Devolver Egipto a la vía democrática

Incluso en un país tan turbulento como el Egipto actual, algunas tradiciones transcienden las más hondas divisiones y ofrecen breves periodos de respiro. Esta semana, al entrar por carretera en El Cairo, apenas vi automóviles. Los legendarios atascos de esa ciudad se habían disipado. Acababa de ponerse el sol y los cairotas estaban con sus familias, rompiendo su ayuno diario del Ramadán. Los grupos rivales aparcaban sus diferencias durante unas pocas pero preciosas horas.

El gran reto para Egipto es conseguir que este paréntesis en los disturbios se convierta en un estado permanente. Decir que he encontrado un país que tiene que hacer frente a enormes retos es una obviedad; el dato verdaderamente relevante es que la naturaleza y el alcance de los problemas entorpecen el progreso.

La democracia requiere una noción común de los procesos que conducen a la adopción de las decisiones nacionales, cierto grado de respeto mutuo entre quienes compiten por el poder, y la voluntad, por parte de las mayorías, de respetar los derechos de las minorías. En el Egipto actual, esos cimientos tardarán cierto tiempo en sentarse.

La Unión Europea (UE) quiere contribuir a esa tarea. La estabilidad y la democracia en Egipto no solo son vitales para sus 84 millones de habitantes, sino también para Oriente Medio y para todo el mundo, incluida Europa.

A fin de explorar las distintas vías de progreso, me he reunido con dirigentes de todos los grupos: líderes del Gobierno provisional, jóvenes del movimiento Tamarod, del movimiento 6 de abril, representantes del Partido de la Libertad y la Justicia, del Partido Nour y de los Hermanos Musulmanes, incluido Mohammed Morsi, y de la sociedad civil.

¿Cómo puede Egipto volver a ser un país democrático? Estas son las seis etapas que la UE está dispuesta a apoyar:

1. Egipto necesita un proceso político integrador. Los ciudadanos tienen que sentir que participan de lleno en el futuro de ese gran país. Toda agrupación de cierta relevancia debe ser incluida, desde los liberales urbanos hasta aquellos que desean combinar las tradiciones islámicas con los principios democráticos.

2. También necesita generar confianza, comunicación y comprensión. Seguiremos haciendo todo lo que esté en nuestras manos para facilitar este proceso.

3. Además, Egipto debe dotarse de una constitución provista de los mecanismos de control y equilibrio que garanticen el respeto de los derechos de todos los ciudadanos egipcios. El país debe asumir un régimen plenamente civil.

4. Es preciso poner fin a la horrible violencia de las últimas semanas. Las disensiones políticas no pueden resolverse por la fuerza; demasiadas vidas se han perdido ya en la lucha por la democracia.

5. También deben cesar las detenciones arbitrarias, que no tienen cabida en una sociedad democrática. Los detenidos, si no existen cargos graves contra ellos, deben ser liberados, y las causas penales, revisadas con celeridad. Los periodistas no deben ser penalizados por su labor, y los medios deben trabajar sin temor a cierres arbitrarios.

6. Estos principios deben guiar la celebración de elecciones democráticas en los próximos meses, unas elecciones que no sólo otorguen la victoria a uno de los candidatos sino que, además, sienten las bases de un futuro estable y democrático. La UE puede desempeñar un papel como supervisora y observadora de ese proceso electoral.

Europa está dispuesta a ayudar a Egipto en esta empresa, pero las decisiones deben partir de los ciudadanos egipcios y no de agentes foráneos. El presidente Mansur y yo convinimos en que una constitución dinámica es más que un conjunto de fórmulas, por adecuadas que estas sean. La verdadera democracia reclama una reconciliación nacional, además de instituciones independientes capaces de defender los derechos humanos.

La crisis económica no es el terreno más propicio para el arraigo de una cultura democrática ni de unas instituciones independientes. El clima actual ahuyenta a los turistas y frena a los inversores. El año pasado, creamos el grupo operativo UE-Egipto a fin de movilizar a la comunidad internacional, el sector privado y la sociedad civil en apoyo de la economía egipcia. Para que esta labor contribuya a liberar el potencial de este país y sus habitantes, Egipto debe regresar rápidamente a la vía democrática.

El progreso político es inseparable del económico, y ambos son la respuesta al clamoroso llamamiento en pro de la dignidad y de la justicia que se produjo durante la revolución de enero de 2011 y que aún resuena en todo Egipto.

La UE mantiene unas relaciones tradicionales de cooperación y amistad con Egipto. En todas las conversaciones que celebré la semana pasada confirmé la continuidad de ese apoyo. Me alentó comprobar que, con independencia de sus diferencias, todos y cada uno de los colectivos con los que me reuní acogieron con satisfacción nuestro compromiso. No obstante, son los propios egipcios quienes deben impulsar el proceso de transición democrática. Son ellos, y no nosotros, quienes deben labrarse su futuro.

Catherine Ashton, Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea.

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