Doce preguntas a los candidatos

Si los europeos pudiéramos participar en las elecciones primarias estadounidenses, yo les plantearía unas cuantas preguntas a los candidatos de los dos grandes partidos. Y es que a lo largo del pasado siglo hemos aprendido que la política exterior del presidente norteamericano de turno tiene siempre un peso decisivo sobre el destino de Europa. En el otoño del 2003, el presidente Bush anunciaba a bombo y platillo: "Misión cumplida". Sin embargo, hoy, casi cinco años después, las metas a las que aspira Estados Unidos y los medios por los que piensa alcanzarlas siguen siendo tan inciertos como en aquel momento, con el agravante de que desde entonces han surgido nuevos interrogantes.

La herencia que recibirá el nuevo presidente en enero del 2009 en el terreno de la política internacional se adivina más pesada, compleja y de más vastas implicaciones que el problema vietnamita que el presidente Nixon heredó en 1969 de sus predecesores Kennedy y Johnson.

Ni Richard Nixon ni sus sucesores Gerald Ford y Jimmy Carter consiguieron restaurar la autoestima perdida de la nación americana. Eso sólo lo consiguió Ronald Reagan, aunque lo cierto es que el signo de los tiempos le fue favorable. Pero en la actual campaña de las primarias, el recuerdo de los graves errores cometidos en la guerra de Vietnam sigue estando en primer plano.

Los norteamericanos parecen convencidos de la necesidad de hacer tabla rasa en muchos aspectos.

Pero no está claro que eso incluya también la política exterior. Aunque algunos de los candidatos firman de vez en cuando artículos inteligentes en una revista tan seria como Foreign Affairs,en sus discursos rara vez se pronuncian con claridad respecto a la política internacional y de seguridad que pretenden llevar a cabo. Es más, en ese aspecto reina, por desgracia, una incertidumbre total.

Por supuesto, los europeos sabemos por experiencia propia que las campañas electorales no son el mejor escaparate para la inteligencia y la sensatez, sino más bien un terreno abonado para la lucha cuerpo a cuerpo. Sin embargo, dado que ni la trayectoria política de los candidatos ni sus intervenciones públicas permiten deducir el rumbo que imprimirán a la política exterior en caso de ser elegidos, sería bueno que cada uno de ellos hiciera por lo menos una declaración extensa acerca de sus intenciones en materia de política internacional. A los europeos nos gustaría conocer sus respuestas a ciertas preguntas que no conciernen sólo a Estados Unidos, sino también a Europa, poniendo el acento, por supuesto, en las guerras de Iraq y Afganistán, pero también en asuntos que van más allá de los escenarios bélicos actuales.

1. ¿Cómo piensa poner fin a la guerra de Iraq? ¿Qué medios utilizará? ¿Cuál es su idea del futuro de Iraq?

2. ¿Cuál es su objetivo en Afganistán? ¿Se trata de poner fuera de combate sólo a Al Qaeda o también a los talibanes? ¿O se trata de construir un régimen democrático?

3. En caso de que Al Qaeda se replegara definitivamente a Pakistán y llegara a tener acceso al arsenal nuclear de ese país, ¿estaría usted dispuesto a intervenir militarmente también en Pakistán?

4. ¿Cuál es su estrategia para la resolución pacífica del conflicto, de medio siglo de duración, que enfrenta a Israel con sus vecinos árabes? ¿Apostará usted por la creación de un Estado palestino, o debemos considerar la conferencia de Annapolis una mera anécdota?

5. Después de la constatación, por parte de los servicios secretos de EE. UU., de que Irán ha renunciado a dotarse de armamento nuclear, ¿cuál va a ser la política futura de EE. UU. respecto a ese país?

6. Ante el hecho de que una cuarta parte de los estados del mundo está en la órbita islámica, ¿piensa usted trabajar en favor de la tolerancia religiosa y cultural y salir al paso del choque de civilizaciones?

7. ¿Comparte la opinión de Zbigniew Brzezinski de que, más allá de Oriente Medio, "el mayor desafío para la seguridad mundial es Rusia"? ¿O piensa más bien, como nosotros, que Rusia no ha vulnerado militarmente ninguna de sus fronteras desde la época de Gorbachov y viene comportándose hacia el exterior de un modo mucho más pacífico que en las épocas zarista y soviética? ¿Cuál es el propósito de los dispositivos antimisiles que su país pretende levantar en Polonia y la República Checa: proteger a esos países y a Estados Unidos o simplemente intimidar a Rusia? ¿Acepta usted el papel de primer orden que Rusia está llamada a desempeñar en la política y la economía mundiales?

8. ¿Acepta usted el papel de primer orden que China está llamada a desempeñar en la política y la economía mundiales? ¿Van a invitar por fin a China a las cumbres internacionales?

9. ¿Va a cumplir usted los compromisos de EE. UU. en cuanto al tratado de no proliferación nuclear? ¿Va a resucitar el tratado sobre misiles antibalísticos (ABM) que su antecesor tuvo la imprudencia de rescindir? ¿Va a ratificar por fin el tratado sobre fuerzas convencionales en Europa, algo a lo que su antecesor se ha negado?

10. Sus dos antecesores inmediatos se han negado a ratificar el protocolo de Kioto. ¿En el futuro, EE. UU. participará en la limitación mundial de la emisión de gases de efecto invernadero mediante acuerdos vinculantes?

11. ¿Va usted a fijar como objetivo de su política presupuestaria y financiera el reequilibrio del enorme déficit exterior de su país? ¿Va a dejar Estados Unidos de devorar una gran parte de los ahorros y la creación de riqueza de otras naciones? ¿Está a favor del ordenamiento y la vigilancia conjuntos de las corrientes especulativas en los mercados financieros globales?

12. ¿Su país considera que la Carta de las Naciones Unidas es una parte vigente del derecho internacional?

Desde la fundación de EE. UU., la política exterior norteamericana ha oscilado cíclicamente entre las tendencias aislacionistas, imperialistas e internacionalistas. Muchos europeos consideran que la política internacional unilateralista del actual presidente es la manifestación de una mentalidad imperialista. Pero al mismo tiempo mantenemos la confianza en el instinto democrático de la nación americana. Para nosotros, EE. UU. sigue siendo el paraíso de la libertad y el libre pensamiento. Sin embargo, sabemos que no es posible regir el planeta entero sólo desde el punto de vista occidental. Y es que EE. UU. aporta apenas el 4,5% de la población mundial, un porcentaje que, sumándole la Unión Europea, asciende al 12%, pero que hacia mediados de este siglo caerá hasta el 9%.

Es cierto que en los últimos tiempos los europeos han perdido una buena parte de su confianza en el liderazgo norteamericano. Pero estamos decididos a mantener nuestra alianza transatlántica. Nos gustaría poder volver a amar a EE. UU. Pero somos escépticos, porque desde hace diez años Washington sólo recurre a nosotros cuando necesita tropas o financiación.

Al mismo tiempo, los europeos somos conscientes de nuestra debilidad. Y es que sólo somos capaces de regular conjuntamente las normativas para funiculares o la profundidad de los estanques de los zoológicos, mientras que la "política exterior común" europea no pasa de ser pura teoría. Por eso, y porque creemos en la vitalidad de la nación americana, esperamos que el nuevo presidente ponga en marcha una política exterior basada en la racionalidad y el multilateralismo.

Helmut Schmidt, ex canciller de la RFA. © Die Zeit Distribuido por The New York Times Syndicate. Traducción: Joan Parra.