no se conoce no se valora.

Precisamente, una de las actividades del Foro de la Economía del Agua es la de la investigación, la reflexión y el diálogo, y aportar así el conocimiento suficiente para abordar los desafíos que enfrenta la gestión de este recurso desde una perspectiva científica y a largo plazo, tanto a escala nacional como internacional. La información y el conocimiento son, si cabe, más importantes en un año como el actual, marcado por una doble crisis: la sanitaria, que aún no nos ha dejado, y la económica, que ya está llegando. Y en estos dos grandes retos, el agua tiene un papel fundamental.

Desde el punto de vista de la salud, con el conocimiento que ya tenemos sobre la covid-19, cuestiones como el lavado de manos se han demostrado esenciales para evitar su propagación. El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6 de Naciones Unidas contempla “garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”, una necesidad aún más perentoria en este contexto pandémico.

Los datos de la ONU señalan que una de cada tres personas en el mundo no tiene acceso a agua potable salubre; dos de cada cinco personas no disponen de una instalación básica destinada a lavarse las manos con agua y jabón, y más de 673 millones de personas no cuenta con retrete. Con los datos en la mano, se ha avanzado mucho, pero queda un largo camino por recorrer.

En la vertiente económica, la recuperación debe situar al agua como una de sus prioridades. De hecho, las autoridades nacionales y europeas están desarrollando herramientas para poner en marcha una salida resiliente a la pandemia, que incluye dentro de sus pilares fundamentales la gestión de este recurso. Y las estrategias que está sugiriendo el Gobierno español van en la línea del Pacto Europeo del Agua, centrándose en dos grandes objetivos: la economía circular y la infraestructura verde, que incide en la recuperación de ríos y acuíferos.

En el desarrollo de estas estrategias es importante recordar las palabras que Teoodoro Estrela, Director General del Agua, pronunció en el último Foro de la Economía del Agua: “Lo importante es buscar la máxima coherencia y consistencia de todas las iniciativas que están en marcha, y que todas las partes implicadas se pongan de acuerdo en cómo queremos que evolucione la gestión del agua: desde la sostenibilidad y resiliencia al cambio climático”.

Pero conocerla y valorarla no solo es tarea de los gobiernos y las autoridades. Tal como recoge el ODS 17 de Naciones Unidas, los Objetivos de Desarrollo Sostenible solo se pueden conseguir con asociaciones mundiales sólidas y cooperación. De esta manera, la colaboración y la implicación de los diferentes actores nacionales e internacionales será la vía para garantizar un equilibrio hídrico que permita un desarrollo económico robusto a la par que sostenible.

Francisco Lombardo, presidente del Foro de la Economía del Agua.

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