Después de la Reina Isabel

Había esperado mucho tiempo. La Reina Isabel se aferró al poder hasta el final, y a su muerte se encontraba en Escocia, lejos de los órganos de Gobierno de Londres. Pero, al menos, sus agentes en la capital habían previsto el fallecimiento y llevado a cabo los preparativos necesarios con antelación. Antes que nada, habían redactado una proclamación, que aprobó por adelantado, en la que se anunciaba la sucesión, para utilizarla llegado el momento. En Londres, apenas se recibió la noticia de la muerte de la anciana Reina, los principales prelados y autoridades de Inglaterra se unieron a los miembros del Consejo Privado de Isabel y se declararon Gran Consejo del Reino. Unas horas después, cuarenta de ellos firmaron un documento que certificaba la legítima accesión del nuevo Rey. A continuación, los heraldos reales leyeron solemnemente la proclamación en los principales edificios públicos de Londres y enumeraron todos los títulos del monarca, entre ellos los de gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra y Defensor de la Fe (irónicamente, otorgado por el Papa a los soberanos ingleses en 1521). Al acabar, gritaron «¡Dios salve al Rey!», y los asistentes lanzaron vítores. Sin embargo, para el heredero de Isabel su legado seguía siendo motivo de preocupación. Es cierto que Irlanda estaba en paz tras décadas de violencia, pero en Inglaterra y Gales reinaba el malestar económico debido en parte a una reciente epidemia que había matado a decenas de miles de personas, y en parte a los fenómenos climáticos extremos. Por añadidura, las arcas públicas estaban vacías, pero la mayor preocupación del nuevo Rey era la unidad de sus dominios: en Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda había partidarios y detractores de la Unión. ¿Cuánto tiempo sería capaz de mantenerlos unidos?

Después de la Reina IsabelLo que he escrito hasta ahora se refiere al mes de marzo de 1603 y a la sucesión de la Reina Isabel I, la cual se negó con firmeza a nombrar un sucesor a pesar de que solo había un candidato viable: su primo el Rey Jacobo VI de Escocia. Aquí reside una de las diferencias principales con la situación en septiembre de 2022: Carlos, hijo primogénito de la Reina Isabel II, ha sido reconocido por todos como su heredero, y ya poseía los títulos de Príncipe de Gales en Inglaterra (equivalente al de Príncipe de Asturias) y Duque de Rothesay en Escocia. Aun así, tanto en 2022 como en 1603, antes de que el nuevo reinado pudiera iniciarse legalmente, los principales prelados y autoridades de Inglaterra se unieron a los miembros del Consejo Privado de la difunta Reina en Londres y se declararon Consejo de Accesión. Acto seguido, desempeñaron la misma función como Gran Consejo del Reino: cuarenta de ellos firmaron un documento que certificaba la legítima accesión del nuevo Rey. A continuación, los heraldos reales leyeron solemnemente la proclamación en los principales edificios públicos de Londres y enumeraron todos los títulos del monarca, entre ellos los de gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra y Defensor de la Fe. Al acabar, gritaron «¡Dios salve al Rey!», y los asistentes lanzaron vítores.

En 1603, Jacobo, que entonces tenía 37 años, tardó un mes en trasladarse a caballo desde Escocia hasta Londres, y no volvió en catorce años. Este mes, Carlos, de 73 años, tardó solo dos horas en llegar a Londres en avión, y al cabo de tres días, regresó de nuevo en avión a Escocia. A lo mejor Jacobo se quedó tanto tiempo en Inglaterra porque su riqueza lo dejó boquiabierto. Como reconoció tímidamente varios años después: «Mis tres primeros años [en Inglaterra] fueron para mí como una Navidad», de modo que podía parecer que «el Rey había quedado embriagado con su nuevo reino». Parece poco probable que Carlos reaccione igual, puesto que ha disfrutado de 'una Navidad' casi desde la cuna. Ya era una de las personas más ricas de Inglaterra, y su difunta madre era más rica aún (a diferencia de sus súbditos, Carlos no pagará impuestos por la enorme fortuna que herede de ella).

Los siguientes pasos de la sucesión real serán los mismos que en 1603. Carlos y su séquito harán planes para una coronación solemne en la abadía de Westminster, al igual que Jacobo y, de hecho, igual que casi todos los monarcas ingleses. Eduardo el Confesor fundó la abadía para que fuera su mausoleo y asistió a su consagración en 1065. En las ocasiones solemnes, Eduardo llevaba una corona, algunos de cuyos elementos se encuentran incorporados a la que Carlos llevará en su coronación. Estas asombrosas continuidades, que se remontan casi un milenio, ayudan a explicar la supervivencia de la monarquía británica. Pero, ¿bastarán para mantenerla en el futuro? Aunque el Covid ha amainado, el National Health Service (Servicio Nacional de Salud) se encuentra sometido a una fuerte presión, y las arcas del país están vacías, en parte debido a los elevados gastos para mitigar los efectos de la pandemia y los fenómenos meteorológicos extremos. A esto se añade el Brexit, que está causando malestar económico y tensando gravemente la cohesión de los dominios de Carlos.

Inglaterra y Gales votaron mayoritariamente a favor de la salida de la Unión Europea, mientras que Escocia e Irlanda lo hicieron mayoritariamente en contra. El Gobierno autónomo de Escocia (con poderes similares a los de la Generalitat de Cataluña) ha anunciado su intención de celebrar un referéndum de independencia el 19 de octubre de 2023. El Brexit también ha incrementado las tensiones en Irlanda del Norte, debido a que la mayoría de los protestantes quieren poner fin a todos los vínculos con la Unión Europea, mientras que la mayoría de los católicos quieren conservarlos. En las elecciones a la Asamblea de Irlanda del Norte del pasado mayo, el partido católico Sinn Féin, cuyo objetivo último es unificar la isla de Irlanda, obtuvo la mayoría de escaños, a pesar de lo cual los partidos protestantes se negaron a colaborar con él. En consecuencia, el Gobierno autónomo de Irlanda del Norte se encuentra paralizado. Algunos territorios de ultramar que antes reconocían a Isabel II como su soberana ya se han separado. En 2021, Barbados se convirtió en el cuarto estado del Caribe anglófono en autoproclamarse república, y Jamaica parece dispuesta a unirse a él. El sentimiento republicano está aumentando tanto en Canadá como en Australia.

Jacobo I fue el primer monarca en gobernar Escocia, Inglaterra, Gales e Irlanda, el primero en gobernar colonias en el hemisferio occidental (empezando por Virginia), y el primero en utilizar el título de Rey de Gran Bretaña. ¿Será Carlos III el último?

Geoffrey Parker es historiador.

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