Después de la guerra

Por Pedro Schwartz, catedrático de Historia del Pensamiento (ABC, 18/03/03):

Por fin han decidido los líderes de la coalición encabezada por el presidente Bush poner límite a las maniobras de quienes buscaban la humillación de los Estados Unidos. Por haber hecho ayer oídos sordos Francia, Alemania, Rusia y China a la petición del presidente Bush de que el Consejo de Seguridad de la ONU envíe un ultimátum a Sadam Husein para que se rinda y marche al exilio antes que acabe la semana, la operación de desarme y consiguiente cambio de régimen en Irak se llevará a cabo por la fuerza, sobre la base de las vigentes resoluciones del Consejo. Nadie quiere esta guerra, -ni siquiera Husein que la habrá desencadenado y sufrirá el fin de su sangriento señorío-. Nadie sabe a ciencia cierta cuánto durará ni qué víctimas y daños producirá. Pero ha llegado el grave momento de defender la libertad con las armas.

Me atrevo a vaticinar que esta segunda Guerra del Golfo será aún más corta que la de Afganistán y tendrá mejores resultados. Las tres comunidades iraquíes, los pueblos de Palestina e Israel, las masas sometidas a satrapías musulmanas, los occidentales amenazados por el terrorismo, los europeos enfrentados sobre su Constitución, todos podrán mirar el futuro con alguna mayor confianza. Incluso las Naciones Unidas volverán a encontrar su papel de ayuda y reconstrucción. Las dificultades no faltan. Dios quiera que el camino a transitar hasta la paz no sea ni largo ni en exceso doloroso.

Durao Barroso, Aznar y Blair han sido retratados en las Islas Azores flanqueando al presidente Bush en una foto elocuente: las banderas de España y Portugal formaban con las de EEUU y el Reino Unido el núcleo inicial de las enseñas de los países que van a contribuir a la reconstrucción de la paz en esa región tan castigada desde hace más de medio siglo. La firmeza del ultimátum de los cuatro significará al dictador iraquí que ha ido demasiado lejos: ya no podrá confiar en el apoyo de los miembros del Consejo que han hecho todo por prolongar su permanencia contra la voluntad de al menos veinte Gobiernos democráticos. Francia, en la persona de su presidente Jacques Chirac, ha buscado atrapar a sus odiados «anglosajones» en una trampa mortal: o los americanos y sus aliados ingleses paralizan durante tres meses más en el desierto una fuerza de 225.000 hombres con su material terrestre, aéreo y marítimo, para que Sadam se digne revelar sus secretos a los inspectores; o esa fuerza era retirada con el rabo entre piernas; o EEUU y el Reino Unido son condenados como criminales de guerra por la opinión mundial. ¡Que esta idea se le haya ocurrido a un aliado y protegido de dos siglos y medio...!

Si las naciones dispuestas a desplazar a Husein se ven forzadas a comenzar el ataque porque el dictador prefiere morir matando, tendrán el respaldo de al menos tres resoluciones del Consejo de Seguridad, de las 17 que Husein ha desobedecido. La número 678 dio permiso a los aliados para expulsar a Irak de Kuwait y para usar la fuerza en apoyo de «todas las oportunas resoluciones subsiguientes». La 687 de 1991 condicionó la prolongación del armisticio tras la operación «Desert Fox» a que Irak aceptase renunciar a sus armas de destrucción masiva y permitiese la verificación del desarme, que incluía la obligación de destruir los misiles de más de 150 kms. de alcance. La 1441, de 8 de noviembre de 2002, amenazó a Sadam con «serias consecuencias» si no se deshacía de sus armas de destrucción masiva ante los inspectores de la ONU que había expulsado en 1998. Sadam, que tan buen táctico es, ha equivocado su estrategia.

La forma que tome Irak después de la contienda no es fácil de adivinar. El secretario de Estado Powell y su presidente han expresado su oposición a trocear ese país. Sin embargo, los kurdos, divididos como se encuentran entre Turquía, Irán e Irak, pretenden tener al menos un pequeño territorio propio, precisamente en la zona llamada «de exclusión» del norte de Irak, en la que querrán incluir los yacimientos petrolíferos de Mosul. Si los turcos se empeñan en no colaborar con sus aliados, les será muy difícil evitar que se forme el núcleo inicial de la patria kurda. Por otro lado, los chiítas del sur del país, agrupados alrededor de los yacimientos de Basora, se sentirán tentados de unirse con sus correligionarios de Irán. Sin embargo, el secretario de Estado Powell ha significado la creación de una compañía petrolera iraquí, cuyos ingresos sean un incentivo para la unidad nacional. Mas al fin, si Sadam extrema la crueldad de su resistencia, será necesario reconocer las secesiones, como se hizo en Yugoslavia.

El presidente Bush había prometido en su discurso ante la Asamblea general de las Naciones Unidas el año pasado que apoyaría la creación de un Estado palestino viable e independiente, al flanco del de Israel. Ahora ha puesto en marcha otra vez el proceso negociador que quedó interrumpido tras la espantada de Arafat en Camp David. Es mucho el odio atizado por la Intifada palestina y las duras represalias israelíes, pero quizá no sea del todo imposible que, tras el derrocamiento del financiador de la guerrilla Hizbollah, Sharon y Abú Mazen, las dos partes enfrentadas, acepten entrar en negociaciones. Las repercusiones de la liberación de Irak se harán sentir en toda la región. Los demócratas de Irán se sentirán reforzados frente a los fundamentalistas. Los defensores de Husein cambiarán de canción cuando vean la acogida dispensada a las tropas aliadas por las poblaciones oprimidas de Irak. Los gobernantes autoritarios pensarán en iniciar el camino de la reforma sin tanto miedo a revueltas y conspiraciones.

Incluso la construcción europea tomará un carácter distinto. Será imposible que Francia y Alemania pretendan ya imponer su voluntad a los demás Estados de la UE: el cambio traído por la entrada de nuevos miembros del club se verá reforzado por la corriente de atlantismo alumbrada por la contienda de Irak. La ONU, aceptado que, como en las guerras de Corea y Kósovo, el Consejo de Seguridad ha fallado en su papel de defensor de la seguridad mundial, demostrará su utilidad en la reconstrucción del país.

No teman los políticos que se han puesto del lado de EEUU. Una gran parte de esa opinión pública tan soliviantada entrará en razón cuando vea los resultados de la firmeza.

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