Diez apuntes proautonómicos

1. La oleada recentralizadora, con la vara alta de Madrid como ariete, es mucho más que una cortina de humo, una moda o una maniobra de distracción. Como tal cortina, les va bien a todos. A unos porque aspiran a incrementar el poder de Madrid. A otros porque tienen de qué defenderse.

2. El problema español, según Europa y el mundo, se llama solvencia. La batalla para evitar el rescate es principalmente de imagen, de credibilidad. Si inspiramos confianza a los mercados, nos dejarán dinero a precio asumible. Y, si no, cerrarán el grifo. Por eso, cada vez que aparece déficit oculto el Gobierno debe enviar señales de firmeza y control de la situación. Es quimérico confundir esto con una supuesta intervención de España a cargo de un directorio europeo imaginario.

3. Es evidente que hace falta mayor disciplina en el gasto público. El camino para todos, incluidas las instituciones y la Administración central, lo ha marcado Catalunya con la aplicación de las medidas de austeridad. Algunas autonomías y ayuntamientos le seguirán, con gusto o a la fuerza. El resto, empezando por Zapatero, dan rodeos. En España, el coste de la crisis recae en los trabajadores, no en recortes de los excesos e ineficiencias de las administraciones. A menudo la realidad cuestiona su imagen.

4. El federalismo funciona. Ni Alemania, ni Estados Unidos, ni Canadá, ni Suiza ponen en cuestión su arquitectura institucional. En los países de tradición centralista como Francia o Italia, la regionalización está sobre la mesa y ha ido abriéndose camino. El principio de subsidiariedad no ha sido derogado. El federalismo marca el norte de la organización de los estados grandes o medianos.

5. Sordos al entorno y arrepentidos de modernidad, los partidos y los medios de la capital ponen en duda el modelo español, con diferentes intensidades, pero en sintonía. No se trata tan solo de la universal aspiración de todo poder a servirse más de él. La oleada recentralizadora es síntoma del auténtico problema, no confesado: la insatisfacción de Madrid, casi dolor, por las escasas perspectivas estratégicas de futuro. Se han acabado los recursos extraordinarios y el derroche en infraestructuras radiales. Nunca han invertido como hacía falta en economía productiva o del conocimiento. Madrid se cierra puertas y se le cierran. Por eso pretende compensar las pérdidas hinchándose más como ciudad administrativa que exprime los réditos de la capitalidad. Como Madrid y el centro tienen las de perder, la apuesta demográfica pretende llenar los barrios desiertos y las ciudades infrapobladas del entorno chupando población española, empezando por los funcionarios autonómicos.

6. Como en Madrid se tiene por opinión pública la opinión publicada en sus altavoces concordantes (a pesar de las disonancias), puede parecer cierto que en España existe un clamor contra las autonomías. Falso. Recordemos que el monopolio del poder socialista en Andalucía parte de la máxima ambición autonómica que siempre ha impulsado.

7. Al margen de ajustes y de una mayor racionalidad, es evidente la imposibilidad jurídica y política de marcha atrás significativa en la España de las autonomías. Para entendernos con pocas palabras, a ver qué dibujante de cómic se inventa el superhéroe capaz de hacer volver las gallinas al gallinero después de 30 años de haber abierto la puerta. Ahora bien, la previsión es que en España se limiten todavía más las posibilidades de diversidad en las apuestas de desarrollo regional, y se pervierta así la razón y el objetivo de todo federalismo.

8. Precisamente por eso no dejaremos de escuchar, con treguas, interrupciones, giros inesperados y cambios de ritmo, esa nueva música. Como el himno nacional, que puede sonar de fondo o sonar muy fuerte, y a algunos muy bien, no tiene letra. Ni la tendrá. Si tenemos en cuenta la patraña de la flauta de Hamelin, quizá tampoco hará falta.

9. El catalanismo se equivoca si pretende mantenernos al margen o incluso colabora en la empresa con la pretensión o condición de que Catalunya se mantenga al margen. Al contrario, tanto CiU como el PSC, y en cierta medida también los independentistas, deberían convertirse en los grandes defensores de las autonomías. Sea cual sea el futuro de Catalunya, la apuesta por una España reticular y no radial será siempre buena para todos.

10. Que las sucesivas oleadas recentralizadoras no sean excusa para quedarnos como estamos, y encima contentos por haber evitado el recorte. El bloqueo del autogobierno es una evidencia. La tendencia es la contraria a las demandas catalanas. Pero esto no tiene que llevar a rebajar planteamientos ni a aplazar reivindicaciones. El momento propicio no llega nunca para quien se sienta a esperarlo.

Colofón. Este tema es poliédrico. Cada cara admite múltiples interpretaciones. Nadie tiene, pues, el monopolio de la mirada. Que nadie se emborrache, pues, de verdad. Y menos todavía de su verdad.

Xavier Bru de Sala, escritor.

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