Educación, pilar del nuevo tiempo

Las pasadas elecciones nos dejaron un parlamento muy distinto a los anteriores. La irrupción de 109 nuevos diputados (de un total de 350) -y más de ocho millones de votos- dando respaldo a nuevas fuerzas políticas abrió un nuevo tiempo político en España.

Sin embargo, no todos interpretaron esa irrupción de la misma manera. Mientras unos entendimos un mensaje rotundo en favor del diálogo y la regeneración, otros parecieron percibir los cambios como una amenaza a las cómodas formas y costumbres del viejo stablishment. Mientras unos vimos en la mayor pluralidad una oportunidad para activar reformas abandonadas y construir amplios consensos, otros vieron en la fragmentación una perfecta escapatoria para acentuar, aun más, el inmovilismo o la confrontación.

La educación es uno de esos espacios en donde la miopía partidista tiene un coste más alto para la sociedad. Por eso, en las democracias más avanzadas la educación se trata, desde hace años, como una cuestión de Estado, apartada del juego electoral. En Holanda han tenido 28 gobiernos de coalición desde la Segunda Guerra Mundial, muchos de ellos con 3 partidos o más ¿se imaginan el caos si cada uno de esos partidos intentara imponer su visión completa cada vez?No podemos seguir viendo el consenso y el acuerdo como derrota; y el mestizaje ideológico resultante como impureza, en vez de pragmatismo.

Aunque en España algunos parecen querer esforzarse en encontrar diferencias entre los diferentes proyectos educativos, lo cierto es que el espacio de encuentro es mucho más grande que el de desencuentro. Cualquiera que haya seguido en los últimos meses debates, conferencias e intervenciones de los Profesores Luis Garicano, José Antonio Marina o Ángel Gabilondo sabe bien de lo que hablo.

Para Ciudadanos la educación está en el eje de cualquier proyecto sensato para un país. Primero porque la educación es el instrumento principal para defender la igualdad de oportunidades y corregir las desigualdades de de origen socioeconómico. Y segundo porque el capital humano es el determinante clave para el crecimiento económico (y por tanto, contra el paro) de los países en el largo plazo.

En España el sistema educativo ha sido reformado por siete diferentes leyes desde la llegada de la democracia. Ni una sola de ellas ha estado vigente más de 6 años, y ninguna contó con el consenso de los principales partidos de la Cámara. Los partidos tradicionales a menudo han utilizado las reformas educativas como mecanismos de confrontación política –que si religión o educación para la Ciudadanía…– y los problemas de fondo han permanecido inalterados.

A pesar de algunos logros importantes conseguidos, como la escolarización universal hasta los 16 años o la extensión de la educación infantil, seguimos teniendo un sistema que no es ni justo, ni eficiente.

La tasa de abandono escolar continúa siendo la más alta de la Unión Europea –más del 20% de nuestros alumnos siguen abandonando la escuela de forma temprana– y ocupamos una posición mediocre y estancada en las evaluaciones internacionales, muy por debajo de lo que nos tocaría en relación a nuestro nivel económico. En demasiadas ocasiones se recurre a la repetición de curso –uno de cada 3 alumnos ha repetido curso antes de cumplir los 15 años–, una solución que consume muchos recursos y que todavía agrava más los problemas en las aulas.

Además, en España, el estatus socioeconómico de los padres continúa teniendo una influencia demasiado elevada sobre los resultados académicos y no contamos con planes eficaces para tratar a los alumnos con necesidades educativas diferentes.

El factor clave para una buena enseñanza, por encima de los recursos tecnológicos o el tamaño de las aulas, son los profesores. Los maestros y maestras deben ser los que lideren el cambio educativo en nuestro país. Sin embargo, actualmente sólo el 8% de nuestros profesores cree que su labor docente es valorada por la sociedad y la mayoría no cuenta con los suficientes apoyos para desarrollar su labor diaria y mejorar sus métodos docentes.

Cualquier cambio en nuestras leyes educativas debe incluir una reforma en profundidad de la carrera profesional de los profesores –siguiendo el espíritu del Libro Blanco de la Profesión Docente y su Entorno Escolar–, desde los sistemas de selección hasta los mecanismos de promoción, para que éstos dependan solamente de la capacidad académica y pedagógica. Tenemos que cuidar a nuestros profesores, como a nuestros jueces o a nuestros médicos, porque juegan un rol esencial en nuestra sociedad.

Por otro lado, debemos abordar una reforma en profundidad de nuestro sistema universitario público para que cumpla adecuadamente con sus dos tareas fundamentales: la formación de nuestros jóvenes y la generación de nuevas ideas y conocimiento. Nuestras universidades siguen sin aparecer en los rankings internacionales (ninguna universidad española entre las 100 primeras del mundo) y en demasiadas ocasiones no forman adecuadamente a los jóvenes para encontrar un lugar en el mercado de trabajo. España no ha tenido un premio Nobel desde hace más de un siglo, y seguimos muy rezagados en las clasificaciones de patentes y empresas innovadoras salidas de la universidad.

Necesitamos mejorar los sistemas de financiación y gobernanza universitaria. Nuestras universidades necesitan mayor autonomía y una mayor rendición de cuentas. Los recursos públicos son escasos y debemos poder premiar a aquellos centros y profesores que mejor enseñan, que mejor investigación realizan y que mejores salidas de empleo ofrecen. Debemos acabar, también con el enorme problema de endogamia en la universidad. En las universidades públicas la selección del personal docente e investigador depende en muchos casos más de enchufes que de méritos académicos.

La buena noticia es que tenemos un buen punto de partida para la reforma universitaria en el informe Propuestas para la Reforma y Mejora de la Calidad y Eficiencia del Sistema Universitario Español, elaborado por una Comisión de Expertos en 2013 y que desgraciadamente el gobierno de Rajoy decidió dejar aparcado en un cajón.

Desde Ciudadanos, acabamos de presentar una Proposición No de Ley en el Congreso para la creación de una Comisión Parlamentaria que tenga como objetivo la consecución de un Pacto Nacional por la Educación. No tenemos porque esperar a que haya un gobierno para ponernos a trabajar y a tender puentes. Necesitamos un acuerdo en materia educativa con vista a una generación. Si no lo logramos, habremos salido todos perdiendo. Esperemos que pronto todos comprendamos que un nuevo tiempo político se ha puesto en marcha España. Un nuevo tiempo de dialogo, ambición y buenas políticas públicas.

Toni Roldan Monés es portavoz de economía y educación de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados.

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