Echarle la culpa a la UE no solucionará los problemas de Italia

Echarle la culpa a la UE no solucionará los problemas de Italia

Italia está acaparando los titulares internacionales una vez más. En la elección del país el 4 de marzo, el partido populista Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y el partido Liga de derecha obtuvieron una mayoría parlamentaria combinada tras apelar al descontento de la población con la inmigración y el estancamiento económico. Ahora, Luigi Di Maio de M5S y Matteo Salvini de Liga han conformado un nuevo gobierno. A pesar de sus diferencias, ambos le endilgan gran parte de la culpa por los problemas de Italia a “Europa” –vale decir, a las reglas y los principios compartidos de la Unión Europea.

La percepción entre los votantes italianos de que la UE los ha abandonado a su suerte para lidiar con el problema de la migración del norte de África no llama particularmente la atención. De los cientos de miles de migrantes que han cruzado el Mediterráneo desde Libia en los últimos años, la gran mayoría llega a Italia -o son rescatados y llevados allí-. La mayoría, en verdad, son migrantes económicos, pero se presentan como refugiados porque ésa es la única manera legal de quedarse en Europa.

Aun así, los populistas italianos simplemente se equivocan al decir que Italia está absorbiendo un porcentaje desproporcionado e injusto de los solicitantes de asilo. En realidad, se han presentado unas 400.000 solicitudes de asilo en Italia desde 2014. Esta cifra representa aproximadamente el 11% del total de 3,9 millones de la UE, lo que es más o menos equivalente al porcentaje de Italia de la población total de la UE.

La crisis migratoria parece haber sido más aguda en Italia porque su sistema de procesamiento de solicitudes de asilo y de repatriación de quienes no califican es más lento que en cualquier otro estado miembro. Es más, la distribución de migrantes y refugiados en Italia tiende a estar concentrada en centros metropolitanos que carecen de vivienda adecuada, lo que también hace que el problema parezca mucho más grave de lo que en realidad es.

Un nuevo gobierno de M5S/Liga muy probablemente exigiría cambios en el Convenio de Dublín de la UE, según el cual el estado miembro de la UE que primero pisa un solicitante de asilo por lo general es responsable de procesar su pedido. Reformar este sistema tiene sentido. Pero no cambiaría mucho para Italia, dado que el país igualmente tendría que aceptar la misma proporción de refugiados que hoy.

Contrariamente a lo que han dicho los populistas italianos, la solución para el problema de migración de Italia se puede encontrar fronteras adentro. Italia necesita un mejor sistema para procesar las solicitudes de asilo, derivar a los refugiados a las viviendas que haya disponibles e integrarlos en la sociedad.

En cuestiones económicas, la conclusión es similar. Los políticos populistas sostienen que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE impide al gobierno estimular la demanda y, así, la creación de empleos. Pero esto ignora el hecho de que las mismas reglas se aplican a todos los países de la eurozona. Y no tiene en cuenta la débil tasa de crecimiento económico de Italia, que consistentemente está por debajo del promedio de la eurozona en épocas buenas y malas.

Muchos economistas hoy creen que en los estados miembro más afectados por la crisis financiera global de 2008 y la subsiguiente crisis del euro, la “austeridad” agravó la recesión. Pero aun si creemos eso, no cambia el hecho de que esos mismos países han tenido recuperaciones mucho más sólidas que Italia. Es más, el argumento de que a Italia se le ha prohibido tener déficits más altos para estimular el crecimiento es lisa y llanamente falso. Italia ha recibido una cantidad de exenciones de las reglas fiscales de la UE en los últimos años, lo que le permitió incrementar de alguna manera su déficit.

Datos igual de inconvenientes se aplican a la enorme deuda pública de Italia, que se acumuló a través de un gasto público excesivo financiado por los ahorristas domésticos (en marcado contraste con Grecia). Dado el origen de esta deuda, la propuesta anterior de M5S/Liga de solicitar una condonación de la deuda por parte del Banco Central Europeo no tiene ningún sentido. Un nuevo gobierno de M5S/Liga podría seguir insistiendo en que la UE ya no considere la deuda en manos del Banco de Italia en sus estadísticas oficiales. Pero, una vez más, estamos hablando de deuda en poder de una institución italiana, lo que significa que “Europa” no tiene nada que ver con eso.

Con el reciente retorno del crecimiento y el alivio de la presión migratoria, los líderes europeos hoy están explorando opciones de reformas a nivel de la UE y de la eurozona. Pero si Italia desafía las reglas comunes o se niega a aceptar los principios fundamentales de un presupuesto sólido, cualquier reforma estará muerta al llegar.

Eso no auguraría nada positivo para la UE. Pero al menos la situación de hoy no se parece en nada al pico de la crisis del euro, cuando los problemas en Italia (y el resto de la periferia de la UE) amenazaban con derramarse a otros estados miembro centrales. Hasta el momento, por lo menos, la moderada reacción de los mercados financieros a la coalición de M5S/Liga ha afectado poco al resto de Europa. Los inversores parecen haber llegado a la conclusión de que, si bien un gobierno populista plantearía un problema para Italia, no pondría en peligro al euro.

El resultado más probable de un gobierno de M5S/Liga, entonces, no es una crisis del euro, sino un estancamiento. El actual marco de gobernancia incompleta de la eurozona probablemente seguirá siendo el status quo.

Aquí existe una lección política para el resto de los populistas de Europa. Echarle la culpa a la UE para tapar los problemas domésticos podría dar resultados en las elecciones, pero también conducirá a un aislamiento nacional. En el largo plazo, es una estrategia condenada al fracaso.

Daniel Gros is Director of the Brussels-based Center for European Policy Studies. He has worked for the International Monetary Fund, and served as an economic adviser to the European Commission, the European Parliament, and the French prime minister and finance minister. He is the editor of Economie Internationale and International Finance.

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