Dividir a las víctimas

Cayetano González (EL MUNDO, 26/01/05).

Los condenables e injustificables intentos de agresión e insultos a José Bono el pasado sábado en la manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo en Madrid, bajo el lema Memoria, dignidad y justicia, han provocado que aflorara a la superficie el mar de fondo que se ha ido generando en los últimos meses en relación a las víctimas del terrorismo.

La situación es tan seria que dudo mucho de que pueda ser reconducida por esa figura que ha creado el Gobierno, el Alto Comisionado para las Víctimas, Gregorio Peces-Barba, ya que la forma unilateral de su nombramiento, su inasistencia a la manifestación, las razones que esgrimió para no ir y algunas declaraciones hechas tanto antes como después de la misma le han dejado sin algo que es básico para trabajar con y por las víctimas: autoridad moral.

Desde el brutal atentado del 11-M, las víctimas de ETA se han sentido menos amparadas y atendidas por el actual Ejecutivo socialista que en los años de los gobiernos del PP. Esto puede explicarse por dos motivos: por un lado, al nuevo Gobierno y al PSOE les interesa dar más realce a las víctimas del 11-M, en la medida que algunas de éstas tienen una actitud y un discurso tan ideologizado que puede ser utilizado para seguir atacando al anterior Gobierno y al ex presidente José María Aznar. La comparecencia de la señora Manjón ante la Comisión de Investigación del 11-M, que tanto impactó en la opinión pública, así como los posicionamientos políticos de la Asociación de la que es portavoz servirían en el fondo para esa estrategia.

Además, las víctimas de ETA olfatean que este Gobierno -y su presidente el primero- está dispuesto a negociar y hablar con ETA, sin explicar los límites de esa negociación. Es más, las víctimas intuyen que pueden ser moneda de cambio en ese hipotético escenario de negociación; y, lógicamente, por respeto a la dignidad y a la memoria de sus seres queridos que han sido asesinados, las víctimas no quieren ser moneda de cambio de nada ni de nadie.No quieren ser utilizadas. Solamente quieren justicia y que no se ceda ni un milímetro ante los terroristas. Este es un mensaje muy fácil de entender, que anteriores gobiernos comprendieron, pero que el actual no está tan claro que lo vaya a respetar.

Por tanto, como las víctimas de ETA pueden ser un estorbo para llevar a buen puerto ese proceso de negociación, el Gobierno pone los medios para neutralizarlas y ningunearlas, igual que hay que neutralizar y ningunear a los movimientos cívicos y sociales que han ido surgiendo en los últimos años en el País Vasco, como el de Basta Ya o el Foro de Ermua, y que han sido esenciales en la reacción social contra ETA y el nacionalismo excluyente.

A las víctimas de ETA se las neutraliza creando una figura a todas luces innecesaria -hay una Oficina de Atención a las Víctimas en el Ministerio del Interior que ha venido funcionando perfectamente desde su creación, en 1997- como el Alto Comisionado del Gobierno, y se les ningunea aupando al primer plano a otras víctimas, a las del 11-M.

El resultado de esta situación es que todo lo que se había avanzado en la sociedad española -fundamentalmente desde el asesinato de Miguel Angel Blanco, en julio de 1997- en lo que se refiere al reconocimiento social de las víctimas, y en cuanto a permitir que participen en el debate político cuando se ventilen cuestiones que les afecten directamente, se está desmoronando con esta actitud del Gobierno socialista.

Habrá que hacer la salvedad en este juicio de dos ministros con peso dentro del Ejecutivo: el de Interior y el de Defensa; o, por supuesto, la de socialistas absolutamente comprometidos con la causa de las víctimas -algunas reúnen también la condición de tales- como Rosa Díez, Nicolás Redondo, Maite Pagazaurtundua, Gotzone Mora, Rubén Múgica o Carlos Totorica, entre otros. Son socialistas que han entendido hace mucho tiempo que las víctimas en ningún caso pueden ser utilizadas, sacrificadas, para la estrategia política coyuntural, y menos para una negociación con los terroristas.Eso sería demasiado miserable.