Economías transformadoras del mundo

Nos encontramos en una crisis sistémica perpetua que trasciende el impacto de la covid-19, hecho que podría entenderse como un fenómeno casual sin relación alguna con el sistema económico vigente, si no fuera por la multitud de voces que apuntan como origen de la pandemia sanitaria (y por ende de la crisis económica y social derivada de esta) a la destrucción de los hábitats, producto de nuestro actual sistema de vida y sus desmedidos niveles de producción y consumo.

El sistema económico que tenemos está, por tanto, no solo en la raíz de la crisis derivada del coronavirus, sino también en la que le predecía, que arrastra desde el estallido de la burbuja financiera de 2008, de la que aún no nos habíamos recuperado, y más allá, como ponen de manifiesto los amplios sectores de la población que no entienden de crisis y sus ciclos, porque viven en una crisis perpetua, despojados de los derechos más básicos, excluidos del sistema y desposeídos por este.

Pero hay alternativas. La economía no siempre ha estado bajo los mantras del capitalismo (y por tanto no es la única ni la mejor de las opciones) ni toda la economía actual es capitalista. Por el contrario, cada día son más las propuestas de las economías críticas, como también las personas que las respaldan. Consumo responsable y transformador, desde la conciencia de los fuertes impactos del consumismo y la necesidad de reducir sus impactos sociales y medioambientales, reduciéndolo en términos globales y relativos; esto es, mirando la letra pequeña de quién produce y cómo lo hace para apoyarle o no, con nuestro consumo.

Cooperativas de muy diversa índole, que nos proveen de energía, servicios bancarios, telefonía, verduras o ropa, bajo criterios de sostenibilidad, con propuestas ecológicas, locales y de kilómetro 0 que permiten justamente la realización de ese consumo responsable. Prácticas de muy diversa índole de apoyo mutuo, cooperación y solidaridad, formales e informales, retribuidas o no, para cuidarse y resolver de manera colectiva necesidades diversas de gente diversa. Estas son solo algunas de las realidades que se multiplican a diario y que están componiendo esa otra economía que ya está en marcha, iniciativas que justo han proliferado en tiempos de pandemia, atendiendo las necesidades de mucha gente desde la comunidad y lo social y lo solidario.

Todas estas iniciativas no brotan sobre terreno yermo, sino que llevan labrándose desde hace años, al calor de los diagnósticos y propuestas de diversos movimientos sociales, como la economía social y solidaria, la economía feminista, la ecológica o la de los comunes. Conocedores estos movimientos de la necesidad de hacer frente común para acabar este sistema decadente, defensores de la cooperación y del apoyo mutuo en cuanto valores y prácticas insertas en su propio ADN, todas estas economías críticas y alternativas se han dado cita entorno al Foro Social Mundial de Economías Transformadoras (FSMET, #FSMET2020), que está teniendo lugar desde el pasado 25 de junio para “acercar movimientos sociales e iniciativas que comparten la voluntad de poner en el centro de la economía a las personas y el medio ambiente y acabar con la economía basada en la extracción, el crecimiento, la competitividad y el mercado, y que luchen por caminar hacia sociedades resilientes y colaborativas que construyan y refuercen alianzas y acciones estratégicas a base de trabajar conjuntamente”.

Esta confluencia viene siendo impulsada por decenas de organizaciones de todo el mundo desde hace dos años, proceso en cuyo marco ya tuvo lugar el pasado año un Primer Encuentro Internacional en Barcelona, donde se acordó el sistema de gobernanza así como las líneas estratégicas y las metodologías comunes que han permitido la realización de este primer foro mundial de las economías transformadoras, obligado in extremis, eso sí, a mutar al formato virtual a causa de la pandemia sanitaria. Aunque los lazos y las alianzas que se generan al calor de un encuentro físico y vivencial son difícilmente sustituibles, lo que llevamos de encuentro no está defraudando, basta con echar un ojo al programa para ver el potencial y la dimensión de este movimiento.

Habiendo pasado el ecuador del FSMET, tenemos aún por delante un inspirador programa, para seguir profundizando y tejiendo agendas comunes para un consumo consciente ante la crisis ecológica, el desarrollo de comunidades energéticas, medir el impacto de nuestras prácticas transformadoras o las propuestas desde la economía feminista ante ‘la nueva normalidad’.

Y como hay mucho aún donde confluir y en lo que seguir construyendo, hay ya prevista una segunda edición para octubre de 2020, encuentro que pretende coincidir con la celebración de la FESC (Feria de Economía Solidaria de Catalunya) que en los últimos años ha congregado en Barcelona a unas 15.000 personas atraídas por las propuestas de consumo responsable de la economía solidaria. Para dar soporte a estos nuevos trabajos seguirá activa la herramienta virtual, donde se podrá seguir el proceso y ser parte activa de este.

Como apuntaba Ashish Kotari, coordinador del foro Vikalp Sangam (Confluencia de Alternativas) e impulsor del Tapiz Mundial de Alternativas en la sesión de apertura, en un momento de urgencia como este es más importante que nunca emocionar y comunicar por todas las vías posibles las alternativas existentes. En esto andamos…

Blanca Crespo Arnold, responsable de Comunicación de REAS red de redes

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