¿Dialogamos sobre Cataluña, en serio? Silencios, ofensas y algún intercambio sincero de razones

Contextualización del trabajo:

Si un amigo se encargó de hacerlo con la versión inglesa (con un correo distinto al mío pero con idéntico ánimo de reorientar, él, a unos 70 firmantes internacionales que pudieran haberse despistado), yo escribí a 166 firmantes hispanohablantes (y a algunos italianos y lusófonos) de aquel Manifiesto titulado “Petición pública en favor de una negociación política sobre Cataluña”, publicado en Contexto el 13 de noviembre de 2019, y firmado por 235 intelectuales y profesores, entre quienes se destacaba a Iñaki Gabilondo, Jordi Amat, Manuela Carmena, Victòria Camps, Manuel Rivas, Daniel Innerarity, Noam Chomsky y Slavoj Žižek. Uno de sus promotores, Joan Vergés, me invitó a firmarlo el 8 de noviembre. Es muy corto y convendría mirarlo antes de seguir leyendo: básicamente pedían diálogo entre el Gobierno de España y el Gobierno autonómico de Cataluña para solucionar el “conflicto” (entrecomillado suyo) al margen, entiendo yo, de los foros comunes de deliberación y decisión. Yo les invité a firmar otro que enmarca dicho diálogo dentro de los cauces legales.

Salvo dos casos cuyos emails no conseguí (Claudia-Patricia Alvarado, Abogada, Colombia; Felipe Rey, Derecho, Universidad del Bosque, Bogotá, Colombia), escribí a todos los firmantes el mail tipo que puede verse más abajo y que encabeza los diálogos. Creo que a mi amigo sólo le quedó pendiente un e-mail internacional. Por tanto nos faltaron tres envíos con seguridad. Algunos interlocutores fueron educados y prolijos. Otros, correctos también pero más sucintos. Y los hay verdaderamente lacónicos. Creo que el documento toma bien el pulso. Dado que es largo y puede haber curiosidad por ir directamente a alguno de los diálogos sin pasar por el resto, lo cuelgo aquí en otro formato.

Me contestaron, poco o mucho, de distinta forma, 25 firmantes[i]. Aquí en orden alfabético (que evidentemente no se corresponde con el orden de exposición que haré de mis conversaciones con ellos): María Javiera Aguirre Romero, Jordi Amat, Ricardo Caracciolo, Daniele Conversi, Pablo Salvador Cordech, Marina Echebarria, Juan Antonio Fernández Manzano, la secretaria de Iñaki Gabilondo, Jordi Guiu Paya, Jaime Lanaspa, José Luis Martí, Andreu Mas-Colell, Miguel Mora, Sergi Morales, José Juan Moreso, Gustau Muñoz, Ricardo Parellada, Xosé Manuel Pereiro, Antoni Puigverd, Pablo Ródenas Utray, Ignacio Sánchez-Cuenca, Antonio Tena Junguito, Suso de Toro, Joaquin Valdivielso, Joan Vergés. Hay 141 que no me responden (en nota, todos sus nombres).[ii]

Esta va a ser la primera y última vez que cite los nombres (o que deje rastro reconocible) de quienes, de entre ellos, no me hayan dado su consentimiento o directamente me lo hayan negado. Utilizaré incluso arrobas para enmascarar el sexo. Sin autorización tampoco reproduciré sus palabras exactas, salvo, por su interés, las de un interlocutor que ni me dio ni me negó el permiso: los nombraré como “interlocutor (1, 2, 3, etc.)” y sólo haré un brevísimo apunte del sentido político de su intervención antes de exponer mi respuesta, cuando la considere relevante. Como son muchos los que no me dan su autorización, no trampeo ni señalo indirectamente a quien no quiere ser reconocido.

No me abstengo de reproducir las contestaciones por motivos legales: aunque he comprobado que hay debate entre juristas, estos mails -que se me han mandado directamente a mí- son o deberían haber sido valoraciones políticas de personas que se han decantado públicamente toda su vida sobre este tipo de asuntos y que fueron por mí interpelados respecto a un manifiesto que firmaron y que fue publicado en Contexto el 13 de noviembre. Pretendía, confieso que sin esperanza en muchísimos casos, que vieran el error de lo que hicieron y que firmaran como enmienda el manifiesto del Foro de Profesores titulado “Llamada al diálogo entre representantes políticos catalanes dentro de las instituciones democráticas”, recientemente hecho público. Foro al que pertenezco pero en nombre del cual no hablo, quede claro. Y mucho menos con el proyecto plasmado en este texto, cuya iniciativa y responsabilidad asumo por completo. Creo, como decía, que podría publicar todos los correos. Y creo que todos tendrían interés público. No obstante, por respeto a muchas personas que podrían no sentirse a gusto con esto que hago, y no sólo por respeto a mis interlocutores (no todos fueron demasiado respetuosos conmigo), seré absolutamente escrupuloso.

Después de un intercambio de correos con Arcadi Espada, Steven Pinker modificó su punto de vista y retiró su apoyo a ese Manifiesto. (Cuando escribo esto, por cierto, sigue su firma en la web de Contexto aunque se lo advertí a su director el 27 de noviembre, muchos días después del artículo de Arcadi). Como se verá, yo también he intentado que otros firmantes se lo replanteen; y lo he conseguido con alguno. Salvo posibles emails rebotados, las 2 excepciones que recojo arriba o posibles extravíos en la bandeja de entrada (ya sé que esto anula lo siguiente pero créanme que me tomé muchísimas molestias –y molesté a mucha gente- para lograr todos los contactos), creo poder decir que quienes no han firmado el Manifiesto promovido por el Foro de Profesores es porque no han querido. Además de Riccardo Guastini (a quien no contacté yo) y otro profesor francés (que nos dio su apoyo pero no me consta que finalmente firmara), ha firmado Jaime Lanaspa. Parece que suspendió el juicio Ricardo Parellada. Y afirman que lo habrían firmado, de no haber sido planteado como contramanifesto, José Juan Moreso y el Interlocutor 6. Poder concluir esto es una de las razones que me animó a llevar a cabo esta historia.

La segunda gran razón -descontada la vanidad de todo aquel que participa en la vida pública- que me animó a seguir con esta empresa hasta el final es intentar demostrar que el rey va desnudo. Debía comprometerme a responder exhaustivamente a todos los que me replicaran (por suerte no me anularon la estrategia inundándome la bandeja con largos mensajes a los que no pudiera responder con concreción) hasta ir cerrándoles el paso para tratar de probarme que detrás del nacionalismo no hay más razones que el supremacismo del fanático (algo me he topado), el interés de las élites políticas y económicas (diría que también había alguno) o, como es el caso más extendido entre mis interlocutores, el simple pragmatismo de quienes, sin estar de acuerdo con el independentismo ni con todos los puntos del nacionalismo, se muestran cansados y buscan una solución bilateral, negociada, sin considerar demasiado relevante que, en este marco, pudieran estar favoreciendo una penúltima cesión ante lo que a mi juicio es una extorsión; una cesión que perjudicaría a buena parte de los españoles que viven en regiones mucho más desfavorecidas que la catalana. Estos últimos son una parte determinante de la sociedad. Y parece que cuando piden diálogo simplemente están claudicando por cansancio, miedo, pereza, desinterés, desinformación, carencia de categorías democráticas o qué sé yo. Porque, en el fondo, es obvio que no son capaces de aportar alguna buena razón -que me habrían opuesto- para sostener siquiera mínimamente a la contraparte que según ellos debe comparecer al diálogo con el Estado: los nacionalistas/secesionistas. Juzgará el lector en todo caso. Yo juraría que nada he sabido aquí de sus justas reclamaciones ni de agravios sufridos que exijan reparación. Todo lo más se dedican a criticar la calidad democrática de España. Pero los datos les desmienten abiertamente. Toc, toc: detrás no hay nada. Avancemos pues y tomemos posiciones.

Ojo, me estoy refiriendo a los que piden diálogo con mayor o menor buena fe. Sobre todo a los que han intercambiado conmigo sus pareceres. Si hubieran entrado a dar razones -además de rebuznos- los abiertamente nacionalistas, quizás habrían sostenido el derecho de una comunidad lingüística a convertirse en Estado: una aberración que, sostenida en falsas tesis sobre la distinta comprensión del mundo a la que nos aboca cada lengua, expandiría las guerras y haría implosionar a los 200 Estados actuales con el fin de acotar las fronteras de los 3.000 o 7.000 nuevos Estados iliberales que surgirían, en los que no cabrían individuo ni pluralismo. O puede que hubieran alegado el derecho de las minorías a ser “reconocidas”: una majadería conceptual extendida por nacionalistas reaccionarios, como los firmantes Charles Taylor o Michel Seymour, que olvidan que esas minorías son también internamente plurales, que toda minoría contiene siempre en su seno a sus propias minorías hasta alcanzar al individuo en su identidad, que es, éste sí, la auténtica unidad de libertad de expresión, la manifestación de nuestra intransferible dignidad; y, sobre todo, olvida el defensor de las “políticas del reconocimiento” que un Estado federal de hecho, como España, ya garantiza plenamente ese reconocimiento gracias a su estructura autonómica de división territorial del poder. O hubieran blandido quizás los nacionalistas una “voluntad de ser”, alegando la contingencia de las fronteras de todo Estado para así defender su derecho a levantar otra frontera donde y cuando les pete: una razón fascistoide que desemboca en un proyecto de ruptura, también antipluralista y antiindividualista, justificando emotiva y etnicistamente la nueva frontera en lugar de hacerse cargo de su contingencia y arbitrariedad moral: en lugar de trabajar para que las fronteras actuales sean más porosas, levantan otras; en lugar de preparar su demolición, se afanan en dividirnos más. Pero no me ha hecho falta aquí argumentar a fondo por qué la secesión es antidemocrática (cf “No hay derecho a la secesión. Una interpretación democrática del principio de autodeterminación”, Cuadernos hispanoamericanos, septiembre de 2017).

Tanto por lo que se dice como, sobre todo, por lo que no se dice, considero que también ha quedado constancia de que la mayor aspiración del secesionismo (muchos de los que no me responden son independentistas; y sostengo que quienes no lo son y firmaron les sirven de muleta con mayor o menor buena fe) no es convencernos: no nos interpela; sus argumentos no son de justicia porque no son universalizables; su comunidad política –sus iguales- no somos los demás y ahí radica su inmoralidad; su objetivo no es más que levantar una frontera; y su estrategia no es otra que acabar imponiéndose al peso. Nos enfrentamos a voluntarismo y decisionismo. De ahí su continua alusión al “conflicto”, a tildar de bilateral una violencia que sólo es unilateral, y a exigir negociación pese a la falta de imparcialidad y libertad en el actual campo de juego catalán. Eso es lo que yo llamo una extorsión. “Algo hay que hacer. Algo hay que darles”. Miren, no. Lo que tenemos que hacerles ver es que sus postulados son erróneos; sus demandas, inicuas. Y que vamos tarde. Y que algunos no nos ayudan y no nos han ayudado nunca.

Miren, mis razones condensadas en una de mil anécdotas cotidianas. Sucede durante este proceso, el día 28 de noviembre. Me despierto con reputado periodista relatando, como todas las mañanas, las noticias más relevantes del día. Después de darnos las últimas nuevas sobre el Gobierno de Cataluña que, sostenido por ERC (socio en paralelo de Junts pel Sí y de la CUP), sigue en la perpetua insurrección, pasa a citar  palabras de una conocida dirigente política del PP (“Vamos encaminados a un Gobierno de sedición”) para afearlas inmediatamente como si fueran una barbaridad, como algo irrazonable. La líder política se refería, obvio, a que un Gobierno que debe su mayoría parlamentaria a un partido como ERC (además del BNG o del PNV, partido que ese mismo día se aliaba con Bildu para aprobar una moción a favor del derecho a decidir), es un gobierno susceptible de plegarse a las demandas de unos socios que quieren destruir el ordenamiento jurídico, es decir, el Estado en un puro sentido kelseniano. ¿Por qué el periodista afeó a la política lo que sabe de sobra que es cierto? Imagino que lo hizo porque cree que llamar a las cosas por su nombre tensa la situación política y, a estas alturas, todavía debe considerar que podemos ganar la partida al nacionalismo sin refutar sus ideas… ni sus principios. Pero, lo más importante, ¿por qué pudo hacerlo sin parecernos inconsecuente? Porque se sirve del campo de juego trucado que le ofrece nuestra opinión pública. Se aprovecha de una disonancia cognitiva que es la que me gustaría quebrar con este ejercicio, aunque no sé si lo consigo. Sabe que en España los medios pueden titular que Sánchez está conformando un “Gobierno de progreso” con partidos como ERC y PNV porque pocos aún se atreven a calificar al nacionalismo, concretamente a nuestros nacionalismos periféricos, como lo que son. Y así, cualquier cosa antes que el PP suena a celestial progreso. Sostengo que sólo sobre ese marco mental puede alguien firmar el manifiesto pidiendo diálogo con quien se ha echado al monte. Como sostengo que sólo sobre ese marco puede un periodista reprochar a la dirigente política sus palabras. Pero, ojo, hace falta el marco y una cosa más: ¡que nadie lo ponga en duda! ¡Que nadie le obligue a disolver la disonancia! ¡Que nadie le pregunte directamente por qué, a pesar de todo, ha dicho eso! Ojalá empecemos ya a identificar a algunos de nuestros nacionalistas con el resto de la extrema derecha europea. Y a afear la conducta de sus colaboradores necesarios. Ojalá nos atrevamos todos a preguntar para quitarles sus escudos a fuerza de argumentos. Y a falta de los suyos. Sólo así sus apoyos caerán, pues nadie quiere estar del lado malo de la Historia. Yo he intentado aportar mi granito aquí porque lo suyo no se sostiene. Se cae por su propio peso. Ojalá muchos se repiensen lo de poner cada letra de su nombre al pie de una causa que luego no quieran, no sepan o no se atrevan a defender con luz y taquígrafos en un intercambio simétrico de razones.

Sigo con el contexto. He encontrado respuestas de todo tipo. No pocos han considerado mi interpelación (el mail tipo que pueden ver a continuación) como una ofensa. De nuevo, el lector juzgará cuánto tienen de razón. Yo en buena medida lo entiendo: muchos de los 166 firmantes a los que he intentado contactar llevan décadas pensando y escribiendo sobre estos temas y es difícil creer en esos casos que hubieran cometido un error. Bien, pues aunque sí reconozco que en extender la iniciativa a gente como Ramoneda o Mas-Colell hay algo de provocación, niego la mayor. He creído que debía hacerlo así para dar opción de rectificar o denegarme razonadamente su adhesión a todos; y por cuestiones de eficiencia y eficacia. Creo que han cometido un error, creo que hay razones para sostener esto que digo, y he querido confrontarlas. Y esto, tristemente, ya se tiene por escandaloso. ¡Oigan, son gente que pide diálogo y desgraciadamente no estoy autorizado a contar cómo se han despachado unos pocos destacados! No quiero sonar demagógico: probablemente con un mensaje mío que les hubiera avisado desde el principio de que me gustaría recoger públicamente las conversaciones (se me ocurrió al correr de una conversación), y habiendo tenido yo un nombre que les sonara a la mayoría de ellos, sus respuestas habrían sido distintas; y tal vez unos cuantos más habrían respondido, aunque fuera con un mero acuse de recibo. Pero no se debería impugnar todo este escrito por ello. Al fin y al cabo, el mail de apertura no era grosero; y en muchos casos, a medida que iban respondiendo (varios lo hicieron de buena fe desde el principio), intenté enderezar la confianza aclarándoles que ese mail tipo les fue enviado a todos los hispanohablantes que firmaron, que podían omitir su primera respuesta, matizarla, revisarlo todo al final, y que podían incluso concluir ellos el intercambio de opiniones y razones que surgiera. Sin eternizarnos. No siempre recojo esas aclaraciones por carecer de valor más allá de esta explicación al lector. En fin, entiendo que muchos no tenían tiempo para esto.

Aclaro también que varios de los que me negaron su autorización para reproducir sus réplicas fueron correctísimos. Parafrasee sus palabras y los hice irreconocibles. No sé por qué se negaron. En algunos casos intuyo que fue por mi respuesta a sus intervenciones antes de ser avisados de que me gustaría disponer de sus palabras: sospecho, barriendo para casa, que no contaban con razones de vuelta; al menos no con unas que resistieran la exposición a la luz. Siento que tantos anónimos le hagan perder valor al documento. Pero ni los silencios ni las huidas dejan de ser reveladores. Ni, por tanto, útiles.

En cualquier caso, como prueba de mi buena fe, con intención de contextualizar todavía más cómo puede reaccionar alguien (yo mismo) ante un texto que le interpela, argumentado, sobre asuntos en los que ya se ha pronunciado públicamente, cuando no conoce al interlocutor (y no por ello le debe menos respeto) pero no piensa necesariamente que su respuesta vaya a tener repercusión pública, ofrezco yo también lo que le respondí en cosa de un minuto a Joan Vergés, tras recibir su email solicitándome adhesión a su Manifiesto (por cierto, que mi mujer y yo, desvinculados hace 6 años de la Universidad de Valencia, recibiéramos ese manifiesto por estar en su mailing da cuenta de los recursos que manejan y de la asimetría o parcialidad del campo de juego; otros hemos tenido que buscar profesor a profesor e iniciar cadenas de favores). Aquí va (8/11, a las 13:17):

“¿Conceder a Cataluña lo que costó mil muertes no concederle a ETA? No gracias. Soy demócrata y de izquierda y me niego a que se decida bilateralmente qué hacer con una porción del territorio que también es mía: su mercado laboral, su puerto, su patrimonio artístico, su conexión con Francia, la fiscalización proporcional de su riqueza… Ayer PP y Cs perdieron una votación fatua para blindar su competencia fiscal para seguir haciéndonos dumping al resto. Me niego por lo mismo. Y me da vergüenza el nivel de los académicos. Algunos, como Martí o Camps, pretendidamente cosmopolitas. Da para reírse si no fuera para llorar”.

Como no me avergüenzo y sigo sosteniendo lo que dije, sobre todo el fondo de lo que dije, supongo que ellos no deberían avergonzarse de lo que dijeron. Al menos, una vez contextualizado.

Reconstruyo en el orden que considero más provechoso para el lector las distintas conversaciones que he mantenido entre el viernes 23 y el miércoles 4 de diciembre. Con el primero se rebate un argumento manido (el Estatut como disparador); en los tres siguientes, que trato juntos, se responde a una crítica que se me ha hecho varias veces; con la quinta se ofrece un contexto amplio del Procés; con el sexto se rebate punto por punto el Manifiesto de Contexto, etc. Dejo para el final el que considero el verdadero diálogo. O el más provechoso. Se lo agradezco enormemente a José Juan Moreso. Me he permitido corregir todas las erratas –mías y de los interlocutores- que me ha marcado el Word. El día es exacto, la hora corresponde generalmente con la de mi bandeja de entrada y puede bailar algo. Con ello sólo intento mostrar el dinamismo del intercambio. Entre corchetes aclaro, corrijo o recompongo los olvidos o errores más obvios para facilitar la lectura. No he añadido ningún enlace que no estuviera en los mensajes. Repito que la mayoría de estas conversaciones se produjeron íntegras o al menos en su comienzo sin que mi interlocutor supiera que sus palabras podrían hacerse públicas; y que para animarles a darme su autorización les ofrecí a todos la posibilidad de revisar sus palabras y de tener, en cualquier caso, la última réplica. Aunque algo le mencioné, creo que podría excluir de esta buena dinámica al más agresivo y al peor de mis interlocutores, Gustau Muñoz, quien directamente abrió la veda respondiéndome (como “vascoespañolista”; aclaro, por si hiciera falta, que soy valenciano) en una revista digital, primero, y luego con un provocador correo. Hay quien matizó alguna cosa o pidió eliminar alguna referencia íntima sin importancia. Puedo decir que la honestidad ha sido prácticamente unánime entre quienes han colaborado algo. Sólo en un caso, pese a la colaboración, se acaban ocultando al lector algunos matices que podrían ser reveladores: me atrevería a decir que hay algún(os) firmante(s) arrepentido(s) que no lo dicen porque no quiere(n) quedar mal con quienes les ofrecieron firmar el Manifiesto al que me opongo.

Mi mail genérico a todos ellos.

(142 se envían principalmente el 23/11, en 5 tandas; luego envío otra veintena a cuentagotas; los últimos se envían el 26/11).

Querido/a amigo/a:

Le escribo porque, junto con muchos compañeros, considero que el manifiesto que usted firmó la semana pasada, aludiendo a un supuesto “conflicto” (con comillas suyas) y pidiendo un diálogo extraparlamentario del Gobierno de España con los representantes independentistas del Gobierno autonómico de Cataluña, fue un gran error, quizás con la mejor intención.

Considero, como otros muchos colegas, que dicho manifiesto suma presión internacional a un Estado con altos estándares democráticos (puesto 13º en el The Global State of Democracy 2019) para obligarlo a negociar (¡como si de dos sujetos políticos iguales se tratara!) con una de sus regiones más ricas; una región cuyas élites políticas en el poder, dicho sea de paso, aspiran desde hace tiempo, mediante este tipo de chantajes (planteando una correlación de fuerzas schmittiana que antepone el fervor de lo político al aburrido procedimiento jurídico-democrático), a lograr mayores cotas de autonomía fiscal. Unas élites nacionalistas que ahora aspiran, desde hace poco tiempo, a una soberanía que no la expulse de la UE (del mercado común y de un ente supranacional al que basta contribuir con un 1% del PIB, limitando así la transferencia de rentas). Como si eso fuera posible. No me cabe demasiada duda de que, de este modo, el secesionismo (y más aún quienes pretenden negociar con él) pretende en última instancia reducir las transferencias de rentas (que son habituales en todo país democrático con impuestos progresivos y estado de bienestar; y que nunca son entre regiones sino entre conciudadanos que soportan las mismas cargas fiscales) a costa de ensanchar la desigualdad con las regiones del sur, como Andalucía o Extremadura. Lo dejó claro CIU con su eslogan de campaña en 2013 (cuando, asediado por casos de corrupción y atosigado por un agobiante 15-M, optó por usar a una sociedad civil clientelizada tras años de construcción nacional para emprender un proceso continuado de insurrección que nos ha traído hasta aquí): “La España subsidiada vive a costa de la Catalunya productiva”, decían. O sea: “Roma ladrona”. O sea, Liga Norte y extrema derecha.

Considero que el Manifiesto que usted firmó ayuda -quizás sin pretenderlo- a blanquear la sustancia supremacista, racista, reaccionaria y profundamente egoísta que el programa nacionalista/secesionista supone desde que se pusieron a implementar el famoso Programa 2000, un auténtico programa iliberal de ‘nation building’ que nos retrotrae a los peores nacionalismos del siglo XX. Es evidente que, para escalar, los nacionalismos en España se están aprovechando de una imagen falsa de España a la que ciertas oligarquías intentan asociar con centralismo y con Franco, con un país represor, que encalla en un “conflicto” y que no “dialoga”: sin embargo, somos una de las democracias más consolidadas del mundo, uno de los países menos nacionalistas, más tolerantes y el segundo más descentralizado del mundo según el Regional Authority Index. Más bien parece que nos están atacando en el núcleo de nuestras libertades. Y parece, si miran hoy la prensa, que incluso Rusia anda detrás.

Es difícil entender cómo ha proliferado tal campaña de falsedades; pero es fácil ver que ha favorecido la promoción de pequeños movimientos nacionalistas (que sí son pequeñas copias regionales, a escala, de las España franquista, donde hoy se pretende cortar la comunicación en español a los administrados en comunidades como la vasca o en pueblos mallorquines), los cuales, paradójicamente, logran vender al mundo que lo suyo es una lucha por la libertad frente a un Estado represor.

Dicho esto, igual que Pinker retiró su firma de ese manifiesto, o que Riccardo Guastini nos ha dado la suya (entiendo que arrepentido), nos sería de gran ayuda que usted también firmara el nuestro o que, al menos, se desmarcara del anterior. [En los últimos envíos añadí: “Por supuesto, estoy dispuesto a intercambiar razones para hacerlo”].

Aquí va el formulario: Llamada al diálogo entre representantes políticos catalanes dentro de las instituciones democráticas.

Reciba un cordial saludo,

Mikel

Antes de dar por cerrado el ejercicio, y dado mi curiosidad y su alto perfil, hago un segundo intento por contactar con Manuela Carmena, Victoria Camps e Iñaki Gabilondo para que firmen el Manifiesto del Foro de Profesores. Les envío a los 3 el mismo mail, cambiando sólo el encabezado:

27/11  23:02 

“Querida Profesora Camps:

Perdone la insistencia. No quisiera importunarle más de la cuenta, de verdad. No sé si recibió mi anterior mensaje.

He escrito a todos los firmantes hispanohablantes (salvo 3 cuyos mails me han sido inaccesibles: un valenciano y dos colombianos) del manifiesto de Vergés que usted firmó, con el mismo mail tipo. Les pedía la adhesión al manifiesto del Foro de Profesores (al cual no represento en absoluto, quede claro) que, en mi opinión, está fundado sobre un suelo democrático mucho más firme y fácil de compartir. He recibido 22 respuestas, varias de gente relevante, de las cuales han surgido algunas conversaciones interesantes.

Me gustaría, de nuevo, pedirle su adhesión. O, al menos, me gustaría que me explicara sus razones para no adherirse y para preferir el otro. También me gustaría que eso pudiera dar lugar a una conversación de tal vez un par de réplicas. Y que me autorizara a reproducir dicha conversación en mi blog, junto al resto de conversaciones que he ido manteniendo.

Creo que podría servir como experimento de diálogo, con buena fe.

Un saludo cordial.

Mikel Arteta”.

Email aclarando las condiciones del diálogo.

Enviado el 25/11 a las 18:16 a los 14 interlocutores con los que ya había iniciado -o incluso culminado- una conversación. Al resto de los que iban respondiendo les digo prácticamente lo mismo al comienzo de cada diálogo y acabo ofreciendo a todos los que colaboran la opción de editar ellos la última versión:

Querido/a amigo/a:

Te escribo porque me has contestado a mi email (en el que os exponía las razones por las que considero que fue un error firmar aquel manifiesto y por las que consideraba más acertado rectificar y firmar el nuestro).

Como corresponde a académicos, muchos de altos vuelos (mucho más que yo), prácticamente todas las conversaciones han sido educadas. Algunas con más sustancia que otras, también es verdad. Nunca fue mi intención (hasta que ayer tarde-noche, en un intercambio más largo empezó a rondarme la idea y le he ido dando forma), pero al ver la sustancia de algunos diálogos me parece una pena que se queden en una bandeja de entrada. Por eso me gustaría preguntaros si tenéis algún inconveniente en que las publique en mi blog. Podríais, por supuesto, revisar algún matiz de vuestra respuesta (y, por supuesto, erratas y demás, cosa que yo mismo haría). E incluso no tendría inconveniente en daros la última palabra (no prometo que no sea la penúltima, pero tampoco tengo necesidad ni intención de alargarlo eternamente). Entiendo que, si pedimos diálogo, esta es una buena forma de empezar, claro. Por supuesto, si no queréis (aunque no veo la razón), siempre podría anonimizar por completo la respuesta. Yo añadiré también en la misma entrada, para ser justos, la respuesta -algo dura en mi caso- que le expuse a Joan [Vergés] al poco de leer la invitación a su manifiesto.

Un saludo cordial a todos.

Mikel


Interlocutor 1

25/11  20:42

Me dice que no puede firmar mi texto porque no coincide con el análisis que él mismo ha sostenido durante años. Se desmarca de jueces, fiscales y policías por pegar y encerrar a la gente pacífica, a la que atribuye un derecho a la disidencia. Afirma que él vio la violencia en Cataluña y que hace muchos años ya anticipó –me enlaza la prueba- lo que ocurría tras la campaña política de recogida de firmas que no fue contra el Estatut sino contra los catalanes.

Mi respuesta:

25/11   21:28

Muchas gracias por su respuesta, XXXX. Como les he pedido al resto de firmantes que han tenido a bien responderme, me gustaría solicitarle su autorización para publicar en mi blog el mail tipo que les he enviado y sus respuestas. Creo que de más de 120 hispanohablantes que firmaron aquel Manifiesto (a ojo), puede haber 15-20 respuestas, algunas de las cuales tienen su interés, como la suya. He encontrado buena colaboración de momento.

Dicho lo cual, confesando que no conozco al por menor su análisis, y aunque tenía dudas lógicas sobre su adhesión, no acabo de entender bien cómo puede crearle problemas suscribir una declaración tan sencilla. Sólo se pide diálogo entre catalanes porque son una sociedad rota. Y se pide algo tan básico como que ese diálogo no se le robe al conjunto del demos; y (yo añadiría, pero ni siquiera se dice) que ese proceso, que debe siempre transcurrir por cauces legales y no excluir a ningún ciudadano, no aboque en cercenar al propio demos, o en cristalizar asimetrías injustas entre conciudadanos. Que eso no nos lleve a una confederación, vaya. ¿Esto no le parece razonable?

Respecto a lo que ocurrió en Cataluña, debemos recordar antes de nada que todo comienza con un proceso de construcción nacional (Programa 2000) y aquello de Pujol y la dignidad del pueblo catalán, tras ser acorralado por lo de Banca Catalana. Y también debemos recordar que el proceso del Estatut, donde el Gobierno autonómico no fue demasiado leal (parece que estos días sabemos que fue más cosa de Montilla y del PSC que de Zapatero), y blandía reclamaciones políticas como aquel principio de ordinalidad (que luego transmutaría en la cantinela de los agravios y, más adelante, en ese “Enspanya ens roba”, y en lo de “La Espanya subsidiada…”.), tuvo otro contexto. Un contexto previo incluso a esa recogida de firmas (no voy a entrar ahora en si fue o no un acierto político), que considero que en ningún caso fue “contra los catalanes” sino contra un Estatut que cruzaba varias líneas rojas y que, no por otra cosa, l levó al TC a recortar y reinterpretar unos 14 artículos. (Sí, sé que cometió la torpeza de no aplicar exactamente el mismo rasero con algunos puntos del Estatuto de Andalucía, pero una cosa no quita la otra). Le pongo algunos datos. Disculpe la autocita:

“El Estatut no le interesaba en 2003 ni al 4% de la población. En una encuesta del CIS de 2006, año de la aprobación del Estatut, la gente que declaraba que sólo se sentía catalana era un 14%. Y en esa misma encuesta, la gente que deseaba vivir en “un Estado en que se reconociese a las comunidades autónomas la posibilidad de convertirse en estados independientes” no pasaba del 22,5%. Pero es que esos datos se mantuvieron en el tiempo, incluso durante la famosa polémica que las élites catalanas amplificaron a cuenta de la sentencia del TC sobre el Estatut. ¡Según una encuesta del CIS, previa a las elecciones autonómicas de 2010, el autogobierno era la principal preocupación del 2,9% de los catalanes y la financiación autonómica lo era del 3,4%! Sólo un 22,8% aspiraba a un modelo territorial donde las autonomías tuvieran derecho a independizarse. Y únicamente un 14,5% decía sentirse sólo catalán. Un 65.9% de los catalanes no se consideraba “un nacionalista catalán” ¡No digamos secesionista! Según datos de 2010, el 41% de los votantes de CIU se consideraban tan españoles como catalanes (aunque ningún diputado de CIU entrara en esa categoría). Una vez redactado el Estatut, el 70% de los catalanes aceptaba cambios por parte de la Cortes. Se olvida también que sólo lo refrendó el 36% del censo en junio de 2006. Por olvidarse, se olvida incluso que sólo el 9,3% de los ciudadanos defendió en su día la inmersión lingüística”.

Y respecto a lo de la violencia. Recuerde también que fueron heridos 200 policías en esta última semana de altercados. Creo que las imágenes de la violencia se interpretan solas. Respecto al 1-O, le reconozco que las imágenes no fueron bonitas: pero reconózcame, al menos, que los CDR, Gobierno  autonómico (hoy podríamos decir, “sedicioso”) mediante, colocaron (siguiendo el catálogo de Gene Sharp) a las abuelitas y al resto de la gente delante de la Policía para llevar a cabo un acto simplemente ilegal en un Estado de Derecho, como lo es España, que actualmente se sitúa como la 13ª democracia del mundo. Y esto con los Mossos, digamos, poco proclives a acometer sus funciones (ordenadas por la jueza). No se me ocurren, en todo caso, muchas razones para justificar el proceso de construcción nacional que ha sufrido Cataluña y el proceso de insurrección constante en el que se ha situado el Gobierno independentista.

En cualquier caso, hechas estas consideraciones de contexto, sigo pensando que todos los puntos en ese Manifiesto deberían poder ser aceptados por cualquiera. Que serviría como punto de partida para emprender juntos un diálogo en condiciones de imparcialidad y confianza mutuas. (Para lo cual, creo que estaremos de acuerdo, todavía queda mucho que hacer.)

Reciba un saludo y recuerde mi petición de autorización para usar su amable respuesta.

Mikel

Respuesta:

25/11  21:28

La disposición cambia. No me autoriza a reproducir su primera respuesta que, según dice, sólo pretendía responderme a mí.

Mi réplica:

“¿Ni esa ni ninguna otra? ¿No me quiere responder nada?”

Su respuesta:

25/11  21:47

No.


Interlocutores 2, 3 y 4:

23/11  20:07

Un@ me reprocha que tache su adhesión al manifiesto de “frivolidad” (no lo hago, le respondo: yo creo simplemente que es un “error” y trato de explicarlo con este ejercicio); otr@ considera que mi email es una broma de mal gusto o una provocación y despacha mis consideraciones como paradigmáticas de la incapacidad de dialogar del nacionalismo español excluyente y me pide que no me vuelva a dirigir a él/ella (le respondo con la guasa que puedo, advirtiéndole que algunos trabajos suyos no son precisamente loas a la concordia); y otr@ –ya ven que es un reproche recurrente- me acusa no muy amistosamente de paternalista por considerar que “fue un gran error, quizá con la mejor intención” firmar aquel manifiesto. Tampoco le agrada mi crítica contra los derechos nacionales cuando digo que el manifiesto que firma sirve para “blanquear la sustancia supremacista, racista, reaccionaria y profundamente egoísta que el programa nacionalista/secesionista supone”. Defiende además la legitimidad del “derecho a disentir”. Tampoco quiere que me vuelva a dirigir a él/ella.

Mi respuesta a interlocutor 4 (valga para los 3):

23/11 20:15

“Querid@ XXXX:

Es lo que yo “considero”. Considero eso y trato de fundarlo. Igual que considero que el nacionalismo y el separatismo no buscan el derecho a disentir. Es obvio que buscan que “el otro”, el no nacionalista, deje de disentir en el seno de su comunidad, de su “nosotros”: quieren silenciarlo o quitárselo. Claro, lo que sostengo es que hay un problema de pluralismo socavado desde las instituciones. Y que todo lo que no sea denunciar esos ataques constantes de media Cataluña (la del Gobierno, la que lleva 30 años imponiendo su hegemonía) contra la otra media esquiva el quehacer intelectual. Es más, sostengo que prevalerse de esa situación de brutal asimetría (eso que llamáis “conflicto”) para pedir diálogo o negociación es puro chantaje.

Disculpe por lo demás. Es un mail pensado tanto para los bien informados como para los poco informados. Para los 235 que tuvieron el valor de firmar semejante texto.

Aquí le cuelgo otro para los iniciados: "Derecho a presionar" o el "conflicto" como extorsión

Saludos cordiales.

Mikel”

Contesta el interlocutor 4:

26/11 11:50

Tras pedirle permiso para publicar sus palabras (matizadas, completadas, con otra nueva intervención), me lo niega. Me pide que no me vuelva a dirigir a él/ella si soy un demócrata.

Mi réplica al interlocutor 4:

26/11  12/04

“Por supuesto, XXXX, que voy a respetar su voluntad. Por eso le pregunto. No obstante, permítame negarle la mayor: yo me he dirigido a usted con educación y con el mismo mail que a varios destinatarios les ha servido para cambiar su opinión. Yo sí creo poderme sentir ofendido por su réplica. Pero no se lo tengo en cuenta porque creo poder entender que usted haya visto en esto una provocación. No, es más simple: estoy firmemente convencido de que ese manifiesto es un grueso error y un ataque contra el núcleo de nuestras libertades. Y por eso he creído conveniente darles a los 235 (sin absolutamente ninguna discriminación) la oportunidad de firmar el del Foro (al cual yo no represento) porque creo que es un suelo común mucho mejor para encarar nuestras circunstancias políticas. Que son irremediablemente comunes. Igual que lo consideró Vergés con el suyo, imagino, cuando me lo envió. Y, si no le avisé la primera vez, es porque sólo buscaba su firma. Con el tiempo, y viendo el interés de algunas respuestas, he pensado que tenía gracia hacer pública la empresa. Por eso le pedía autorización y por eso le ofrecía renovar, matizar o culminar con alguna réplica (que pudiera ser la penúltima) sus respuestas. Ahora que está avisad@, puede hacerlo, por supuesto. Trato de ser todo lo correcto que puedo y la empresa para mí no es ligera, como comprenderá. Si no quiere dar sus razones para no firmar el segundo manifiesto, supongo que me limitaré a poner XXXX incidió en tales cosas (dos líneas) y mi respuesta. Siempre, en todo caso, absolutamente anónimo y sin reproducir ni de cerca sus palabras. Afortunadamente dispongo de otras autorizaciones interesantes que creo que ya justifican el esfuerzo. Y he logrado que algunos cambiaran de opinión o pensaran si se han equivocado. Lo daré siempre por  bueno”.

Un saludo,

Mikel”


Interlocutor 5. María Javiera. Investigadora y consultora freelance (Chile)

26/11 14:10

“Estimado Mikel,

Me parece que hay una confusión, porque yo no he firmado ningún manifiesto como el que usted describe. Yo firmé un documento en el que se hace un llamamiento al diálogo entre representantes del gobierno catalán y del español, con el objeto de reducir la tensión social y, principalmente, la escalada de violencia reciente. Por tanto, no me parece que el documento que haya firmado esté presionando a España para “obligarla” a negociar con “representantes independentistas”. Tampoco estoy apoyando a una “región que aspira mediante este tipo de chantajes a lograr cuotas de autonomía fiscal”. No apoyé a minorías nacionalistas ni al secesionismo así como tampoco peticiones concretas de ninguna índole.

Dado que, sin conocerme, usted me escribe diciendo que considera un error que yo haya firmado aquel documento, me interesaría mucho saber por qué le parece un error y por qué el documento que yo firmé “ayuda a blanquear la sustancia supremacista, racista, reaccionaria y egoísta del programa que menciona (adjunto el documento que firmé para que no haya lugar a dudas).

Respecto su opinión sobre España como una de las democracias más consolidadas del mundo, la verdad tengo mis reparos. Pero este tema no creo que sea relevante en esta ocasión.

Saludos,

Javiera Aguirre”

Mi respuesta:

27/11  14:57

“Querida María Javiera:

No sé si acepta o no darme su autorización para publicar (junto con otras conversaciones con otros cofirmantes suyos -he contactado a los más de 100 hispanohablantes -salvo 3 cuyos mails no he encontrado de ningún modo- y me han respondido una veintena) el pequeño intercambio que podamos tener por aquí acerca de las razones suyas y mías para preferir uno u otro manifiesto. Se lo agradecería, de tal modo que mis réplicas no quedaran colgando tras un muy breve resumen de sus palabras. Podría siempre revisar el resultado del texto antes de publicarlo y podrá siempre tener usted la última réplica, se lo prometo.

Voy a tratar de explicarle mis razones. Discúlpeme pero no sé si en su caso firma con un gran conocimiento sobre el tema (como la mayoría, sin duda, de los firmante de aquel primer manifiesto) o si conviene tratar de fusionar antes ciertos horizontes de sentido, por decirlo con los hermeneutas, a quienes presto poca consideración teórica generalmente. Sostengo que en su manifiesto no se pide dialogar en condiciones de imparcialidad sino en una situación de violencia que los independentistas han provocado. Primero con años de construcción nacional (no sé si conoce este documento, llamado Programa 2000, aquí traducido al inglés y con subrayados que facilitan la lectura) y la manipulación de los libros de texto y de todo el sistema educativo; luego mintiendo sobre el Estatut como factor de agravio, cuando lo que se hizo es declarar inconstitucionales puntos que, con suma deslealtad, quiso introducir en 2006 el Gobierno tripartito (socialista-nacionalista) de turno con la pretensión (supremacista y egoísta -no la de usted, la de ellos-) de lograr un reconocimiento imposible. En España sólo hay una nación política cuya soberanía reside en el conjunto de los españoles, aunque la compongan “nacionalidades” (como sí puede constitucionalmente bautizarse a la región catalana) y “regiones”: además, como le decía, somos el segundo país más descentralizado del mundo y, por tanto, cualquier tipo de autogobierno (o “autodeterminación interna”), que el Derecho internacional efectivamente contempla para integrar a regiones como Cataluña en la distribución territorial del poder de un Estado, ya está aquí más que consagrado. Lo que no tiene sentido es demandar unos privilegios fiscales (como lo del principio de ordinalidad que mencionaba en mi primer mail) que son incompatibles con una democrática distribución territorial del poder.

Le pongo algunos datos, en autocita, sobre el contexto de la reforma del Estatuto de autonomía de Cataluña:

[Reproduzco aquí el párrafo que señalo como “autocita” en la conversación con el interlocutor 1, con datos que contextualizan la opinión pública catalana en la época de confección del Estatut de 2006]

Es más cierto, para explicar el punto de partida de la escalada nacionalista, que desde 2013 la oligarquía política catalana, asediada por una vasta investigación de corrupción que acorraló al “padre de la patria” (“pal de paller”, el racista Jordi Pujol, gobernante hegemónico, él y su partido, de Cataluña durante prácticamente toda la democracia) y a sus 7-8 retoños, que, ellos sí, expoliaron Cataluña (caso 3%, caso Palau, ITV, etc.), y deslegitimada y acosada por el movimiento 15-M (al que en su día acusaron los gobernantes nacionalistas de dar un golpe de Estado), decidieron movilizar a una sociedad pasada durante décadas por un brutal rodillo de construcción nacional que dio lugar a declaraciones como ésta, de alguien que primero presidió una asociación [vastamente] subvencionada por el nacionalismo (ANC) y luego el Parlament: ¡alguien que dice que el primer partido de la oposición [en Cataluña] no era un partido catalán!).

La violencia reciente viene generada por una parte de los CDR y sabemos, por investigaciones policiales y por un sumario judicial en curso, que todos (como “Tsunami democratic”) actúan con unidad de acción, organizados por una aplicación encriptada, y sometidos a un paraguas político común (o aquí  o aquí), liderado por líderes como Puigdemont o Torra, y cuyo proyecto nació en Ginebra según la Policía. Ayer mismo los CDR se reunieron con ERC, a quienes acusan ahora de españolista por querer abstenerse en un Gobierno socialista. Si ha habido violencia organizada (y todos la hemos visto) es de ellos. Y no sólo en aquella semana. Yo mismo tuve bastante que ver en el informe que a quí se cita sobre la violencia en los CDR coordinados desde hace más de un año. [De hecho] el Gobierno catalán ya apeló a la vía eslovena.

Mire, en ese manifiesto no hay más que independentistas y alguna buena gente que desgraciadamente (a mi juicio) no considera peligroso negociar en estas condiciones, con violencia que sólo viene de un lado, con el tablero volcado y trucado. Omiten ustedes (quienes lo hayan redactado) que los no nacionalistas no son violentos y que la violencia en Cataluña, según un observatorio, sólo viene de los independentistas, que son quienes violan directamente la libertad de expresión y los derechos políticos (activos y pasivos) del resto. Omiten que la Policía (de los 600 heridos que mencionan, olvidan aclarar que 200 son policías y todos pudimos ver cómo los atacaban) sólo hacía su trabajo para preservar el orden público y la ley.

Por todo esto, porque no se menciona explícitamente que el diálogo debe siempre quedar enmarcado dentro de la ley y que debe producirse en condiciones previas de imparcialidad (que hace mucho que no existen, pues en realidad hace décadas que la Generalitat catalana incumple sentencias de nuestros altos tribunales sobre las horas de español que los estudiantes deben cursar en las escuelas públicas catalanas) y mucho menos de violencia (porque eso supone negociar bajo la extorsión: “yo dejo de decirle a los míos que tiren adoquines si tú me das lo que yo quiero”); porque sabemos que incluso las universidades (mira en el Programa 2000 que te colgaba al inicio cómo se ha infiltrado iliberalmente en ellas el nacionalismo) han cambiado irregularmente las planes de estudio para poner una evaluación única y que así los chavales puedan cortar infraestructuras críticas para obligar al Gobierno a negociar; porque en torno al 1 de octubre de 2017 hubo purgas en la policía autonómica, presiones y sanciones injustificables a profesores por impartir clases en castellano, presiones a jueces; adoctrinamiento en colegios, acoso a padres que piden ejercer el derecho de sus hijos a dar más horas de clase en español; porque hay rectores advertidos por no inscribir en su registro asociaciones como la de los chicos constitucionalistas de S’ha acabat; en fin, por una montaña ingente de datos que no podría darle en tan poco tiempo como disponemos y que probablemente usted no quiera que yo le siga contando. Pero son datos que muestran que la coacción (incomprensiblemente tolerada por los Gobiernos españoles durante décadas, se lo concedo) en Cataluña viene sólo de un lado y que está organizada institucionalmente, que es sumamente iliberal y reaccionaria, y que no ofrece condiciones sensatas para un diálogo democrático.

A esto se suman connotaciones de tráfico común en España (que no sé si usted tiene presentes), como la mención a un “conflicto”: lo tratamos de explicar en este otro manifiesto, publicado en El Mundo el sábado pasado, también en respuesta al suyo (más extensamente que el que le pido ahora que firme). Son los nacionalistas e independentistas quienes lo causan y son ellos quienes también prometen paz si nosotros acatamos. Lo hacía igual el mundo político que giraba en torno a ETA. Y esto lo captaron maravillosamente bien los de Charlie Hebdo en aquel negro octubre de 2017. Abajo le pongo su portada de entonces.

Por todo ello, le vuelvo a pedir, por favor, que firme también nuestro manifiesto. Puede comprobar que hay una nutridísima parte de la comunidad académica e intelectual, española y catalana, detrás. Sólo pide que jamás el diálogo y la negociación se produzcan fuera de la ley y en condiciones de falta de neutralidad institucional, como he intentado explicarle que está ocurriendo ahora. Y que cualquier deliberación no deje fuera -no rompa la igualdad política- los intereses del resto de los españoles.

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfSXVlns7erVovu5F0t9fJNQA7x-X95xUX_Jzb-mZt3tUneLQ/viewform

Reciba un fuerte abrazo,

Mikel Arteta”

María Javiera:

28/11  10:00

Estimado Mikel,

Me encantaría tener el enlace de su blog para conocer su publicación y así decidir si quiero participar de esa discusión, porque como comprenderá, una cosa es responder a su correo y otra distinta es que esa respuesta sea parte de una publicación.

Sigo sin comprender por qué afirma que en el manifiesto que firmé “no se pide dialogar en condiciones de imparcialidad sino en una situación de violencia que los independentistas han provocado”. Entiendo que usted tiene una posición muy clara, que fundamenta con los datos que me envía, algunos de los cuales comparto, otros no. Tampoco conocía toda la información que me envía. Pero sin ser majadera le insisto en que me explique qué le hace creer que del texto que firmé y que le adjunté en el correo anterior se entiende un apoyo a todo lo que usted menciona. Considerando que el texto no hace alusión a nada de eso…. ¿o es solo porque usted sabe que algunos de los firmantes apoyan la independencia? Le insisto que lo que apoyo es el diálogo entre el gobierno de Cataluña y el central de España para colaborar en que la violencia se detenga. No tiene por qué saberlo, pero soy chilena y en mi país la escalada de violencia y la falta de liderazgo han hecho que el conflicto social se esté transformado en algo que pone en peligro la democracia.

Volviendo a España, no sé si logro explicarme: entiendo su postura y la respeto, faltaría más, pero yo no veo que el manifiesto que firmé apoye postura alguna sino que es un llamado al diálogo. Y son las razones que a usted le hace pensar eso las que le pido, no sus razones para fundamentar su postura ante el conflicto.

Gracias y aprecio mucho el diálogo.

Saludos

Javiera Aguirre

Mi respuesta:

28/11  13:32

“Querida Javiera:

Muchísimas gracias por su amable respuesta. Creo que podría mostrarle la versión última del documento antes de subirlo al blog. No obstante, sólo le pido autorización para reproducir textualmente sus palabras. No quedaría recogido nada que usted no haya dicho, ni serán retorcidas ni editadas, más allá de lo que usted desee editarlas. Tiene mi promesa.

Creo, como he tratado de explicarle, que no se puede llamar diálogo democrático al que transcurriría en un terreno de juego donde la neutralidad de las instituciones catalanas brilla por su ausencia, pues están infiltradas, regadas con dinero público, y patrimonializadas irregularmente (aquí, aquí; aquí, aquí, aquí, aquí, o aquí, además de en otras innumerables ocasiones) por el nacionalismo catalán desde hace décadas. En un grado sumo desde 2012-13.

Respecto a su concreto manifiesto, pide al Gobierno español que dialogue con un Gobierno “sedicioso” que sigue sin reconocer la legalidad española y que amenaza con volver a las andadas. O sea, pide que un Gobierno nacional negocie de tú a tú con una de sus partes (sin que el resto de partes estén presentes: me refiero al resto de Comunidades Autónomas y de ciudadanos españoles en general), confiriéndole ya en la práctica el estatus de igual sujeto político. El manifiesto respalda a los nacionalistas que sostienen alegremente que ellos son una nación sin Estado después de haberse pasado años construyendo, a espaldas de la lealtad (y muchas veces también de la legalidad) constitucional, lo que bautizaban muy afinadamente como “estructuras de Estado“.  Y hacer eso (pedir diálogo), en estas condiciones, en aras de resolver “un conflicto” cuyo origen no es ninguna injusticia sino la insurrección unilateral que la Generalitat catalana emprendió en 2013 para huir del acoso político (de los catalanes defraudados por los recorte) y judicial (por la corrupción de CIU), además de por las razones que han avalado al nacionalismo durante todo el siglo XX (ya las he calificado y, por tanto, no hace falta que las repita), me parece que es pedir diálogo en condiciones de violencia que favorecen con mucho las inicuas reivindicaciones nacionalistas. Esa es la única respuesta que puedo darle. Y creo que es obvio que se deriva del manifiesto que usted firmó, precisamente porque se omiten las causas y manifestaciones de la violencia, pretendiéndola hacer pasar por bilateral cuando sólo proviene, como le he tratado de mostrar con datos, de una de las partes llamada a dialogar: la que ha sido condenada, la que no es soberana, y la que no se merece el premio de sacar ninguna tajada más.

Rechazo todo diálogo fuera de los parlamentos autonómico y nacional, y al margen de los cauces procedimentales previstos, porque aceptarlo sería hacer buena y útil la estrategia del nacionalismo desde el principio: generar tensión para forzar una negociación que, en condiciones normales, jamás se produciría. Y, aunque la han intentado esconder, es una estrategia que se ha hecho pública por múltiples medios. Mire estos extractos que hace la prensa del plan (t iene aquí enlace al artículo y al documento) que la Guardia Civil incautó en septiembre de 2017 en el domicilio del secretario general de Vicepresidencia, Economía y Hacienda de la Generalitat, Josep Maria Jové:

La estrategia, bautizada con el nombre de #EnfoCATs, vaticina que la declaración unilateral de independencia (DUI) que planea proclamar este martes el Gobierno de Carles Puigdemont “generará un conflicto que bien gestionado puede llevar a un Estado propio porque el Estado español no reconocerá el derecho a hacer un referéndum pero, si lo ve todo perdido, lo hará hacer para que lo perdamos”.

Se desprende que el Ejecutivo catalán tenía preparados todos los pasos de las últimas semanas y que la oferta de mediación y diálogo solo es un señuelo para la proclamación de un Estado propio. Entre las vías para conseguirlo, está la exhibición de “determinación política (….) generando como último recurso un conflicto democrático de amplio apoyo ciudadano, orientado a generar inestabilidad política y económica, que fuerce al Estado a aceptar la negociación de la separación o un referéndum forzado”. “Es decir”, advierte en su informe la Guardia Civil, que el Govern “contempla la vía unilateral una vez agotadas todas las demás y en el momento en que haya un amplio consenso ciudadano y complicidad internacional”. “Si no se pudiese convocar el referéndum, se procedería a una DUI obligando al Estado a aceptar la declaración”, sostiene el documento analizado por los investigadores.

Me dice usted: “Le insisto que lo que apoyo es el diálogo entre el gobierno de Cataluña y el central de España para colaborar en que la violencia se detenga”. Bien, eso es justo lo que no quiero. Eso es lo que pedía ETA: cada vez que asesinaba explicaba en un comunicado a todos los españoles que la oportunidad de acabar con el “sufrimiento” (que ellos dijeron “socializar” a partir de los 90: esto es, matando no sólo a policías sino a políticos, profesores y periodistas que les criticaran… además de a  turistas, para perjudicar a la economía española) la tenía el Gobierno de España concediendo al País Vasco la independencia; luego parecían contentarse con que soltaran a los presos (que ellos también llamaban sin escrúpulos “presos políticos”); y finalmente querían una mesa de partidos para negociar, por ejemplo, el estatuto político de Navarra, además de la liberación de los presos, etc. El Gobierno socialista se lo concedió (incluida, como ve, la no persecución y detención de esos asesinos) para nuestra vergüenza, pero resulta que incluso así hicieron estallar una bomba en la T4 del aeropuerto de Barajas, matando a dos personas. Le aclaro, aunque ya lo sabrá, que ETA no son las FARC, ni España es Colombia: no fueron una guerrilla con control del territorio ni legitimación social; fueron un grupo terrorista que quería imponer un proyecto etnicista y totalitario.

Considero que no se pueden premiar los actos recurrentes de deslealtad, insurrección o, por usar los términos (a mi juicio insuficientes) del Tribunal Supremo, “sedición”, sin esperar que la estrategia de extorsión (premiada) continúe y se expanda. Es el abc de la teoría de juegos. ¿Cuál es el resultado de premiarlos (como han hecho los gobiernos españoles durante décadas para apoyarse en el Parlamento en los nacionalistas y para no soliviantarlos)? Mire la noticia de hoy mismo:

El futuro Estatuto vasco que promueven ahora de la mano PNV y Elkarrekin Podemos -la coalición de Podemos, Equo y la Izquierda Unida vasca– pretende vaciar de competencias al Estado en el País Vasco, imponer una relación de “bilateralidad” entre esta comunidad autónoma y el resto de España, y abre la puerta al derecho de autodeterminación a través de una Disposición Adicional en la que se reconoce el “derecho a decidir pactado con el Estado”.

Le diré que siento mucho lo que ocurre en Chile. Y le confieso que me falta mucho conocimiento para poder opinar sobre ello y condicionar la opinión pública hacia un lado que pudiera ser el equivocado. Por eso me estoy tomando la molestia de argumentar con todos los firmantes del primer manifiesto (el que considero un gran error), para tratar de persuadirles de que rechacen el que firmaron y firmen el nuestro, mucho más certero en la información, más concreto en los términos y más justo en el suelo sobre el que aspira a que se produzca cualquier diálogo. O, al menos, me conformaría con que firmara usted también el nuestro. Mucho antes de pedir negociación (algo en lo que los políticos seguro que trabajan constantemente) un intelectual debe deslegitimar las sinrazones.

Reciba un cordial saludo,

Mikel

PD (nuevo mail a las 12:45): “Sin ir más lejos. Ahora mismo. Y así todos los días una cosa u otra: “Torra pide al independentismo más tensión y sacrificios: ‘Morir como un mártir es inherente a los movimientos ganadores. No se quiere que pase, pero es inevitable una vez que aumentas la tensión’, señala el autor retuiteado en la entrevista.”

María Javiera.

29/11 9:40

“Buen día Mikel,

Le agradezco el tiempo que se ha tomado en responder a mis preguntas. Sigo en desacuerdo con usted respecto a lo que el manifiesto que firmé implica. Que dicho documento sea apoyado por personas que apoyan al independentismo no significa que el documento lo haga, sobre todo porque el documento no se refiere a ello. El diálogo que se solicita es precisamente para acabar con la escalada de violencia que, en mi opinión, no es exclusiva responsabilidad de los independentistas.

Por otra parte, comparar a ETA con el gobierno catalán me parece, por lo menos, desproporcionado.

Respecto a sus peticiones, no autorizo que nuestra conversación se publique en su blog, principalmente porque no he leído su blog por tanto desconozco su contenido. No me retractaré del documento que firmé porque, habiendo leído detenidamente sus razones para intentar persuadirme de hacerlo, sigo pensando que no hay motivos para hacerlo. Y, por último, volveré a leer su manifiesto y evaluaré la posibilidad de firmarlo, siempre y cuando considere que hacerlo pueda contribuir en algo.

Saludos,

Javiera”

Mikel:

29/11   10:33

“Querida Javiera:

Gracias de nuevo por responder. Siento no haberla convencido. Si al menos lee nuestro manifiesto y también le da su apoyo porque entiende que tampoco se pide nada que no deba regir cualquier diálogo democrático, me daré por muy satisfecho. Ya será un punto de encuentro.

Déjeme al menos aclarar que mis razones -que he intentado exponerle- van mucho más allá de los firmantes de su Manifiesto. Eso sólo es un indicio, para el lector que los conozca, de lo que se puede encontrar. Como lo es el medio que lo publica. Y desde luego el texto no defrauda las expectativas. Pero no es baladí el mundo de lo simbólico y de las connotaciones, de los sobreentendidos y complicidades con el lector, de las interpretaciones y hermenéuticas en las que se embarca [ese mismo] lector, en fin, que importa mucho el subtexto. Y he tratado, con tanto dato, ponerla en situación. Respecto a la proveniencia de la violencia (unilateral), he tratado de darle ingente material para que no sea necesario opinar de quién es la responsabilidad. Es algo evidente y difícilmente refutable. La sentencia del Supremo [también] es buen material para ello.

Respecto a la comparación con ETA, yo no me he referido al grado de violencia (que en Cataluña también la hay, aunque hasta ahora sólo se ha cobrado una muerte; y aunque se han detenido ya algunos individuos preparando bombas, a quienes se acusará de terrorismo), me refiero al método extorsivo de relacionarse con el Estado y a sus fines (la independencia, la segregación de una región rica del resto de la comunidad política para [soltar lastre], anular el pluralismo en el nuevo Estado – le recuerdo que el 55% de los catalanes tienen el español como lengua materna– y para entronizar el ideal organicista del nacionalismo). Difícilmente una comparación respeta la identidad en sus términos. Equiparo relaciones. Como la del niño que no deja de llorar hasta que su madre lo atienda. Una extorsión, una tiranía. Le he mostrado cómo el Presidente autonómico, el señor Torra, ayer mismo llamaba a aumentar la polarización; le he mostrado cómo maneja a los violentos. ¡Ha amenazado incluso con la vía eslovena! La estrategia es clara: dejaremos de tirarles adoquinazos y de cortar infraestructuras críticas cuando ustedes nos den lo que queremos. Esto es blanco y en botella. Y en estos términos es obvio que no existe posibilidad de diálogo democrático.

Respecto a mi blog, le paso un enlace con algunas entradas. Está inserto en la revista digital FronteraD, junto con otros muchos blogs. Le adjunto también lo que sería el comienzo de esta entrada que preparo. Como verá trato de ser absolutamente honesto y riguroso. Por eso le pediría colaboración, por favor. A continuación del texto que le adjunto irían directamente las conversaciones con ustedes: yo le pasaría el Word con la nuestra y usted podría editarlo y tener la última réplica. Son casi 60 páginas de Word, recogiendo todas las conversaciones. Si no me dais permiso os anonimizo. Lo he hecho de dos formas, en función de la voluntad de cada uno: o bien quitando el nombre y toda posible referencia pero respetando literalmente vuestras palabras, como en el caso del interlocutor 10; o bien reproduciendo yo el sentido de vuestra intervención si no me dais el permiso (que son casos raros, de gente que no ha intentado entrar a dialogar como usted por las razones que sean).

Un saludo,

Mikel”

(Tras otra consulta sobre el objetivo de mi trabajo, le explico que quiero plasmar mi intento de “persuadir a firmantes del primer manifiesto de que aquél era un error y de que hay razones profundas para rechazarlo y para decantarse por el del Foro de Profesores. Eso ha dado lugar a acumular razones distintas (y en planos distintos, y con interlocutores muy distintos -porque el diálogo es vivo y porque cada cual expone razones que me exigen centrarme en lógicas distintas-) contra una extendida (y a mi juicio perversa) petición de diálogo. El lector podrá ver las razones a favor del diálogo que me han querido dar los firmantes de aquel manifiesto o los reproches que se me han hecho; y podrá ver mis razones”. Finalmente me da la autorización).


Interlocutor 6:

25/11  15:32

Dice que no firma el manifiesto promovido por el Foro de Profesores en gran medida porque está planteado como contramanifiesto. Cree que entre ambos manifiestos podría haberse buscado cierto solapamiento donde cupieran firmantes de uno y otro manifiesto, los cuales, por tanto, podrían llegar a haberse considerado como compatibles o complementarios. Considera que este tipo de iniciativas no tienen ninguna influencia sobre los políticos y que, por tanto, no tiene sentido tomarse tantas molestias como las que me tomo.

Mi respuesta:

16:20

Querid@ XXXX:

[Te envío este mail porque no quiero dejar a nadie sin la posibilidad de rectificar] lo que (como decía en el mail que no compartes -supongo que no tendrás tiempo de darme unas pinceladas de tu desacuerdo-), me parece un grave error; y de adherirse al nuestro para enmendarlo, claro.

Digo lo de rectificar el error -que tanto ha escamado a alguno- porque, a diferencia de lo que educadamente sostienes en tu respuesta -te lo agradezco y eso facilita mucho modular el tono de mi respuesta-, yo creo que va un mundo entre el vuestro y el nuestro. Por decirlo a lo bruto: lo que va de la barbarie a la civilización, es decir, a la sujeción a los procedimientos democráticos. Algo hemos avanzado -y me alegro- porque hablas de respetar el marco constitucional, al menos de partida. Bien, yo creo sinceramente que no lo respetáis cuando afirmáis que “la aplicación de la ley ante el delito (probablemente el más grave que puede sufrir un Estado; o el segundo más grave, dada esa búsqueda -tan tramposa a veces- de unanimidad en el tribunal) agrava situaciones”, [pues deslegitimáis así] la actuación del judicial español. Creo que no respetáis el marco constitucional cuando deliberadamente omitís que hay 200 policías entre los 600 heridos, dando lugar a que un intérprete neófito deduzca que aquí hay arbitrariedad y brutalidad policial; tampoco creo [que] os importe el marco legal cuando decís que hay un conflicto (y para colmo de guasa lo entrecomilláis), sabiendo lo que significa el conflicto: yo, que no soy nadie, me he referido en muchas ocasiones, como aquí o aquí, en el punto IV [a eso del “conflicto”]. No los leas, por favor. Sólo es la prueba de lo obvio que resulta lo que queréis decir cuando habláis de conflicto.

Sigo. Decís que “se ha visto alterado considerablemente el funcionamiento normal de la sociedad civil, con especial incidencia en la comunidad educativa”. Supongo que estarás de acuerdo conmigo en que son los independentistas quienes han torpedeado la vida escolar (míralo, no tiene desperdicio). Y no me digas que este texto no es una joya que habrá que guardar para explicar lo que está pasando en Cataluña. Los claustros de todas las universidades catalanas (creo que se salvó una) cambiando irregularmente el procedimiento para liberar de la evaluación continua a sus niños de la gasolina. Es maravilloso, no me digas que no.

Sigo. “El gobierno autonómico catalán ha solicitado reiteradamente establecer una negociación con el gobierno español a fin de abordar el «conflicto»”. Aquí ya es cuando no puede no hervirle la sangre al lector demócrata. O sea, que tras la sentencia donde se declara que el Procés es un proceso continuado de insurrección desde las instituciones, la consecuencia a extraer es que el Gobierno debe sentarse a negociar con los insurrectos. ¿Como premio? En fin, te dejo aquí el manifiesto que salió el sábado y que supongo que habrás leído porque se detiene por extenso en responder a esto.

Continuo. “Pedimos que: 1º) Todos los actores implicados en el conflicto, de un lado y del otro, hagan un esfuerzo para desescalar la tensión social. Deploramos profundamente las acciones violentas que se han visto estos últimos días en Cataluña. Es preciso detener cuanto antes la espiral de violencia”. ¿Sabéis de dónde viene esa violencia, verdad? Quiero decir: supongo que habéis leído la prensa, lo del “Tsunami” coordinado por Torra, Puigdemont, gente de CUP, etc. (aquella reunión en Suiza); lo de la aplicación encriptada para organizarlos bajo un paraguas común; lo de los detenidos que fabricaban bombas y son acusados de terrorismo; lo del “apreteu”; lo de los antisistema de toda Europa; y, en fin, lo de las imágenes de toda aquella semana que todavía coleó luego. Y supongo que también sabéis que el 92% de la violencia política la sufren los no nacionalistas. Y supongo que sabéis que, curiosamente, son principalmente los votantes del PP, Cs y PSC los que creen que en Cataluña hay un problema de convivencia, cosa que no ocurre con el resto de votantes, convencidos, entiendo, de que viven en un “sol poble”. Pregúntate qué hacen las instituciones para haber llegado a ese punto. La imagen de la Forcadell, antes de ser Presidenta del Parlament, afirmando que el PP y Cs no son partidos catalanes sino partidos españoles en Cataluña da pistas. Las denuncias de RSF, etc. Un no acabar.

Con permiso de tu bendita paciencia, sigo. “Se abandone la estrategia de judicializar un conflicto de clara naturaleza política”. La misma naturaleza política que el golpe de Tejero. O que ETA. O que un VOX que (un poner) llegara al Gobierno e intentara ejecutar eso de expulsar sumariamente a Echenique por (hispano-)argentino. Yo lo que esperaría de vosotros no es que pidáis votar, ni negociar, fiando la solución a la correlación de fuerzas. Esperaría que legitimarais el pluralismo, la convivencia, el Estado de Derecho, la igualdad política, la lengua común como lengua política, el derecho a escolarizarse en la lengua materna, la neutralidad del espacio público, la imparcialidad de los medios de comunicación, la lealtad constitucional del Gobierno catalán, el rigor científico de los libros de texto, la transferencia de rentas hacia otras regiones si resulta que en Cataluña hay más recaudación fiscal (al haber mayores ingresos, etc.). Y que deslegitimarais de plano el organicismo y la metafísica putrefacta del nacionalismo en defensa del hombre y del ciudadano. O sea, lo normal, lo que en una democracia  todos deberíamos defender porque de ello depende la libertad de todos.

Me queda menos. Llego a la extorsión. “3. Los gobiernos catalán y español acuerden una ronda de negociaciones a fin de estudiar y pactar medidas que ayuden a encarrilar una salida política al problema. Estas negociaciones deberían llevarse a cabo con buena fe y deberían buscar una solución razonable que pueda satisfacer mínimamente los intereses de cada una de las partes”. Pedís que el Gobierno claudique (o sea, como le dije a Joan Vergés [en mi respuesta a su solicitud de adhesión al manifiesto]: queréis que cedamos, para que cesen los adoquinazos que los indepes han decidido lanzarnos por su cuenta y riesgo, lo que no cedimos tras 858 muertos de ETA; yo os diría que la lleváis clara) y ceda ante los intereses de la oligarquía catalana, parapetada en la calle por los hijos de la construcción nacional iliberal (a la que jamás aludiréis y jamás denunciaréis), ignorando que cualquier extremeño es tan ciudadano español como un catalán. Y tiene tanto derecho de circular y de trabajar en Barna como un catalán.

Y luego de eso me pedía la firma, al parecer. En fin, volviendo a tu mail: ¿en qué puntos creéis razonable modificar el marco constitucional a la llegada de todo este proceso? Porque yo no colijo que lo estéis respetando de salida (por todo lo expuesto, ojo, no es que te llame mentiroso) y, desde luego, sospecho que lo que queréis (o aceptáis resignadamente, porque sé que ese [Manifiesto] lo firman desde indepes convencidos, como imagino que lo es XXX, hasta pragmáticos entregados) es quebrar la igualdad política a la llegada. ¿Alguna confederación, quizás?

Voy acabando. Mira, esto es del mail de Joan Vergés para solicitar mi adhesión (agradecería horrores, por cierto, saber quién le ha dado ese mailing tan brutal): “Nuestra intención es ayudar a crear un cierto ambiente propicio a la negociación. Por eso, en los últimos días hemos estamos ‘recogiendo firmas’ y tenemos ya algunos nombres notables en la lista (Chomsky, Vattimo, Macedo, De Sousa Santos, Mansbridge, Camps, Pettit, Zizek, Taylor, etc.)”. Te pregunto, querid@ xxxx, ¿crees que había opciones, con esa lista de firmantes que ya teníais, de que yo pudiera tocar una coma de vuestro texto para adaptarlo a algo que pudiera firmar alguien que no fuera un indepe convencido o un colaborador necesario de la independencia o del chantaje para sacar algún tipo de tajada que quebrara la igualdad política entre españoles?

No entiendo, de verdad te lo digo, cómo puedes llegar a creer que ambos manifiestos son complementarios o compatibles. Pero -como no oso tratar de entenderlo todo- sí te pido que hagas el esfuerzo, pese a tus reticencias, de firmar el nuestro. Creo que, si a ti no te parece incompatible, sería la mejor forma de cerrar una herida y de volver a transitar una senda común. Porque, de corazón, el vuestro yo no lo firmaría ni en la mayor de mis borracheras. Y te confieso que yo, por pragmatismo, me he adherido a nuestro manifiesto del diálogo. Pero no lo antepongo ni creo demasiado en el diálogo. ¿Tú crees que el Gobierno catalán, ese que va a los tribunales a pavonearse y que no acata nada, quiere dialogar? ¿O los de los adoquines? Creo más, si acaso, en esto que estamos haciendo tú y yo ahora. Pero no creo que de los políticos quepa esperar diálogo; creo tan sólo, como bien dice Vergés, que de ellos cabe esperar negociación. Y el resultado dependerá de la opinión pública, de la relación de las fuerzas que cada uno, sondeos en mano, crea acumular. Y sobre esa opinión pública queríais influir. Y nosotros también. Yo también.

[…] Creo firmemente (a estas alturas puedo decir ya que sé) que hay algunos [firmantes de vuestro manifiesto] que prefieren retractarse o que, al menos, dudan y creen que han podido haberse equivocado. Y, por favor, no te lo tomes como una ofensa. Creo, de verdad, que si queréis diálogo es más fructífero buscaros que emitir solamente manifiestos paralelos. […]

Un abrazo, Mikel

Continuación de la conversación con el interlocutor 6:

Hay otras réplicas que tampoco tengo permiso para reproducir, pese a ser correctas. Básicamente, parece que mi interlocutor se ha ofendido cuando he dicho que la diferencia entre su manifiesto y el nuestro es lo que va de la civilización a la barbarie. Se lo toma como un insulto, no le merece la pena seguir discutiendo y el proceso deliberativo queda roto antes de empezar, a pesar de mi intento de restablecerlo. No reconozco haberl@ insultado, por supuesto. “He tratado –le digo- de argumentar, por activa y por pasiva, contra todos los puntos de vuestro manifiesto, los explícitos y los implícitos. Eso sí lo he hecho. Y lo habré hecho más o menos duramente. Creo que estáis en planteamientos decisionistas y ya sabes lo que significa eso (…). Yo me he echado a la espalda una tarea que lleva un tiempo importante, como imaginas. Y no rehúyo un solo argumento. Creo que tengo razones suficientes. Y, si no las tuviera, necesito que alguien me saque de mi error porque sólo veo un ataque frontal a un sistema de libertades, en una época negra, por parte del nacionalismo de toda la vida. Y todos tenemos un límite. Y el mío, después de años (por joven que sea), y con mi temperamento, ya se ha rebasado. Necesito confrontar. Confrontar, de verdad.


Interlocutor 7:

23/11 13:29

Me deja claro que no es supremacista ni racista, que no es leg@ en Derecho y que mis juicios se desprenden de una lectura prejuiciosa del manifiesto que ha firmado. Yo no respondo. Cronológicamente es de las primeras respuestas y todavía no tenía afán de reconducir y de ser exhaustivo ni riguroso en el procedimiento.


Interlocutor 8: Andreu Mas-Colell.

Político y economista español experto en microeconomía. Es fundador de la Barcelona Graduate School of Economics (Barcelona GSE) y profesor del Departamento de Economía de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Fue responsable de Economía en el Gobierno de la comunidad autónoma de Cataluña.

23/11   15:01

“Estimado señor, tengo por costumbre saber lo que firmo.

Un cordial saludo

Andreu Mas-Colell”

De nuevo, es de las primeras respuestas y no se me ocurrió preguntarle si también lo sabía cuando lo de sus cuentas y sus cuentos. Para cuando lo pensé preferí no hacerlo para no dificultar que me diera su autorización. No es un gran testimonio pero es Mas-Colell.


Interlocutor 9: Juan Antonio Fernández Manzano

(Departamento de Filosofía y Sociedad de la Universidad complutense de Madrid)

23/11 04:07

Tras un primer correo donde defiende que los criterios de la sociedad catalana son tan respetables como los de nuestro inmovilismo (que es un síntoma de la “mejorable salud de la democracia española”), me ofrece una réplica más detallada cuando le explico que me gustaría poder reproducir las respuestas/conversaciones a mi petición:

25/11/2019. 20:53

“Estimado Mikel:

Le reescribo lo que me sugirió leer su correo:

Considero que es una simplificación resumir el problema en Cataluña en un chantaje proveniente de élites gobernantes en pos de “mayores cotas de autonomía fiscal”.

Tampoco me parece objetivo reducir la situación al binomio de reivindicaciones populares, manipuladas por sus élites, en las que se “antepone el fervor de lo político”, por un lado, frente a un Estado sereno, plenamente democrático con un “aburrido procedimiento jurídico-democrático”, por otro.

Creo necesario también distinguir entre independentismo y nacionalismo, pues no son lo mismo.

Pienso que una democracia consolidada ha de tomarse en serio las reivindicaciones de sectores amplios de la población y darles un tratamiento dialogado y honesto. No me parece adecuado invalidar al adversario político tachándolo de “supremacista, racista, reaccionario y profundamente egoísta” e identificar las reivindicaciones populares con un ataque al “núcleo de nuestras libertades”. Este es un modo improcedente de invalidar de golpe todas las reivindicaciones que se han venido manifestando desde hace tiempo pacífica y multitudinariamente. Concedamos a la sociedad catalana que demanda respuestas políticas el beneficio de la duda de tener sus criterios políticos respetables.

Apelar únicamente a la ley y al aparato coercitivo del Estado para acallar toda reivindicación de reformas de la ley no hace sino evidenciar la mejorable salud de la democracia española. Cuando las leyes carecen de un amplio respaldo popular, es tiempo de repensarlas. Las demandas de una república catalana bien podrían contrapesarse con la revisión de la propia forma del Estado español, en cuya cabeza está una monarquía que a mi juicio es parte del problema”.

Mi réplica:

25/11 21:48

“Muchísimas gracias, Juan Antonio:

Entiendo pues que le disgustó más mi e-mail que el Manifiesto [en sí]. Quizás entonces podría pedirle que lo reconsiderara como un texto independiente (en honor a su autora, a sus muchos firmantes y a su promotor, el Foro; y dejándome a mí [y al correo donde le solicito adhesión al Manifiesto] aparte, para [hacer], si acaso, reflexiones paralelas).

Efectivamente, el texto no me permite ahondar en tesis más hondas, como las de Hobsbawm o Gellner, para tratar de defender que son las élites nacionalistas las que crean la nación y no a la inversa. En realidad, valdría un simple etnosimbolista como Smith [Anthony D. Smith] para sostenerlo, aunque las conclusiones (o más bien las premisas, que determinan su razonamiento posterior) de este autor sean distintas.

Creo que el independentismo no hubiera surgido nunca sin nacionalismo, sin un proceso continuado de construcción nacional durante 30 años, para ser más concreto. Me suele gustar referirme al Programa 2000, por lo revelador que resulta (más allá de que la eficacia jurídica de ese escrito, etc.). Y considero que cuando ya tenían a una buena parte de la sociedad catalana fácilmente dispuesta a soltar amarras con España (y con su lengua y con sus símbolos, etc.) fue fácil aprovechar la ocasión (burlar el 15-M -los consellers tuvieron que entrar escoltados y en helicóptero al Parlamento-, sacando, por segunda vez en los 30 años de hegemonía casi ininterrumpida de CIU, al pueblo para frenar un “ataque a Cataluña”: una estrategia que permitió desviar la mirada de Pujol y de sus hijos). Por supuesto esto no implica negar la profunda convicción nacionalista de miles, y cientos de miles, de catalanes. Implica poner la lupa en el proceso y en los intereses que hay detrás. Y considero que esto resulta muy útil si de verdad nos estamos planteando alcanzar soluciones. Porque conviene explicar cómo hemos llegado hasta aquí y revertir algunos de los factores causales, que siguen hoy carburando a toda máquina desde los mandos del Gobierno autonómico.

Dicho esto, considero (y muchas de las discusiones que estoy teniendo estos días me lo reafirman -confieso que emprendo el ejercicio para desenmascarar, ser desenmascarado o, en el mejor de los casos, entendernos, que sería lo ideal-) que la almendra última de las reivindicaciones nacionalistas es llanamente el supremacismo. Créame que no he encontrado razones detrás: sólo el pragmatismo ante el problema que suponen 2 millones de votos a partidos independentistas (vale, le concedo que hay un problema de legitimación del poder político en Cataluña; pero concédame, por favor, que yo quiera luchar por influir en la opinión pública antes de que los políticos emprendan la solución que sea a la vista de eso); y, más allá de esto primero (que, obviamente, no proviene de los independentistas), sólo veo gente que sostiene una “voluntad de ser” (esto asusta, sobre todo cuando lo oigo de académicos -en mis intercambios aún no lo he oído-), o sea, una voluntad de salirse con la suya al peso. Decisionismo frente al procedimiento. Y resignación frente a la obvia necesidad de re-legitimación de la ley (española) en Cataluña. Y así pasan los años.

Respecto al último párrafo, lo entronco con lo anterior. No sólo quiero ley: yo también considero que no hay democracia sin Estado de Derecho ni Estado de Derecho sin democracia. En otras palabras, el Estado de Derecho que preserva todas las libertades individuales (para que ejerzamos los derechos políticos o para que simplemente nos dediquemos a nuestras cosas sin que nos molesten: para que seamos ciudadanos o individuos, lo que queramos) debe ser relegitimado en Cataluña. ¡Pero es que el nacionalismo intenta precisamente deslegitimar ese Estado (de Derecho o Estado a secas) en Cataluña! Borrando a España del imaginario de generaciones y generaciones. Mientras ellos aplican brutales recetas (iliberales absolutamente, como la desobediencia sistemática de sentencias que declaran ilegal la inmersión), la conciencia social española manda escandalizarse y defenestrar al Ministro que habló de españolizar a los catalanes (refiriéndose precisamente a ir recuperando, frente al avance nacionalista por todos los poros institucionales y sociales, la presencia en Cataluña del Estado, con todo lo que ello conlleva).

Lo que les pediría a los firmantes del primer manifiesto es que en lugar de instar a los políticos a que arreglen esto a espaldas de la casa común (y del poder democrático común), deslegitimen, deslegitimemos todos, las inicuas reivindicaciones nacionalistas. Se trata de poner el foco allí donde proviene el problema. No creo que la Monarquía, sin papel democrático alguno, sea el problema. Créame que sería el primero en defender que España fuera una república y que a una comunidad autónoma se le llamara “estado federado” (si bien, ya somos una Federación: ahí sigo a Roberto Blanco Valdés, por ejemplo), si creyese que de verdad eso fuera a servir de algo y siempre que no se genere un federalismo fiscal que descompense los derechos sociales entre españoles. Pero, honestamente, creo que los actuales ataques a la Monarquía no son más que una coartada. Y creo que si se abre el melón territorial no va a ser para bien. En cualquier caso, por si se abriera, sí me gustaría que las voces que hoy se escuchen sean voces que reclaman igualdad frente a agravios infundados y reivindicaciones asimétricas. Ni de Teruel ni de Cataluña. Me gustaría que se escuchen esas voces y no voces que piden negociar bilateralmente en condiciones de carencia absoluta de neutralidad política en prácticamente todas las instituciones que en Cataluña deberían [componer] el proceso democrático. Creo que hoy es hora de fundar razones contra el nacionalismo.

Dicho lo cual, le pido que, al margen de esta conversación (que le animo a cerrar a usted, si lo quiere), reconsidere la firma exclusivamente a las palabras del Manifiesto.

Gracias por su cordialidad,

Un saludo. Mikel”

Su respuesta ante mi solicitud de publicar esta conversación si no quería corregir o añadir algo más:

26/11  22:53

“Querido Mikel

Puede publicarlo, no tengo objeciones.

Leeré con atención los argumentos que allí se presenten.

Desde la discrepancia y el respeto, le envío un cordial saludo”,


Interlocutor 10

(Me permite publicar sus palabras íntegras pero anonimizadas)

23/11 17:09

“Querido Mikel,

Muchas gracias por trasladarme sus consideraciones respecto al manifiesto que firmé y la situación política española. Sin embargo, sigo absolutamente convencid@ de que no cometí ningún error al firmar el manifiesto que usted menciona. Me reafirmo en mi apoyo y, por supuesto, en la negativa a firmar el que usted y otros colegas han promovido.

Podría entretenerme en la crítica a la mayoría de cosas que usted apunta (lo de la secesión de los ricos, la supuesta xenofobia del catalanismo, etc.), como también al hecho que no hayan tenido ni el detalle de traducir el manifiesto al catalán, lengua de muchos ciudadanos a los que, entiendo, ustedes querrían convencer de sus ideas. Sin olvidar, tampoco, el paternalismo implícito de estos emails que usted está enviando, deduzco, a todas las persones que firmamos el manifiesto en favor del diálogo. Pero no lo haré. Solo reafirmo mi apuesta por el diálogo entre las dos partes en conflicto y que se encuentre una salida política a la situación que se vive en Cataluña.

Saludos cordiales”.

Mi respuesta:

17:31

“Es Cataluña, dividida en dos, la que sufre un conflicto, ¿no cree? ¿O cree que ese Gobierno que pone lazos e ignora la ley es el Gobierno de todos? Lo del paternalismo no lo entiendo, bien. Le traslado mi opinión razonada, no la suya, obviamente. Y, disculpe, traduciremos el manifiesto para que los catalanes de lengua materna catalana (el 35%, frente al 55% de castellano-parlantes que la insurrecta Generalitat ignora) consigan entenderlo. Sí, ya sé que es simbólico. Tanto como revelador es que usted crea necesario el uso del catalán para dirigirnos -no somos administración- a los catalanes y al resto de españoles.

Saludos cordiales.

Mikel”

Vuelve el Interlocutor 10:

17: 47

Sin duda existe un conflicto en Cataluña. Como en cualquier sociedad democrática, las personas tomamos posiciones y debatimos sobre ellas. Pero vaya, eso sucede en cualquier sociedad democrática. De ahí uno no puede deducir un conflicto de convivencia agudo. Yo (…) tengo familiares y amigos con visiones distintas, [y] nunca lo hemos dejado de ser por este motivo. No hay problema de convivencia. Hay un problema político con este tema, igual que los hay con otros, y hay que resolverlo política y democráticamente.

Dicho esto: no le he remarcado el tema de la lengua porque los catalanes no tengan la capacidad de entender el castellano, sino por lo que puede venir implícito al no incluirlo. Estoy segur@ que la mayoría de académicos españoles y/o italianos pueden leer en perfecto inglés y, sin embargo, ustedes han incluido esas lenguas. No incluir el catalán es, a mi parecer, una declaración de intenciones: que quizás no quieran apelar a esas personas que tienen una identificación más fuerte con el catalán (sea cual sea su motivo; eso no es relevante ahora).

Finalmente, su email me ha parecido paternalista porque presupone que yo he cometido un error al firmar el manifiesto por el diálogo. Entiendo que usted tiene buenas razones, y creo que tiene todo el derecho a exponérmelas y a intentarme convencer. Pero los calificativos de ‘error’ o similares quizás sería mejor no usarlos cuando apelamos a los buenos motivos de los demás. Quizás me equivoco, pero esa fue mi impresión.

Saludos cordiales”.

Mi nueva respuesta:

18:05:

Se equivoca porque es un mail tipo, destinado a quienes conozcan el tema y a quienes no. Desde un profesor en Colombia hasta Mas-Colell. Aunque tengo para mí (lógicamente) que algún fundamento de la democracia se les escapa a quienes firman tal texto.

Si esto lo cogieran medios italianos saldría en italiano y lo leerían italianos no académicos que no tienen por qué leer inglés. No es comparable en ese sentido. Pero creo comprender sus cuitas, no se apure.

Por último, me pregunto si no será usted nacionalista (entonces ya entendería lo de dialogar al margen de la ley) ya que no sufre el estigma social que surge al pronunciarse pública/políticamente en Cataluña cuando es para oponerse a la construcción nacional. Me sorprende que no vea usted que se ha roto la convivencia.

Le dejo otro texto, por si lo considerara interesante:

https://www.elmundo.es/opinion/2019/11/23/5dd9076d21efa0eb5b8b45ac.html

Saludos cordiales

Mikel


Interlocutor 11: Jordi Guiu Paya.

Sociología, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

23/11 20:44

“Ni me desmarco, ni me arrepiento del manifiesto que firmé.

Saludos”

Mi respuesta, tras pedirle autorización para publicar sus palabras y que me la concediera el 27/11 a las 9:05:

27/11  9:11

Querido Jordi:

Obviamente, hubiera preferido saber las razones por las que no firmas nuestro manifiesto (o, secundariamente, por las que no estás de acuerdo con mis razones. Me serían más útiles esas palabras como rastro de un intento de diálogo o entendimiento. Si quisieras, estoy encantado, por supuesto, de intercambiar un par de réplicas.

Gracias en todo caso.

Un saludo.


Interlocutor 12:

23/11 21:57

No puedo revelar nuestra conversación. Diré simplemente que agradece con cierto sarcasmo todas nuestras iniciativas, como intercambio de pareceres, y también porque así el manifiesto de los 235 no ha pasado desapercibido.

Mi réplica:

23/11   22:14

Para servirte, XXXX. Nuestra campaña [me refiero aquí al Foro de Profesores, en general] lleva poco, no sé si llega a dos años. Pero acabamos de empezar.

Ya seguiremos dialogando.

Abrazos

Mikel


Interlocutor 13:

03/12  23:55

“Estimado Mikel

La verdad es que he dudado un tiempo acerca de mi respuesta a tu mensaje. Sin embargo, a pesar de tu impertinencia al arrogarte una inexistente competencia o capacidad para juzgar acerca del acierto o error de mis actos, creo que vale la pena agregar algunas observaciones, efectuadas desde el punto de vista de un@ observador@ externo, acerca de la situación en Cataluña.

No hay duda que existe un grave conflicto en la sociedad catalana y en la española, que deteriora gravemente las relaciones interpersonales y la vida pública. Se trata de un hecho innegable que puede ser constatado por cualquiera [mirando] los medios (…).

Ante esta circunstancia, [la petición] que se ha suscrito se propone, según sus explícitos términos, a colaborar de alguna manera instando a todos los que tienen la posibilidad de actuar colectivamente a procurar arreglos que reduzcan el impacto del conflicto e impidan cualquier escalada de violencia. Sin duda, se trata de un objetivo valioso, más allá de lo que se pueda opinar acerca de la independencia o no independencia.

Por lo tanto, si se comparte ese objetivo, no hay nada para arrepentirse por la suscripción en cuestión. En especial, no se abre en ese documento ninguna clase de juicio acerca del proceso histórico que ha conducido a esa situación, ni acerca de quiénes son los individuos responsables. Ni mucho menos se cuestiona la calidad de la vida en España ni la excelencia de su estructura institucional, admirable por más de una razón.

Si estás de acuerdo, entonces, con un objetivo semejante, es decir, colaborar en la pacificación de Cataluña, no se ve claro porque se habría de firmar [otra petición] en el mismo sentido. Mucho me temo que [eso] va a conducir a una expansión del conflicto, al mundo intelectual más allá de los límites de España, [suministrando] implícitamente la idea inadmisible a tenor de la cual los que firman [un manifiesto] son los “buenos” (están con “nosotros”) mientras que los que firman el otro, son los “malos” (están en contra de “nosotros”). No parece una buena estrategia si lo que se pretende es desactivar la confrontación.

Mucho me temo que en el trasfondo de esa artificial división de firmas, subyace la idea equivocada según la cual el conflicto en torno a Cataluña es un juego de suma cero en el que no es posible arribar a una solución. No estoy de acuerdo con semejante pesimismo.

Cordialmente”.

Mi respuesta:

04/12  10:59

Querid@ XXXX:

Lamento mucho que veas impertinencia en mi correo. Impertinencia que ligas a mi “inexistente competencia”. Algo he estudiado la cuestión; de lo contrario no me habría atrevido. Si mi incompetencia deriva de mi incapacidad de transcender mi conciencia y de la imposibilidad de morar en la tuya, me confieso incompetente. Pero reconoce entonces el desgraciado relativismo al que nos abocaría esa tesis. Prefiero romper la barrera entre ambas conciencias diciéndoos a todos que “considero” que habéis cometido un grave error para pasar inmediatamente a abrirme al juego de darnos mutuamente razones, con la intención de cerrar en cada caso la brecha abierta entre nosotros. Por otra parte, os he interpelado con el mismo mensaje a 166 firmantes hispanohablantes (además de algunos portugueses e italianos) y me habéis respondido 25. Varios habéis empezado aparentemente ofendidos por mi osadía (intento enderezarlo, también con este correo, pese a que me molesta la insinuación -diría que algo incívica- de que interpelaros es ofenderos); por suerte también los ha habido bien dispuestos a intercambiar razones desde el principio. No he discriminado entre tú (un posible -no le conozco tanto- “observador externo”) o actores de primera línea en Cataluña, como Mas-Colell o Ramoneda, cada cual en su ámbito de acción. Por tanto, en lugar de reprocharme mi correo, hubiera preferido que valoraras el que yo haya leído y me haya tomado en serio vuestro manifiesto, así como que me haya tomado la molestia de escribiros a todos personalmente, abriéndome a un posible intercambio de razones para explicaros por qué considero que fue un craso error vuestro Manifiesto y por qué considero mucho mejor el nuestro, publicado ya hace 2 días. Finalmente, me brindas tus razones. Bien. Mucho mejor.

Dices que existe, y que es innegable, “un grave conflicto en la sociedad catalana y en la española que deteriora gravemente las relaciones interpersonales y la vida pública”. Te aseguro que fuera de Cataluña dicho conflicto no existe, seguramente porque el resto de gobiernos cumple la ley y respeta la neutralidad institucional. Te hago saber que en Cataluña se ha producido durante más de 30 años un proceso brutalmente iliberal de “nation building” (no sé si conoces este documento, llamado Programa 2000, aquí en inglés y con subrayados; o el proceso sistemático de manipulación de los libros de texto y de todo el sistema educativo). Te aclaro que este proceso (que también han seguido otras Comunidades Autónomas) ha servido para segar de la conciencia de la mitad de catalanes a España, el español y lo español. Han subvencionado durante décadas a las asociaciones catalanistas que sacaron a los ya fanatizados a la calle. Y han violado la neutralidad institucional de todos los espacios públicos (aquí, aquí; aquí, aquí, aquí, aquí, o aquí, además de en otras innumerables ocasiones). El 55% de los catalanes tiene el español como lengua materna, mientras que el 35% tiene el catalán. Pese a lo cual, la Generalitat incumple siempre las sentencias de nuestros altos tribunales (y las directrices de UNICEF y demás organismos internacionales) acerca de los derechos de los niños a escolarizarse en su lengua materna. Los votos a partidos no independentistas siguen siendo más que los recabados por los independentistas, pese a que la ley electoral les beneficia al sobrerrepresentar al interior. Con esto te doy un muy pequeño retrato del problema: unas oligarquías políticas y económicas vulneran derechos de la mitad de los ciudadanos catalanes (a quienes no consideran conciudadanos) con la vista puesta en silenciar o convertir al no nacionalista, generar desgaste y tensión, y forzar finalmente la independencia. Aquí tienes un vídeo con algunas declaraciones sonadas, pero serían inacabables. En 2012 el objetivo fue huir, envolviéndose en la bandera, de la persecución judicial por la corrupción sistemática del partido hegemónico, CIU, hoy Junts pel Sí; pero poco a poco fueron viéndose arrastrados por su propia estrategia y sus fines declarados: la independencia. Declaración de soberanía del Parlamento Catalán en 2013, referendum ilegal y unilateral en 2014, “leyes de desconexión” y referendum ilegal (hoy podemos decir “sedicioso”) del 1-0, etc. Durante el proceso, presionaron a jueces (o aquí), policías (o aquí) padres de alumnos, oposición (vigilada por la policía política), funcionarios, profesores, etc. Y a esto se añade una violencia en la calle, que sólo generan los independentistas y que sufren los no independentistas, principalmente los partidos políticos, restringiendo así los derechos políticos, activos y pasivos.

Este es el contexto de silenciamiento unilateral desde las instituciones regionales (gobernadas por un racista independentista), que vuestro manifiesto omite; y sin esta foto es difícil que el lector (tanto nacional como internacional) pueda entender que estamos ante la más brutal de las extremas derechas europeas. También omitís que de los 600 heridos, había “288 agentes de los distintos cuerpos policiales que han intervenido para acometer la actuación de grupos violentos: 153 mossos d’esquadra, 134 efectivos de la Policía Nacional y uno de la Guardia Urbana”, según datos de la prensa catalana (La Vanguardia). Y omitís que el Presidente Torra jamás ha querido dialogar donde toca y como toca: en las instituciones democráticas comunes -las que salvaguardan la imparcialidad y la igualdad política de todos los españoles- y dentro del marco legal. Él apela a la “vía eslovena” para tensar la calle, con muertos si hace falta, tras años de forzar la calle con los métodos de acción no violenta de Gene Sharp). Los independentistas gritan siempre la consigna fascista “las calles serán siempre nuestras”.

La estrategia, plasmada literalmente en sus documentos, es extorsionar al Gobierno para forzar la negociación. Mire estos extractos que hace la prensa del plan (t iene aquí enlace al artículo y al documento, que la Guardia Civil incautó en septiembre de 2017 en el domicilio del secretario general de Vicepresidencia, Economía y Hacienda de la Generalitat, Josep Maria Jové:

[Reproduzco aquí, a partir del último enlace, el párrafo sobre la estrategia de EnfoCATs, expuesto en mi segunda respuesta al interlocutor 5, María Javiera]

Esto ha seguido siendo así hasta las semanas más violentas del pasado octubre. La violencia reciente viene generada por una parte de los CDR y sabemos, por investigaciones policiales y por un sumario judicial en curso, que todos (como “Tsunami democratic”) actúan con unidad de acción [reproduzco un párrafo expuesto en mi primera respuesta al interlocutor 5, María Javiera].

Lo hacéis cuando pedís que negocien el Gobierno catalán y el español es presionar para que mi Gobierno premie a un Gobierno sedicioso y haga fructífera su estrategia extorsiva: “dejaremos de tirar piedras, cortar infraestructuras críticas y quemar la ciudad cuando nos deis lo que queremos”. Una estrategia que nunca acaba porque se demuestra eficaz a cada paso. Y ofrece además incentivos para ser imitada en otras Comunidades ricas donde también se está alimentando iliberalmente un espíritu político nacionalista y antiespañol, usando perversamente las estructuras de autogobierno de uno de los países más descentralizados del mundo.

Por eso  creo que cometéis un error. ¡Cualquiera puede ver que no hay mala intención entre muchos de los que piden dialogar! El problema es que, [a quien no conoce] el contexto, se le escapa que [con ello se está demandando] conceder un estatus de interlocutor político al Gobierno catalán, pasando por encima del resto de Comunidades, y [se está llamando a] “negociar” fuera del marco constitucional lo que no se puede arrebatar al resto de españoles: su derecho a votar sobre lo que ocurra en todo el país y su derecho a buscarse la vida en Cataluña sin tener que presentar papeles en la frontera. Por eso entrecomillaron en su texto el concepto conflicto. En España ETA y el mundo abertzale eran quienes se llenaban la boca hablando de un “conflicto” que sólo ellos habían creado y para cuya solución se presentaban como perfectos líderes. Sonroja tener que explicar los mínimos democráticos que el nacionalismo aspira a destruir en España con el beneplácito de tantos. Y por eso espero que muchos de los que respaldan esta estrategia lo hagan por despiste.

Todo esto que le cuento es lo que explica que tantos profesores (570) de primera línea hayan avalado con sus firmas, asustados, un contramanifiesto y hayan impulsado, aún antes, este artículo que responde al suyo. No se trata solamente de pacificar la situación, como dices; se trata de hacerlo por las vías legales (el Derecho es civilización y pacificación; el decisionismo es barbarie), sin premiar insurrecciones, sin presionar al Gobierno español para que avale la extorsión del catalanismo y poniendo el foco donde realmente hay una sociedad rota, es decir, en los muy polarizados representantes y ciudadanos de Cataluña.

Espero que con esto comprendas un poco mejor por qué hemos lanzado otro manifiesto. Y, aunque se ha publicado ya, te invito todavía a firmarlo.

Te cuento también que voy a publicar hoy, en mi blog de la revista Fronterad, las 25 conversaciones (muchas no llegaron a ser conversaciones, en realidad) que he tenido con los firmantes del Manifiesto que usted firmó. Me gustaría que me dieras autorización para reproducir, con tu nombre, tu correo. Así como las respuestas que puedas darme. Por supuesto, podrías matizar, añadir o cambiar lo que estimes oportuno.

Un abrazo,

Mikel”

Interlocutor 14

(No me responde cuando le pido permiso. Creo que es interesante el fondo y la forma así que en este caso me limitaré a transcribirlo aunque de manera completamente anónima):

24/11   0:44

“Estimado señor Arteta,

Le escribo, infinitamente agradecid@, en respuesta a su mensaje de usted mediante el cual me advierte del “gran error” que cometí al firmar el manifiesto Petición pública en favor de una negociación política sobre Catalunya, y por tanto como me ayuda a comprender las razones por las que, contra lo que yo pudiera creer, me encontraba equivocad@. No puede imaginarse hasta dónde llega mi gratitud por abrirme los ojos, y ayudarme a cobrar conciencia del efecto negativo que tal manifiesto pueda tener sobre su país de usted, “un Estado con altos estándares democráticos”, vilipendiado a través de una “campaña de falsedades” y vilmente chantajeado por las élites nacionalistas de una rica región, que, al estilo de La Liga Norte en Italia, han urdido un macabro plan para “ensanchar la desigualdad” y atrapar a la sociedad civil en una red clientelar. Por si fuera poco, ahora utilizan a almas de cántaro como la mía para “blanquear la sustancia supremacista, racista, reaccionaria y profundamente egoísta” de su oscuro programa. ¡Qué horror! ¡Jamás habría imaginado ser un peón del supremacismo!

Afortunadamente, y como usted mismo señala, ese ataque “al núcleo de nuestras libertades” no lo tendrá fácil frente a una “de las democracias más consolidadas del mundo, uno de los países menos nacionalistas, más tolerantes”. Mi agradecimiento sólo puede ser mayor cuando leo, aterrad@, que tal plan incluso “pretende cortar la comunicación en español a los administrados en comunidades como la vasca o en pueblos mallorquines”, [….] pocas amenazas podrían preocuparme más.

Le deseo la mejor de las fortunas en su campaña en defensa de tan noble Estado. Si existe la transmigración de las almas, espero tener la oportunidad de reencarnarme en un@ de sus conciudadan@s y sumarme a su heroica lucha. Desgraciadamente, mi país es mucho más gris, y, aunque ni es el peor del mundo ni era mejor hace medio siglo, no alcanza ni en sueños los estándares del suyo. Fíjese usted: el cargo de jefe del Estado es aquí hereditario, ¡cómo en el Antiguo Régimen! Tampoco se podrá creer usted que los caminos, cunetas y cementerios están plagados de fosas comunes de demócratas asesinados, ¡cómo en Camboya! Y si le digo que afrentar al fascismo es considerado un delito de odio, o que votar pacíficamente merece el trato de terrorismo y es perseguido con la porra y la cárcel, ¡como en una dictadura! ¿Me creería usted? Somos muchos los que intentamos cambiar las cosas, pero no resulta fácil. Es más, en ocasiones hay grupos que son humillados e insultados a diario, y que, impotentes, quisieran votar la posibilidad de hacer un reset, y, ya que tan difícil resulta mejorar las cosas, intentar explorar una vía alternativa. Le puedo asegurar que yo les daría mi apoyo, que incluso suscribiría un manifiesto público para que los representantes políticos de aquel Estado y de este grupo humillado pudieran hablar y negociar, sin condiciones, sin necesidad siquiera de que ese grupo fuera reconocido como un pueblo o nación, ni siquiera de que tuviera que haber un referéndum como requisito previo al diálogo.

Dadas las diferencias tan abismales entre su país de usted y el mío, carezco de criterio suficientemente formado como para suscribir el manifiesto que usted me solicita firmar, Llamada al diálogo entre representantes políticos catalanes dentro de las instituciones democráticas, por lo que -y tendrá que disculparme usted- no puedo responder afirmativamente a su solicitud. Por favor, no crea usted, en ningún caso, que la razón de mi negativa radica en las voces, malintencionadas, sin duda alguna, que me advierten del efecto que tal manifiesto pudiera tener en este momento de negociación por un nuevo gobierno. Tampoco crea usted que la razón descansa en la herida que mi orgullo pudiera haber experimentado por el tono paternalista de su carta de usted a mí. Sin duda, mi ignorancia merece ser tutelada, guiada e iluminada. No obstante, es aún tan supina como para no querer cometer de nuevo un “gran error” firmando un manifiesto público cualquiera. ¡Se imagina usted que volviese a firmar un manifiesto supremacista! ¡Vade retro!

Reciba un cordial saludo”

Mi respuesta:

24/11  9:59

Estimad@:

Le felicito por su fino uso de la ironía. Les voy tomando el pulso a ustedes en sus respuestas y le colocaría a usted bastante por encima de la del señor XXXX (le va a quedar para septiembre esta asignatura) pero, ay, por debajo del depurado sarcasmo de XXXX. Claro que donde hay patrón no manda marinero.

El primer párrafo lo dejo. Veo que lo ha entendido todo bien. Además de la ironía, veo aguda su comprensión lectora.

En cuanto a lo del euskera y el catalán pues esto dice la prensa: https://www.elmundo.es/pais-vasco/2019/11/19/5dd3dbaffc6c836b078b456f.html

https://www.elmundo.es/baleares/2019/11/20/5dd4081721efa0485c8b461e.html

Disculpe, eso sí, que me crea a pies juntillas las patrañas de la prensa de un régimen con olor a naftalina. Los españoles, criados en las ubres protofranquistas de esta piel de toro, estaqueada y descarnada por los más grandes hombres, de Viriato a Primo, pasando por el Cid Campeador, que liberó a mi tierra de los bárbaros, somos así: rancios a la par de ingenuos. De ahí el apego a una Corona que sella por sucesión y con sangre -y nos permite trazar- la continuidad histórica de la secular patria española. Aunque, entre usted y yo: le confieso que, pese al estigma que arrastro por ser español (mi cruz, ay), a mí tampoco me convence lo de la monarquía. No porque el papá compartiera testaferro con el señor Pujol, claro; sino porque su legitimidad de origen no es precisamente democrática. Ahora bien, dadas sus atribuciones (todas controladas) y su legitimidad de ejercicio (debido probablemente a un sin par proceso formativo que llevó a la Princesa hace no demasiado a dar un discurso en tres idiomas, incluido el catalán, además de un chapurreo en árabe -sé que estas menudencias serán de su agrado aunque a mí me la traigan al pairo-), le aseguro que no es mi mayor problema. (Sí, adivina usted bien: me preocupa más el pequeño problema de falta de democracia en Cataluña). Entiendo que la Corona le moleste especialmente (¿qué Corona iba a tener una Cataluña que jamás ha sido reino porque jamás fue un Estado?) pero, mire, aunque sé que no es una línea definitiva de argumentación, parece que hay 8 monarquías entre las 19 mejores democracias y 20 entre las 40. Y contrapoderes aristocráticos, en una democracia constitucional que se precie, los hay de todos los colores, empezando por ese Tribunal Constitucional que tantos límites os pone a los demócratas pura cepa.

Lo de Camboya es falso y ya se ha explicado varias veces ( aquí o, mejor, aquí). Pero para no tropezar con este tipo de cosas es mejor salir de la burbuja informativa de esos miniecosistemas franquistas a los que me refería. Por lo demás, está bien que se localicen esos cadáveres. Y si usted así lo considera, quizás esté bien que se les dé cristiana sepultura. Creo que el Gobierno anda en ello. Es algo tarde, pero no crea que tardaron mucho menos de 40 años los alemanes en hablar de lo suyo; ¡y no le hablo de los franceses, que siguen homenajeando a Petain en algunos lares! Lo de la democracia es bastante complicado, mi querid@ xxxx. Pero, vaya, creo que vamos haciendo (a pesar de ustedes, dicho sea de paso). Lo del “fascismo como delito de odio” y otras degeneraciones de su argumentación no merecen réplica. Si acaso, tenga usted en cuenta que las acusaciones por terrorismo se han hecho a CDR’s que fabricaban explosivos. Lo de castigar el voto… En fin: amig@ mí@, una parte de la comunidad política no puede votar la exclusión (esto sí huele algo más a fascismo) del resto de la población. Le pondré un ejemplo que hasta usted comprenderá: imagínese que a un partido parlamentario le diera por votar mañana la expulsión sumaria de todos los negros; o, qué se yo, de arrebatarle a los catalanes el derecho a escolarizarse en su lengua materna (ups… eso ya sucede. Bueno, pero ya me entiende). En cualquier caso, sepa usted que se les procesó porque desobedecían alegremente leyes, sentencias y reiteradas notificaciones de los Altos Tribunales. ¡Desgraciadamente en España todavía no nos limpiamos el trasero con la ley! Respecto a lo de los “grupos humillados e insultados a diario”, supongo que se refiere usted a los no nacionalistas, que son quienes sufren casi el 92% de la violencia política en Cataluña. Y, como comprenderá, visto el caldo, lo de “hablar y negociar, sin condiciones” me parece una simple extorsión: mire, en este manifiesto publicado ayer también hemos tratado de explicárselo.

Por último, dejando al margen nuestra amable conversación, le recuerdo que el texto para el que pedía su adhesión era bien sencillo: visto que Cataluña está partida en dos, creemos que es bueno que hablen los catalanes (sus representantes), siempre que lo hagan en el marco de la ley, que es la que garantiza la imparcialidad del procedimiento democrático. Como estoy seguro de que usted no desea un país (monarquía o república) bananero donde la ley deje de funcionar como garantía de las libertades de todos, insisto: ¿seguro que no quiere usted firmar nuestro ponderado Manifiesto? Venga, hágame usted el favor. Su apoyo es fundamental para nosotros y para el futuro de nuestra querida España, tan suya como mía.

Un fuerte abrazo,

Mikel Arteta


Interlocutor 15:

24/11  21:19

Gracias por su opinión. Saludos cordiales,

[Yo no replico. En este punto –ojo, el orden de mi exposición no es cronológico- sospecho que algunos han recibido directrices de no entrar al trapo o al menos de cuidar mucho sus respuestas. Si fuera lo segundo me parecería perfecto; lo primero buscaría arruinar un proceso costoso y honesto. Probablemente sean imaginaciones mías. La conversación con José Juan Moreso ha llegado ya a su final a estas alturas, por cierto. Repasando el texto advierto el 2/12 que el interlocutor 14 a las 00:44 del 24/11 ya había aclarado mis dudas, diciendo con ironía: “no crea usted, en ningún caso, que la razón de mi negativa radica en las voces, malintencionadas, sin duda alguna, que me advierten del efecto que tal manifiesto pudiera tener en este momento de negociación por un nuevo gobierno”.  Deben considerar que el Gobierno de progreso es uno que pacta con nuestros nacionalismos más retrógrados. Las libertades les importan un pito].


Interlocutor 16: Gustau Muñoz.

(Co-director revista L’Espill, Universitat de València)

Gustau Muñoz:

2/12   15:58

“Vamos a ver Mikel.

Te has permitido buscar mi dirección de correo en PUV y enviarme un escrito que es una insensatez -una majadería- de cabo a rabo. Me pides que me retracte de una firma, como en los mejores tiempos de la Inquisición o del franquismo. Haces de policía. No sé si bueno o malo.

¿Quién eres tú para pedirme sin ningún respeto que me retracte de un escrito con el que estoy del todo de acuerdo? ¿Pretendes violentar mi conciencia? ¿Con qué derecho?

Un escrito, un Manifiesto, que solo pretendía introducir responsabilidad, sensatez y diálogo en una situación muy compleja, mucho más de lo que dan tus entendederas ancladas, en el fondo, en el “todo es ETA”.

Sí, te sientes muy seguro. Tienes detrás la Constitución (lo que tu -que no luchaste por ella, seguro- entiendes por tal), las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y el Ejército.

Yo viví el franquismo y sé de lo que hablo. Tu seguramente no.

Nosotros -catalanes y por solidaridad democrática, valencianos- tenemos solo nuestras ideas y un movimiento cívico y democrático, pacífico, al que tu insultas gravemente, inconscientemente, culpablemente Te pueden los fantasmas de Euskadi o de las Provincias Vascongadas, como prefieras.

Lo siento. No me convences. Podréis vencer, pero no convencer.

Apelas a la fuerza bruta como tus ancestros. Ahora con la buena consciencia constitucionalista, pero si no, “¡A por ellos!”, “¡A mí, que los arrollo!”

Hala y buen viaje.

Por cierto, te contesto en un escrito en la web www.paisvalenciaseglexxi.org, (http://paisvalenciaseglexxi.com/2019/12/02/el-bascoespanyolisme-es-posa-nervios/), que tu insultarás como reaccionaria, supremacista  etc. Te sale muy barato insultar.

No aportas nada al diálogo ni a la convivencia.

Saludos.

G.M”.

Respondo a Gutau Muñoz:

2/12   17:12

“Vamos a ver, Gustau:

Te respondo en un tono cordial, y no en el que merece tu respuesta, porque estoy tratando, en serio, de dialogar con supuestos dialogantes. He escrito a 166 firmantes, entre hispanohablantes, lusófonos e italianos del Manifiesto publicado por Contexto el día 13 de noviembre. Con el mismo correo tipo. Con muchos -casi todos con un nombre público bastante por encima del tuyo- me ha dado para un diálogo cordial que voy a publicar en mi blog. A todos os doy la opción de cambiar vuestra primera intervención, de matizarla, eliminar cosas, etc.  Y de tener la última réplica tras el intercambio que pueda surgir. Ya sé que tú no vas a querer.

Yo soy un humilde doctor en filosofía política y moral por la Universidad de Valencia, no de Euskadi (no sé qué prejuicios tienes). Algo me importa el tema, algo he escrito. Me preocupa mucho un manifiesto como el vuestro: por eso os he interpelado a todos, buscando persuadiros de no firmar algo como lo de Contexto y de firmar, en su lugar (o, al menos también), algo mucho más ponderado, como lo es el Manifiesto del Foro de Profesores, pidiendo que todo diálogo sea antes entre catalanes (que son quienes conviven hoy en una sociedad rota debido a los reiterados ataques al pluralismo del Gobierno catalán) y siempre dentro del marco legal. No por estas cosas que dices, sino porque en cualquier país democrático es lógicamente el marco legal -o constitucional- el que garantiza la imparcialidad de la deliberación y, sobre todo, del resultado final de cualquier negociación. Prescindir de las condiciones de posibilidad del diálogo (la configuración y separación de poderes, incluido el Judicial, la institucionalización de los contrapoderes, la distribución territorial del poder y de los ámbitos competenciales y, sobre todo, el estatuto de ciudadano conferido a todos los españoles, con sus iguales derechos políticos, civiles y sociales), para imponer la voluntad de un grupo por la fuerza no es precisamente democracia, querido amigo.

Le explico. No estoy dispuesto a que mi Gobierno recompense (tratándolo como interlocutor válido, es más, como sujeto político) a un Gobierno autonómico insurrecto que considera que tiene derecho a ser más, a tener más, a ser más reconocido o mejor tratado, que un andaluz o un murciano. Supremacismo y egoísmo. No estoy dispuesto a que mi Gobierno se pliegue a quienes dicen que dejarán de tirar adoquinazos y de cerrar autovías y universidades cuando se les dé lo que piden. Sí, como ETA, señor mío. Como un tirano, como un mafioso. Como un auténtico experto de la extorsión. Como un fascista. No estoy dispuesto, porque soy de izquierdas, a que se quite a los trabajadores españoles de las regiones más ricas la opción de ir a buscarse la vida a Cataluña, como a Madrid o al País Vasco, sin tener que pedir permiso ni enseñar papeles. Cataluña es tan mía como suya es Madrid. O Valencia. Y la han levantado los españoles. No estoy dispuesto a que Cataluña se separe de España y aparezca como un nuevo Estado europeo para así restringir al mínimo la transferencia de rentas: si hoy Cataluña es rica (y no lo es, por ejemplo, Galicia) es por siglos de políticas de Estado que han protegido su industria. Y eso genera obligaciones políticas. Obligaciones, que lejos de asumir, los sucesivos gobiernos catalanistas han pagado sólo con deslealtad: si hoy cuesta 5 horas ir de Valencia a Barcelona en tren, si no hay Corredor Mediterráneo ni paso hacia Francia por Aragón, por Canfranc, es porque nos hemos plegado a una oligarquía antidemocrática que ha tratado de conservar así su posición dominante dentro de España. Como valenciano, le ruego que no me meta en ese saco putrefacto de un “nosotros”, valencianos, que debería algún tipo de “solidaridad democrática” a los nacionalistas catalanes (les debemos, eso sí, solidaridad a todos los catalanes, la mitad de cuales está viendo segados sus derechos por la Generalitat insurrecta). Otra razón por la que no estoy dispuesto a ceder es porque luego vendrían Euskadi, Navarra o Baleares: o sea, los ricos. Porque tú y yo sabemos que seguro que no vendrán detrás los de la nación andaluza, y mucho menos otras regiones con fuerte particularidad e identidad, como la africana e insular Canarias, o las también africanas -y lingüística y culturalmente plurales- Ceuta y Melilla.

Esto por los argumentos. Voy a varios de los tópicos lamentables que me lanzas. Mi escrito “insensato” y “majadero” es una interpelación razonada. No le habla la “Inquisición”: usted es obviamente libre de afirmarse en su adhesión al texto. Pero en lugar de insultar podría haber dado razones. Tampoco le habla “el franquismo” sino que apelo a razones democráticas, legales y de justicia frente a un escrito que oculta que la violencia en Cataluña es unilateral, que hubo 200 policías heridos, y que ese Gobierno está acusado de sedición. Por tanto, oculta que lejos de haber un “conflicto” entre Cataluña y España, hay un hostigamiento a la mitad no independentista de Cataluña desde las instituciones catalanas y un ataque desde la Generalitat a la legalidad española, que es la que legitima las propias instituciones autonómicas. Lo más parecido que aquí hay al franquismo es respaldar la iliberal construcción nacional en Cataluña, negarse a dar razones e insultar. Por supuesto, me he dirigido a usted con respeto (con el mismo que a otros interlocutores les ha servido para cambiar de opinión o suspender su juicio) y, lejos de “violentar su conciencia”, lo que pretendo es hacerle cambiar de opinión. Porque de eso van las razones y la política. Es revelador que usted crea que tenemos derecho a que nadie nos dé razones, ni nos contradiga, ni nos intente persuadir. Revelador de la condición de ciudadanía a la que aspira. Me siento seguro, como dice, porque de 24 personas que me han respondido, de 166 interpeladas, no he recibido ninguna buena razón para atender a las exigencias catalanistas. Ninguna. Y no sigo porque sólo encuentro argumentos ad hominem, barbaridades groseras, jocosas apropiaciones de citas de Unamuno que se han puesto de moda y falta de respeto y honestidad hacia alguien, como yo, que he tenido la osadía de tomarme en serio vuestro texto y de asumir mi condición de conciudadano suyo. Ha sido usted, con mucho, el peor interlocutor, el más grosero y el más arrogante. Y, desde luego, para dirigir usted una revista de la Universidad de Valencia me ha costado demasiado encontrar un mail suyo o de l’Espill. Vaya, en realidad, como ve, no lo he encontrado.

Un saludo tan cordial como el suyo,

Mikel”.

Gustau:

“Bon dia Mikel,

Creo que te he dicho unas cuantas verdades que te han irritado. No debes estar acostumbrado. Mira, cuando hay un conflicto como el de Catalunya -con raíces históricas y tanta gente detrás- lo que procede democráticamente es votar, como en Quebec o en Escocia.

Por otra parte, las circunstancias actuales tienen mucho que ver con el hecho, que no debe ocultarse, de que en 2010 se anularon partes sustanciales de un Estatut (votado por la ciudadanía catalana) por un TC trabajado por el PP. Y que el neocentralismo preconizado por el PP de Aznar y la FAES, que han acabado elevando a Vox, tiene mucho que ver con todo lo sucedido.

Ante el conflicto lo sensato es reconocerlo y -lo que pretende el Manifiesto- desescalar, moderar y dialogar. Pero en la tradición a la que te adscribes no hay diálogo. “Yo no dialogo!”. Impongo y punto. Ahora con buena conciencia constitucionalista, eso sí…

No voy a polemizar contigo. Creo que tienes una closed mind considerable. No ves tu propio nacionalismo iliberal. Tan iliberal que da miedo.

Te crees la propaganda. 200 policías heridos! Lo que hubo fueron 900 civiles contusionados y golpeados, gente normal que quería votar. Las imágenes son irrefutables (y gente que yo conozco bien lo vivió). Podréis seguir con el negacionismo, pero allá tú.

El resto, argumentario del nacionalismo español gubernamental o no. Mercancía averiada.

Y los epítetos de grosero, arrogante, etc., tu sabrás.

Bon vent i barca nova.

Saludos.

GM”.

Mikel:

“Querido Gustau:

No era difícil mejorar tu tono. Pero sigues siendo incapaz de ser mínimamente correcto. Y me sigue sorprendiendo tu incapacidad de intercambiar razones. Me parece alarmante, sinceramente, para alguien de tu puesto. Por lo demás, es tarde para no polemizar conmigo cuando has decidido hacerlo ya por tu cuenta y delante de terceros (te invito a que cuelgues en tu blog esta contestación también, por cierto). Otra cosa es que no quieras responder a lo que te digo y ataques con un maduro “rebota, rebota que en tu culo explota”. Uno sabe que el nivel de sus oponentes está bajo, pero nunca sabe cuánto. Y este ejercicio me va dando la medida. Lo bien cierto es que no tenéis razones y optáis por la tiranía del mimado. Sois vosotros quienes no estáis acostumbrados a que os enfrenten y por eso no sabéis salir del paso. Pero esto lo juzgará el lector. Tú, desde luego, me lo has puesto muy fácil.

Vayamos a la única medio-razón que das, que es la que ya habíais dado en el Manifiesto y la que precisamente os rebato. La divides en dos partes. La primera: Un conflicto “de raíces históricas”. Bien, la Constitución que garantiza el autogobierno catalán (incluyendo policía autonómica y todas las demás instituciones de autogobierno propias de una Federación como es España, la segunda más descentralizada) fue votada en Cataluña por una muy amplia mayoría de los votos emitidos (91,09%), con una participación por encima de la media española (67,11%): 67,6% en Barcelona, 72,3% en Gerona, 67% en Tarragona y 66,5% en Lérida. Y, respecto al contexto del Estatut, además del pacto del Majestic (pocos han dado a Cataluña más que Aznar, amigo mío), aquí algunos datos:

[Reproduzco aquí el párrafo que señalo como “autocita” en la conversación con el interlocutor 1, con datos que contextualizan la opinión pública catalana en la época de confección del Estatut de 2006].

No voy a entrar en la prudencia política del PP (que se sintió seguramente traicionado después del Majestic: se despertó meado por acostarse con semejante niño tirano) recogiendo firmas. Ahora bien, es de una verborrea fatua y de un rigor más bien pobre eso de escupir a bulto que el “neocentralismo preconizado por el PP de Aznar y la FAES, que han acabado elevando a Vox, tiene mucho que ver con todo lo sucedido”. El PP ha gobernado con CIU siempre que ha hecho falta (y a veces cuando no hacía falta) y cedido a todas las exigencias de descentralización.

La cosa es más fácil: el Estatut, que no interesaba a los catalanes, asumía competencias que no debía y se arrogaba [para Cataluña] ser “nación”, un término que desgraciadamente quedó en el Preámbulo (como si por no ser vinculante no fuera políticamente relevante), que trasciende el concepto que constitucionalmente le tocaba (“nacionalidad”), que buscaba ya entonces destacar[la] sobre el resto de CCAA (ellos siempre tienen que ser más, ya sabes) y pugnar con el Estado en términos de sujeto político ([Cataluña como] “nación sin Estado”) para así llegar, en estrategia de provocación e insurrección permanente y consentida por nuestros débiles Gobiernos, a la situación en la que nos encontramos. Además, el proyecto se tiró en plancha a defender el insolidario principio de ordinalidad, brindándole al Procés, que vendría luego, el contexto político victimista que necesita todo movimiento nacionalista de masas: el debate en torno al malhadado principio de ordinalidad fue el germen del falso y abyecto, por supremacista, “Espanya ens roba” o de ese otro  “La España subsidiada vive a costa de la Cataluña productiva”. En fin, me acuerdo y me irritaron particularmente estas causas pero había otras. Por eso el TC tuvo que tocarlo. Sin embargo, La Vanguardia aún subrayó entonces que “avalaba la mayor parte”. Y así lo reconocía el propio Montilla, que afirmó que el Estatut se mantuvo en todo lo esencial. El disparo de salida vendría después. Un tripartito, con el PSC al frente, que se la jugó a ZP: Montilla, subido a hombros de ERC (con ese Carod Rovira que habló con ETA para que no pusiera bombas en Cataluña), quiso  apuntalar la base electoral de su partido con la misma estrategia victimista que ya había usado el catalanismo con éxito: envolverse en la bandera catalana. Una estrategia que le funcionó a Jordi Pujol (CIU) para perpetuarse en el poder tras ser acorralado por la corrupción de Banca Catalana; y que sorprendentemente le volvió a funcionar en 2012, ante el asedio judicial a la corrupción sistemática de CIU (cuya guinda, si me permites recordarlo, la ponía la racista Ferrusola cobrando por cada parque que se hiciera en Cataluña: nada se decidía sin la aprobación de la famiglia). Entonces Artur Mas sacó a la calle a sus muy subvencionadas ANC y Omnium (así como a las demás asociaciones chiringuiteras) para matar dos pájaros de un tiro: se quitó de encima la presión política y judicial y se quitó al molesto 15-M (al que tacharon de golpe de Estado por las presiones que ejercía sobre los gobernantes catalanes): “es un ataque a Cataluña”, dijo Mas en 2012. En fin, pues esta misma bazofia victimista y supremacista fue la que operó también en 2010, abanderada por Montilla (ese que cambió su nombre a Josep por la presiones de la madre superiora). Se equivoca usted mucho en el diagnóstico. Esto va de oligarquías políticas y económicas que quieren tener barra libre sobre los suculentos recursos de Cataluña, que son de todos. Parece usted nuevo. Y muy de derechas. Por lo demás, quizás el mayor error político fue el de ZP, al prometer que aprobaría el Estatut que saliera de un parlamento autonómico pese a ser evidente que toda ley orgánica (como el tipo de norma paccionada de la que hablamos) debe ser aprobada, y no de forma ciega y sumisamente disciplinada, por el Congreso, que es de todos. No hay Cataluña fuera del Estatut ni Estatut fuera del marco constitucional. Sostener otra cosa es prueba, bastante grave, de falta de espíritu democrático.

La segunda razón que según usted avala el supuesto conflicto sería la existencia de “tanta gente detrás”. Desde luego que hay gente detrás. Y para eso les vino muy bien que los Gobiernos españoles miraran para otro lado y les dejaran [implementar] ese iliberal Programa 2000 (sí, iliberal, explícitamente destinado a captar, por sentimiento y lealtad nacionalista, a los funcionarios en general y a los profesores de colegios y universidades en particular, a rectores, ampas, asociaciones, representantes de la patronal, medios de comunicación, etc.). Ahora bien, ¿desde cuándo son compatibles con la esencia de la democracia los movimientos (incluidos los de masas) que persiguen romper la igualdad política, quebrando derechos civiles y políticos de conciudadanos y pasando por encima de la ley? ¿Los convierte en democráticos el número? Me temo que tenemos un concepto muy distinto de lo que es la democracia. Yo creo en el constitucionalismo porque sostiene las condiciones de posibilidad de la reforma democrática sine die, respetando los derechos básicos de la comunidad/unidad de decisión, sin tratar de justificar moralmente cuál es el sujeto de decisión. Simplemente se asume que viene dado por contingencias históricas. Lo que nos toca a los ciudadanos es legitimar el poder político, que no es poco.

Mi respuesta es que la mención que haces a Dion, y a su Ley de Claridad en Canadá, es una solución de transacción desesperada, de último recurso, política en el sentido menos excelso. Una solución a la que no debe apelar un intelectual. Y mucho menos como primer discurso. Un intelectual debe saber desmontar movimientos antidemocráticos como los nacionalistas. Y si nos pusiéramos a ello quizás no llegaremos nunca a lo de Canadá porque muchos nacionalistas no querrán estar del lado malo de la Historia. (Otra cosa es que usted, en el fondo, defienda la legitimidad del nacionalismo: venga, atrévase a hacerlo desde la izquierda; si puede). Por lo demás, ya que sacas al bueno de Dion, aquí van palabras suyas: “Si en la Constitución de Canadá hubiera habido algo como el artículo 2 de la española, hubiéramos alegado que había que respetar la Constitución. Y si se quiere cambiar la Constitución, hay todo un proceso para hacerlo”.

Omites, en fin, que “e l 91,5% de la violencia política en Cataluña es obra de independentistas”, sin contar los actos de octubre. Y mientes desvergonzadamente acerca de los policías heridos: todos hemos podido ver los brutales ataques que sufrieron. Es La Vanguardia la que escribe que “entre los heridos figuran en total 288 agentes de los distintos cuerpos policiales que han intervenido para acometer la actuación de grupos violentos: 153 mossos d’esquadra, 134 efectivos de la Policía Nacional y uno de la Guardia Urbana”. En fin, no es más que una pura extorsión lo de argumentar que hay un “conflicto” ente Cataluña y España. Justificáis que el Gobierno de España se siente y “negocie” las condiciones que imponga el sedicioso -lo omitís- Gobierno Catalán. Queréis premiar la deslealtad y la insurrección para frenar al “Tsunami Democratic”, que incluye tácticamente a los violentos (también a los fabricantes de bombas acusados de terrorismo), y que fue creado en Ginebr a por los dirigentes políticos independentistas. Es una extorsión que ya nos recordaría a ETA sin necesidad de que entrecomillarais el término “conflicto”. Y si tratas de justificar que la cantidad de gente que hay tras el proyecto secesionista (que además de usar violencia explícita, en la calle, durante el Procés, ha usado al ejecutivo regional para violar la neutralidad institucional sistemáticamente: aquí, aquí; aquí, aquí, aquí, aquí, o aquí, además de en otras innumerables ocasiones) supone un aval democrático yo te responderé que eso es mentira aquí y en la China Popular. Estáis embarcados en el puro decisionismo. Por eso os escribo. Porque habéis cruzado la raya y hay firmas que sonrojan.

Esta es la cuestión: El Gobierno nacionalista incumple sentencias sobre política lingüística, ignora requerimientos y sentencias del TC, declaró en 2013 la soberanía del Parlament, cambia irregularmente plantes de estudio para implantar evaluaciones únicas y que los chavales salgan a la calle a cortar infraestructuras críticas, etc. Y vosotros vais y decís que hay un conflicto entre Cataluña y España. No, hombre, no. Hay un conflicto entre catalanes porque hay unos que atacan a otros desde las instituciones, violan la ley común desde las instituciones, y amenazan deslealmente a todo el Estado desde las instituciones. El Gobierno protofascista de Cataluña ha llegado mucho más lejos de lo que ha ido Orbán. Tú sabrás a quien fías tu solidaridad.

Salud, querido amigo.

Un fuerte abrazo,

Mikel”

[No me contesta. No tuve ocasión de aclararle, respecto a lo del franquismo, que “de los 219 alcaldes franquistas que en Cataluña se presentan a las elecciones de 1979 y/o en las de 1983, la principal formación política que los recluta es CiU (95 de 219, el 43,3%), muy por encima del “partido oficial del régimen” (la UCD de Suárez), que repesca 22 (10%) o de la derecha más ultra, la AP (futuro PP), que absorbe 10 (4,5%). También existen 2 que van a parar al PSC y uno, a ERC. De esos 219 ediles, 75 son reelegidos en democracia dos veces, en 1979 y 1983. De estos, el 64% lo hacen por CiU y el 5,3% por AP; el resto son independientes”.]


Interlocutor 17:

Me escribe:

29/11   14:22

Correctísim@, me aclara que cree que la petición de diálogo a la que se adhirió, favorable a una solución negociada, es neutral.

Me confiesa que entiende gran parte (no todas, pero no me aclara cuáles no) de mis preocupaciones, pero que no considera que la petición que firmó ataque a nuestra Constitución de 1978. Me dice que sigue sosteniendo, como escribió hace casi 10 años, que nuestra Constitución es fruto de una transición suave donde los nacionalistas jugaron un papel clave en la forma actual del Estado. Nuestra Transición sería un ejemplo para otras transiciones democráticas en sociedades que tienen que integrar sensibilidades nacionalistas. Entre los factores de éxito de nuestra transición podría destacarse la Monarquía como símbolo de unidad y cohesión, la neutralización del papel de ejército en la vida política y el liderazgo cívico y no-nacionalista en Madrid.

Me aclara también que ha sido públicamente muy crítico con el nacionalismo oportunista de la derecha catalana, particularmente con el llamamiento a la “vía eslovena” que hizo el Presidente Torra.

Y concluye (reafirmándose) que firmó el primer Manifiesto precisamente porque considera contraproducente el nacionalismo. No quiere en absoluto promover los intereses del independentismo.

Le respondo:

29/11  15:40

“Querid@ XXXX:

Lo primero, muchísimas gracias por su respuesta. He escrito a 166 firmantes de aquel Manifiesto publicado en Contexto (entre hispanohablantes y algunos portugueses e italianos) con el mismo mail tipo. (…). Me han respondido 24, contándole a usted. Esto ha dado lugar, en algunos casos, a interesantes conversaciones que me gustaría poder reproducir en una entrada de mi blog. A quienes no me han dado permiso, los anonimizaré por completo y sintetizaré lo básico de su respuesta si me puede interesar para reproducir al menos mis réplicas. Por supuesto, podría usted, si me autorizara a reproducir nuestro intercambio por aquí, revisar la versión final y cambiar, matizar, eliminar cualquier parte antes de que yo lo publicara. Y podría tener en todo caso la última réplica (sin ánimo de eternizarnos, más allá de 2-3 intercambios).

Antes de seguir me gustaría preguntarle si ha puesto también la firma en nuestra petición o se refiere sólo a la que apareció en la Revista Contexto a principios de noviembre.

En cuanto a mi preocupación, me gustaría detallársela. En el Manifiesto que usted firmó no se aclara que la violencia sólo proviene de un lado: usted ya sabe, por lo que veo, que la intención del señor Torra (y ayer él volvía a incidir en algo parecido), es promover la vía eslovena, tensar la situación en la calle, provocar caos en infraestructuras críticas, forzar la respuesta firme de un Estado constitucional y democráticamente obligado a reinstaurar el orden público, la neutralidad institucional y la legalidad en Cataluña. Por lo tanto, alguien podría colegir (y creo que esa es la intención de los promotores y de muchos de los firmantes, cuyas biografías están en muchos casos sesgadas hacia el catalanismo, el nacionalismo o directamente hacia el independentismo -le invito a ver las firmas, al pie del Manifiesto del Foro de Profesores-) que la violencia proviene de dos bandos distintos y que lo lógico es “negociar” (como dice el título del Manifiesto) para “desescalar” la violencia. No se dice que hubo 200 policías heridos y que la violencia siempre viene del mismo lado: según el Observatorio Cívico de la Violencia Política en Cataluña, el 91,5%de la violencia viene de los independentistas, que son quienes violan directamente la libertad de expresión y los derechos políticos (activos y pasivos) del resto. Es decir hay un hostigamiento de unos catalanes contra otros.

[Repito un párrafo escrito a María Javiera con datos sobre la violencia generada por los CDR y por un “Tsunami democràtic” que actúa bajo un paraguas político único.]

Por todo esto, creo que pedir negociación con representantes de la Generalitat acusados de sedición (que siguen amenazando con desestabilizar la paz social para forzar al Estado a negociar) es premiar y ceder ante una estrategia extorsiva. Y esto nos puede pasar mucha factura [si otras] comunidades autónomas emprendieran caminos similares: ahora vuelve a atacarnos el nacionalismo en el País Vasco, introduciendo en su reforma de Estatuto el estatus de co-ciudadanía vasca y española y exigiendo el derecho a decidir (o sea, el inexistente derecho a la independencia).

Quienes tienen mucho de qué hablar son los representantes catalanes puesto que es Cataluña la que está partida en dos. Y tienen que hacerlo desde la lealtad y la neutralidad institucional que el nacionalismo lleva muchos años violando en Cataluña, pues prácticamente todas las instituciones están infiltradas, regadas con dinero público, y patrimonializadas irregularmente (aquí, aquí; aquí, aquí, aquí, aquí, o aquí, como ejemplos insignificantes de una ola de insurrección y deslealtad que dura mucho) desde hace décadas. Aquí le dejo este documento que seguramente conocerá, llamado Programa 2000 (aquí traducido al inglés y con subrayados que facilitan la lectura) o este enlace a la manipulación de los libros de texto y de todo el sistema educativo. Deben dialogar, pero deben hacerlo dentro de la ley porque es la única que puede tratar de garantizar las condiciones de imparcialidad que actualmente no se dan.

Y esto entronca con otro de los peligros que detecto (que hemos detectado muchísimos, no yo) en el Manifiesto que usted firmó: la palabra conflicto (y más cuando se la entrecomilla, lo que personalmente me parece un desafío insolente por lo que ahora le diré), pretende poner de relieve que hay dos partes enfrentadas (como en una guerra o como una guerrilla) y que, por tanto, cabe apelar a categorías de Derecho internacional para negociar la paz. ¡Quieren que la comunidad internacional se pronuncie y fuerce al Gobierno español a sentarse a la mesa para negociar! ¡Esa es justamente la vía eslovena a la que apelan y de eso va el tuit de ayer del Presidente Torra (el de mi primer enlace)!. Creo sinceramente que no podemos tolerar que este ‘frame’ (que los nacionalistas llevan mucho tiempo queriendo imponer y que usa el mismo término miserable que usaba ETA -no olvide que Arnaldo Otegi les ha apoyado y que lo han paseado en sus manifestaciones y en su televisión autonómica-) se instale con el aval de grandes académicos internacionales.

Aprovecho finalmente para hacerle llegar un artículo que el Foro de Profesores (el mismo que promueve el Manifiesto que le pido ahora que firme) publicó el sábado pasado en el diario El Mundo.

Por todo ello, me gustaría que reconsiderara la firma al primer manifiesto. O, al menos, que también firmara el nuestro. Espero haber podido persuadirle en algo.

Disculpe las molestias y reciba un fuerte abrazo,

Mikel”

Responde:

30/11  12:13

Me agradece la explicación y me explica las circunstancias en las que firmó el Manifiesto. Prefiere que mantenga su anonimato.

A cuenta de lo que le acabo de responderle, subraya el peligro de la derecha catalana, con un Presidente que, con palabras mediadas, viene a afirmar que hacen falta “más polarización y altos niveles de sacrificios a los catalanes para obtener la independencia”.

Colige  que lo que ocurre en Cataluña se corresponde con un proceso de radicalización irresponsable y concluye que la polarización que pretende generar el señor Torra provocará, en realidad, una polarización en el interior de Cataluña.

Mi respuesta:

30/11  11:39

“Querid@ xxxxxx:

Le agradezco de nuevo su respuesta. Me gustaría recoger todo el proceso del ejercicio que estoy haciendo porque sostengo que no hay ninguna justificación para pedir diálogo con gente como Torra y todos los que lo apoyan, que son muchos. Sostengo que conceder diálogo es legitimar su estrategia extorsiva. Y creo que esa es la estrategia de un independentista como xxxx, a quien entiendo que usted se refiere. Creo que hay gente de buena fe que ha caído en una trampa. Y sospecho que quizás sea su caso. Y no sólo es xxxxx, son mucho más. Y no sólo en Cataluña: también me enfrento con gente como xxxxx, que entiendo que el Centro xxxxxxxxxxx.

Entiéndame: si España se defiende tan mal (dentro y fuera de nuestras fronteras) contra el nacionalismo (que es nuestra verdadera extrema derecha), es precisamente por el poder académico que ostentan. Por el dinero tan brutal con el que cuentan sus grupos de investigación. Es una trama muy compleja (…). Por eso quiero llevar a cabo este ejercicio. De 166 emails sólo me han respondido 23 y ninguno tiene una buena razón para dialogar (como se pide dialogar) con ese Gobierno insurrecto y abyecto. La única razón es que son muchos y crean problemas. O sea, cedamos ante el niño tirano aunque así le estemos fomentando que siga siendo un tirano y que su hermanito aprenda que siendo un tirano todo irá mejor. (…) No lo voy a forzar más, pero sí querré reproducir con mis palabras el sentido del intercambio que hemos tenido, tratando de ser lo más cauteloso posible (…).

Un abrazo,

Mikel”.

Finalmente, la respuesta que me da días después (lo actualizo sobre la primera versión):

05/12  14:02

“Como prometido, aquí están mis comentarios, disculpa el retraso:

Si quieres publicar las pocas cosas que te he dicho, aquí están algunas matizaciones:

Nuestra Transición fue en su momento un ejemplo para otras transiciones democráticas en sociedades que tienen que integrar sensibilidades nacionalistas. Entre los factores de éxito de nuestra transición podría destacarse la neutralización del papel de ejército en la vida política y el liderazgo cívico y no-nacionalista en Madrid. (La cuestión de la Monarquía la dejaría de lado porque es un poquito más complicado: sí que funcionó como símbolo de unidad y cohesión durante la transición; no estoy seguro de que se pueda decir lo mismo unos años después…).

Entiendo gran parte de las preocupaciones, pero no comparto, si me permites utilizar ese término, el tono ‘alarmista’. (La única alarma que tenemos que escuchar en este momento es la de la emergencia climática, que según muchas investigaciones llevará al colapso del sistema estatal de muchos países, incluido España, donde el desgaste ambiental llegará más pronto de lo que estaba previsto hace sólo algunos años).

Tampoco comparto algunas generalizaciones sobre el nacionalismo catalán, que incluye varias almas. No hablaría de un golpe “catalán”, eso es contraproducente y siempre se tienen que identificar claramente los protagonistas (CiU en plena crisis de legitimidad).  No hay un solo nacionalismo catalán, ni tampoco hay solamente nacionalismo en Cataluña: así que cuando se usa el término ‘catalán’ generalmente se tiene que incluir una pluralidad de actores y actitudes.

Por lo tanto, no considero que la petición sea un ataque a la Constitución de 1978.

El manifiesto me parece bien, pero no estoy de acuerdo con que en Cataluña no existe libertad de prensa. Los medios de comunicaciones en Cataluña son bastante variados en comparación con otros países. Por otro lado, sí diría que hay discursos que se repiten continuamente, que suponen una presión y que pueden resultar en algunos ámbitos obsesivos e intimidantes. Sería esencial identificar esos ámbitos donde la presión nacionalista desborda hacia la intimidación. Pero eso  tendría que ser a nivel de todos los territorios del Estado. El problema es que ese tipo de presión es difícilmente identificable.

Un saludo. XXXX”

Le respondo

Lo dejaré ahí porque la entrada está ya colgada y temo que pueda demorarse más sin avanzar demasiado. Creo lógicamente que una transición que era modélica no puede dejar de serlo, otra cosa es el desarrollo del texto constitucional que hayan hecho las fuerzas políticas españolas durante 40 años. El papel lo aguanta todo menos que lo tiren, lo pisen, lo mojen, lo quemen, etc. Por ejemplo, habría que ver, en paralelo a otros muchos procesos corrosivos, qué discursos (de dónde nacen, de quién, por qué) han ido deslegitimando a la Monarquía. Si la crisis territorial deriva de nuestro pacto constitucional será en cualquier caso por la falta de coto y de mecanismos nacionales de armonización que deberían levantarse frente desaforados autogobiernos autonómicos.

Sí hablaré de “golpe catalán” porque ha habido un golpe de Estado en Cataluña, aunque el Tribunal haya determinado que no ha habido típicamente una “rebelión”. Y respecto a la falta de pluralismo en los medios de comunicación ya he colgado varios enlaces en otras conversaciones. Han llegado a alertar por radio de la ubicación de los coches de Policía para favorecer los disturbios. Hay mucha manipulación en muchas televisiones (lo que no me consuela), pero dudo que alguna haya llegado al nivel de los medios catalanes. Por supuesto, cuando hablo de Cataluña sé que más de la mitad no es nacionalista. Parto siempre de esa premisa. Pero, aunque hay tantos nacionalistas como personas, jamás voy a distinguir entre un nacionalismo moderado y otro no democrático. Todo nacionalismo es racismo, supremacismo, es decirle a tu conciudadano que no es tu igual y que aspiras a vivir en una comunidad diferente a la que os une: o asume la ruptura con la comunidad originaria y se integra en la nueva que se aspira a crear a golpe de políticas iliberales o, simplemente, tiene que irse. El nacionalismo, por excluyente (dividir una en dos comunidades soberanas), es lo opuesto a la democracia, necesariamente incluyente, solidaria por definición, donde todos los miembros comparten derechos y obligaciones.

Respecto al cambio climático, digamos que es un tipo de argumentación que no hace falta rebatir. (¡A ver si España aguanta a que el desierto llegue hasta Valencia!). Aunque sí creo -por afrontar esa réplica con la mayor caridad posible- que el cambio climático, con la inmigración (que en algún punto van ligadas), son factores de riesgo que deben decantar una alternativa de integración política internacional. Ojalá cosmopolita. De ahí que me “alarme” que, con las amenazas que se nos ciernen, todavía haya intolerantes dispuestos a levantar fronteras en lugar de solidarizarse con los demás en la lucha global contra las mafias y los terroristas, los dumpings fiscales, los abusos financieros y, por supuesto, los desplazamientos masivos de personas que causan el cambio climático, las guerras, las persecuciones o el hambre. Que no se pinte de cosmopolita quien empieza dejando fuera de su mercado de trabajo a un conciudadano andaluz. La hipocresía del catalanismo viva hasta hoy -que sostiene que se puede ser a una nacionalista y cosmopolita, progre- es miserable.]


Interlocutor 18, Jordi Amat. Escritor.

25/11   10:13

“Buenos días Mikel,

Creo que no nos conocemos. Encantado de saludarte. Entiendo que eres este Mikel: https://www.elcatalan.es/entrevista-a-mikel-arteta-en-valencia-se-pretende-que-el-castellano-desaparezca-de-la-vida-publica.

He releído el manifiesto que firmé y no sé ver en sus palabras nada de lo que tú lees. Tampoco comparto el análisis que contiene tu mensaje, a pesar de haber sido un crítico del Procés. Y, finalmente, leo el manifiesto que me pasas y me parece una interpretación muy sesgada de lo ocurrido, y no entiendo cómo un documento que aborda la cuestión catalana en 4 lenguas no incluye la catalana.

Gracias por tu correo.

Cordialmente,

Jordi A”.

Mi respuesta:

25/11 10:49

“Estimado Jordi:

No nos conocemos, no. Y sí, ése soy.

Lamento que no estemos de acuerdo en el diagnóstico del Procés. Pero, sobre todo, lamento que te parezca una interpretación muy sesgada de lo ocurrido. Aquí escribí algo más detallado de todo lo ocurrido. Lo que me da curiosidad son los puntos que no compartes de nuestro Manifiesto. No sé si te robaría mucho tiempo explicarme los puntos que rechazas, aunque no me detalles los porqués. Tengo curiosidad porque hemos tratado de reducirlo al mínimo común denominador: diálogo entre representantes políticos catalanes en una Cataluña partida en dos y siempre dentro de la ley y en condiciones de imparcialidad. No veo cómo no va a ser más atinado esto, con estas aclaraciones, que la petición de diálogo en medio de una ruptura social, sin condiciones, aludiendo a un “conflicto” del cual se han omitido todas las causas y manifestaciones.

Aquí tiene, aunque probablemente lo conozca, otro manifiesto en este sentido promovido y firmado por no pocos miembros del Foro al que se sumaron otros profesores:

https://www.elmundo.es/opinion/2019/11/23/5dd9076d21efa0eb5b8b45ac.html

Un abrazo, Mikel”

Respuesta a mi mail genérico pidiendo autorización para publicarlo y aclarando que podrían tener una última respuesta:

25/11 18:16

Sin problema por mi parte.


Interlocutor 19, Ricardo Parellada.

(Profesor de Filosofía, Universidad Complutense de Madrid)

25/11  10:53

“Estimado Mikel:

Gracias por el correo. No poseo grandes claridades sobre este asunto y pensaré despacio sobre la propuesta que me envía.

Cordialmente

Ricardo Parellada”

Mi respuesta:

25/11   11:12

“Estimado Ricardo.

Muchísimas gracias por reconsiderarlo. Hay dos profesores, al menos, además de Pinker (y otros, como Chomksy o Scanlon que han decidido suspender su juicio al ver la información) que han reconsiderado su postura. No pedimos gran cosa: sólo que se dialogue siempre dentro de la ley común, en condiciones de neutralidad institucional (ahora mismo no las hay), y que se haga entre catalanes y entre españoles. Lo que no aceptamos es que negocien un Gobierno nacional y uno autonómico; al menos, no aceptamos que deban/puedan negociar nada que no podamos aceptar, siguiendo los cauces oportunos, todos los españoles. Y lo primero que una comunidad política (democrática) rechazará forzosamente es que la cercenen, que tronchen el demos, que le arrebaten ámbitos de decisión. Supongo que estaremos de acuerdo. Ojalá nos diera su apoyo a nuestro Manifiesto, de verdad.

Un fuerte abrazo,

Mikel”.

(No recibí más respuesta en ningún sentido. Pero no veo razones para ocultar esta respuesta. No creo que le importe en absoluto).


Interlocutor 20.

(Lo contacté por whatsapp y sólo le envíe una brevísima petición de firma y mi nombre, sin más explicaciones).

25/12 22:00 (más o menos)

“Siento no poder complacerle, respetado profesor Mikel Arteta. Aunque comparto mucho de lo que ahí se dice, discrepo del diagnóstico que subyace en el fondo del manifiesto. El problema catalán es muy complejo. He escrito mucho sobre el mismo. Creo haberlo intentado explicar con voluntad inclusiva y sin prejuicios. No creo que sea solamente un problema de desobediencia. No quiero confundir las consecuencias con las causas. La ruptura del pacto constitucional es anterior (Aznar) y la disonancia de un Estatut votado y corregido judicialmente sigue siendo, a mi entender el detonante de lo que después ha sucedido. Reducir el problema a sus consecuencias y señalar en una única dirección, no me parece la mejor manera de entenderlo. Y sin omnicomprensión no creo posible apelar al diálogo. Siento discrepar de ustedes porque mi gran obsesión es encontrar espacios, ya no de diálogo  (a estas alturas creo que es demasiado pedir), pero al menos de diagnóstico compartido. No existen plataformas en este sentido, lo que confirma mi pesimismo. Gracias por pensar en mí. Cordialmente”.

Mí réplica:

26/11  18:14

“Querid@ XXXX. Como he escrito a los más de 100 (…) firmantes del primer Manifiesto (el que me parece un error), y muchas de las respuestas me parecen interesantes, también la suya, al correr del proceso he pensado que sería interesante recoger en mi blog vuestras respuestas. ¿Me autorizaría a ello?”

XXXX:

18:30

“Por supuesto que sí. Pero más me interesaría una respuesta suya”

Le respondo (antes por whatsapp y ahora por mail):

26/11  19:58

“Querid@ XXXX:

Procuraré responder a lo que me plantea:

Muchísimas gracias, lo primero, por su respuesta. Algo acerca del problema catalán también he pensado, claro. Por eso he decidido tomarme la molestia de escribir a todos los firmantes hispanoparlantes. Y, desde el día 23, he tenido diálogos de distinta consideración y duración con unos 20 de los firmantes, muchos de ellos muy relevantes.

Yo tampoco creo que el problema sea de desobediencia. La desobediencia civil, por definición, busca cambiar una norma que se considera ilegítima pero que está recogida en un ordenamiento jurídico que, en su  base y en sus principios generales, sí se considera legítimo.  Un ejemplo: acabar con el servicio militar. Quizás la eutanasia podría dar lugar también a la desobediencia civil, etc. Y lo propio de dicha desobediencia, por cierto, es acatar la sanción, puesto que en puridad se está incumpliendo la norma a conciencia. Si no, no sería tal desobediencia.

En el caso de Cataluña creo que hay un conflicto entre catalanes provocado por décadas de construcción nacional por parte de los convergentes. Creo que ahora mismo hay una parte de catalanes nacionalistas cuya identidad nacional es exclusivamente la catalana y que consideran ilegítimo el Estado de Derecho por estar apuntalado desde España. Y a su lado hay una parte de catalanes que puede convivir con ambas identidades, [como] promete el pluralismo en cualquier democracia liberal. Ser persona -del griego prosopon, máscara- es la condición de abstracción que nos iguala en foro público: tanto para emprender juntos el autogobierno como para acatar la ley emanada de ese autogobierno, todos somos simplemente conciudadanos antes que mujeres, padres, escritores, catalanes, heterosexuales o aficionados al fútbol. [Y, dentro de esa segunda parte de catalanes], hay otra subparte que empieza a sentirse (a saberse, diría) excluida del foro público en Cataluña, que ve que sus derechos no son tenidos en cuenta y que [observa resignada como] el “reconocimiento” que pide, a bulto, el stablishment nacionalista “para Cataluña” pasa por ignorar el pluralismo dentro de Cataluña (que ya disfruta de un grandísimo autogobierno en el segundo país más descentralizado del mundo; y que incluso ha llevado adelante políticas como la inmersión lingüística, pese a que el 55% de los catalanes son castellanoparlantes de lengua materna y pese a las recurrentes sentencias del TC y TS contrarias a la inmersión). Creo, por tanto, que la construcción nacional desde aquel Programa 2000 de Pujol (que infiltró iliberalmente al nacionalismo en todos las instituciones y que creó y se sirvió de asociaciones presididas por gente como Carme Forcadell, que afirmaba cosas tales como que el PP y Cs no eran partidos catalanes sino españoles en Cataluña) ha creado en Cataluña  una especie de pluralismo mosaico (España es plural para que el nacionalismo intente que Cataluña sea internamente homogénea), (…) contrario a tratar al individuo como unidad moral, puesto que lo somete, como medio, al fin último del nacionalismo, que es la construcción nacional. Desgraciadamente, hay teóricos del nacionalismo que han respaldado este proceder en el seno de minorías regionales, como Kymlicka: “In cases where the national minority is illiberal, this means that the majority will be unable to prevent the violation of individual rights within the minority community. Liberals in the majority groups have to learn to live with this”. Multicultural Citizenship. A Liberal Theory of Minority (1995: 168).

Por todo ello, y muchísimo más, creo que la causa de la insurrección (que no desobediencia, repito, porque lo que niegan de plano es la legitimidad del ordenamiento jurídico español; y para derribarlo usan métodos de acción no violenta -Gene Sharp- con los que tratar de desestabilizar al país y forzar una negociación) no es el resentimiento por no ser reconocidos. Además, lo del reconocimiento hoy es algo muy espurio, muy nihilista, muy posmoderno. Creo que es mejor, y más materialista, fijarse en los intereses que hay detrás: los de quienes han movido el trapo y llevan tantos años construyendo nación, es decir, los de la oligarquía catalana y la élite política que aspira a usar el discurso victimista para legitimarse (les sirvió para quitarse de encima al 15-M) y a gobernar sobre valiosísimos recursos sin restricciones nacionales. Por supuesto, poner el foco en la construcción del proceso no impide aceptar que muchos catalanes, como decía, han roto amarras con España. Pero niego la irreversibilidad de ese proceso (y esto pasa por que el Estado tome riendas en la educación y los libros de texto, en la televisión, en la formación y movilidad del funcionariado, en una ley nacional de lenguas que garantice la presencia del español, en reformas del sistema electoral, etc.), del mismo modo que afirmo que para llegar a este punto ha habido durante décadas un proceso previo invasivo y antiliberal de conformación de la conciencia nacional. Lo que hay que hacer es revertirlo. Garantizar, de verdad, el pluralismo de una sociedad con más castellanoparlantes que catalanoparlantes. Y niego que debamos someternos a encontrar una solución fuera de la casa común de todos los españoles. Y rechazo la legitimidad de cualquier solución que quiebre la igualdad política entre todos los conciudadanos que conforman una unidad de decisión y de justicia.

Creo que no es verdad lo de Aznar. Basta con leer las declaraciones de Pujol sobre lo que le sacó a Aznar. Basta con ver qué fue el pacto del Majestic. Y basta con ver a Aznar hablando catalán en la intimidad. Yo creo que todos los Gobiernos en España han hecho todo y más, demasiado, por gobernar con CIU (¡incluso cuando no la necesitaban para conformar mayorías!) y por contentar a, digamos, “Cataluña”. Y, respecto al tema del Estatut, no niego errores tácticos del TC y del PP, pero se recurre y se reinterpretan algunas normas simplemente porque [era] anticonstitucional. Y, además, [tenía] detrás una voluntad política muy perversa y reaccionaria, que [era] implantar el principio de ordinalidad fiscal. En cuanto al contexto más concreto, le reproduzco algunas líneas que he escrito en otra parte:

[Reproduzco aquí el párrafo que señalo como “autocita” en la conversación con el interlocutor 1, con datos que contextualizan la opinión pública catalana en la época de confección del Estatut de 2006]

Por tanto, no creo tampoco que nuestro Manifiesto invierta la causa y la consecuencia. Ahí discrepamos usted y yo. Yo creo que no se puede hablar ahí donde un Gobierno desleal ha patrimonializado sectariamente todas las instituciones autonómicas y donde, por tanto, no hay neutralidad institucional.

Acabo ya mi mail (y, por supuesto, le pido cualquier réplica que, junto con otras, me gustaría recoger en una misma entrada de mi blog). Pero le copio a continuación (disculpe el abuso; sé que dije 2-3 párrafos, pero cuando uno se pone a intentar desarrollar algo coherente y atado a veces toca extenderse algo más), si no le importa, la petición que hice llegar al resto de firmantes del primer manifiesto. En su caso no pude porque fue por whatsapp. Es un texto mío que no debería influir en la decisión de firmar el manifiesto del Foro (al que yo pertenezco pero no represento puesto que cada iniciativa suma adhesiones individualmente), pero que entiendo que ha condicionado (así lo esperaba) muchas de las respuestas que he recibido de los ciento y pico mails que habré mandado. Por eso creo justo copiárselo a usted ahora. Y le añado también este otro manifiesto del mismo Foro que salió el sábado en El Mundo y que responde muy directamente al manifiesto que usted firmó y por el que le interpelo”.

Su respuesta por whatsapp:

26/11  22:00

[Días después (el 2/12) me impidió reproducir el resto de nuestra conversación, recordándome que sólo me dio permiso para hacerlo con la primera intervención. Esto es una conversación privada, adujo, y habitualmente necesita más tiempo para preparar sus respuestas y sus escritos.]

Básicamente ve mi intervención, además de larga, profesoral e identificable con la de los fundadores intelectuales de Ciudadanos. (Aunque me honra en buena medida, le aclaro que no soy profesor, que he trabajado como asistente político 5 años, que estoy en paro y que poco tengo que ver con Ciudadanos… o con el PP; él/ella me aclara que no me “acusa” de tal cosa y convenimos que es mejor no pensarme en esos términos por el buen discurrir de la conversación). Parte de que yo no he leído sus escritos y me reprocha, dados los años que lleva escribiendo sobre estos asuntos -a favor de la concordia, el diálogo y el reconocimiento y respeto a las minorías- mi acusación de supremacismo y racismo. Le explico que es al texto al que acuso de tal cosa y que por eso trato de prevenir a cada firmante del error de avalarlo con su firma. Por lo demás, tiene buenas palabras hacia mí, es correct@, viene a decir que siente una especie de cansancio vital por repetir siempre las mismas cosas, aclara que firmó aquel manifiesto para favorecer el diálogo (intención que niega al Manifiesto del Foro de Profesores: al parecer éste sólo pretende mostrar que, a diferencia de Cataluña, España sí es liberal), y considera que difícilmente lograremos abrir con este intercambio un espacio de diálogo. Pese a lo cual se compromete a responderme pronto si le doy unos días. Responderá, creo entender, sobre la base de quien no aspira a tener razón (sino a abrirse a un ágora donde aparezcan las razones) ni a manejar ideas abstractas que comprimen la realidad.

Yo se lo agradezco y le cuento que “la empresa, poco a poco, me ha llevado a querer llegar a los puntos de disenso razonable que pueda tener con quienes me quieran ir respondiendo. O sea, por una cosa o por otra, entablar (sin una brutal exhaustividad y sin dedicarle demasiado tiempo porque sería imposible) un pequeño diálogo. Porque rechazo con fuerza ese manifiesto que firmó, lógicamente. Y porque no acabo de entender por qué, explicadas mis consideraciones (que obviamente yo tengo por razonables) no podría firmar el nuestro (…)”.

4 días después: 30/11 17:58

Mikel: Querid@ XXXX. Sin ánimo de presionar (entiendo que tendrá trabajo acumulado y cuestiones personales de que ocuparse, por supuesto), pero quería decirle que me gustaría tratar de acabar el trabajo el lunes, más o menos. Estoy pendiente de 2-3 respuestas, no más. Generalmente han sido intercambios rápidos donde quedaran patentes las perspectivas a favor de un manifiesto u otro, o sea, de la pertinencia del diálogo [que ustedes proponían], de sus condiciones, etc. Y por supuesto, de las premisas e intenciones que yo le presumo a la postura [de] algunos que piden diálogo. En fin, espero sus nuevas. Un abrazo, Mikel.

XXXX finalmente me aclara que no dispone de tiempo para responder por cuestiones personales.

El día 2 de diciembre se produce el último intercambio. No está de acuerdo con la propuesta que le hago (como al resto de quienes han colaborado algo), donde recojo nuestra conversación. Le hago saber que estoy molesto con la actitud de tantos intelectuales que no tienen reparos en pronunciarse públicamente sobre un asunto que concierne a mis derechos y libertades pero que luego no tienen ni tiempo (¿ni capacidad?, ¿ni valor?, me pregunto ahora) de responder al lector que se toma la molestia de leer lo que suscriben y de interesarse por las razones que hay detrás de su pública manifestación:

“Mi objetivo es preguntar a 166 intelectuales y profesores por las razones que les han llevado a pronunciarse sobre un tema político que en principio conocen bien, sobre el cual ya se habían pronunciado la mayoría, y que me afecta directamente como conciudadano suyo. Yo no quiero publicar confidencias (y temo que se me están haciendo trampas porque nadie me da confidencias -lógico, la mayoría no me conoce-), sino su opinión política a partir de una interpelación educada y con argumentos (…). Les pregunta alguien que también conoce y ha escrito sobre esta cuestión y que merece tanto respeto (o más, al fin y al cabo me he tomado una molestia que pocos se tomarían) como cualquier lector en quien hayan ustedes podido pensar antes de firmar lo que firmaron para influir políticamente en la opinión pública de nuestra comunidad política. Y lo hago desde la buena fe, dejándoles todas las garantías (y muchas más) para dar las mejores respuestas posibles, las que crean oportunas, sin trampas. No voy a pillarlos. (…)”.

Le aclaro finalmente que aceptaré eso de que sólo me dio permiso para reproducir su primera conversación y me lo agradece. Me he debatido entre descubrir su nombre, reproducir solamente su primera réplica y acabar la reproducción de nuestro diálogo con mi intervención (aclarando que él/ella no responde más por razones familiares) o tapar su nombre y así sentirme con el derecho (creo que es más una obligación cívica) de revelar, sin literalidad, un poco más del sentido de lo expresado, puesto que en todo momento él/ella sabía en qué consistía el ejercicio y cuál era mi intención. Como lo que intento en todo momento no es tender trampas ni provocar, sino que les doy todas las garantías para que se dé un diálogo simétrico y honesto, y puesto que lo que me importa es mostrar las razones, y/o la disposición a darlas, de quienes exigen a mi Gobierno plegarse a negociar con un gobierno insurrecto, he preferido finalmente anonimizar y parafrasear.


Interlocutor 21:

26/11  9:09

No me autoriza a reproducirlo. Se queda a gusto con 23 letras.

Yo sigo paseando.

Mi réplica:

9:16

Querid@ xxxx. ¿Me autoriza a usar su respuesta, como han hecho varios de los firmantes del primer manifiesto al que les he enviado el mismo mail, para recomponer el proceso de diálogo que he ido teniendo estos días con ustedes? Sería sólo en un humilde blog.

Atentamente,

Mikel

Respuesta de mi interlocutor:

9:21

No


Interlocutor 22, Jaime Lanaspa:

25/11  17:47

“Apreciado Sr. Arteta:

Muchas gracias por su escrito del pasado domingo y por su presunción de buena intención por mi parte a la hora de firmar el manifiesto al que hace referencia, y con el que -evidentemente- no coincide.

Permítame, en primer lugar, decirle que, en mi opinión, el “conflicto” existe y que para superarlo se precisa una doble reconciliación: Entre catalanes (y ahí “su” manifiesto puede ser útil) y entre parte de éstos y los demás españoles (y en este caso quizá sirva el manifiesto anterior). Las únicas condiciones son la presunción de buena fe, como hace en su propio escrito, y la esperanza de que cabe encontrar buenas soluciones.

Y sí hay motivos para la esperanza. Un par de ellos para no alargarme demasiado:

– A pesar de los años de “construcción nacional”  a los que alude, más de dos tercios de los catalanes nos sentimos también españoles en alguna medida.

– Un porcentaje similar de catalanes estamos de acuerdo con el criterio de “solidaridad fiscal” con las regiones menos avanzadas.

Estos datos ponen de manifiesto una realidad muy interesante: una proporción significativa de las personas que votan independentista se sienten también españolas y apostarían por la solidaridad interterritorial. Estas personas (y yo creo que bastantes más) son “demandantes” de reconocimiento, más que de privilegios fiscales.

Como Vd. sabe, al adherirse a un manifiesto puede no compartirlo al 100%, o no sentirse “cómodo” con todos los demás firmantes (salvo que lo redacte Vd. mismo y lo suscriba con un grupo reducido de colegas). Aun así, creo que es legítima tal adhesión si se siente identificado con la “intención” del documento y con su posible utilidad. Desde este punto de vista, ambos manifiestos son compatibles por predicar aquello que es imprescindible en democracia: El diálogo.

Si tiene interés en conocer con mayor precisión mi posición al respecto, puede consultar los artículos que, como colectivo “Treva i Pau”, publicamos periódicamente en “La Vanguardia”, por ejemplo el del pasado 15 de noviembre, o el del próximo 6 de diciembre.

Varios de los firmantes hemos estado implicados en iniciativas en favor del diálogo, ya desde 2014: Desde las “Sesiones de reflexión” en Barcelona, a los “Diálogos del Prado” en Madrid, o a los “Diálogos Andalucía/Cataluña” en Sevilla y en Barcelona.

En cualquier caso, tengo la convicción de que si se reuniera una selección de firmantes de ambos manifiestos serían capaces de encontrar soluciones satisfactorias para la mayoría de nuestros conciudadanos, tanto en Cataluña, como en el resto de España.

Finalmente, me complace transmitirle mi adhesión al manifiesto que Vd. me propone, en mi condición de economista (y con mi nombre en castellano).

Cordialmente”,

Mi réplica:

25/11. 19:36

“Estimado Jaime, le agradezco muchísimo su contestación y su adhesión, de verdad. Creo, no obstante, como he tratado de explicarle a xxxxx en un largo mail, que las diferencias entre ambos manifiestos no son de matiz, que no hay forma de hacerlos compatibles o complementarios. Que donde uno pone a dos sujetos políticos a concertar/negociar intereses (para ello también es interesante ver el mail solicitando la adhesión que nos envió a todos Vergés), el otro tiene siempre presente al conjunto del demos, representado en las instituciones comunes. Que donde uno ignora la situación de total asimetría creada por instituciones que llevan décadas vulnerando la neutralidad institucional (basta ver las cruces, las pancartas, los lazos, etc.), el otro pide cuidar la imparcialidad del procedimiento para asegurar que ninguna negociación política en foro común se derive de una situación previa de asimetría democrática, de una, digamos, extorsión. Y me temo que estamos lejos de una situación ideal para tratar libremente la organización territorial de España, que no sólo incumbe a los catalanes. Ya estamos viendo las demandas y preocupaciones de Teruel Existe, por ejemplo.

Indagaré, por supuesto, sobre sus artículos. Antes de despedirme, me gustaría pedirle (…) autorización para transcribir su conciliadora respuesta en mi blog (como le estoy pidiendo al resto de firmantes con los que he intercambiado mails: unos 15-20, calculo que me han respondido algo). (…)

Muchas gracias por toda su colaboración.

Un abrazo,  Mikel”

Contestación de Jaime Lanaspa:

26/11. 14:07

“Apreciado Mikel,

Si algún día se da la oportunidad, me encantará comentar con usted su escrito de ayer, cuyo contenido creo comprender, aunque mi posición es seguramente más “simplista” y más optimista.

(…)”


Interlocutor 23, Xosé Manuel Pereiro

(Vía whatsapp, sólo le mando el Manifiesto, con unas palabras muy breves para que lo firme):

25/11  22:57

Muchas gracias, Mikel. Lo leeré detenidamente. Un saludo.

(Al día siguiente le envío el mail tipo y añado la explicación de lo que intento hacer, que me interesaría intercambiar un par de réplicas, le explico que unos 22 cofirmantes suyos me han respondido, que le daría facilidades en la edición final del texto, etc. No tuve respuesta).


Interlocutor 24, Marisol Madroñal Rubio (Secretaria de Iñaki Gabilondo):

Respuesta de Marisol (desde un mail que no se corresponde con el de Gabilondo, que es a quien directamente escribo):

28/11  11:07

“Estimado Mikel,

Te escribo porque toda esta semana Iñaki Gabilondo está de viaje al igual que la semana próxima. Sus compromisos en estas semanas y las que vienen le están impidiendo atender a todas las peticiones.

Por favor, dadme un teléfono de contacto y en caso de poder hacerlo os llamaríamos

Un saludo”

Mi respuesta:

28/11  12:03

“Querida Marisol:

No se preocupe. Aclaro antes de nada que no hay exactamente un “nosotros”. Ciertamente pido la firma para una iniciativa promovida por el Foro de profesores, al que pertenezco. En ese sentido bastaría con que el señor Gabilondo valore firmar este documento:

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfSXVlns7erVovu5F0t9fJNQA7x-X95xUX_Jzb-mZt3tUneLQ/viewform.

Como puede ver, se lo hemos enviado a muchísima gente (tiene 570 firmas, creo). Y se puede firmar al final del propio formulario.

Fue luego un empeño más bien mío el mandar también este manifiesto (precedido de un mail tipo -el mismo para más de 100 hispanohablantes, entre ellos el señor Gabilondo- donde trato de exponer brevemente mis razones para sostener que la firma del manifiesto de Contexto que suscribieron fue un gran error -me he dejado 3 emails sin mandar, de personas sin demasiada relevancia académica ni pública en España, por ilocalizables-). Aunque hay quien lo considera (no sin razón) un contramanifiesto, también es cierto que no se deja de pedir diálogo; eso sí, en condiciones democráticas que el Foro de Profesores considera más justas, aclarando términos que, por la razón que fuere (cada lector puede hará sus especulaciones), muchos consideramos que no quedaron suficientemente claros en el primer Manifiesto.

Pero en el transcurso de la empresa me he encontrado con 23 respuestas hasta el momento (incluyendo la suya), muchas de las cuales han dado lugar a un intercambio más o menos breve de razones o impresiones. Y es ahí donde se me ocurrió (a mí personalmente, por eso quiero que quede claro que no hay un “nosotros”) pedir autorización para publicar en un blog las conversaciones con quienes tuvieron a bien responderme. Les he ofrecido a todos la posibilidad de cambiar su primera respuesta, de matizarla, corregirla o censurar alguna parte, así como de disponer de la última réplica. El interlocutor tendría la última palabra sobre el word que recoja nuestro intercambio por email. Mi idea, al final del proyecto, es recoger los 23 (o los que fueran) intercambios seguidos, a continuación de una breve explicación que enmarcaría las condiciones exactas de este ejercicio y mis razones para hacerlo.

Ayer volví a enviar la petición (con el mail que consta abajo, distinto al primero) a tres personas que no habían respondido porque me interesaba particularmente su opinión (además del señor Gabilondo, se trata de la señora Carmena y de la señora Camps: los únicos tres a quienes he cursado la petición por dos veces). Otras personas cuya opinión también me parecía muy relevante me respondieron al anterior, aunque no siempre de forma provechosa para el ejercicio. Obviamente, la conclusión es que sólo una quinta parte (calculo) del total de firmantes hispanohablantes ha respondido.

Si el señor Gabilondo no tiene tiempo, no se preocupe. Lo entiendo perfectamente. Pese a todo, si no pudiera enviarme unas líneas explicándome sus razones para firmar o no firmar nuestro manifiesto (además o en lugar del otro), también le rogaría a usted -por voluntad de exhaustividad- autorización para publicar este pequeño intercambio que hemos tenido.

Creo que la conversación telefónica no tiene demasiado interés para lo que me propongo hacer porque no es el proceso que estoy siguiendo y porque me gustaría dejar un rastro (que acepto, como ha sucedido ya en varios casos, que esté absolutamente revisado al final por el interlocutor, como decía antes). En cualquier caso, a título particular, mi teléfono es xxxxxx.

Reciba un saludo cordial

Mikel”

Conversación telefónica:

28/11  12:07

Le explico quién soy, el contexto de mis diálogos y lo que pretendo lograr, con la mayor honestidad que puedo. Reconstruyo: “Me he tomado la molestia de conseguir todos los contactos para poder darles a los firmantes del primer manifiesto la oportunidad de firmar el Manifiesto del Foro de Profesores y de exponerme, en caso contrario, sus razones. Con ello espero poder concluir que X me respondieron tal cosa (con pleno respeto a que revisen sus palabras) y que quienes no lo han firmado es porque no han querido”. La conversación dura 12 minutos es muy cercana y amable. Me siento completamente entendido. Me explica que el señor Gabilondo tiene una agenda muy apretada y que hará lo que pueda. El 2 de diciembre una nueva conversación; aún me siento más comprendido. Pero parece que el señor Gabilondo tiene la agenda apretadísima y no puede leer el Manifiesto que se acaba de publicar esa misma mañana.


Interlocutor 25, José Juan Moreso.

Catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Pompeu Fabra.

23/11  12:58

Querido Mikel,

No firmo nunca anti-manifiestos. Y es la única razón porque la no voy a firmar el que me presentas. A pesar de que, con alguna matización que haría (pero todos firmamos muchos manifiestos a los que, si firmáramos solos, haríamos matizaciones), estoy fundamentalmente de acuerdo con lo que se pide.

Creo sinceramente que tú, y otros, habéis hecho la lectura menos caritativa posible de lo que se pide.

Por lo que a mí me respecta:

No soy independentista. Y he defendido mi posición públicamente en muchos foros (a veces más independentistas, como TV3; a veces nada independentistas, como un acto organizado por Sociedad Cívica Catalana). No creo que las razones que aducen los independentistas sean razones que abonen la independencia de Cataluña, creo que sería una decisión equivocada para los catalanes y para el resto de los españoles.

No creo, también lo he defendido públicamente muchas veces, que España no sea una democracia, aunque claro que hay aspectos mejorables.

Siempre he condenado las ideas que aspiran a la independencia de Cataluña porque se trata de una región más rica y tendría más para repartir (‘España nos roba’). Esa me parece la peor razón de los independentistas, insolidaria, egoísta, contraria al ideal de la igualdad que sigue siendo para mí crucial en el establecimiento de una sociedad bien ordenada.

Y he condenado por igual las ideas del nacionalismo supremacista, que rechazo profundamente. Tal vez todos los nacionalismos son doctrinas políticas perniciosas porque atribuyen a un rasgo (el de haber nacido en determinado lugar con determinada cultura), un rasgo de la lotería natural, algún valor que los hace superiores a los demás. Me parece que en todo ello estamos de acuerdo.

Discrepamos acerca del contenido (explícito e implícito) de la primera petición. Yo recibí un draft previamente y puse una condición para firmar: la condena del uso de la violencia. La petición final incluye dicha condena (no tan explícita como a mí me gustaría) y por esa razón firmé: Me parece importante que una petición que, como la vuestra, pide el diálogo es mejor que pueda ser firmada también por personas que están a favor de la independencia. ¿Si no es con el diálogo cómo piensas tú que puede enderezarse esta situación? Y el diálogo debe darse, según creo, en todas partes: en las Cortes españolas y en el Parlamento de Cataluña, entre los partidos políticos, con transparencia y, también, cuando las circunstancias lo requieren con discreción. Y también, aquí viene tal vez una de las cuestiones controvertidas, entre el gobierno de Cataluña y el gobierno de España. ¿Por qué? Porque son los gobiernos surgidos de las mayorías parlamentarias de cada lugar y, en un Estado  con distribución territorial del poder, cuasi-federal, como es España, la opinión de esos gobiernos debe tomarse en serio. Ese es un punto central de la opinión consultiva de la Corte Suprema del Canadá en 1998, que a mí me parece un buen punto de origen para establecer dicho diálogo (te envío una cosa que publiqué en dicho sentido).

Bueno, es suficiente, querido Mikel. Yo aspiro a un debate en el que todos sean escuchados. Cataluña está dividida más o menos por la mitad y, por dicha razón, bloqueada (bloqueada su política y bloqueada su sociedad civil, según creo). Todos los esfuerzos para producir un espacio de diálogo son bienvenidos, también los vuestros, es claro.

Un fuerte abrazo,

JJ

Mi réplica:

23/11  14:09

Estimado Juan José:

Agradezco mucho tus palabras y las trasladaré al resto, si te parece, porque me parecen pertinentes. Sólo advertiría que, por lo que respecta al diálogo, los políticos harán lo suyo pero creo que nosotros debemos hacer lo nuestro. Y en eso “nuestro” entra una lucha política, por influir en la opinión pública, donde yo creo que nuestro deber es lograr un equilibrio de fuerzas que tienda hacia una solución democrática y justa. Los cambalaches que los políticos hagan para llegar a transacciones que salvaguarden la paz social (o por intereses más espurios) los doy por descontados pero no es ahí donde yo creo que apuntan este tipo de iniciativas. Las nuestras y la vuestra que, como decía, creo que apunta a una estrategia de presión injustificable en este sentido que a mí me preocupa. Digamos que estos escritos ya forman parte del diálogo, no sé si me explico:

Te pongo un enlace de algo que acaba de salir ahora, bastante más explícito que el contramanifiesto al que, de verdad, me gustaría que te adhirieras ya que te considero sin duda de lo más razonable de esa lista de firmantes:

https://www.elmundo.es/opinion/2019/11/23/5dd9076d21efa0eb5b8b45ac.html?fbclid=IwAR0lR3slEqj2tqJN5VMSexIaq0yD28nxkwsRd2xoYA-jkB7qNQAS97Tivd0

Un abrazo,

Mikel

Vuelve José Juan:

23/11  17:47

Querido Mikel,

En primer lugar, no tengo inconveniente alguno en que hagas conocer mis puntos de vista a quienes consideres oportuno.

En segundo lugar, y lo siento, no puedo firmar este más explícito manifiesto porque se funda sobre la idea de que no hay ningún conflicto, sino sólo deslealtad constitucional (que la hubo y la hay) y comportamientos fuera de la ley (alentados por algunos de los independentistas y no condenados por los otros). Yo creo que hay un conflicto, el más grave que ha sucedido en la democracia española contemporánea. Y hay un conflicto porque una cantidad muy grande de catalanes quieren abandonar el espacio común, no se sienten acogidos en la democracia constitucional diseñada en la Constitución.

Aunque estoy plenamente de acuerdo contigo en que esto que hacemos también forma parte del diálogo que precisamos, no puedo más que discrepar de muchas cosas que decís en el nuevo manifiesto. Señalaré sólo una: El Estatuto de 2006 fue apoyado por el 91% de la Cámara catalana y fue, con los cambios oportunos, aprobado por el Parlamento español y ratificado por el pueblo de Cataluña. Llamar a ello una ‘deslealtad’ creo que es sacar las cosas de lugar. Que después fuese declarado inconstitucional en algunos puntos por el Tribunal Constitucional (no sin una campaña de por medio del PP, recogiendo firmas en toda España, nunca se supo bien si contra el Estatuto o contra Cataluña y una presión sobre el Tribunal que lo dejó a los pies de los caballos), cosa que yo acato plenamente, no hace que no me parezca un inmenso error político. Nada habría cambiado en el sistema constitucional español, si la sentencia hubiera sido sólo interpretativa (hasta cinco propuestas presentó la primera ponente, Elisa Pérez Vera, que fueron rechazadas por una exigua mayoría, dejando fuera a Pablo Pérez Tremps como recusado) sin declarar ningún artículo inconstitucional.

Otra cosa: conozco a los impulsores de la petición que firmé, es una acusación falsa decir que forma parte de la campaña de los independentistas, te lo aseguro. Muchos de los firmantes, no sólo yo, no somos independentistas y hemos sido acusados muy duramente por ello en los medios independentistas. Es un llamamiento sincero por el diálogo. Comprendo, y es muy legítimo, que a algunos os parezca tibio, incluso que penséis que da alas a las aspiraciones de los independentistas. Y me parece bien que lo digáis.

Sin embargo, yo estoy comprometido con la concordia desde el comienzo, y creo que la concordia sólo llegará si somos capaces de un diálogo sincero, que tome en serio los puntos de vista del otro, los que pueden tomarse en serio. Esto es compatible con no renunciar a los principios y condenar sin matices el uso de la violencia, el supremacismo, las vulneraciones (y aquí fueron descomunales) del imperio de la ley…, pero también la inacción política y el tancredismo del gobierno de España entre 2011 y 2018.

Con el afecto de siempre,

Mi réplica a José Juan Moreso:

23/11  18:12

Tan cierto es ese dato de apoyo al Estatut como que muy pocos intelectuales, muchos de ellos en este manifiesto que me honro en firmar porque crecí con ellos (me vienen a la cabeza artículos en Claves de Blanco Valdés o Tajadura), denunciaron entonces algunos puntos políticos nucleares de la deslealtad, como aquel principio de ordinalidad. (Es al Concierto vasco al que hay que criticar… No emularlo.). Y tan cierto como la portada de La Vanguardia asegurando que 7 u 8 de cada 10 catalanes aceptaba los ajustes que se introdujeran el Parlamento español. O como los datos de independentismo en Cataluña que no pasaban de 16% hasta que CIU se echó al monte. La cuestión es: ¿Cuántos catalanes en puestos institucionales y de visibilidad se han opuesto al mainstream nacionalista/catalanista (ese caldo que, en 2013, les sirvió para sacar al tigre de la jaula, ANC y Omnium mediante)? Creo que muy pocos. Por eso, de nuevo, mi admiración a Ovejero, Arcadi, Azúa, etc.  El miedo a acabar como Boadella quizás sea una de las claves. Algo que no pasó ni siquiera en el PV. Quizás porque no hay mejor avisador del fuego que la violencia. Pero muchos sabían (sabíamos) que lo de Cataluña era peor, precisamente por lo fácil que avanzaba la infiltración. Ahí tienen tus co-firmantes el ‘frame’ ganador: el “conflicto” (nauseabundo, lo siento), el “diálogo”, etc… Y un presidente buscando la abstención de Rufián antes de girarse al PP. Me parece muy triste. Inexplicable. Nada que entender. No negaré el problema de legitimación política pero os llamaría a afrontarlo de otra forma. No a buscar una transacción con la bestia. Sólo a deslegitimarla. Esa es nuestra función.

Un abrazo

Mikel

Sigue Moreso:

23/11   21:14

Mikel,

Muchos de los firmantes (o que defienden posiciones similares) de vuestros manifiestos son amigos y colegas queridos, de veras (están los filósofos de la Autónoma de Madrid, Paco Laporta, Alfonso Ruiz Miguel, Pablo de Lora, están Félix Ovejero -que espero que todavía me considera un amigo-, Francesc de Carreras, Manuel Atienza, Toño García Amado, Blanco Valdés, Luigi Ferrajoli, y tantos otros). Respeto sus puntos de vista, es más, normalmente estoy de acuerdo con ellos y aprendo mucho cuando los leo. Temo, sin embargo, querido amigo, que habéis tomado un partido que no propicia el diálogo. Aun si la otra parte está equivocada (y yo creo, como vosotros, que yerra en lo principal) dialogar con ella necesita de una cierta empatía. Si son como los pintáis, entonces sólo queda la política de la aplicación del código penal, y, según creo, esto llevaría a un desastre en Cataluña. Bobbio escribió lo siguiente una vez: “Il potere senza diritto è cieco, ma il diritto senza potere è vuoto”. Yo entiendo esta segunda frase como la aplicación del derecho sin política que lo respalde, con la idea sólo que ‘Gesetz ist Gesetz?‘. Creo que esta es una política condenada al fracaso, de veras.

Mira, Mikel, yo creo que los Estados, ningún Estado, no son fines en sí mismos. Sólo las personas lo somos. La justificación de los Estados es instrumental: son legítimos en cuanto respetan y honran los derechos de todos y contribuyen a generar las bases del bienestar de todos, posibilitando que desarrollen sus plurales planes de vida Y esto, me temo, vale para todos los Estados. Entonces, España debe ser concebida como un espacio común y plural, en el que quepan todos los españoles, con sus culturas, lenguas y tradiciones diversas. Demasiadas veces la negación de esto nos ha llevado al desastre. La Constitución de 1978 fue un marco idóneo para propiciar lo que digo, pero después de 40 años necesita algunos cambios, esto lo reconocen todos. Ya estamos llegando tarde, me temo.

Y, ah, una cosa sobre el principio de ordinalidad, como sucede con estas cosas depende de cómo lo entendamos: hay formas de entenderlo en las que me parece razonable y hay formas en que me parece insolidario. Por cierto, lo más parecido al principio de ordinalidad está en el art. 206.5 del Estatut:

«[e]l Estado garantizará que la aplicación de los mecanismos de nivelación no altere en ningún caso la posición de Cataluña en la ordenación de rentas per capita entre las Comunidades Autónomas antes de la nivelación».

Y no fue declarado inconstitucional por el Tribunal siempre que fuese adecuadamente interpretado. Te copio el párrafo de la Sentencia:

Si, como acabamos de resolver, el respeto a las competencias del Estado como garante de la solidaridad interterritorial en el ámbito económico y financiero no permite la imposición estatutaria de condiciones como la incluida en el art. 206.3 EAC respecto del esfuerzo fiscal comparado de las distintas Comunidades Autónomas, también la previsión del art. 206.5 EAC debería declararse inconstitucional y nula en el caso de que compartiera esa misma naturaleza condicional e imperativa.

Sin embargo, no es así en la medida en que la previsión incluida en el art. 206.5 EAC no es propiamente una condición impuesta al Estado por el Estatuto de Autonomía de Cataluña, sino sólo la expresión reiterada de un deber que para el Estado trae causa inmediata y directa de la propia Constitución, que le impone la garantía de la realización efectiva del principio de solidaridad «velando por el establecimiento de un equilibrio económico, adecuado y justo entre las diversas partes del territorio español» (art. 138.1 CE). Adecuación y justicia que, predicadas del equilibrio económico al que ha de ordenarse la realización de la solidaridad entre las Comunidades Autónomas garantizada por el Estado, no pueden redundar para las más ricas en mayor perjuicio que el inherente a toda contribución solidaria para con las menos prósperas en orden a una aproximación progresiva entre todas ellas, excluyéndose, por tanto, el resultado de la peor condición relativa de quien contribuye respecto de quien se beneficia de una contribución que dejaría entonces de ser solidaria y servir al fin del equilibrio para propiciar, en cambio, un desequilibrio de orden distinto al que se pretende corregir. Principio de solidaridad que se instrumenta a través de los mecanismos de nivelación (art. 158.1 CE) y de solidaridad interterritorial (art. 158.2 CE).

El art. 206.5 EAC ha de entenderse, en definitiva, como la manifestación expresa de un principio inherente al modelo de solidaridad interterritorial, en cuya virtud el Estado viene constitucionalmente obligado a procurar un «equilibrio económico, adecuado y justo» entre las Comunidades Autónomas que no perjudique a las más prósperas más allá de lo razonablemente necesario para el fin de la promoción de las menos favorecidas. De modo que la garantía del Estado a que se refiere este precepto sólo operaría cuando la alteración de la posición de la Comunidad Autónoma de Cataluña se debiera, no a la aplicación general de los mecanismos de nivelación, sino exclusivamente a la aportación que realizase Cataluña como consecuencia de su posible participación en dichos mecanismos. Con ese limitado alcance, así interpretado, el precepto no es contrario a la Constitución”.

Como puedes ver estas cuestiones técnicas requieren un tratamiento técnico, y no la brocha gorda de decir solo que es insolidario y dar por supuesto que así fue declarado por el TC, lo que no es verdad o, mejor, no es toda la verdad.

En fin, otro abrazo y buen fin de semana,

José Juan

Mi réplica:

23/11  21:14 

Querido José Juan (disculpa que te trabucara antes el nombre). Seguro que ellos tienen la mejor opinión de ti. Quede claro que aquí habla Mikel Arteta, que sólo es un miembro de ese Foro, ni siquiera profesor, y probablemente el menos indicado. Y quede claro que, de larguísimo, eres el mejor interlocutor (en todos los sentidos) de los españoles de entre los 235 (o casi de los firmantes) a los que les hemos mandado el mail. Para qué te voy a hablar del señor XXXXX… Pero permíteme que reitere mi juicio severo -quizás me siento libre porque salvo en una breve ocasión que no recordarás, apenas nos hemos tratado- sobre el texto que habéis firmado.

Decías que hemos hecho la interpretación menos caritativa. José Juan, conoces seguro de sobra el ‘frame’ sobre el que se asienta ese texto y qué se quiere decir en España con conflicto, mucho más cuando, encima, se lo entrecomilla. Por supuesto, hace falta poder político en un sentido arendtiano o habermasiano (poder comunicativo), para dotar de legitimación (apoyo social) al procedimiento democrático (que, per se, es el que legitima procedimentalmente toda norma precisamente porque todos hemos podido participar en su elaboración). Pero es que es precisamente el procedimiento democrático (el constitucionalismo que da cauce al autogobierno siempre abierto a revisión, mediante reformas que no ataquen los derechos políticos, civiles y sociales de todos y cada uno de los conciudadanos; y mediante elecciones periódicas) el que pretende ser deslegitimado de raíz por el nacionalismo. Apuntan al Derecho por ser Derecho español. Y cuando se quiso “españolizar a los catalanes” (qué error político; error que a la inversa han repetido sistemáticamente todos los consellers de cultura), poniendo reválidas, todo el mundo puso el grito en el cielo. “La educación no se toca”. 40 años configurando una mentalidad que excluye España, el español y lo español del foro público y la conciencia de esos seres adoctrinados que salen de colegios y universidades. ¡Si la rectora no quiso inscribir a los de S’ha acabat! ¡Pero qué es esto! ¡Pero no nos damos cuenta de que no hay libertad en Cataluña! Así, sin paños calientes. Sociedad civil clientelizada e instituciones de todo tipo, rindiendo pleitesía al Gobierno nacionalista (no como Boadella, repito… con los costes que conllevó), son los que configuran hoy ese “poder” al que aludes y que, obviamente, no legitima el Derecho. Y por eso queremos (quiero) que habléis de eso, porque vuestra voz son los mimbres del poder que legitima el Derecho; de eso tendríais que hablar y no de dialogar. Hablar o negociar ignorando la situación me parece puro chantaje. Yo no quiero hablar. No quiero ninguna solución que pase por confederar ni por desigualdad política. Que me digan ellos cuál es el agravio y qué solución quieren; una que no viole la igualdad política sobre la que se asienta toda constitución liberal. Porque todo esto empezó con las trampas y los cuentos del señor Más-Colell (bueno, empezó mucho antes, pero ya me entiendes), diciendo que era un problema de guita. Por eso aludía yo al principio de ordinalidad: era el ‘frame’ (“España nos roba”) y la estrategia. Se obligaría luego al TC a limar. Y así luego poder decir: “¡me han mancillado mi Estatut!” Con Montilla a la cabeza. Lo vemos ahora en el País Vasco (la estrategia siempre es la misma): barra libre para responder al administrado sólo en euskera. Vendrá la respuesta del Estado: “oigan, eso es inconstitucional, viola los derechos de la inmensa mayoría de vascos”. ¿Te anticipo la respuesta del Gobierno vasco? “España, franquista y represora”, claro.

No, lo siento. Yo no quiero dialogar. Y, de nuevo, hablo yo y sólo yo: quiero gerrymandering, quiero reválidas, alta inspección, control académico de los libros de texto, control independiente de los medios de comunicación. Y derecho penal: que espero que en el conjunto de España venga, ahora sí, avalado de poder. Y aguantar lo que haga falta. Pero, repito, antes, durante y después, lo que quiero es que los catalanes que son conscientes del problema eleven su voz y den forma a ese poder que sustenta la legitimación del procedimiento democrático que nos hemos dado y que, bajo cualquier análisis que se le haga, es inequívocamente legítimo. La 13ª democracia del mundo.

Un abrazo,

Mikel

Responde otra vez Moreso:

24 11  10:32

[…]

Yo, también hablo por mí solo ahora (pero me consta que son varios los que tienen este punto de vista) seguiré argumentando públicamente en Cataluña que la democracia y la Rule of Law exigen que los independentistas abandonen para siempre la unilateralidad y dejen de comportarse con deslealtad constitucional. Y, claro, condenando el supremacismo y la violencia.

Sin embargo, creo que tu estrategia, “quiero gerrymandering, quiero reválidas, alta inspección, control académico de los libros de texto, control independiente de los medios de comunicación. Y derecho penal: que espero que en el conjunto de España venga, ahora sí, avalado de poder”, sólo serviría para convertir Cataluña en un polvorín. Algunas cosas de las que dices hacen falta sin duda, pero sólo ellas son vacías, no resuelven nada, no promueven la concordia. Por otro lado, y es sólo un ejemplo, no sé por qué piensas que la reválida iba a servir para algo. Quiero decir, ahí no está el problema, Mikel. Los mejores estudiantes en Cataluña son (te lo digo con la experiencia de profesor) perfectamente competentes en ambas lenguas, y tal y como no son tan buenos así desciende su competencia, como en todas partes.

Acerca de tu entusiasmo por gerrymandering, me extraña que apruebes una práctica que consiste (según todas las definiciones al uso, aquí la de la wikipedia en inglés: “Gerrymandering is a practice intended to establish a political advantage for a particular party or group by manipulating district boundaries”, en una manipulación. Manipulando las cosas no iremos a ningún lado.

Lo dicho, yo sigo empeñado en no desfallecer para restablecer la concordia. No estoy seguro que (como diría Unamuno) sea lo que quieren ni los “hunos” ni los “otros”. Ya escribí una vez en El País (en 2015) que tiendo a sentirme como Montaigne con las guerras entre católicos y protestantes en la Francia de su tiempo, “güelfo entre gibelinos y gibelino entre güelfos”.

Buen domingo

JJ

Y le vuelvo a responder:

24/11  11:55

Querido José Juan:

Conste en primer lugar que yo voy más allá de rechazar la unilateralidad. También denunciaré a mi Gobierno si pretende salir de ésta, con las mayorías parlamentarias y disciplinadas suficientes, con una nueva asimetría (como la que inconstitucionalmente soportamos con vascos y navarros, que disponen al parecer del doble de financiación per cápita para pagar esos servicios públicos de los que presumió en el debate parlamentario el miserable de Esteban -PNV-, índice Gini en mano).

Con las reválidas no pretendo solucionar el problema de la inmersión. Para ello hace falta sólo que las universidades y los colegios (y el Gobierno autonómico, claro) hagan cumplir la ley. Con las reválidas sólo quiero introducir un mecanismo institucional que armonice el desarrollo de los programas educativos. Por aquello de que en Cataluña los chavales no aprendan, por ejemplo, que su ordenamiento jurídico culmina en el Estatuto. Nada, cosas básicas. Los ríos de España y tonterías que, en fin, conforman un imaginario donde lo español no existe. Unido al control de los libros de texto, claro: por evitar esos problemas de matemáticas de Lepe, donde van un español, un catalán y un francés del punto A al punto B.

Y con el gerrymandering quiero decir lo que sabes que quiero decir. ¿Estuvo el gerrymandering fuera de las mentes de quienes diseñaron nuestro sistema electoral? ¿Puede garantizarse la gobernabilidad sin ello? ¿No es gerrymandering la propuesta de la UE de subir la barrera electoral nacional al 3-5%? Por supuesto, veo en ello un desincentivo institucional a la lógica perversa de crear un parlamento de representantes nacionales plagados de carlistas que se miran al ombligo. Estoy cansado del lastre que arrastra tu generación (que es la de tantos en mi Foro, supongo) sobre la España franquista que debe hacerse perdonar todo. Tengo claro que, desde la izquierda y/o desde simples convicciones democráticas, hay razones de sobra para plantarles cara. Porque, si hay intolerantes, son ellos.

Y eso entronca con lo último: lo siento, me ofende que te quieras colocar en el centro entre ellos y nosotros; entre los voluntaristas intolerantes y quienes piden pluralismo, convivencia y Estado de Derecho. Un Estado de Derecho que hay que legitimar con aquel “poder” que os animaba a construir desde ya, en lugar de dialogar y señalar falsos “conflictos”. Y, perdona que te lo recuerde (porque hemos hablado largo y tendido sobre ello y curiosamente lo has omitido), la cita mía que retomas seguía así: “Y aguantar lo que haga falta. Pero, repito, antes, durante y después, lo que quiero es que los catalanes que son conscientes del problema eleven su voz y den forma a ese poder que sustenta la legitimación del procedimiento democrático que nos hemos dado y que, bajo cualquier análisis que se le haga, es inequívocamente legítimo. La 13ª democracia del mundo”.

Insisto, y me temo que la cosa va a subir de grados por aquí: creo no estás entre dos extremos como el bueno de Chaves Nogales. No puedo admitir eso ni por mí ni por los míos. Creo, más bien, que estás dudando entre democracia y otra cosa. Lo siento.

Un abrazo,

Mikel Arteta

Responde Moreso:

24/11   12:21

Querido Mikel,

En primer lugar, no te enfades por favor. En segundo lugar, yo no veo esta cuestión como una guerra, unos contra otros (y algunos entre medio). Tú, y otros, tenéis un punto de vista (en realidad un abanico de puntos de vista), igual que (los más alejados de vosotros) tienen otro y algunos tenemos puntos de vista intermedios. Como sucede en cualquier debate. Todos estamos llamados, según creo, al diálogo común, si renunciamos a las amenazas y aceptamos las reglas básicas de cualquier diálogo (algo como lo que dice Habermas). Comprendo que tú creas que tienes la razón, acerca de Cataluña y del País Vasco y Navarra; pero debes escuchar a los demás, me parece. Esto es lo que la democracia requiere.

Te digo esto porque lo peor de lo que nos ocurre es la división que hay ahora en Cataluña, una división que costará mucho rehacer y que precisamos. Nunca ninguna comunidad humana se ha construido unos contra otros.

Ah, y por cierto, es una exageración que el País Vasco y Navarra gastan en servicios públicos fundamentales el doble que otras Comunidades. En el estudio del BBVA de 2018, el País Vasco (la primera) gasta 3.200 euros per càpita y Canarias (la última) 2.200, es una buena diferencia (sin duda), pero no es el doble. El coeficiente Gini mide la igualdad, no tiene nada que ver con ello. Madrid y Cataluña están por debajo de la media de España. Tal vez algo habrá que responsabilizar a sus gobiernos por ello. Cantabria, que no tiene concierto, está muy cerca de Navarra, por ejemplo.

https://www.fbbva.es/wp-content/uploads/2018/06/FBBVA_Esenciales_26.pdf

Otro abrazo,

JJ

Replico:

24/11 13:08

Querido José Juan:

Yo tampoco lo veo como una guerra. La veo como un ataque medido y fácilmente reconstruible a nuestro Estado de Derecho por parte de un proyecto nacionalista al que no se ha plantado cara (más bien se le ha dado alas desde los gobiernos centrales que han necesitado de su apoyo parlamentario -de ahí el gerrymandering-) durante 30 años. Y, precisamente porque no lo veo como una guerra, sino como un ataque ilegítimo (¿cuál es el fundamento de las reclamaciones nacionalistas más allá del supremacismo?) tampoco creo que sea justo que vuelvas a decir que hay dos puntos de vista y algunos intermedios. Hay nacionalistas que atacan (sin oposición durante décadas, repetido sea de paso) un proyecto democrático y hay gente que, muy tarde y sin medios, se ha puesto a defender el orden constitucional atacado.

Habermas jamás aceptaría llamar “diálogo democrático” (es decir, uno que se produzca en un marco tendente a la imparcialidad; esa que garantiza un procedimiento que pretende institucionalizar el punto de vista moral, o sea imparcial, con simetría mínima entre interlocutores) al que quiere romper la cooriginalidad o equilibrio entre la “autonomía pública” y la “autonomía privada” (o al que se produce con este equilibrio roto), es decir, entre la reconstrucción normativa del Estado de Derecho (el constitucionalismo -cuya técnica se piensa antes y durante el propio proceso democrático: de ahí que para él todo tiempo sea tiempo de transiciones-, que salvaguarda nuestro estatuto de ciudadanos libres e iguales, con derechos políticos, civiles y sociales) y la voluntad popular, esa que defienden, en su versión desatada (tiránica, decisionista, protofascista) nuestros queridos interlocutores con “punto de vista” contrario. No hay igualdad alguna cuando el proyecto se basa en excluir a una parte de la comunidad de decisión. Esto es obvio. Insisto, no estamos hablando ni siquiera de demócratas. [Se me olvidó recordar que Habermas ya había identificado al nacionalismo catalán con el Frente Nacional].

Estoy de acuerdo, por supuesto, en que ninguna comunidad se ha constituido a partir del “unos contra otros”. Pero es que la estelada expulsa y la señera, como la rojigualda, abarcan, incluyen (que diría el bueno de Habermas). Abarcan también los derechos lingüísticos que los nacionalistas, ante nuestra parsimonia, violan a los castellano-parlantes.  Claro que hay que reconstruir la convivencia y hablar, hablar mucho. ¿Pero habrá que decir lo que pasa, no? Yo sé que tú sabes lo que pasa. Si no lo supieras no me responderías lo que me respondes. Cuanta más gente hable y llame a las cosas por su nombre, mejor. Yo estoy hablando con todos los que me responden y no esquivo un sólo punto. Y a la ironía cutre respondo con ironía cutre.

Respecto a lo del País Vasco, sólo puedo limitarme a colgar esto (no tiendo a sacarme cosas de la manga y ya sé que no lo has insinuado): “La financiación en el País Vasco alcanza los 4.292 euros per cápita y la media apenas supera los 2.000 euros”. Es de El País (cuando hacía lo que tenía que hacer la prensa de calidad, como espina dorsal de una democracia no corrupta), el mismo periódico que no quiso publicar nuestro manifiesto de ayer en El Mundo a pesar de ir firmado (destacados, que yo ya iba prevenido) por Savater, Vargas Llosa y Cortina, tres de sus ilustres firmas; además de Azúa, Trapiello, Aurelio y muchísimos y valiosísimos y prestigiosísimos profesores del FORO.

Por supuesto, sé que el coeficiente Gini mide la igualdad. Pero estarás de acuerdo conmigo en que cuando hay tanto dinero es más fácil financiar educación y formación, sanidad, pensiones y esas rentas de inserción, que, según presumía Esteban, son bastante más elevadas que las españolas (igual que la baja por paternidad, ya en 16 semanas en el PV). Y estarás de acuerdo conmigo en que dichos servicios contribuyen, afortunadamente (de ahí mi crítica sin paliativos a quienes afirman que España les roba para así limitar la transferencia de rentas), a la igualación social. De ahí el éxito de la democracia y de ahí nuestros pánicos ante las menguas del estado del bienestar.

Un fuerte abrazo,

Mikel

Finaliza Moreso y ahí lo dejamos:

Querido Mikel,

Déjame añadir sólo dos cosas a tu último comentario:

La primera sobre mi apelación a Habermas. Las reglas básicas de la comunidad ideal de diálogo son las que, creo, deberían informal cualquier diálogo racional, también éste. Tal vez valdría la pena que todos los participantes se comprometieran a aceptarlas (hay una atinada reconstrucción de dichas reglas en la teoría de la argumentación de Robert Alexy, que Habermas ha aceptado). Esto es lo que quería decir.

La segunda sobre el gasto en servicios públicos fundamentales y coeficiente GINI. Para nada quería sugerir que tú te sacaras cosas de la manga, sólo que cuando hablamos de cuestiones técnicas tenemos que ser (unos y otros) rigurosos y argumentar ‘evidence- based’ como dicen en inglés. En ese sentido, son más fiables los datos de un estudio sobre el tema de los servicios básicos del BBVA que una noticia en un periódico. Pero en ningún momento he puesto en duda tu buena fe, que doy por supuesta.

Otro abrazo

JJ


Conclusión:

Hasta aquí el ejercicio. Ahora que cada lector extraiga lo que considere la próxima vez que lea (quizás, como ahora, de uno de los firmantes de aquel Manifiesto) rancias menciones al ADN español y llamadas al diálogo como la que sigue:

“Una vez más, los moderados nos quedamos sin margen. Confiábamos también en el sentido común. Parecía que al menos una parte de las élites españolas creían en la necesidad de encontrar una válvula de escape que liberara la presión y diera credibilidad a las llamadas al diálogo que los moderados catalanes siempre hacemos. Pero estas élites sociales, culturales o políticas, una vez más, han callado. Quizás no desean deshacer el nudo. Quizás la tensión sea el ADN de España. Quizás España para sentirse viva necesita siempre un enemigo interior. Sea como fuere, en los últimos años ha imperado un clima de linchamiento. “¡A por ellos!”. No digo que la sentencia obedezca a este clima. Pero, a pesar de que están encantados de su poder independiente, los jueces también son humanos” (“Perder”, La Vanguardia, 16/10/2019).

No ha habido mucha suerte con el diálogo. Pero espero haber mostrado algo. Recuerdo, por último, mi contestación a Joan Vergés:

“¿Conceder a Cataluña lo que costó mil muertes no concederle a ETA? No gracias. Soy demócrata y de izquierda y me niego a que se decida bilateralmente qué hacer con una porción del territorio que también es mía: su mercado laboral, su puerto, su patrimonio artístico, su conexión con Francia, la fiscalización proporcional de su riqueza… Ayer PP y Cs perdieron una votación fatua para blindar [en Madrid] su competencia fiscal para seguir haciéndonos dumping al resto. Me niego por lo mismo. Y me da vergüenza el nivel de los académicos. Algunos, como Martí o Camps, pretendidamente cosmopolitas. Da para reírse si no fuera para llorar”.

Quizás aún esté en su bandeja de entrada. Nunca me respondió. Si quisiera, que no querrá, lo podría usar como le plazca. Podría explayarme sobre esas cuestiones (por ejemplo, aclarando que la votación ocurrió en el Parlamento madrileño; y por eso era fatua aunque políticamente reveladora) pero la esencia de lo que pienso seguiría estando en esas mismas 9 líneas escritas a vuelapluma. Y estoy convencido de que la inmensa mayoría de firmantes del Manifiesto promovido por el Foro de Profesores también habrían razonado de forma suficiente su rechazo a firmar aquel primer Manifiesto de Contexto. De hecho, en la prensa de estas últimas semanas ha habido muchas respuestas razonadas contra el espíritu de su Manifiesto. Por último, como veo que las adscripciones varían, como varían muchos nombres propios en función del ámbito territorial en el que se expresan, le aclararía, eso sí, que Mikel se escribe con “k”. Doctor en Filosofía moral y política. Poco más. Vuelvo a mis labores.

Por Mikel Arteta, doctor en Filosofía Política.


Notas:

[i] Siguiendo la numeración de firmas en la publicación original de la revista digital Contexto. 4. María Javiera Aguirre Romero, Filosofía, Pontificia Universidad Católica (Chile); 11. Jordi Amat, escriptor i periodista; 38. Ricardo Caracciolo, Filosofía del Derecho, Universidad de Córdoba (Argentina); 46. Daniele Conversi, Ciencias Políticas, Ikerbasque Research Professor, UPV/EH; 61. Marina Echebarría Sáenz, Derecho, Universidad de Valladolid; 67. Juan Antonio Fernández Manzano, Filosofía, Universidad Complutense de Madrid; 76. Iñaki Gabilondo, periodista; 84. Jordi Guiu, Sociologia, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; 113. Jaume Lanaspa, patró de la Fundació Bancària “La Caixa”; 131. José Luis Martí, Dret, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; 133. Andreu Mas Colell, Economia, Universitat Pompeu Fabra i President del Barcelona Institute of Science and Technology; 143. Miguel Mora, periodista. Director de la revista Contexto; 144. Sergi Morales-Gálvez, Philosophy, KU Leuven (Belgium); 145. Josep Joan Moreso, ex-rector i professor de Filosofía del Dret de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; 147. Gustau Muñoz, escriptor, co-director de la revista L’Espill (Universitat de València); 157. Ricardo Parellada, Filosofía, Universidad Complutense de Madrid; 161. Xose Manuel Pereiro, Periodista, Vicedecano del Colexio de Xornalistas de Galicia; 173. Antoni Puigverd, escriptor i periodista; 184. Pablo Ródenas Utray, Cátedra Cultural Javier Muguerza, Universidad de La Laguna.; 192. Pablo Salvador Coderch, Dret civil, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; 195. Ignacio Sánchez-Cuenca, Ciencias Políticas, Universidad Carlos III, Madrid; 211. Antonio Tena Junguito, Universidad Carlos III de Madrid; 213. Suso de Toro, escriptor; 217. Joaquin Valdivielso Navarro, Filosofia, Universitat de les Illes Balears ; 225. Joan Vergés Gifra, Filosofia, Càtedra Ferrater Mora, Universitat de Girona

[ii] Hay 141 que no me responden:

  1. Ercilia Adén, Derecho y Filosofía, Universidad Nacional de Córdoba (Argentina).
  2. María Xosé Agra Romero, Filosofía, Universidad de Santiago de Compostela.
  3. Antoni Aguiló, Centro de Estudos Sociais da Universidade de Coimbra (Portugal).
  4. Toni Aira Foix, Periodista.
  5. Joaquim Albareda, Història moderna, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
  6. Enoch Albertí, Dret constitucional, Universitat de Barcelona.
  7. Teresa Albuquerque, Directora de la Fundaçao da Casa de Mateus (Portugal).
  8. Claudia-Patricia Alvarado, Abogada (Colombia).
  9. Francesc-Marc Álvaro, escriptor i periodista.
  10. Oriol Amat, Economia, Director de la Barcelona School of Management.
  11. Rodolfo Arango, Magistrado del Tribunal Especial para la Paz y Universidad de los Andes, Bogotá (Colombia).
  12. Jordi Armadans, director de Fundipau.
  13. Hugo Aznar Gómez, Filosofía, Universidad CEU Cardenal Herrera, València.
  14. Jaume Badia i Pujol, Gerent, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
  15. Isabel Balza, Filosofía moral, Universidad de Jaén.
  16. Borja Barragué, Filosofía del Derecho, UNED.
  17. Jaume Bertranpetit, Biologia, Universitat Pompeu Fabra.
  18. Norbert Bilbeny, Filosofia, Universitat de Barcelona.
  19. Ismael Blanco, Ciències Polítiques, director de l’IGOP, Universitat Autònoma de Barcelona.
  20. Pau Bossacoma, Dret, Universitat Pompeu Fabra.
  21. Quim Brugué, Ciències Polítiques, Universitat de Girona.
  22. Noelia Bueno Gómez, Filosofía, Universidad de Oviedo.
  23. Jorge Cagiao Conde, Civilización Española Contemporánea, Université de Tours (France).
  24. Mar Calpena, periodista.
  25. Victòria Camps, Filosofia, Universitat Autònoma de Barcelona.
  26. Ana Cannilla, Philosophy of Law, Reading University (UK).
  27. Josep Capdeferro, Història del Dret, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona
  28. Manuela Carmena, jueza emérita y exalcaldesa de Madrid.
  29. Milena Carrara, Presidenta Fundació Vivarium Raimon Panikkar
  30. Alberto Carrio, Filosofia del Dret, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
  31. Antonio Casado da Rocha, Filosofía, Universidad del País Vasco/EHU.
  32. Jaume Casals, Filosofia, Rector de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
  33. Manuel Castells, Sociology, UOC & California University/Berkeley (USA).
  34. Alejandro Chehtman, Derecho internacional, Universidad Torcuato di Tella, Buenos Aires, (Argentina).
  35. Montserrat Coll Calaf, Filosofia, Ex-directora general de la DGAR de la Generalitat de Catalunya.
  36. Alfons Cornella, director d’Infonomia.
  37. Francisco David Corrales Cordón, Filosofia, Universitat de Girona.
  38. Antoni Defez, Filosofia, Universitat de Girona.
  39. Joan Manuel Del Pozo, Filosofia, Síndic de la Universitat de Girona.
  40. José Díez, Filosofia, Universitat de Barcelona.
  41. Ander Errasti, Derecho, Universitat de Barcelona i Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
  42. Pere Fabra, Filosofia del Dret, Universitat Oberta de Catalunya.
  43. Olga Fernández Prat, Filosofia, Universitat Autònoma de Barcelona.
  44. Charlotte Fernández Ple, Ciències Polítiques, IGOP, Universitat Autònoma de Barcelona.
  45. Gennaro Ferraiuolo, Diritto, Università degli Studi di Napoli Federico II (Italia).
  46. Jordi Ferrer, Filosofia del Dret, Universitat de Girona.
  47. Andreas Follesdal, Human rights and international lawyer, ARENA Institute, Oslo (Norway).
  48. Steven Forti, Història, UAB i Universidade Nova de Lisboa (Portugal).
  49. Pasquale Frascolla, Philosophy of Language, Università degli Studi di Napoli Federico II (Italia).
  50. Mayo Fuster, Ciències Polítiques, IGOP, Universitat Autònoma de Barcelona.
  51. Joan Fuster-Sobrepere, Estudis d’Arts i Humanitats, Universitat Oberta de Catalunya.
  52. Daniel Gamper, Filosofia, Universitat Autònoma de Barcelona.
  53. Francisco García-Gibson, Derecho, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
  54. Cristina Gelpí, Lingüística, vicerectora de la Universitat Pompeu Fabra.
  55. Anca Gheaus, Dret i Filosofia, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona
  56. Rafael Gómez-Moriana, Architecture, University of Calgary (Canada).
  57. Luz Gómez, Estudios Árabes e Islámicos, Universidad Autónoma de Madrid.
  58. Tobies Grimaltos, Filosofia, Universitat de València.
  59. Montserrat Guibernau, Forum on Geopolitics, Department of Politics and International Studies, University of Cambridge (UK).
  60. Jaume Guillamet, Periodisme, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
  61. Antoni Gutiérrez Rubí, Comunicació política, Director d’Ideograma.
  62. Marisa Iglesias, Filosofia del Dret, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
  63. Daniel Innerarity, Filosofía, Director de Globernance, Ikerbasque, investigador del European University Institute, Florencia (Italia).
  64. María Victoria Inostroza, Dret, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona
  65. Manel Jiménez Morales, Comunicació, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona
  66. Jacint Jordana, Director de l’Institut Barcelona d’Estudis Internacionals (IBEI), Ciències polítiques, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
  67. Indira Latorre, Derecho, Universidad del Bosque, Bogotá (Colombia).
  68. Sebastián Linares, Ciencia política, Universidad Nacional del Sur (Argentina).
  69. Guillem López Casasnovas, Economia, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
  70. Claudio López-Guerra, Politics and Philosophy, University of Richmond (USA).
  71. Jaume López Hernández, Ciències polítiques, Universitat Pompeu Fabra.
  72. Àngel Lozano, Professor del Departament de Tecnologia, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
  73. Nahuel Maisley, Derecho, Universidad de Buenos Aires (Argentina).
  74. Teresa Maldonado Barahona, Filosofia, feministAlde Bilbao.
  75. Giorgio Maniaci, Diritto, Università di Palermo, Italia.
  76. Genoveva Martí, Filosofia, Universitat de Barcelona.
  77. Guillem Martínez, periodista.
  78. Félix Mathieu, Political Science, Université du Québec à Montréal (Canada).
  79. Gonçal Mayos, Filosofia, Universitat de Barcelona.
  80. José Antonio Méndez Sanz, Filosofía, Universidad de Oviedo.
  81. José Mendívil Macías Valadez, Filosofía, Universidad de Guanajuato (México).
  82. Núria Sara Miras Boronat, Filosofia, Universitat de Barcelona.
  83. Cristina Monge, Ciencias Políticas, Universidad de Zaragoza,
  84. Ezequiel Monti, Derecho, Universidad Torcuato di Tella, Buenos Aires (Argentina)
  85. José Luis Mora García, Filosofía, Universidad Autónoma de Madrid
  86. Pedro E. Moscoso-Flores, Filosofía, Universidad Adolfo Ibáñez (Chile)
  87. Arcadi Navarro, Biologia, exsecretari d’Universitats i Recerca de la Generalitat de Catalunya
  88. Zelai Nikolas, abogada, Gure Esku Dago.
  89. Francesc Núñez, Humanitats, Universitat Oberta de Catalunya
  90. Serena Olsaretti, Dret i filosofia, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona
  91. Eze Paez, Investigador FCT, Filosofia, Universidade do Minho (Portugal)
  92. Joan Pagès, Filosofia, Universitat de Girona
  93. Pablo Pareja, Dret, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona
  94. Cristina Peñamarín Beristáin, Periodismo, Universidad Complutense de Madrid
  95. Francesc Pereña, Filosofía, Universitat de Barcelona:
  96. Lluís Pérez Lozano, Ciències polítiques, Universitat Pompeu Fabra
  97. José Antonio Pérez Tapias, Filosofía, Universidad de Granada
  98. Javier Pérez Royo, Derecho, Universidad de Sevilla
  99. Jordi Pigem, Filòsof i escriptor
  100. Agustí Pons, escriptor: Agustí Pons, escriptor
  101. Albert Presas, Història, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona
  102. Cristina Pujades, Biologia, vicerrectora de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona:
  103. Àngel Puyol, Filosofia, Universitat Autònoma de Barcelona:
  104. José Daniel Quesada, Filosofía, Universitat Autònoma de Barcelona
  105. Josep Ramoneda, Filòsof i periodista, director de La Maleta de Portbou
  106. Guadalupe Reinoso, Escuela de Filosofía, Facultad de Filosofía y Humanidad, Universidad Nacional de Córdoba (Argentina)
  107. Jorge Riechmann, Filosofía moral, Universidad Autónoma de Madrid
  108. Manuel Rivas Barrós, escritor y periodista
  109. Jorge Rodríguez, Derecho, Universidad de Mar del Plata (Argentina)
  110. Miriam Ronzoni, Politics, University of Manchester (UK)
  111. Ignasi Roviró Alemany, Filosofia, Universitat Ramon Llull
  112. Javier Sádaba, catedrático honorario de Filosofía, Universidad Autónoma de Madrid.
  113. Pello Salaburu, Filología Vasca y exrector de la Universidad del País Vasco.
  114. Pedro Salazar, Derecho, Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, (México).
  115. Carles Salazar, Antropologia, Universitat de Lleida.
  116. María José Sánchez Leyva, Ciencias de la Comunicación y Sociología, Universidad Juan Carlos, Madrid.
  117. Marc Sanjaume, Ciències Polítiques, Universitat Pompeu Fabra.
  118. Víctor Sampedro, Comunicación Política, Universidad del País Vasco.
  119. Miquel Seguró, Filosofia, Universitat Oberta de Catalunya i Herder editorial.
  120. Norma Serra, GIS and Marine Biology, University of Victoria (Canada).
  121. Carles Serra, Pedagogia, Universitat de Girona.
  122. Ivan Serrano, Ciències Polítiques, Universitat Oberta de Catalunya.
  123. Asger Sørensen, Pedagogía y Filosofía, Aarhus University, Copenhagen (Dinamarca).
  124. Boaventura de Sousa Santos, Distinguished Legal Scholar Universitat de Wisconsin-Madison (USA), Global Legal Scholar Unviersity of Warwick (UK), director Centro de Estudos Sociais da Universidade de Coimbra, Universidad de Coimbra (Portugal).
  125. Francesc Subirada, delegat del rector per a la iniciativa del Mercat del Peix de la Universitat Pompeu Fabra.
  126. John Tasioulas, King’s College London (UK).
  127. Charles Taylor, Philosophy, McGill University, Montreal (Canada)
  128. Josefa Toribio, Universidad de Barcelona
  129. Camil Ungureanu, Universitat Pompeu Fabra
  130. Jonathan Valenzuela, Universidad de Chile, Santiago
  131. Eduard Vallory, gestor i analista social (& Pompeu Fabra)
  132. Jordi Vallverdú, Filosofia, Universitat Autònoma de Barcelona
  133. Judith Vega, Philosophy, University of Gröningen (Netherlands)
  134. Amador Vega, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona
  135. Agustín Vicente, Filosofía, Universidad del País Vasco/Ikerbasque
  136. Conrad Vilanou, Història de l’Educació, Universitat de Barcelona.
  137. Gerard Vilar, Filosofia, Universitat Autònoma de Barcelona.
  138. José Luis Villacañas, Filosofía, Universidad Complutense de Madrid
  139. Santiago Zabala, Filosofia, Universitat Pompeu Fabra de Barcelona
  140. Alfred-Maurice de Zayas, UN Independent Expert on the Promotion of a Democratic and Equitable International Order 2012-2018 (appointed by the United Nations Human Rights Council)
  141. Mario Zubiaga Garate, Universidad del País Vasco

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