¡Detengan la presidencia de Donald Trump!

¡Detengan la presidencia de Donald Trump!

El pueblo estadounidense debe exigir de inmediato que cesen todas las acciones importantes de este “presidente” hasta que podamos asegurarnos de que los esfuerzos de Rusia por intervenir en nuestras elecciones, con la clara finalidad de ayudar a Trump y afectar a su contrincante, no incluyan además la colusión y el encubrimiento en la campaña y en el actual gobierno.

Esto podría parecer extremo pero si la creciente bruma de sospecha nos mostrara una conexión real, sería uno de los asaltos más atroces a nuestra democracia en la historia. No solo sería algo sin precedentes, sino que además sería una profunda herida a la fe en nuestra soberanía.

Visto a través de un cristal serio, ninguna acción para detener esta presidencia es extrema. En cambio, parece algo muy prudente.

Basta con realizar ciertas acciones y cubrir ciertas vacantes para que el gobierno se mantenga operativo. La absoluta abrogación de la autoridad administrativa es imposible y desacertada. Sin embargo, se debe aplicar un estándar mínimo esencial hasta que sepamos más sobre el resultado de las investigaciones. De hecho, podría suceder que los actuales sistemas de investigación sean insuficientes y sea necesario nombrar una comisión o un consejo especial.

En cualquier caso, no podemos seguir adelante como si la pregunta sin contestar no fuera crítica.

Los estadounidenses debemos exigir un respiro momentáneo —aunque yo preferiría un alto permanente— de la agresiva agenda de Trump para alterar tan sustancialmente el contorno social, económico y político de este país. Estados Unidos se merece saber, sin la menor sombra de duda, si nuestro presidente es legítimo antes de que emita otra orden ejecutiva perjudicial.

Estados Unidos merece saber que es legítimo antes de que trate de implementar un programa para desmantelar Obamacare. Estados Unidos merece saber que es legítimo antes de que impulse un presupuesto que expanda de forma tan obscena el gasto militar mientras que hace recortes significativos en otras áreas.

Estados Unidos merece saber que es legítimo antes de que el senado siga con las audiencias de confirmación de su candidato a la Suprema Corte. Los republicanos hicieron una rabieta cuando Barack Obama nombró a Merrick Garland para que ocupara la vacante del fallecido Antonin Scalia, argumentando falsamente que no debería permitírsele a un presidente llenar una vacante durante el último año de su presidencia. Pues no me queda del todo claro que este no será el último año de la administración de Donald Trump en caso de que las investigaciones revelen algo inadecuado sobre su régimen y Rusia.

Desde hace algún tiempo sabemos que los rusos interfirieron con nuestras elecciones para favorecer a Trump. De lo que nos venimos enterando en las últimas semanas es del número de asesores y funcionarios administrativos que tuvieron contacto con el embajador ruso antes de las elecciones, la frecuencia de esos contactos y los intentos, al menos de algunos, de ocultarlos.

Sin embargo, ahora sabemos, según un reportaje de The Washington Post, que el fiscal general Jeff Sessions también se reunió por lo menos dos veces con el embajador durante la campaña, una vez en la Convención Nacional Demócrata, y después mintió sobre dichos encuentros estando bajo juramento durante sus audiencias de confirmación.

Después, en una serie de tuits, Trump acusó al presidente Obama, de manera escandalosa y sin ninguna prueba, de haberlo “‘intervenido’ en la Trump Tower” en octubre de 2016. De su acusación, sin fundamentos, dijo lo siguiente: “¡Esto es macartismo!” y “Esto es Nixon/Watergate” y llamó a Obama un “¡Hombre malo (o enfermo)!”.

Esto es absolutamente indignante. Una de estas tres acusaciones es cierta: Obama, durante los últimos meses de su presidencia de ocho años libre de escándalos personales, decidió maliciosa e ilegalmente intervenir los teléfonos del candidato que todas las encuestas de aquel entonces predecían que perdería; una agencia de justicia pudo presentar pruebas ante un juez federal de que alguien o un grupo en la Trump Tower se había involucrado en actividades ilegales; o este “presidente”, quien ha probado ser un mentiroso patológico, nuevamente está buscando molinos de viento conspiratorios, así como menoscabar y desviar la atención del escándalo de legitimidad. Cualquiera de estos escenarios tiene las más profundas consecuencias.

El río suena demasiado como para no llevar agua. Tal vez todos estos contactos con los rusos tienen alguna explicación buena y creíble que por el momento se me escapa. Tal vez es solo el colofón de una serie de coincidencias extraordinarias. Podría ser.

De verdad espero que así sea. La explicación alternativa es casi insondable por su capacidad de dañar a nuestra democracia. Sin importar cuál sea el caso, necesitamos respuestas antes de simplemente pretender que hubiera una especie de inercia política que nos empuja hacia adelante y como si la agenda de Trump fuera una consecuencia inevitable de una elección dudosa. ¡No!

Una encuesta de NBC News/Wall Street Journal que se divulgó el mes pasado encontró que la mayoría de los estadounidenses cree que “el congreso debería investigar si la campaña presidencial de Donald Trump contactó al gobierno ruso en 2016”.

Es importante pero no es suficiente. Hasta que se complete la investigación, esa misma mayoría de estadounidenses debe advertir a los funcionarios electos que tendrán que pagar un precio si fueron cómplices de la agenda de Trump antes de que se conozca la verdad. Todos debemos exigir sin evasivas: ¡detengan esta presidencia!

Charles M. Blow, an American liberal journalist, commentator, and current visual op-ed columnist for The New York Times.

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