Dólares de destrucción masiva

Pasan los días y la crisis financiera internacional se consolida como una de las más graves de la historia por su intensidad, duración y, sobre todo, extensión. Muy probablemente (y ojalá) esta crisis no tendrá unos efectos en la economía real tan devastadores como la de 1929, que hizo que en 1932 el paro llegase al 25% en EEUU y el PIB mundial del mismo año fuese un 60% inferior al de 1929, pero desde luego la globalización de nuestra economía hace que los excesos de Wall Street afecten inmediatamente a todas las economías mundiales.

Durante este mes de agosto se han sucedido nuevos capítulos de esta crisis y se ha alcanzado un primer consenso entre los sabios y gurús mundiales: nadie sabe ni cuánto durará esta crisis ni cuál será su final. He aquí algunos rasgos.

1. Los bancos de inversión siguen anunciando pérdidas por deterioro de sus activos, haciendo creíble, cuando no pequeña, la estimación del FMI del billón de dólares como valor del agujero global. Ya llevamos más de medio billón reconocido.

2. Siguen cayendo bancos, de momento pequeños. En EEUU ya son nueve, además de las dos ventas
aconsejadas por la Reserva Federal. La lista crecerá antes de fin de año.

3. Lehman Brothers sigue en el centro de las especulaciones. Su venta, cuando no intervención, parece inmediata. Pero no será, probablemente, el único gran banco de inversión norteamericano con serios problemas. Y seguirán su misma suerte los bancos generalistas que han sobredesarrollado su unidad de banca de inversión.

4. Comienzan las demandas de clientes y de la fiscalía de Nueva York contra los bancos de inversión que crearon y comercializaron los productos de alto riesgo causantes del contagio de la crisis.

5. El dólar se ha fortalecido cerca de un 10% frente a las principales divisas y el petróleo ha bajado casi un 20%. Pero somos muchos los que creemos que son movimientos técnicos, casi forzados, y que no significan el final de las tendencias bajistas del dólar ni alcistas del petróleo. Lo que sí parecen marcar es una cierta correlación entre sus precios, lo que evidencia la relevancia del componente especulativo en la construcción del precio del petróleo. Esta caída no se justifica por el debilitamiento de la economía mundial, pues en agosto ha habido suficientes elementos desestabilizadores del mercado (invasión de Georgia por parte de Rusia y alerta de huracanes en el golfo de México) como para contrarrestar ese sentimiento bajista.

6. Las grandes sociedades hipotecarias norteamericanas (Fannie Mae y Freddie Mac) siguen en el centro del huracán. En julio, el Tesoro obtuvo el respaldo legislativo para apoyarlas tanto como fuese necesario. Con un valor en bolsa casi nulo (han caído más del 95% en menos de un año), cada vez son más las voces que ven imprescindible su intervención, desde Warren Buffet hasta los analistas chinos, pasando por los bancos regionales norteamericanos. Y todos ellos tienen buenas razones, tantas como deuda de estas dos hipotecarias han comprado. Si Fannie Mae y Freddie Mac caen, el agujero en las reservas de China, Japón, Rusia, Emiratos Árabes, etcétera, será enorme, lo que puede provocar que se alejen del dólar y, por tanto, este caiga sin control. Pero si el Tesoro norteamericano respalda plenamente a las hipotecarias, deberá emitir cantidades ingentes de deuda soberana, lo que también hundirá al dólar. La decisión no es fácil, aunque probablemente las presiones internacionales y, sobre todo, la exposición de la banca regional y las administraciones locales norteamericanas a estos activos, también muy alta, fuercen la intervención.

Llegamos a lo que va a ser cada vez más el centro del debate financiero mundial: el valor del dólar. Los datos corregidos de crecimiento del segundo trimestre en EEUU son positivos (+0,9%), especialmente comparados con los europeos (-0,2%). Pero el crecimiento norteamericano se debe a la caída de la importación motivada por el menor consumo interno, es decir, gracias a la debilidad del dólar. No hay duda de que en este momento a la economía norteamericana le conviene un dólar débil, tanto para activar sus exportaciones como para rebajar la carga de la deuda, porque una devaluación no deja de ser un cierto impago disfrazado de la deuda.

Y es ahí donde aparece la gran paradoja de la globalización. Hoy tiene más reservas en dólares el tesoro chino que el norteamericano. El dólar, moneda de intercambio comercial internacional desde los acuerdos de Bretton Woods tras la segunda guerra mundial, ya no pertenece sólo a Estados Unidos. Estos acuerdos se basaron en la hegemonía política y económica de EEUU y en un dólar referenciado a un patrón oro, situación que se rompió en 1971, cuando el dólar no pudo aguantar dicha convertibilidad. Desde entonces nos mueve solo la inercia, más ahora cuando la hegemonía norteamericana está en duda.

Tal vez únicamente salgamos de esta crisis cuando se hayan pinchado todas las burbujas (o sea, aflorado todas las pérdidas) y los países (¿el G-12?) se sienten a definir un nuevo orden financiero internacional donde el dólar (al menos el que conocemos hoy) ya no sea el patrón. Pero hasta que eso suceda pasarán no meses, sino años. Tenemos crisis para rato.

José Antonio Bueno, consultor. Socio de Europraxis.