EEUU y las prioridades de política exterior

EEUU y las prioridades de política exterior de la Administración Obama.

Introducción: ¿grandes esperanzas?

La elección de Barak Obama ha creado unas expectativas en EEUU y en todo el mundo no conocidas en décadas. Sin embargo, estas “grandes esperanzas” de la homónima obra de Charles Dickens, están más cercanas a las palabras de otro de sus títulos celebérrimos, Historia de dos ciudades: “Fue el mejor de los tiempos, fue el peor de los tiempos…”. Comenzaba esta obra así, con una mezcla de realismo atroz y esperanza en el nuevo camino que se abría para el futuro. De la misma forma, a pesar de los cambios y la energía empleadas en el diseño de una nueva aproximación para la política exterior de EEUU, esta se verá constreñida por sus intereses vitales globales, el impacto de la recesión en la estabilidad y la dinámica producida tanto por la fluidez de un sistema internacional cambiante como por la continuidad de algunas de las políticas llevadas a cabo por la Administración Bush.

Ya durante la campaña electoral, y en su discurso de toma de posesión, el presidente Obama reafirmaba que la nueva Administración de EEUU se enfrenta, amén de desafíos regionales de primera magnitud como Rusia, China e Irán, a tres amenazas globales para su seguridad nacional y para el mantenimiento de la seguridad del sistema internacional: (1) la Guerra Global contra el Terror (Global War on Terror, GWOT) en su versión Long War, con la pacificación de Afganistán como campo de batalla principal, pero sin olvidar el resto de los escenarios tales como el Sahel y el Cuerno de África; (2) la proliferación de armas de destrucción masiva, sobre todo evitando que lleguen a manos de organizaciones terroristas, pero también que Estados como Irán o Corea del Norte lleguen a desarrollar programas de armamento nuclear (a la vez, no hay que olvidar el futuro de los acuerdos de desarme START con Rusia, el Tratado de No Proliferación y la sanción final del tratado CTBT); y (3) el cambio climático, relacionado con el desarrollo de energías alternativas y la reducción de la dependencia de las exportaciones de petróleo, pero visto como una amenaza a la seguridad nacional. Paradójicamente, el incremento del uso de la energía nuclear debido a las necesidades energéticas futuras y del cambio climático, parece ir en dirección opuesta al peligro que supone la proliferación nuclear para la estabilidad y seguridad internacional:

We are the keepers of this legacy. Guided by these principles once more we can meet those new threats that demand even greater effort, even greater cooperation and understanding between nations. We will begin to responsibly leave Iraq to its people and forge a hard-earned peace in Afghanistan. With old friends and former foes, we'll work tirelessly to lessen the nuclear threat, and roll back the specter of a warming planet”.

El presidente Obama recoge la vieja herencia de la República en cuanto a la unión intrínseca de intereses y valores en la política exterior de EEUU, del poder y la legitimidad de sus acciones, que se pueden observar en la gran estrategia practicada durante el siglo XX: el mantenimiento de un orden internacional abierto a los intereses y valores de EEUU, que incluye y la institucionalización y promoción de la democracia y el libre mercado, con la postura de evitar el ascenso de una potencia hegemónica regional o global que pueda desafiar ese sistema internacional:

Recall that earlier generations faced down fascism and communism not just with missiles and tanks, but with the sturdy alliances and enduring convictions. They understood that our power alone cannot protect us, nor does it entitle us to do as we please. Instead they knew that our power grows through its prudent use; our security emanates from the justness of our cause, the force of our example, the tempering qualities of humility and restraint”.

Sin embargo, EEUU se enfrenta a no sólo la recuperación de su reputación y liderazgo internacional sino a una serie de problemas y amenazas difíciles de evaluar por su importancia y complejidad: un nuevo y cambiante sistema internacional, la economía internacional y el desarrollo, el sistema institucional multilateral y las amenazas a la seguridad internacional. El nuevo sistema es más anárquico, con diferentes parámetros a los de la Guerra Fría, y a los de las Post-Guerra Fría, con una distribución diferente y asimétrica del poder y de las capacidades a nivel global y transatlántico que han trasformado el sistema internacional, más que en un sistema no-polar, en un sistema de polaridad compleja: un tipo de “complejo de unipolaridad-multipolaridad”, que ya era percibido tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, pero que se afirmará con total claridad tras la crisis de Irak de 2003 y que se distingue por una serie de parámetros diferenciadores y determinantes del nuevo equilibrio de poder internacional:

  • En palabras de Henry Kissinger, el centro de gravedad de los asuntos mundiales pasa del Atlántico a Asia-Pacífico.
  • Aún se mantiene una preeminencia y superioridad militar de EEUU.
  • Hay un creciente concierto de grandes potencias en un nivel económico: EEUU, China, la EU, Japón y algunos países en rápido desarrollo (por ejemplo, Brasil, Rusia y la India).
  • Hay un debilitamiento alarmante de la preeminencia normativa de EEUU, entendida como una de las tres preeminencias necesarias para considerar a un Estado hegemónico junto con las preeminencias político-militar y económica. Esta preeminencia normativa se tratará de un entendimiento compartido sobre valores, normas, reglas y formas de autoridad, distribución del estatus, prestigio, responsabilidad y privilegios.

La Administración Obama en principio va a estar condicionada por la política exterior de la Administración Bush. No tanto por los parámetros que se establecieron en sus primeros cuatro años, sino por las “correcciones” realizadas en su segundo mandato, mucho más realista y multilateral, y que abandonó el unilateralismo de su primera Administración una vez que se produjo la salida del gobierno de casi todos los neoconservadores. Sin embargo, se han creado unas expectativas de mejora y cambio que preocupan en Washington, ya que esta situación está ejerciendo una presión adicional sobre la nueva Administración. En todo caso, esta última no estará en condiciones de acometer cambios en profundidad al menos hasta que no se produzcan la mayor parte de las confirmaciones de los puestos de la Administración que lleva a cabo el Senado, aunque la transición se ha realizado muy rápidamente y sin problemas gracias a la colaboración de la saliente Administración Bush y el Congreso esta en manos demócratas.

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Por David García Cantalapiedra, Universidad Complutense de Madrid.