Devolver la nutrición al menú

La nutrición humana ha ido adquiriendo cada vez más importancia para la ciencia. Por supuesto, siglos de investigación científica se han destinado a asegurar que las poblaciones en crecimiento dispongan de suficientes alimentos. Sin embargo, con el aumento de la obesidad y las enfermedades relacionadas con la dieta, y el hambre y la desnutrición afectando a más personas que nunca, los científicos están poniendo el foco no solo en cómo alimentar al planeta, sino en con qué alimentos hacerlo.

Como biólogo, estudio los alimentos y las dietas desde una perspectiva evolucionista. En pocas palabras, los alimentos evolucionan en connivencia con los organismos que los consumen. Pensemos en la humilde manzana. Por si sola, su fructosa no es particularmente saludable y si se come en grandes cantidades aumenta el riesgo de sufrir diabetes, enfermedades cardiacas y otras enfermedades no transmisibles. Pero cuando los azúcares de la manzana se digieren junto con sus fibras, la absorción de la fructosa en el cuerpo se ralentiza y la fruta es metabólicamente más saludable. A través de este mecanismo, la manzana (como la mayoría de las frutas y verduras) se convierte en un alimento más perfecto.

La misma lógica se aplica a nuestras dietas. A lo largo de la historia, los alimentos se han creado y alterado con la combinación de sabores, colores y valores nutricionales, mientras que las dietas han madurado de manera diferente en familias, culturas y comunidades. En su mayoría, nuestros ancestros escogieron los alimentos por sus resultados para la salud. Por lo general, las dietas no saludables eran efímeras debido a sus pobres resultados.

Sin embargo, en la actualidad las malas dietas parecen tener más permanencia. Las comidas listas para consumir y los alimentos procesados están sustituyendo a las comidas naturales y los alimentos crudos. Esta tendencia hacia la comodidad preenvasada que se pueda poner en el microondas ha llevado a la erosión de dietas específicamente regionales y creado un menú globalizado más homogéneo (y menos saludable) que se asocia con la obesidad, la diabetes, la hipertensión y vidas más breves.

Pate de este cambio es inevitable: la manera en que se producen, adquieren y consumen los alimentos tiene mucho que ver con cómo y dónde vivamos. En muchos países, la combinación de áreas urbanas mayores y más densas y poblaciones que envejecen con rapidez ha obligado a hacer cambios a los sistemas de fabricación y distribución de alimentos. Lamentablemente, muchos de estos cambios han afectado de manera negativa su calidad.

Afortunadamente, hay en camino esfuerzos globales para ayudar a la humanidad a comer mejor. Las Naciones Unidas han declarado los años entre 2016 y 2025 la “Década de la Acción en Nutrición” y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU fomentan estrategias integrales para mejorar la salud, eliminar el hambre y promover una agricultura sostenible. Estas campañas internacionales han aparecido en medio de un creciente reconocimiento dentro del sector privado de que abordar las carencias nutricionales puede ser un buen negocio. Por ejemplo, a través de los colectivos de agricultores locales y las redes alimentarias regionales, los innovadores de pequeñas empresas están intentando restaurar la variedad de lo que comemos.

Pero las cumbres globales y los compromisos regionales son solo parte de la solución. Para corregir la evolución dietaria del planeta, son urgentemente necesarias al menos tres medidas adicionales.

Primero, la gente y las autoridades deben definir adecuadamente el significado de “nutrición”. Con demasiada frecuencia se confunde “nutrición” con el estudio de los “nutrientes”. Pero esa malinterpretación puede empujar a los consumidores hacia tendencias alimentarias indeseables, como dietas que reemplazan alimentos naturales con suplementos, polvos u otros productos similares. Mejorar la nutrición significa algo del todo diferente: equilibrar la ingesta de alimentos de calidad con las necesidades corporales humanas.

En segundo lugar, es necesario afrontar el sesgo en la ciencia alimentaria. Los intereses económicos que favorecen alimentos producidos en masa por sobre los producidos localmente están presionando la agenda de investigación. Es esencial recuperar la independencia de la ciencia de la nutrición para ayudar a los consumidores y las autoridades a adoptar mejores opciones alimentarias.

Finalmente, para mejorar la nutrición se requiere un cambio de comportamiento, políticas y actitudes hacia los alimentos. Puede que esto suene obvio, pero la gente ha olvidado en gran parte el vínculo entre su salud y lo que comen. La seguridad alimentaria moderna no es cuestión de producir alimentos en abundancia; el mundo ya sabe cómo hacerlo. En su lugar, el reto de hoy es equilibrar lo saludable con lo que está de moda. Al igual que el consumo del pasado, las dietas del futuro tienen que realinearse con las fuentes naturales, lo que significa fortalecer, o incluso reinventar, los sistemas de distribución de alimentos de modo que los productores y proveedores puedan servir a los consumidores de maneras más saludables.

En esta era de nutrición industrializada, la gente se ha apartado mucho de la mesa de sus ancestros. Mi visión de un mundo más saludable y sabroso tiene que ver con recuperar los alimentos como aglutinador social; tomarse el tiempo de producir alimentos de mejor calidad; seleccionar con sabiduría los ingredientes de nuestras comidas; y disfrutar los alimentos en compañía de otros. Lo que es más importante, significa pensar en los alimentos todo el tiempo, incluso cuando no tengamos hambre. Dedicarnos a una mejor nutrición, y consumir mayores cantidades de alimentos naturales y mínimamente procesados, es lo menos que se merecen nuestros cuerpos.

Eduardo Nilson is Vice Coordinator of Food and Nutrition at Brazil’s Ministry of Health. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *