'Domo arigato', señor Matsumoto

En octubre escribí en este mismo diario un articulo titulado Sayonara, baby. Entonces estaba convencido de que Nissan cerraba la planta de Barcelona y de que el expediente de regulación de empleo era solo el primer paso de una jibarización cuyo final sería el cierre del centro. Hoy no me duelen prendas en reconocer mi error de apreciación. Nissan quiere seguir produciendo coches y furgonetas en Barcelona y, para eso, empresa y sindicatos han firmado un acuerdo que implica que todos remarán en un mismo barco hacia la sostenibilidad a largo plazo de la planta. Todo ello bajo la tutela, y el apoyo, de las administraciones central y autonómica. La confirmación la acabamos de recibir en el mejor de los momentos, pues el Salón Internacional del Automóvil de Ginebra ha servido de altavoz para que Europa sepa que Nissan apuesta por Catalunya.

En un entorno como el actual es bueno, y necesario, subrayar las noticias positivas. Porque es muy positivo que la planta de Barcelona haya merecido la confianza de Nissan. Para llegar a esta decisión han trabajado mucho, y bien, muchas personas. Desde septiembre, la opinión publicada se cebó con el recién aterrizado Fumiaki Matsumoto y por eso es justo reconocer su compromiso. Su involucración personal en el plan industrial ha sido total e infinitamente más alta que la, lamentablemente, habitual en la mayoría de directivos de las multinacionales, preocupados mucho más de su futuro personal que del de sus empresas. El sector de la automoción español no precisa, necesariamente, directivos españoles al frente de las empresas internacionales, sino profesionales que asuman que su obligación es defender la planta que les ha sido asignada con todas las armas a su alcance.

El éxito tiene muchos padres y el fracaso, ninguno. Pero justo es subrayar que, además de los primeros protagonistas, Matsumoto y sindicatos, el acuerdo lo han hecho posible todas las consejerías eco- nómicas (Treball, Innovació y Economia) con el president implicado directísimamente, así como un conjunto de profesionales liderados por Jordi Dagà, experto negociador en situaciones de crisis. Y, en la sombra, el trabajo callado pero imprescindible de una japonesa de nacimiento pero catalana de vocación sin cuya intervención probablemente no hubiese sido posible un final feliz.

Viene muy bien esta noticia cuando el vicepresidente de la Comisión Europea, Günter Verheugen, ha declarado que no corresponde a los estados decidir qué fábrica debe cerrar o reducir producción. Es cierto. Pero no lo es menos que es obligación de las administraciones velar por el mantenimiento de la prosperidad de sus administrados con todos los medios a su alcance. Nissan ha puesto en un lado de la balanza los salarios más bajos de otras posibles ubicaciones y en otro el coste total, las inversiones netas y la capacidad de mejora de una planta que ya hoy se halla en la parte alta de la clasificación de productividad del exigente grupo japonés. Probablemente el coste marginal de fabricar un coche en Barcelona sea mayor que en Tánger. Pero el balance total es claramente positivo para Barcelona, si no la decisión habría sido otra. La competitividad no se consigue solo mediante mano de obra barata.

No quiere decir que no haya riesgos en el futuro. En absoluto. El próximo examen llegará en el 2012, cuando se tenga que asignar un nuevo modelo, y no será fácil. Hasta entonces habrá que seguir trabajando en todos los frentes. Pero existe una posibilidad cierta de aprobar el nuevo examen, cosa que hace unos meses parecía imposible.

La solución, no definitiva, de Nissan es solo una gota en el turbulento mar de la automoción, pero es muy importante. Es cierto, y vuelvo a citar a Verheugen, que el sector será diferente tras la crisis y que habrá cambios estructurales. Por eso, seguir optando con garantías a nuevos modelos es básico. Hay que salvar el corto plazo para poder optar al futuro, en el que la única garantía es mejorar la competitividad. Que el Plan Integral de Automoción, insuficiente y mejorable, haya sido ampliamente sobrepasado, con 427 peticiones de ayuda a la inversión cuyo importe agregado ronda los 4.500 millones de euros para unos fondos previstos inicialmente de 800 millones, es una excelente noticia porque significa que las empresas quieren seguir invirtiendo en España.

En esta reválida del sector de la automoción catalán y español Nissan ha aprobado con nota. Es el turno del resto de fabricantes. De esta crisis, quien salga, saldrá reforzado, y no es una figura literaria: es la verdad, porque en Europa, y en los países de su periferia, en el futuro habrá menos fábricas, e incluso puede que menos fabricantes.

En Catalunya, el centro de la atención pasa ahora a Seat. Habrá que ver si es tan pragmática como Nissan. Oportunidades no le faltan pues en breve tendrá la posibilidad de lograr la asignación de un nuevo modelo, parece que de Audi. Administración y sindicatos están por la labor (al menos, algún sindicato). Confiemos en que la empresa sepa estar a la altura. Ojalá podamos pronto decir danke, Herr Schmitt, al igual que ahora debemos decir Matsumotosan, domo arigato, es decir, muchas gracias señor Matsumoto.

José Antonio Bueno, socio de Europraxis.