Dos armadas aliadas

Resulta asombroso ver la fragata Méndez Núñez, clase Álvaro de Bazán, avanzar junto a uno de nuestros recursos navales más letales y capaces: el portaaviones USS Abraham Lincoln. Durante buena parte del año pasado, la Méndez Núñez y su tripulación, lideradas por el capitán Antonio González del Tanago de la Lastra, han estado integradas en el grupo de combate del Abraham Lincoln y seguirán trabajando en su escolta durante el despliegue del portaaviones por todo el mundo. Se trata de una poderosa demostración de nuestra integración con nuestros aliados de la OTAN y con la Armada Española.

Los destructores y cruceros con misiles guiados de la Armada de Estados Unidos son los buques de guerra más capaces del mundo debido en parte al sistema de combate Aegis. Este sistema es utilizado por diversas armadas, y cuando integramos estos barcos mejoramos la capacidad colectiva de nuestras fuerzas marítimas. La Armada española es una de ellas.

A menudo utilizamos la palabra interoperabilidad, un objetivo ambicioso de entendimiento y correlación entre nuestra Armada y las de nuestros aliados y socios de más confianza. Implica superar procesos y sistemas muy distintos y también diferencias culturales, e incluso barreras lingüísticas, para llegar a la interoperabilidad. No siempre se trata de si podemos lograrlo, sino de cuánto podemos acercarnos a superar estos desafíos y hacer posible que nuestros aliados y socios de la OTAN más capaces se conviertan en una extensión unos de otros.

Nuestro ejemplo más reciente y notable de interoperabilidad en acción fue el ejercicio «Trident Juncture» en otoño pasado, en el que los aliados y socios de la OTAN, entre ellos España, aportaron más de 50.000 soldados, 250 aviones, 70 barcos y 10.000 vehículos para garantizar que las fuerzas de la OTAN estén entrenadas, sean capaces de operar juntas y permanezcan preparadas para responder a cualquier amenaza. Los números impresionan. Pero quizás el más impresionante es 31: el número de aliados y socios de la OTAN que participaron en el ejercicio. Consideremos esto por un segundo: todos los procesos, sistemas y diferencias lingüísticas que se superaron para lograrlo. Es realmente magnífico. Ante esta realidad, un enemigo solitario tiene que reconsiderar rápidamente su próximo acto de agresión no provocado. Ese era precisamente el mensaje: disuadir de la agresión, pero estar preparados para la defensa. Por eso, 31 naciones soberanas se unieron para fomentar el mantenimiento de la paz y la estabilidad en toda Europa.

Uno de nuestros mejores ejemplos de interoperabilidad en acción entre fuerzas navales es la relación con nuestro aliado de la OTAN y país anfitrión: España. Como he contado muchas veces, la historia de nuestras armadas se remonta a nuestra Guerra de Independencia, cuando un inmigrante español de la isla de Menorca se unió a nuestra causa y nos ayudó a alcanzarla. Se llamaba Jordi Farragut y no sólo se convirtió en uno de nuestros héroes revolucionarios, sino que también fue el padre de David Glasgow Farragut, héroe de la Guerra Civil de Estados Unidos y primer almirante de nuestra Armada. Jordi, al igual que España hoy, estaba motivado por los intereses de su familia y por un sentido del propósito y la obligación moral.

Hoy, nuestra interoperabilidad con España no podría ser más sólida. Además de confiar a la fragata Méndez Núñez la enorme responsabilidad de escoltar al portaaviones Lincoln, puedo señalar varios ejemplos de compromiso conjunto, coherente y equitativo en los que hemos alcanzado este nivel de interoperabilidad. La integración Méndez Núñez-Lincoln es la cuarta de este tipo. La fragata Álvaro de Bazán se integró con el portaaviones USS Theodore Roosevelt en 2005; la Almirante Juan de Borbón, con el USS George H.W. Bush en 2011; y la Blas de Lezo, con el destructor USS Jason Dunham, miembro del Grupo de Combate 8 del portaviones USS Harry S. Truman, en 2012.

En el contexto de la OTAN, nuestra interoperabilidad con España es también extraordinaria. Destaca la participación de España en el ejercicio «Formidable Shield» de la defensa aérea y antimisiles integrada de la OTAN (IAMD) en octubre de 2017, cuando la fragata Álvaro de Bazán lanzó con éxito un misil «Evolved Sea Sparrow». Fue la primera demostración del «concepto de defensa inteligente» de la OTAN, en la que los barcos actúan como unidades de defensa antiaérea para proteger a unidades navales de defensa antimisiles balísticos. Nos alegra que España vaya a acompañarnos de nuevo y participe en la próxima edición de «Formidable Shield» este año.

Además, España contribuye de manera significativa a la operatividad de nuestros cuatro destructores Aegis, clase Arleigh Burke, de las Fuerzas Navales Desplegadas Avanzadas (FDNF) en Europa: el USS Carney, el USS Donald Cook, el USS Porter y el USS Ross, con base en Rota. Ver estos barcos - las fragatas Aegis españolas y los destructores Aegis estadounidenses- compartir el muelle en Rota y operar desde allí es también admirable.

Estos lazos, además de nuestro entrenamiento y compromiso continuos, y mientras observamos y nos maravillamos de la operación de la Méndez Núñez junto al USS Abraham Lincoln, nos ayudan a lograr el objetivo fundamental de la interoperabilidad. Para ello proyectamos un frente unido que sirva de elemento disuasorio y ayude a mantener la paz y la estabilidad. Nuestra colaboración naval con España comenzó hace más de doscientos años: que continúe otros doscientos y más.

James G. Foggo, jefe de las Fuerzas Navales de EE.UU. en Europa y África

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