Doloroso recuerdo, poderoso optimismo

Rudy Giuliani, ex-alcalde de Nueva York, fundador y presidente del Consejo de Administración de Giuliani Partners (EL PERIODICO, 11/09/03)

Resulta difícil creer que hayan pasado dos años desde los ataques terroristas contra el World Trade Center, el Pentágono y en el espacio aéreo de Pensilvania. El horror y la tristeza se sienten tan crudamente en la actualidad como el 11 de septiembre del 2001. No ha pasado un día en que no haya pensado en las víctimas de dichos ataques.

Pienso en que no han podido ver crecer a sus hijos. En que les han privado de sus bodas y enamoramientos. En que incluso los pequeños placeres de la vida les han sido insensatamente robados a estos inocentes, y en que sus seres queridos también han sufrido el cruel destino. Por dolorosos que sean estos sentimientos a medida que se aproxima el segundo aniversario, también están vinculados a poderosos sentimientos de esperanza y optimismo. No debe olvidarse que el 11-S no fue sólo un día de colosales pérdidas para Estados Unidos, también se puso de manifiesto un enorme coraje norteamericano. El personal uniformado de Nueva York rescató a un total de 25.000 personas en una evacuación sin precedentes. Los norteamericanos que viajaban en el vuelo 93 lucharon valientemente para abatir dicho avión antes de que también pudiera ser utilizado contra sus compatriotas.

ES CRUCIAL mantener ambas perspectivas: el agudo sentido de pérdida y el orgullo por la respuesta de EEUU. Esto es igualmente válido para continuar con la contienda global para erradicar el terrorismo. Debemos rezar para que se produzcan las mínimas pérdidas de vidas humanas, comprendiendo, al mismo tiempo, que nuestro objetivo requerirá tiempo y determinación. El presidente Bush incluyó a muchas otras naciones en la liberación de Irak, lo que demostraba que EEUU no estaba solo en la lucha para erradicar el terrorismo.

Ahora que Sadam ha sido destituido del poder y que el pueblo de Irak tiene una oportunidad de alcanzar la libertad, el presidente ha acudido a las Naciones Unidas con la intención de lograr una coalición aún más amplia para dicho esfuerzo, que incluya a naciones que no apoyaron nuestra campaña en Irak. Los amigos pueden discrepar en los métodos --con vehemencia, si cabe--, pero ya que avanzamos en la búsqueda de una paz duradera, podemos al menos estar de acuerdo en este objetivo.

Nueve días después de los ataques del 11-S, asistí a la alocución del presidente sobre terrorismo ante una sesión conjunta del Congreso. Pienso que lo que Bush articuló esa tarde establecía una doctrina absolutamente nueva. Dejó claro que su objetivo era la erradicación del terror global y que la responsabilidad de los actos terroristas no sólo recaía en los autores reales y los maquinadores de los ataques, sino también en los financieros y los gobiernos que habían posibilitado sus planes. Además, el presidente explicó reiteradamente que esto no se traduciría en un contragolpe rápido, sino en un esfuerzo sostenido.

UNO DE LOS secretos del éxito de EEUU son nuestras altas expectativas. Por lo que es comprensible que algunos estadounidenses se hayan puesto cada vez más impacientes por la marcha de los acontecimientos. Aunque de hecho, se han realizado grandes progresos.

Dos de las más graves amenazas para la paz del planeta --Sadam en Irak y los talibanes en Afganistán-- ya no controlan las naciones a las que aterrorizaban. Pese a los obvios obstáculos, la aparición de una Hoja de ruta para la paz entre Israel y los palestinos patrocinada por EEUU ha producido más esperanza en esa agitada región de la que se había visto durante mucho tiempo. La sincronía de la decisión de Libia en agosto al aceptar la responsabilidad por el atentado de 1988 contra el vuelo 103 de la Panam y el atentado de 1989 contra el avión de UTA en Níger no puede ser tildada de coincidencia.

QUE sirviera de ejemplo para otros que puedan pretender desestabilizar la paz mundial y aterrorizar a poblaciones inocentes ha sido un objetivo absolutamente legítimo y efectivo del esfuerzo de EEUU en Irak. Cuando en Irak emerja una democracia funcional y habitable --como creo que sucederá--, ello, además, servirá de ejemplo del poder de la libertad para los países vecinos. Otras naciones, incluyendo Indonesia, Filipinas y Arabia Saudí, han mostrado su voluntad de reconocer por primera vez que tienen terroristas en su territorio, y están tomando medidas para desmantelar sus redes.

Dos años son poco tiempo para borrar el recuerdo del peor ataque jamás sufrido en territorio norteamericano. Pero el coraje y el amor que los estadounidenses demostraron ese día, así como los progresos realizados en el cumplimiento del elevado objetivo de erradicar el terrorismo en todo el mundo, infunden a algunos recuerdos un sentido de propósito y esperanza.

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