Disposición, concentración y convicción

Un domingo tranquilo en Madrid me sorprendió el artículo en ABC «Negación, distracción y confusión» del señor Simon Manley, embajador del Reino Unido en España. Simon es un colega a quien aprecio por su alta profesionalidad y a quien tengo una simpatía personal. Como veo, los representantes del Reino Unido han recibido las instrucciones desde Londres para promover insistentemente la postura británica sobre el llamado «caso de los Skripal» a través de la prensa. Nosotros, los diplomáticos, estamos convencidos de que «los canales diplomáticos» son los más adecuados para resolver problemas. Pero si la parte británica se siente incapaz de convencernos a través del diálogo profesional y escoge la prensa como el canal de comunicación, no me queda otra opción sino responder por la misma vía.

Las acusaciones de que Rusia incumple sus obligaciones como el miembro de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) carecen en todo de fundamento. Recordamos la destrucción total del arsenal químico de Rusia, lo cual fue oficialmente confirmado por la autorizada estructura internacional la OPAQ y se concluyó el 27 de septiembre de 2017. Sin embargo, el Gobierno británico declaró en voz alta que Rusia «había violado» sus compromisos asumidos a tenor de la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción, el Almacenamiento y el Empleo de Armas Químicas y sobre su Destrucción (CPAQ). De ese modo los británicos arremetieron también toda la labor de la OPAQ en la cual, en particular, durante las últimas dos décadas participó la propia Gran Bretaña.

El 12 de marzo, la embajada de Rusia en Londres remitió al Foreign Office una nota solicitando facilitar el acceso a los materiales de investigación y proponiendo actuar de conformidad con el acápite 2 del Artículo IX de la CPAQ, que prevé que los Estados partes de la Convención pueden arreglar cualquier asunto que provoque duda en la observancia de este tratado internacional mediante el intercambio de información y celebrando consultas bilaterales. La parte británica renunció a nuestras solicitud y propuesta.

Quisiéramos aclarar los siguientes aspectos. ¿Quiénes, dónde y cómo tomaron las pruebas a Serguéi y Yulia Skripal? ¿Cómo se registraron todos estos procedimientos? ¿Quién puede corroborar la autenticidad de los resultados obtenidos? ¿Se han observado los requisitos de la OPAQ durante la secuencia de los procedimientos durante la recogida de pruebas (la denominada «chain of custody»)? ¿Valiéndose de qué métodos (análisis espectral y otros) la parte británica durante un lapso de tiempo tan corto logró determinar el tipo de la sustancia química supuestamente empleada (según la clasificación occidental, Novichok)?

Según entendemos, para hacerlo, es preciso contar con una muestra standard de esta sustancia. ¿Cómo esta presura se corresponde con las declaraciones oficiales hechas por Scotland Yard de que para «sacar las correspondientes conclusiones, se necesitarán semanas e incluso meses de trabajo»? ¿A base de qué datos e indicios de afección se tomó la apresurada decisión de antidotar a los afectados Skripal y al policía británico? ¿No provocó esta presura unas serias complicaciones de su salud y el subsiguiente agravamiento? ¿Concretamente, qué antídotos se administraron? ¿En función de qué análisis se resolvió recurrir a tales preparados?

¿Cómo se pueden explicar los efectos retardados de la sustancia neuroparalizante que por su naturaleza produce efectos inmediatos? Se afirma que las víctimas fueron envenenadas en una pizzería (según otros datos, en un coche, en un aeropuerto, en un piso, etc.). ¿Qué ocurrió en realidad? ¿Cómo explicar que, pasado algún tiempo, las encontraron en un escaño en la calle?

Mi colega habla de patrones de comportamiento. Quería subrayar a la vez que «el patrón de comportamiento» del Reino Unido durante las últimas décadas tiene un historial muy especial, los asesinatos misteriosos de los ciudadanos rusos en el suelo británico (recordamos los apellidos conocidos de Berezovsky y Litvinenko pero hay más) no están revelados todavía y se hicieron secreto de Estado. El incidente de Salisbury corresponde plenamente a este deseo de las autoridades británicas de primero, inculpar a mi país de algo espantoso y, después, silenciar todo el proceso de investigación.

De nuestra parte consideramos que es necesario calificar el ataque contra los Skripal con el uso de sustancias tóxicas como un atentado terrorista. En vista de que la ciudadana rusa Yulia Skripal fue afectada en el incidente proponemos a los británicos cooperar a tenor del Artículo IX de la CPAQ. Con todo, parece muy raro que hasta ahora Londres niegue a los representantes oficiales rusos el acceso consular a la ciudadana rusa Yulia Skripal violando la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963. Celebramos que el Gobierno británico invitara a los expertos de la Secretaría Técnica a visitar Gran Bretaña para analizar independientemente las conclusiones sacadas en el laboratorio británico. Rusia espera que la OPAQ presente una información detallada sobre el «caso de los Skripal».

Resumiendo, estoy de acuerdo con el embajador Manley en que el trabajo conjunto sería el mejor medio para prevenir hechos semejantes. Ya es hora de dejar aparte las ofensas del pasado y empezar a colaborar de verdad contra las amenazas reales y no ficticias.

Yuri Korchagin, embajador de Rusia en España.

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