Dos en la carretera

El intercambio epistolar comienza con la vista de Luis María Ansón puesta en los resultados de las últimas elecciones. Defiende la necesidad de ser realistas, dejando a un lado tanto el optimismo como el pesimismo. Cayetana Álvarez de Toledo se decanta por los pactos postelectorales del PSOE, para después dedicarse al que denomina pacto «corrosivo», el que ha desvelado por entregas el diario 'Gara' entre Gobierno y ETA. Él se muestra de acuerdo y se pregunta por qué Rajoy ha prestado su apoyo al presidente. Termina hablando de conciertos, teatro y literatura, y le reprende por no haber asistido a la entrega de los Premios 'Yo Dona'. Ella le contesta reprochándole a Él no haber estado en la toma de posesión de Esperanza Aguirre.

YA SE OYEN LOS CLAROS CLARINES

Querida Cayetana...

Tras las elecciones municipales te escribí una carta diciendo que no me sumaba a la marcha triunfal de Génova, ya se oyen los claros clarines, ni tampoco al repicar de campanas lanzadas al vuelo por el deslumbrado Rajoy, ya viene oro y hierro el cortejo de los paladines. La victoria popular era importante, significaba una inflexión en el electorado y abría perspectivas alentadoras. Pero ganar unas elecciones, con la absurda ley electoral española, no significa gobernar. Desde tu natural entusiasmo partidista me echaste un broncazo, me tachaste de pesimista impenitente y te lanzaste a la euforia galopante, tus atractivos cabellos rubios al viento.

El optimismo y el pesimismo son males paralelos. Hay que ser realistas. El voluntarismo político queda para los ilusos o los mediocres. Y la fría realidad, la helada realidad, es que, en ocho capitales de provincia y en centenares de pueblos, el PP vencedor se ha quedado en la oposición, sometido a la política de alianzas del PSOE. La experiencia -amarguísima, por cierto- no viene de ahora, pues tiene antecedentes ácidos en Galicia, en Cantabria, en Baleares, en Sevilla, en tantos sitios, incluso en Madrid, que se lo pregunten a Gallardón y a Alvarez del Manzano.

No parece probable que Rajoy alcance la mayoría absoluta dentro de unos meses en su eventual victoria sobre Zapatero, el aprendiz de brujo. Por eso te decía yo en aquella carta que, tras varios años de oquedad, tu jefe político tenía que ponerse a trabajar a fondo en las alianzas posibles. El paso que se ha dado en Canarias despeja acuerdos futuros con Coalición. Ese es el camino. Ahora habría que intensificar las gestiones con Convergencia y rebañar escaños aislados de algunos partidos regionales.

Inútil, querida Cayetana, la afirmación de que en las generales siempre ha gobernado el partido más votado. Eso con Zapatero el embustero no cuenta. Estaría dispuesto al pentapartido si fuera necesario, haciendo las concesiones que le exijan, por miserables que sean, con tal de no abandonar su madriguera de Moncloa, irritadísimo como está, según me dicen, tras leer el título del último libro de Ricardo de la Cierva: ZP, tres años de gobierno masónico.

Querido Luis María...

No voy a reanudar nuestra escaramuza postelectoral. A modo de bandera blanca, enarbolaré el tópico de que el pesimista es el optimista bien informado y te daré la razón: para mantenerse otros cuatro años en la Moncloa, Zapatero es capaz de pactar con quien sea, donde sea, como sea y a cambio de lo que sea. Si «la cintura es la esencia de la democracia», como nos explicó un día, la suya es de hula-hop.

Lo hemos vuelto a comprobar esta semana. En Baleares, donde un brillante liberal mediterráneo ha visto abortada su carrera política por el inconveniente matrimonio de connivencia entre un socialista sin futuro y una princesa con pasado. Y en León, que, como sabes, es de dónde dice ser Zapatero, para alivio de los vecinos de Valladolid. El Partido Socialista ha aceptado promover la secesión de León a cambio de los votos de Unión del Pueblo Leonés para acceder a la Alcaldía.

Pero si vamos a hablar de pactos corrosivos, tendremos que comentar las últimas entregas del Gara. Te confieso que, a pesar de todo lo que he visto, oído y leído en esta insólita legislatura, me he quedado estupefacta. Por un momento, he pensado que nada de lo que allí se cuenta, ni los espeluznantes detalles ni los entrecomillados hirientes ni la abyección del «punto cero», podía ser verdad. Pero luego he recordado todos los desmentidos, todos los gestos de honor ofendido que el tiempo ha dejado en evidencia, y con la melancolía de quien ya no encuentra argumentos para confiar en su Gobierno, he apuntado siete preguntas que Zapatero tiene la obligación política y moral de responder:

Primero: ¿Es cierto que el Gobierno pactó con ETA los términos de la declaración institucional del 29 de junio de 2006 y, concretamente, el reconocimiento por parte de Zapatero del derecho a decidir de los vascos?

Segundo: ¿Es cierto que, a cambio de un alto el fuego «permanente», el Gobierno aceptó algunas de las principales reivindicaciones de ETA, como la existencia de Euskal Herria y que Navarra fuera objeto de negociación?

Tercero: ¿Es cierto que el Gobierno se comprometió a que la Guardia Civil, la Policia Nacional, la Ertzaintza e incluso las Fuerzas de Seguridad francesas no llevaran a cabo detenciones y aceptó que Batasuna desarrollara su actividad política como un partido democrático normal?

Cuarto: ¿Es cierto que el Gobierno y ETA acordaron que tanto la acción de los jueces como los atentados terroristas serían entendidos como «accidentes» y que éstos no interrumpirían las negociaciones?

Quinto: ¿Es cierto que el Gobierno planteó a ETA la posibilidad de adelantar las elecciones generales y luego derogar la Ley de Partidos?

Sexto: ¿Es cierto que el Gobierno le ofreció a ETA la legalización de Batasuna después del atentado de la T4 en el que murieron dos personas?

Séptimo: ¿Es cierto que los compromisos adquiridos por el Gobierno con ETA están recogidos en actas custodiadas por una organización mediadora en el extranjero? Lo que me pregunto, Luis María, es si el día menos pensado vamos a ver, negro sobre blanco, con sus firmas y sus sellos, los documentos del proceso de Zapatero, para que puedas decirme: «Ves, querida Cayetana, como yo tenía razón. Es un embustero y un traidor».

PUEBLO SUMIDO EN EL DESCONCIERTO GENERAL

Querida Cayetana...

En mi canela del viernes, Zapatero, el embuste que no cesa, creo haber dado respuesta a tus interrogantes. En la desvergüenza, en la ignonimia, se ha llegado a tal extremo que el presidente del Gobierno de España pactó con una banda terrorista, incluso las expresiones a emplear en el discurso que pronunció ante los representantes democráticos del pueblo español en el Congreso de los Diputados. Hasta se previó llamar «accidente» a atrocidades como la de Barajas, aparte el pacto sobre Navarra, la autodeterminación, los presos, la actividad de Batasuna y otras muchas repugnancias. Y todo ello, con la internacionalización del conflicto, la presencia de organismos extranjeros mediadores y actas custodiadas, según parece, en Suiza. ¿Adónde, adónde ha caído la dignidad de una de las grandes naciones del mundo?

Lo de León es un envite menor de este ludópata político que se llama José Luis Rodríguez Zapatero y que ha conducido al pueblo español al desconcierto general. Del presidente aprendiz de brujo se puede esperar cualquier cosa. Las cartas que yo puse en su pluma dirigidas a Otegui y a Fidel Castro se las ha creído un buen número de lectores porque nada que venga del actual inquilino de Moncloa sorprende ya. Y eso es lo que yo quería demostrar al escribirlas.

Y si todo esto es así, si muchos sabíamos que era así, ¿por qué Rajoy le ha prestado el balón de oxígeno de su apoyo tras el comunicado de Eta cuando si la banda decide tender de nuevo la mano al presidente éste le hará una higa al líder del PP y volverá a negociar con los criminales la rendición del Estado?

Seguro que Rajoy tendrá una información de la que yo carezco. Pero, tras la ruptura del alto el fuego de Eta, el presidente del PP debió madrugar a Zapatero en televisión, denunciar el fracaso zapatético, exigir la dimisión del presidente y convocar esa misma semana una manifestación gigante en Madrid contra Eta. Las revelaciones que la banda está haciendo en Gara, letales para cualquier gobernante democrático, no se beneficiarían de la sordina que la concesión de Rajoy impone.

Zapatero, en fin, estaba en el centro del ring completamente grogui. Rajoy debió derribarle de un gancho final en lugar de tenderle la mano merengosa.

Querido Luis María...

Aunque Zapatero te parezca un peso pluma, no estamos en un cuadrilátero, donde tres directos y un gancho bastan para dejar KO al adversario y proclamarse campeón. En democracia, el único con capacidad para derribar a cualquier contendiente es el pueblo soberano. Y en cuanto a las extremidades merengosas o merengues, yo que tú no las infravaloraría. Pregúntale si no a mi querido y triste Barça por las de Reyes y Diarra, que, después de ganar la Liga para el Madrid, se habrán asegurado un hueco en sus respectivas selecciones nacionales. Bueno, sobre todo Diarra porque, a este ritmo y si las urnas no lo impiden, tendremos letra para el Himno nacional pero no una selección que lo pueda cantar.

De la charlotada siberiana hemos pasado al órdago venezolano. Ante 40.000 espectadores, en la inauguración del estadio Pueblo Nuevo de San Cristóbal, sede del Grupo A de la próxima Copa América, la selección vasca de fútbol se enfrentó al equipo de Venezuela en su primer partido fuera de España desde 1938. Los jugadores sustituyeron el fútbol por la política y el balón por una gigantesca pancarta con el lema: ¡Somos una Nación! ¡Oficialidad!. Supongo, por tanto, que también habrán canjeando sus sueldos millonarios por las modestas dietas de los concejales del País Vasco.

Llevo toda la semana preguntándome de qué hablarían Zapatero e Ibarretxe las dos horas que duró su reunión. Las mismas fuentes de Moncloa que te hicieron llegar la carta de Zapatero a Fidel Castro me lo han confirmado: dedicaron 90 minutos a seguir la gesta de la selección vasca por la parabólica y los 30 restantes a consolar a Hugo Chávez por la derrota de su equipo (3-4). Después de fastidiar a las familias españolas con una subida de la luz, no parecía lo más oportuno provocar otra del gas. Qué gran estadista es nuestro presidente, Luis María: siempre velando por el interés general de España y el bienestar de sus ciudadanos.

LA JUVENTUD, LEJOS DE LA POLITICA

Querida Cayetana...

No te vi en el estupendo acto, un éxito de Charo Izquierdo, en el que se entregaron los premios de Yo Dona a Isabel Llinás y Pilar Mateo. Una vez más, Inma Shara, reconocida como la mejor directora de orquesta de Europa, cautivó a todos. A pesar de un conjunto de cuerda desigual y un cellista desganado, Jablonski, la batuta de Inma se impuso. Tras un comienzo incierto con Turina y dos piezas discretas de Fauré y Casals, la Serenata para cuerdas de Tschaikowsky resultó espléndida.

Cambiemos el tercio. La ópera, querida Cayetana, es una síntesis de música, canto, teatro, poesía, artes plásticas. Un espectáculo total. Fui miembro de los Amigos de la Opera cuando el Real estaba cerrado y un militar, mira por dónde, Castañón de Mena, impulsaba las organizaciones en favor del bel canto. Me complace comprobar ahora el renacimiento en Madrid de la afición a la ópera. No te pierdas Il Trovatore, abierto al pueblo en pantalla gigante instalada en la plaza de Oriente. Acebes, además, te debería acompañar para que vieras a Marina San José en Móvil, la comedia de Belbel. ¡Qué gran actriz sobre el escenario del María Guerrero! Me invitaron al Vicente Calderón a ver y escuchar al grupo de mi México querido RBD, Rebelde. Por ahí van los tiros de un sector de la nueva juventud española, cada vez más desprendida de la política por culpa de los políticos, cada vez más cerca de la libertad cultural y el ocio sano. ¡Qué marea, Cayetana, de lolitas ombligueras y minifáldicas!

Para que mi gula cultural sólo sea hoy un aperitivo, te recomiendo la Biografía del Universo de John Gribbin. Te darás cuenta de que no va a ser el cambio climático ni la voracidad del hombre lo que va a terminar con la especie humana en la Tierra. Manifiesto, en fin, mi impaciencia por ver Cruda. Vuelta y vuelta. Al punto. Chamuscada. Su autor, Rodrigo García, entre Heidegger y Maradona, es la pasión teatral en pelota viva y descarnada. Espero que su comedia se estrene pronto en Madrid. Te enviaré entradas para que vayas con tu amigo Pepiño Blanco.

Querido Luis María...

Es verdad. Yo me perdí el acto cultural de la semana, pero tú y Pepiño os perdisteis el acto político de la semana. Ni nuestro querido Garci ha conseguido salvar el abismo (cultural, estético y sentimental) que separa España de Estados Unidos como acaba de hacerlo Esperanza Aguirre. En su toma de posesión, vimos al más americano de nuestros políticos. Y al más castizo. Por su continuo afán de superación; por su forma de disfrutar del éxito sin caer en la soberbia ni perder la generosidad; por su entusiasmo desacomplejado; por demostrar continuamente las limitaciones del individuo y, sin embargo, recordarnos que el individuo puede llegar donde se lo proponga; por una espontaneidad sentimental que ni los adversarios tacharán de sensiblería; por su extemporánea invocación a Dios, a la que sólo se atreven el dólar y algunos líderes estadounidenses; y por su deportividad ante la oposición (se deja la piel para ganar, pero sabe que un día tocará perder), Aguirre tiene mucho de político americano. Y de castizo: monísima, monísima, monísima... pues tiene todo lo demás.